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Historia mínima de la eugenesia en América Latina
Descripción del libro
A fines del siglo XIX, el inglés Francis Galton acuñó el término eugenesia (del griego "buen nacer") para designar el campo de conocimiento interesado en el estudio de las leyes de la herencia humana y de los métodos para mejorar la descendencia. Galton concibió la eugenesia como el camino para garantizar la selección artificial de rasgos psicofísicos deseables en los seres humanos con el fin de estimular la reproducción de personas sanas física y mentalmente, y limitar la de aquéllas consideradas de calidad "inferior". Este libro analiza los fundamentos "científicos" y las políticas públicas que, desde México hasta Argentina, se pusieron en marcha con la pretensión de engendrar al "Hombre Nuevo" americano.
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Información
ISBN del libro electrónico
9786075642789Categoría
Historia1 EUGENESIA Y MODERNIDAD
La eugenesia intentó modificar las prácticas reproductivas limitando la procreación —a través de la esterilización, la contracepción y el aborto— o ayudando a concebir y vivir una vida más sana —a través de la puericultura y las políticas sanitarias—. En su forma más extrema llevó a la destrucción de la vida —exterminio de razas inferiores, eutanasia o “muerte piadosa” de discapacitados—. La eugenesia siempre tuvo una lógica evaluativa: algunas vidas humanas eran más valiosas que otras —para el Estado, la nación, la raza, las generaciones futuras— y los eugenistas se esforzaron en implementar esas prácticas de manera diferenciada. La idea de la eugenesia se difundió rápidamente desde la década de 1880 hasta alcanzar su pico de popularidad en las décadas de 1920 y 1930. Si bien sus prácticas y arraigo variaron según la geografía y la época, sus diferentes manifestaciones nacionales y regionales compartieron un lenguaje y objetivos comunes. La emergencia del nacionalismo, los cambios tecnológicos y las nuevas formas de concebir la población en términos de ciudadanía, fuerza de trabajo y conjunto de aptitudes se combinaron para producir un contexto favorable a las ideas del estadístico inglés y “padre fundador” de la eugenesia, Francis Galton (1822-1911).
Evaluar y seleccionar
The Origin of Species (El origen de las especies, 1859) de Darwin tuvo una profunda influencia en la obra de Galton, Hereditary Genius (El genio hereditario, 1869), la cual, a su vez, causó un gran impacto en el libro del primero, The Descent of Man and Selection in Relation to Sex (El origen del hombre y la selección en relación con el sexo, 1871). Galton concibió la eugenesia como un medio para manipular la selección natural a través del estímulo o impedimento de la reproducción. Sostenía que los seres humanos debían y podían reemplazar la selección natural por otros procesos “más compasivos pero no menos eficientes”. Hacia 1908, caracterizó a la eugenesia como una alternativa preferible a la selección natural, cuyos objetivos debían ser el “control de la natalidad de los no aptos (unfit)” y el “mejoramiento de la raza promoviendo el estímulo de los aptos” (fit) a través del matrimonio en edad temprana y la crianza de niños sanos. En su opinión, si la selección natural funcionaba destruyendo el excedente de vidas incapaces de valerse por sí mismas, la eugenesia debía asegurarse “de traer al mundo no más individuos de los que puedan ser adecuadamente atendidos, y de ellos sólo los de la mejor calidad”. Galton consideró la eugenesia como una estrategia de planificación racional de la reproducción humana a partir de criterios de “selección” basados en la probabilidad estadística y su aplicación a los conocimientos sobre la herencia.
El matrimonio y la reproducción ocuparon un lugar central en la prédica y práctica eugenésica. La preocupación por las enfermedades hereditarias y los proyectos que concebían el matrimonio como un asunto de bien común contribuyeron en gran medida a difundir las ideas de Galton. Un ejemplo de las utopías reproductivas anteriores a él fue la comunidad experimental de Oneida (Nueva York), creada en 1848 con el fin de promover uniones ideales en un contexto socialmente controlado. En el siglo siguiente, varios regímenes pusieron en práctica medidas de control reproductivo, muchas de ellas asociadas a políticas de bienestar. Las más comunes fueron los incentivos materiales para estimular el matrimonio temprano y la descendencia numerosa de individuos considerados “deseables” y aptos. Galton no tenía en mente otra cosa cuando en 1904 definió la eugenesia como “el estudio de las agencias bajo control social para mejorar o impedir las cualidades raciales de las generaciones futuras, ya sea física o mentalmente”. La consulta prematrimonial y el examen físico y mental de las parejas que deseaban casarse tuvieron un fuerte apoyo en contextos muy diferentes. Las organizaciones eugenésicas promovieron la obligatoriedad del examen prenupcial con el fin de limitar la reproducción de individuos afectados por enfermedades o condiciones consideradas hereditarias: sífilis, lepra, tuberculosis, epilepsia, alcoholismo, “tendencias sexuales o criminales”. El mismo Galton advirtió que en el futuro aquellos que se reproducían de manera irresponsable serían considerados “enemigos del Estado”.
Aunque eugenesia y racismo con frecuencia se confunden o son tomados como sinónimos, dicha asociación no deja de ser problemática. Buena parte de las prácticas eugenésicas se centraron en grupos o individuos “degenerados” y “no aptos” que ya eran miembros de la nación étnica o racial. En la Alemania nazi el objetivo principal del programa de esterilización y eutanasia no eran los extranjeros, sino los alemanes “incapaces” o “débiles de carácter”. De igual manera, los legisladores australianos que redactaron las cláusulas eugenésicas de las leyes para la restricción de la inmigración tenían en mente tanto a los inmigrantes asiáticos como a los enfermos mentales ingleses. En Sudáfrica, la eugenesia fue esencialmente una disputa en el interior de la población blanca para dirimir el grado de aptitud racial de británicos y afrikaners de ascendencia holandesa. En varios estados de Estados Unidos la esterilización de personas de raza caucásica fue una estrategia para afirmar la preeminencia del hombre blanco en un contexto de grandes cambios demográficos. Esto no significa negar las motivaciones raciales de la eugenesia, sino reconocer la complejidad de una herramienta de intervención dirigida no contra “extranjeros” raciales —de ellos se ocuparon las leyes antiinmigratorias o in extremis, el exterminio liso y llano— sino contra ineptos o marginados internos cuya existencia misma constituía una amenaza para la nación sana.
Si bien hubo casos en los que la eugenesia centró su atención en los campesinos e indígenas —Finlandia, el sur de Estados Unidos y México son algunos ejemplos—, el foco de las preocupaciones estaba en las poblaciones urbanas e industriales, ya que era allí donde la literatura social de la época encontraba el caldo de cultivo de la degeneración. Los eugenistas británicos se hicieron eco de los debates sobre la cuestión social, y en la medida en que se esforzaron en suministrar la evidencia que demostraba la debilidad e inferioridad de las clases trabajadoras, su campaña puede considerarse como una extensión “científica” de las reformas sociales y legislativas introducidas durante el siglo xix para combatir el pauperismo industrial. Pero, si las masas de pobres de las grandes ciudades fueron la principal preocupación de los eugenistas británicos, la existencia de un vasto imperio habitado por pueblos “exóticos” y “bárbaros” hizo que las consideraciones raciales estuvieran siempre presentes. En Estados Unidos eran los blancos pobres del campo, los inmigrantes del sur y este de Europa y los afroamericanos descendientes de esclavos los que constituían las “poblaciones problema” de la era progresista (1890-1920). Como ocurriría después de 1945, cuando la atención se redirigió hacia el Tercer Mundo y la “bomba” de la superpoblación, fue el interés por controlar e intervenir en las vidas reproductivas de un grupo social en particular, los pobres, lo que enroló a neomaltusianos y eugenistas en una misma cruzada.
En lugares tan diferentes como Estados Unidos, Alemania y el África colonial, los matrimonios “indeseables” fueron entendidos en términos raciales y las leyes contra las uniones entre individuos de diferentes razas funcionaron con una lógica eugenésica. Los miedos a las consecuencias de la mezcla racial alcanzaron su apogeo en Sudáfrica, aunque allí el apartheid fue la culminación de varias generaciones de trabajos científicos y eugenésicos sobre los problemas del mestizaje. Sin embargo, no en todos los casos el rechazo del mestizaje estuvo precedido por una política de segregación. Así, por ejemplo, en las Indias Holandesas, Ernst Rodenwaldt (1878-1965) condujo investigaciones sobre la mezcla de razas que más tarde llevó a la Alemania nazi. En Australia, las autoridades implementaron un proceso de asimilación biológica y cultural de los mestizos (half-castes) basada en consideraciones eugenésicas. Los niños de origen mestizo fueron separados de sus familias aborígenes y ubicados en instituciones y comunidades blancas con el objetivo de blanquearlos; en la jerga de la época, “extirpar el color” (breed out the color). La política de separación y reubicación de hijos de familias “problemáticas” en Suiza y las investigaciones antropológicas sobre la minoría sami en Suecia muestran que la lógica eugenésica también arraigó en contextos nacionales no coloniales y con un alto grado de homogeneidad social.
La eugenesia convergió frecuentemente con la salud pública y la higiene. En el sur y este de Europa los eugenistas exigieron el aumento de la inversión pública en salud, mientras que en China se mostraron especialmente activos en la profesión médica y en organizaciones no gubernamentales, como la ymca (Asociación Cristiana de Jóvenes) y el movimiento nacionalista. El énfasis en las cuestiones sanitarias fue especialmente evidente en lugares como Francia y América Latina, lo que no fue obstáculo para que incluso los medios más rigurosamente mendelianos apoyaran las campañas de salud pública y el control de las enfermedades infecciosas. De hecho, en el siglo xx muchos países introdujeron la declaración obligatoria de enfermedades sexualmente transmisibles, lepra y tuberculosis, práctica que cuadraba de manera lógica con los sistemas legales que prohibían el matrimonio entre los afectados por esas y otras enfermedades. Una de las estrategias proselitistas más utilizadas por los eugenistas fue la educación. Su objetivo era lograr que los individuos asumieran la responsabilidad por su conducta sexual y reproductiva para que ésta beneficiara el bien común. Siguiendo el modelo de las fitter family contests de Kansas, los eugenistas de distintos países organizaron campañas de concientización que otorgaban premios a la maternidad eugénica a través de concursos de familias y bebés “saludables”. Al mismo tiempo, buscaron influir en los debates de la época sobre quiénes y cómo debían ser educados. El desarrollo de las pruebas psicométricas a comienzos del siglo xx, por ejemplo, estuvo con frecuencia ligado a ideas y preocupaciones eugenésicas. En contextos coloniales como Kenia, poblaciones indígenas enteras fueron clasificadas como “ineducables” y tratadas como una carga financiera innecesaria.
Los objetivos de los eugenistas no se limitaron al mejoramiento y revitalización de la población para adaptarla al mundo moderno; también aceptaron la posibilidad de que algunos de sus miembros no estaban en condiciones de hacerlo. Los antropólogos desempeñaron un papel fundamental al pronosticar la extinción irreversible de sociedades humanas consideradas demasiado primitivas, elogiando la conciencia eugenésica de las culturas antiguas que privaban a los niños débiles de sustento y cuidado. Entre las medidas eugenésicas más extremas figuraron la segregación y esterilización de aquellos considerados “defectuosos” o ineptos, con el objeto de que no transmitiesen sus deficiencias y anomalías a la generación siguiente. El hecho de que los pacientes alojados en instituciones psiquiátricas fueran las víctimas principales confirma la relación estrecha entre la eugenesia y las prácticas de confinamiento que se generalizaron con la expansión de los asilos mentales a partir del siglo xix. Los eugenistas justificaron la esterilización como una alternativa económicamente más ventajosa que la segregación, ya que la operación permitía la reinserción productiva de la persona en la sociedad, a diferencia del confinado en una institución, que debía ser mantenido por el Estado durante tiempo indeterminado.
En la década de 1930 la esterilización ingresó en la legislación de varios estados de Estados Unidos y provincias de Canadá, el cantón suizo de Vaud, los cuatro países escandinavos, Alemania, Japón y el estado mexicano de Veracruz; así como también en Checoslovaquia, Yugoslavia, Hungría, Turquía, Lituania y Cuba. El asesinato de personas discapacitadas, o la negativa a brindarles asistencia médica, figuran entre las prácticas eugenésicas más inhumanas. Esta medida extrema alcanzó notoriedad a comienzos del siglo xx cuando el médico de Chicago, Harry Haiselden, justificó su negativa a asistir a los recién nacidos que presentaban deformidades, aduciendo que se trataba de una medida eugenésica en beneficio del niño, la familia y la sociedad. La “eutanasia” a escala masiva de personas discapacitadas —primero de neonatos y niños, y más tarde de los adultos alojados en asilos— sólo se dio en la Alemania nazi tras un decreto del Ministerio del Interior (1939).
La eugenesia fue, en lo esencial, un proyecto para evaluar la calidad de individuos y poblaciones. Su literatura está saturada de datos sobre categorías humanas, algunos estadísticos, otros visuales. Las fotografías antropométricas medían las particularidades de los cuerpos; las pruebas de inteligencia de principios de siglo xx determinaban la capacidad mental. Mientras que Galton había intentado cuantificar la existencia y herencia del “talento”, las nuevas pruebas de inteligencia adoptadas en Estados Unidos apuntaban a identificar la “debilidad de carácter” (feeble-mindedness), considerada como una condición hereditaria. El Eugenics Record Office (Oficina de Registro Eugenésico), fundada en 1910 en Cold Spring Harbor (Nueva York), compiló una vastísima base de datos sobre individuos y familias norteamericanas que resultaron esenciales para el programa eugenésico.
Los expertos tenían un ojo puesto en las generaciones pasadas y otro en las venideras, ya que los antepasados auguraban lo que vendría. Esta cara de Jano de la eugenesia quedó simbolizada en la obsesión con las genealogías, las cuales permitían visualizar si un individuo había heredado, y transmitiría, atributos beneficiosos o defectuosos. Una de las imágenes más comunes de las publicaciones eugenésicas eran los “árboles familiares” y los “cuadros de linaje” (pedigree charts) utilizados para rastrear la historia de familias talentosas, defectuosas, racialmente híbridas o con antecedentes de lepra, tuberculosis, alcoholismo, epilepsia o criminalidad. Especialmente en los primeros años, los cuadros de linaje funcionaron a la vez como instrumento de investigación y método de propaganda. Como lo demuestran los tristemente famosos estudios de las familias Juke y Kallikak, y de otras familias pobres norteamericanas afectadas por la enfermedad de Huntington, las investigaciones sobre genealogía y herencia, sobre genes dominantes y recesivos, constituyeron el núcleo duro y objeto principal de estudio de la eugenesia. Muchas veces estas investigaciones convergieron con viejas ideas y prácticas religiosas y populares sobre el matrimonio y los linajes familiares. Darwin y Galton, por ejemplo, compartían un profundo interés en la cuestión del matrimonio consanguíneo —el mismo Darwin estaba casado con una prima directa—. Y no fueron pocos los rabinos que al comienzo del siglo xx vieron en la eugenesia una solución científica que permitiese preservar la pureza racial, evitando los problemas planteados por las prácticas de consanguinidad de algunas comunidades judías.
Desde el comienzo, las investigaciones de Galton tuvieron un carácter genealógico. Sus primeros trabajos eugenésicos rastreaban las familias que poseían lo que él llamó “genio hereditario” y junto con el biometrista Karl Pearson (1857-1936) refinó las predicciones matemáticas de las características que tendrían las futuras generaciones. Convencido de que la biología tenía una influencia determinante, Pearson fue el primero en ocupar la Cátedra Galton de Eugenesia (luego Genética) en el Departamento de Estadística Aplicada del University College de Londres. Las empresas aseguradoras no tardaron en descubrir la importancia de sus trabajos y recurrieron de manera habitual a las investigaciones eugenésicas; a la inversa, los datos de los clientes de las aseguradoras, que indicaban las probabilidades de enfermedad y muerte prematura en las familias, resultaron de gran valor para los investigadores eugenistas.
El atractivo de la eugenesia radicaba en la convicción de que la planificación racional de la reproducción redundaría en el mejoramiento y perfectibilidad de l...
Índice
- Índice
- AGRADECIMIENTOS
- PRÓLOGO
- INTRODUCCIÓN
- Estructura del libro
- Primera parte
- 1 EUGENESIA Y MODERNIDAD
- 2 TALENTO HEREDITARIO Y ATAVISMO CRIMINAL
- Segunda parte
- 3 LA SELECCIÓN DEL INMIGRANTE
- 4 EL CONTROL DE LA REPRODUCCIÓN
- 5 LA BATALLA POR LA INFANCIA
- 6 CULTURA FÍSICA, REGENERACIÓN Y APTITUD
- 7 LA BIOTIPOLOGÍA Y EL “HOMBRE NUEVO”
- CONCLUSIÓN
- BIBLIOGRAFÍA
- Sobre el autor