Tierra, techo, trabajo
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Papa Francisco

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Papa Francisco

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Este libro recoge los discursos que Jorge Mario Bergoglio dio en ocasión de los tres Encuentros Mundiales de los Movimientos Populares. Se trata de documentos de inestimable valor político e histórico, pues de ellos mana en toda su potente sencillez el mensaje rompedor y revolucionario del papado de Francisco y su firme compromiso por la causa de los que viven en los márgenes del imperio aplastante del capitalismo; es decir, por aquellos a los que, víctimas de un perverso modelo de desarrollo, se les niega el acceso a la tríada de derechos sagrados constituida por las llamadas "tres T": la tierra, el techo y el trabajo, que representan no solo el fulcro temático de los discursos aquí expuestos, sino también las piedras de toque sobre las que debe fundarse la dignidad humana.Testimonio imprescindible de nuestra época, valiente j'accuse contra las aberraciones de una globalización consumista y voraz, las palabras del pontífice a los Movimientos Populares proporcionan un análisis lúcido de los problemas de la contemporaneidad y una esperanzadora propuesta de cambio capaz de llegar a todos aquellos que -ya sea desde una perspectiva confesional o laica- abogan por un mundo más justo e igualitario.

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Información

Año
2021
ISBN
9788418481178
ALESSANDRO SANTAGATA[5]

Una red social
diferente para
un mundo nuevo

La primera serie de encuentros mundiales de los movimientos populares ha sido una experiencia en verdad sin precedentes en la historia de la Iglesia y de los movimientos populares. Trabajadores precarios, familias sin techo, campesinos sin tierra se reunieron bajo la dirección del Vaticano para hablar de derechos y luchas sociales. El Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz y la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, con la participación directa del papa Francisco, conectaron y activaron una red de cientos de organizaciones internacionales. Del primer encuentro, celebrado entre el 27 y el 29 de noviembre de 2014, al último, del 2 al 5 de noviembre de 2016, el mecanismo ha ido rodando y perfeccionando sus propósitos a medida que nuevos grupos se incorporaban a la lista de participantes. Paradójicamente, el interés de la prensa italiana se ha ido apagando tras el verdadero shock que provocó la primera intervención del papa. «Papa Francisco bendice a los centros sociales» era el titular de Il Messaggero de hace tres años. Y había otros semejantes: «Bergoglio recibe a los movimientos y a los representantes de Leoncavallo» (Il Corriere della Sera); «Zapatistas, marxistas e indignados, todos con el papa» (Il Fatto Quotidiano); «Toni Negri en el Vaticano, pero a los despedidos no les hace caso nadie» (Settimo cielo, el blog de Sandro Magister en L’Espresso). Con un tono diferente escribía Ignacio Ramonet en Le monde diplomatique que se trataba de un «día histórico» y, en Il manifesto, Guido Viale calificaba el discurso del papa de «programa político y social de aliento planetario que no podremos ignorar». Se refería a la plataforma puesta en marcha con el primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares (emmp)[6], un «proyecto puente» fundado sobre lo que Bergoglio definió las «tres T»; es decir: tierra, techo, trabajo. Con motivo del segundo Encuentro celebrado en Bolivia entre el 7 y el 9 de julio de 2015, el emmp se propuso llevar a la práctica los principios generales. Finalmente, de nuevo en Roma en 2016, llamó la atención acerca de algunas «propuestas concretas de cambio»: la lucha contra la privatización del agua, la defensa de la soberanía alimentaria, la introducción de un salario social universal, la garantía de la inviolabilidad de la casa familiar (contra los desahucios abusivos).[7] Se trata, pues, de un conjunto heterogéneo de medidas, políticamente transversales, de alcance internacional y que acerca algunos problemas comunes a los países que hace años se llamaban «en vías de desarrollo» con las dificultades sociales de un Occidente golpeado por la crisis. Antes de entrar a valorar las propuestas presentadas por los movimientos es necesario recorrer el proceso que ha hecho posible una empresa de este tipo.
Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, describe los movimientos populares como una «realidad rica y variada, comprensible solo si se sale del “centro” del sistema económico y uno se dirige a la periferia. Presentes en el encuentro en el Vaticano estaban braceros, campesinos, habitantes de las barracas, limpiaparabrisas callejeros, vendedores ambulantes, cuidadores, ropavejeros […]. De hecho, se trata de representantes de una economía popular, de la que forma parte la mayoría de la población mundial».
El grupo de trabajo original se puede identificar con el Foro Social Mundial que nació en Porto Alegre, centro de referencia internacional para los movimientos antiglobalización desde los inicios del siglo XXI y experimento avanzado de democracia directa y participativa.[8] Desde entonces, los movimientos han creado una red internacional con la que coordinar campañas de alcance mundial, compartir y definir las estrategias organizativas.[9] Sin embargo, a pesar de la presencia en el emmp de muchos representantes del Consejo Internacional del Foro Social Mundial (fsm) —la asamblea internacional de los movimientos tercermundistas arriba citada— ambas redes no se pueden identificar en una sola. En una entrevista concedida a Adista, João Pedro Stédile, sindicalista y fundador del movimiento de los Sin Tierra —organización brasileña de campesinos nacida gracias a la ocupación de la tierra ya en los años ochenta y que lucha por una reforma agraria— precisa que, a diferencia del fsm (en el que su movimiento representa una de las alas más radicales), el emmp se propone objetivos más concretos y nació pensando en ayudar a determinados sectores sociales.[10] El núcleo central de la red está representado por aquellos trabajadores de la «economía sumergida» —doscientos cincuenta mil solo en Argentina— que hoy llevan a cabo actividades de economía alternativa en los suburbios castigados por el subdesarrollo y por los efectos de las crisis cíclicas del nuevo milenio. En la red de los movimientos populares y con una participación más amplia respecto a las organizaciones que se afiliaron en un primer momento —noventa y siete procedentes de sesenta y ocho países, la mayoría latinoamericanas—, confluyen recorridos diferentes en una galaxia que se puede definir de manera superficial si se analizan solo las siglas que la componen: la coordinación de los cartoneros y de las empresas recuperadas, la gran red que es Via Campesina, que es capaz por sí sola de agrupar a ciento cuarenta y ocho organizaciones campesinas, Libera, Banca Etica, Noi siamo Chiesa (sección italiana del movimiento internacional We Are Church), el centro social Leoncavallo y R-Maflow Fabbrica Recuperata (por citar solo cuatro entre las italianas), los indignados españoles, la Juventud Obrera de Acción Católica española, ehne (sindicato vasco separatista), sin olvidar algunas agrupaciones sindicales como el United Steelworkers (ee. uu.) y la Central Única dos Trabalhadores (cut) de Brasil, etcétera.[11]
Stédile apunta que los primeros pasos para coordinar a todos los participantes se empezaron a dar poco después del ascenso de Bergoglio al pontificado, en marzo de 2013.[12] Entrevistado por quien esto escribe, Vittorio Agnoletto, durante mucho tiempo representante italiano en el órgano directivo del fsm, recordó un encuentro inicial entre el Vaticano y los movimientos sociales en el 2002, el 17 de mayo para ser exactos, cuando fue invitado a hablar con Caritas Internacional sobre el futuro del «movimiento de los movimientos», y fue cuando la organización empezaba a participar como observadora en los encuentros del fsm.[13] Otros encuentros se llevaron a cabo, siempre en privado, en vista de la preparación del Foro Social Europeo celebrado en Florencia en el 2002, y se mantuvieron en años sucesivos. Sin duda, el pontificado de Francisco ha dado un empuje a las relaciones y ha permitido cumplir lo que parecía impensable hasta hace poco: incluir los movimientos sociales y, sobre todo, sus principales propuestas, como parte central de la agenda del Vaticano. Sobre las bases profundas que nutren la teología y las ideas políticas de Bergoglio volveremos más abajo; por el momento, sea suficiente decir que el salto de cualidad ha sido posible gracias a la cercanía que mantiene con los movimientos populares argentinos desde los tiempos más duros de la crisis del 2001 y, en particular, con el abogado Juan Grabois, hijo de un histórico dirigente peronista, miembro relevante en la dirección nacional de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (ctep). Grabois,[14] cuya presencia en este volumen también es relevante, forma parte del círculo del actual pontífice desde el 2005, es decir, desde que el cardenal Bergoglio dirigía la Conferencia episcopal argentina. El papa lo nombró consultor del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, trabajó en la organización del primer Encuentro mano a mano con el cardenal ghanés Peter Turkson, elegido por el actual papa como prefecto para el nuevo Ministerio al Servicio del Desarrollo Humano Integral. El cardenal Turkson se ha distinguido muchas veces como una de las puntas de lanza para la renovación: la más reciente, la petición dirigida a los obispos estadounidenses para que hicieran lobby contra la política del presidente Donald Trump. El primer emmp no hubiera sido posible sin la contribución de las altas esferas eclesiásticas[15] y del mismo papa, cuyo discurso pronunciado el 28 de octubre de 2014 puede considerarse el pistoletazo de salida oficial.
De acuerdo con la reconstrucción que hace Claudia Fanti de Adista, los trabajos que comenzaron el 27 en el Centro de congresos de los salesianos y que continuaron en el Aula Vecchia del Sinodo gozaron de cierta libertad en la gestión asamblearia.[16] Es interesante analizar la estructura tripartita del método «ver, juzgar, hacer» de la tradición católica de corte social, especialmente cercana a Bergoglio. Como puntos centrales de los workshops se mantuvieron los que componen el tríptico Domus, Terra, Labor, las tres palabras que forman parte del emmp: la desigualdad y la exclusión desde el punto de vista de los campesinos, de los trabajadores excluidos y de los habitantes en las barracas de los suburbios; pero también se analizaron los grandes problemas del trabajo, de la casa, de la paz y del cambio climático.[17] Es imposible dar cuenta de la variedad de las intervenciones: denuncia los efectos de la globalización neoliberal sobre el sistema productivo de los países más débiles, la iniquidad en el reparto de los recursos globales. Evo Morales pronunció la conferencia que cerraba la jornada del día 28. De las buenas relaciones que mantienen el líder cocalero y el papa se iba a seguir hablando con motivo de las nuevas visitas, dos, que Morales hizo al Vaticano, animadas con algunos regalos «particulares» (un crucifijo con la forma de la hoz y el martillo y tres libros sobre la cocaína). La presencia activa del líder boliviano, como la del expresidente uruguayo José Mujica en el último encuentro, son significativas desde el punto de vista político porque muestran cuáles son los interlocutores actuales de esta serie de actividades mantenidas por la Santa Sede y, sobre todo, cuáles son los contenidos que las llenan.
De Mujica conocemos su pasado como guerrillero en los Tupamaros, lo que no ha impedido que el papa le agradeciera públicamente el apoyo dado al emmp. A Morales le correspondió argumentar el nexo entre defensa de la naturaleza y lucha contra la injusticia social: «La concentración de la tierra en pocas manos es la fuente de todas las desigualdades sociales», dijo el presidente apenas reelegido. Y continuó: «Los pueblos indígenas son los que poseen históricamente la moral y la ética para poder hablar de defensa del medio ambiente. Pero todos debemos convencernos de que si la naturaleza puede prescindir del hombre, lo contrario es imposible. El principal enemigo del planeta es el hombre». Siguiendo el esquema de estas palabras, la jornada concluyó con el propósito de pasar «de la fase de la resistencia a la de apropiación del poder político, de la lucha social a la lucha electoral». Aunque no escasearon las críticas a las instituciones eclesiásticas —sobre todo las referidas a las históricas reivindicaciones de los pueblos indígenas, pero sin olvidar el apoyo de la Iglesia local al golpe de Estado en Honduras en 2009—, llama la atención que todo ello tuviera lugar en las dependencias del Vaticano y con una abundante presencia de obispos.[18]
Según Grabois, el encuentro con la institución eclesiástica ha sido posible gracias al fecundo diálogo que se ha establecido entre la Iglesia y los movimientos: estos se sienten representados en las palabras y en los hechos del papa y, a su vez, pretenden enriquecer la doctrina social católica, sin hacer de la fe católica un requisito para poder participar en los encuentros. Debe ser recordado, además, que los movimientos no se sienten constreñidos a reconocer las ideas del magisterio romano en asuntos relacionados con los derechos civiles (aborto y matrimonio homosexual), considerados incompatibles con los principios de muchos de los participantes en el Encuentro. En otras palabras, la confrontación fue fecunda porque hoy existe una plataforma de ideas comunes sobre las que cooperar, pero sobre todo porque la Santa Sede no ha mostrado, en ningún caso, la voluntad de absorber los movimientos y reducirlos al control del mundo católico. Sobre los otros argumentos que fueron puntos centrales del encuentro, la tarea de elaborar un resumen fue confiada a Stédile y a Paola Estrada, secretaria de la red de movimientos sociales alba (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América) que construyeron los fundamentos del documento final alrededor de estos tres puntos cardinales: tierra, techo y trabajo. Entre los intereses principales sobresale el empeño por la reforma agraria popular en los países latinoamericanos, por la condición pública del agua y por el control de las semillas; así como por la necesidad de una renta mínima y de conseguir el pleno empleo.[19] Junto a estos y otros compromisos, se propuso la creación de una red de solidaridad que consienta movilizarse contra cualquier tipo de injusticia y de persecución en no importa qué país del mundo, la colaboración con todas las tradiciones religiosas para concienciar al pueblo acerca de la necesidad de organizarse, el recurrir a la enseñanza (como propone el papa Francisco) para difundir entre los pueblos la exigencia de luchar por los cambios que son necesarios para mejorar el mundo. Es importante insistir en que en algunos de estos conflictos, los movimientos reunidos en el Vaticano operan desde hace tiempo en sus respectivos países: en la economía sumergida, en la red que promueve la economía alternativa y sostenible, en el contexto de la autogestión de los problemas de vivienda y del trabajo (precario y tutelado) en situaciones por lo general complicadas y a veces extremas. El emmp no es una red poblada de soñadores sino un canal de encuentro, cotejo e impulso, que por primera vez tiene el sostén de la Santa Sede.
La teología política del papa Francisco
El discurso pronunciado el 28 de octubre por el papa Bergoglio en el marco del encuentro de los movimientos tercermundistas no se ha limitado, es evidente, a cumplir solo con el protocolo. «Vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia, de los pueblos, una realidad muchas veces silenciada» fueron las primeras palabras del discurso. Inmediatamente después precisaba: «¡Los pobres no solo padecen la injusticia sino que también luchan contra ella! […] Tampoco están esperando de brazos cruzados la ayuda de ong, planes asistenciales o soluciones que nunca llegan o, si llegan, llegan de tal manera que van en una dirección o de anestesiar o de domesticar». De este cambio del papa Francisco en la manera de entender la enseñanza social de la Iglesia se ha hablado mucho por razón del protagonismo que concede a los «sectores subalternos». Según Grabois: «Francisco subraya el carácter profundamente revolucionario del proyecto de Jesús […]. Actualiza la atención preferente por los pobres y afirma que esta no implica solo solidarizarse con ellos, sino también reconocerlos como sujetos sociales y políticos». De acuerdo con Agnoletto, el papa Francisco es —de hecho— postideológico, porque ha superado los cimientos tradicionales de la doctrina social, el interclasismo y el paternalismo que han distinguido la organización y el pensamiento social en contraposición a la amenaza socialista. Desde este punto de vista, los tres discursos de Bergoglio que recoge este libro representan la última etapa de un proceso que comenzó con el Concilio Vaticano II, pero que sufrió una especie de inversión de marcha con el largo pontificado de Juan Pablo II, marcado por un regreso a una concepción más tradicional de la Iglesia discente.[20]
Con Bergoglio ha sido rechazada la idea de que la Iglesia sea portadora de una ideología particular y compatible con el orden existente. La institución eclesiástica se propone hoy (también) como espacio de encuentro y como megáfono de las reclamaciones sociales de quien «lucha contra las causas estructurales de la pobreza». Afirma el papa: «Que ese viento se transforme en vendaval de esperanza, ese es mi deseo». La verdadera novedad es el hecho de ...

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