Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio

Poemas

Rodolfo M. Arellano

• Editorial: Editorial Autores de Argentina
• Año: 2021
• ISBN del libro electrónico: 9789878714769
• Edición: 1
• Categoría: Teología y religión
• Categoría: Religión

"En 1491, un año antes del Descubrimiento de América, nacía en Azpeitía, España, Íñigo López, Señor de Loyola. El 20 de mayo de 1521, en la Batalla por la defensa de Pamplona ante la ofensiva de los franceses, una bala de cañón hería la pierna de Íñigo. En adelante, el caballero de Loyola comenzaría una particular peregrinación que le llevó a ser San Ignacio. Los Ejercicios Espirituales que nos legó son la hoja de ruta de su caminar.  El año comprendido a partir del 20 de mayo de 2021, ha sido declarado Año Ignaciano en recordación de la vida del Santo y para la profundización de su obra. Los Ejercicios Espirituales, hoy tan vigentes como en su tiempo y más indispensable aún para tantas personas sumergidas en el stress del ruido y la hiperactividad, han inspirado a multitudes de hombres y mujeres a lo largo de 500 años. En este libro, el autor retoma los Ejercicios Espirituales en una obra poética en la que se destaca la fidelidad a la fuente y que ayuda a sentirlos para mejor vivirlos. El resultado de la obra es, prácticamente, una vida de Cristo en poesía que además de dar a conocer más la figura del Nazareno, siempre vivo, ayuda a iniciarse en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio o a volver a vivirlos, para aquellos que los han realizado en algunas de sus numerosas formas. No tenemos dudas de que esta particular vida de Cristo, según los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola,  será un remanso de poesía y espiritualidad para todos los que la tomen buscando un material de meditación o sentimiento poético mucho más allá del Año Ignaciano.

SEGUNDA
ETAPA

SEMANA II [91] 1° Ejercicio.
14° día de perseverancia.

[91] Meditación: “El Llamamiento”

[91] “Será aquí pedir la gracia a nuestro Señor para que no sea sordo a su llamamiento, sino presto y diligente para cumplir su santísima voluntad”.

Hubo un rey santo puesto por Dios en el trono,
caridad y justicia juntaba, por lo que de gran prestigio gozaba.
¿Quién hoy no quisiera para gloria de su nación
semejante galardón?

Tal rey un día llamó a sus súbditos y les dijo:
–“Mi voluntad es que todos los hombres alcancen a Cristo,
quien quiera venir conmigo ha de ser como yo
trabajar conmigo día y noche y en toda situación;
para compartir la corona que Cristo prometió
a quienes libran el “buen combate de la fe”.

¿Qué responderán los buenos súbditos a semejante rey
y a una causa tan santa? ¿Quién diría que no?;
¡Cometer semejante felonía, sin ninguna proporción!

Siguiendo a san Ignacio imaginemos,
en similar situación a Cristo Señor Nuestro,
Rey Eterno de humilde condición: nos acaba de llamar,
a nosotros que nos hemos ofrecido para seguirlo en su misión.

Ganar el mundo entero para llevar a todos a la gloria de Dios:
–“Por tanto quien quisiere venir conmigo ha de trabajar conmigo,
para que siguiéndome en la pena también me siga en la gloria”.
Quien tenga juicio y razón” seguirá presto a tan gran Señor.

¡Qué importa lo que he de dejar, yo quiero sumarme,
y más que eso: destacarme en tan gran misión!
Junto a Cristo: mi amigo, mi hermano y mi Dios.
He de dejar para ir tras Él lo que sea menester:
sensualidad, amor carnal y mundano.
Y solemne he de jurar, con su gracia esta oblación:

[98] “Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante de vuestra infinita bondad y delante de vuestra Madre gloriosa y de todos los santos y santas de la corte celestial: que yo quiero y deseo, y es mi determinación deliberada, con tal de que sea vuestro mayor servicio y alabanza, imitaros en pasar toda clase de injurias y todo menosprecio y toda pobreza, así actual como espiritual, si vuestra santísima majestad me quiere elegir y recibir en tal vida y estado”.

SEMANA II [101] 2° Ejercicio.
15° día de perseverancia.

[101] Contemplación: “La Encarnación”
(Lc 1,26-38)

[104] “… pedir lo que quiero: será aquí pedir conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más lo ame y lo siga”.

Dialogaban las Tres Divinas Personas,
miraban la faz de la tierra:
como en su ceguedad los hombres de todo tiempo y condición,
caerían al infierno como caen las hojas de los árboles en su estación.

Y como es propio de Dios, se dijeron:
–“De los desterrados hijos de Eva hagamos la redención.”
Desde la eternidad decretaron que el Hijo, Verbo del Padre,
hombre se haría y enviaron al ángel a anunciar a María.

Nuestra Señora en Nazaret estaba
humilde y pura como azucena, orando en sus tareas.

Gabriel: —¡Ave María!
María: —Soy la servidora del Señor.

Así, el celeste mensajero la buena nueva nos dio:
Dios se hacía hombre para nuestra salvación.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu de Amor:
“Si admirable fue la creación, más admirable aún fue la redención”.

¡Ave María! Llena de gracias. Tu “SÍ” nos alcanzó el Salvador.
Por obra del Espíritu Santo en tu vientre se encarnó.
Así empezó a ser hombre en el tiempo
quien nunca dejó de ser Dios:
se hizo hermano nuestro con una precisa misión.

¡Oh, Jesucristo! Verbo encarnado,
te adoro con el Padre y el Espíritu.
Tres Personas Divinas que son un solo Dios,
reciban toda gloria e igual adoración.

SEMANA II [110] 3° Ejercicio.
16° día de perseverancia.
[110] Contemplación: “Del Nacimiento”
(Lc 2,1-14)

[104] “… pedir lo que quiero: será aquí pedir conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más lo ame y lo siga”.

César un censo ordenó:
María y José salieron en peregrinación.

Encinta estaba María;
en una borriquilla, valles y cuestas cruzó.

En Jerusalén no hubo lugar para ellos,
(este es el verso más triste que en la historia se escribió),
y así el alumbramiento llegó.

José buscó refugio;
un pesebre en Belén encontró.

¡Cómo quisiera haber estado, en aquel viaje yo!
¡Servirles como esclavito para estar cerca en este,
el plan de Dios!

Oír lo que hablaban los padres, el llanto del recién nacido
y participar en la oración, pues sabían que el niño
venía con una misión: redimir a los hombres y así fue,
en la cruz murió.

–Yo quiero pedirte niño, que me enciendas de amor,
escucha mi corazón ahora en este rato de oración…

SEMANA II [132] 4° Ejercicio.
17° día de perseverancia.

[268] Contemplación: “La presentación del Niño Jesús”
(Lc 2,22-39)

[104] “… pedir lo que quiero: será aquí pedir conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más lo ame y lo siga.”

Llegado el día, María y José,
llevaron el niño al templo para consagrarlo al Señor,
como manda la ley.

Esperaba en Jerusalén el anciano Simeón
a quien el Señor le había prometido no morir
sin antes ver al Salvador.

Cuando Simeón vio a Jesús lo tomó e, inspirado,
dijo esta oración:
–“Ahora, Señor, puedo morir en paz
porque mis ojos han visto la salvación,
luz de los paganos y gloria de Israel”.

Ante la admiración de los padres, el santo exclamó:

–“Este niño será signo de contradicción y a ti, mujer,
una espada te atravesará el corazón”.

Otra vez quedaba claro que Jesús tenía una misión.
María ante el presagio repitió:
–“Yo soy la servidora del Señor”.

Con Simeón estaba Ana, otra santa mujer, y en su sabiduría
reconoció en Aquel, al niño que todos esperaban,
la salvación de Israel.

Así quedó claro que Jesús es el plan de Dios.
La tarea ha comenzado sometiéndose a la ley.
Miremos a santa María, la servidora fiel.

SEMANA II [132] 5° Ejercicio.
18° día de perseverancia.

[269] Contemplación: “La huida a Egipto”
(Mt. 2,13-18)

[104] “… pedir lo que quiero: será aquí pedir conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más lo ame y lo siga”.

Herodes, el tirano, queriendo ser el único rey,
temió por la corona ante quien nació en Belén.
En cólera montado mandó a matar a los inocentes:
figura elocuente de la idolatría de los inconscientes
que adoran el poder.

Avisado san José por el ángel del Señor:
–“Levántate, toma al Niño y a su Madre”. A Egipto huyó.
Así comenzó la vida en la tierra, en medio de persecución
de quien es nuestro único jefe y primer pastor.
Hasta la muerte de Herodes, la familia sagrada no regresó.

Que entendamos que el cristiano no tiene otra condición,
siempre será extranjero en esta tierra conforme a su vocación.
Nadie pretenda aplausos si por maestro tiene
al que en la cruz murió.

SEMANA II [134] 6° Ejercicio.
19° día de perseverancia.

[271] Contemplación: “Jesús Obediente”
(Lc 2, 51-52)

[104] “… pedir lo que quiero: será aquí pedir conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más lo ame y lo siga”.

El que vino a ser obediente
debía aprender lentamente, mientras crecía,
desde los doce hasta los treinta,
gracia y sabiduría.

Cuando Dios era niño,
la fidelidad de María aprendió
en el hogar del carpintero,
de san José la profesión.

–“Mi alimento es hacer la voluntad del Padre”.
Diría quien de niño se sometió
a los vínculos de familia
en la que todo lo humano aprendió.


Así dejó escuela de cristianos:
por la obediencia comience quien quiera el galardón,
el cielo de otra manera no tiene puerta ni blasón:

Obedecer la palabra del Hijo de Dios,
la ley de la naturaleza y la razón.
Mas al hombre con una condición:
que lo que mande sea justo, según la norma y la ocasión.

–Esto es conocerte internamente, ¡oh, buen Jesús!,
hacerme humilde y obediente, observando lo que es primero
y lo que es de situación.

SEMANA II [134] 7° Ejercicio.
20° día de perseverancia.

[272] Contemplaci...

Índice

• PORTADA
• CRÉDITOS
• INTRODUCCIÓN
• PRIMERA ETAPA
• SEGUNDA ETAPA
• TERCERA ETAPA
• CUARTA ETAPA
• SINOPSIS
• ÍNDICE