Presentación
Este libro está dirigido fundamentalmente a agentes de cambio: extensionistas, asesores, acompañantes, colaboradores y todos aquellos que buscan incidir en procesos de cambio de otros actores sociales. Es una invitación a la reflexión sobre la forma de concebir cómo se produce lo social, ya que ésta suele tener una gran influencia en las estrategias y prácticas concretas de estos agentes que inciden en las formas y mundos de vida de los actores sociales con quienes interaccionan.
Para quienes trabajan o estudian los escenarios del cambio social es de suma importancia comprender cómo es que éstos se producen y qué papel juegan o pueden jugar cada uno de los actores y sus redes en esta producción. El acertijo aquí es que hay propuestas muy diversas y hasta contrarias sobre qué es y cómo se produce lo social. Cada una de ellas conlleva implicaciones sobre cómo involucrarse, cómo comprender y qué hacer en esos escenarios, ya sea como agente de cambio, colaborador o como investigador.
Quien esto escribe ha vivido en carne propia la angustia de incidir en formas y mundos de vida de otros, desde una “de-formación disciplinaria”, la agronomía, que, si bien transmitió información y en menor medida reflexión y comprensión sobre aspectos técnicos de la producción agropecuaria, fue por demás limitada en cuestiones sociales, políticas, culturales y psicológicas, que son fundamentales para poder colaborar en procesos de cambio de esos “otros” que nos suelen desafiar con sus diversas y heterogéneas significaciones y adjetivaciones de lo social.
Esta angustia suele verse acrecentada al instrumentar acciones circunscritas a programas y proyectos de desarrollo gubernamentales, de organizaciones sociales y de la sociedad civil cuyos lineamientos político-ideológicos e instrumentales suelen estar más allá de la comprensión y de las capacidades de quienes se involucran en implementarlos. Dado que un agente de cambio –quien colabora– trata de incidir, para bien o para mal, en las formas y mundos de vida de los actores sociales objeto de un proceso de intervención, esta comprensión y estas capacidades debieran ser nodales. Dicho con otras palabras: cómo tratar de incidir un proceso de cambio si no se comprende cómo se produce lo social; por ejemplo, si no se ha articulado una reflexión propia sobre hasta qué punto los actores con quienes se colabora pueden llevar a cabo procesos de cambio para mejorar su calidad de vida, o si éstos están fundamentalmente determinados por condiciones estructurales.
Este libro se originó como parte de la elaboración de otro, relacionado con las formas, estilos y estrategias de intervención-colaboración en procesos de cambio de actores sociales. Mientras se avanzaba en su redacción iba siendo cada vez más evidente que, antes de debatir sobre el periplo de incidir en formas y mundos de vida de otros, era necesario que el lector reflexionara sobre cómo se produce lo social; si es que de incidir en ese proceso se trata. La redacción de ese capítulo poco a poco se fue alargando conforme se iba abordando cada una de las propuestas o enfoques, hasta que quedó por demás claro que ese capítulo vendría a ser un libro sobre tal preocupación.
Para quienes han decidido dedicar parte de su vida a ser agentes de cambio y cuya formación profesional dista mucho de la comprensión teórico-conceptual relacionada con esos procesos de cambio resulta por demás complejo adentrarse en esa urdimbre de propuestas y enfoques. Esta obra pretende contribuir a facilitar este proceso. En este sentido, presenta de manera crítica y reflexiva las distintas propuestas sobre la producción de lo social, buscando que los agentes de cambio reflexionen, se pregunten, se apropien y comprendan, desde estas propuestas, las posibilidades que tienen aquellos con quienes colaboran de producir procesos de cambio reivindicativos.
Sin el trabajo previo de varios autores, como George Ritzer, Salvador Giner, Alan Swingewood, Lorena Paz Paredes, Alberto Arce, Norman Long, Jean-Pierre Olivier de Sardan, Miquel Domènech, Francisco Tirado, Tomás Ibáñez, Cynthia Hewitt, Alejandra Aquino, Carlos Lenkersdorf y José Antonio Paoli, entre otros, la elaboración de esta obra hubiera requerido de mucho más tiempo, ya que revisar y hurgar en todos los escritos de los autores considerados en este trabajo, en búsqueda de planteamientos relacionados con el propósito de esta obra, sin una guía de dónde hacerlo, hubiera implicado picar mucha piedra. Así, sus orientaciones me dirigieron a revisar textos originales en las partes sustantivas para el propósito de este libro; sus reflexiones sobre las propuestas, aquí expuestas y señaladas a lo largo del texto, fueron fundamentales. De cierta manera, tal como lo planteara Isaac Newton, tuve la suerte de encontrarme con sus trabajos y “caminar a los hombros de gigantes” (1993/1687).
En esencia, este libro aborda la relevancia que para los agentes debiera tener el comprender distintos paradigmas sobre la producción de lo social. En él se elabora sobre el positivismo de Comte; el funcionalismo de Durkheim y Parsons; el marxismo de Marx y de Engels, así como el de los revisionistas y el de Gramsci; las propuestas sobre los actores y sus asociaciones de Gabriel Tarde, Max Weber, Georg Simmel y Herbert Blumer; la teoría de estructuración social de Anthony Giddens; la de la acción comunicativa de Jürgen Habermas; la sociología reflexiva de Pierre Bourdieu; el enfoque centrado en el actor de Norman Long; la teoría del actor red (ANT) de Bruno Latour y John Law; el imaginario social de Cornelius Castoriadis; los afectos y los sentires de Michelle Rosaldo y David Le Breton y otros; la enajenación producida por el colonialismo externo e interno en ontologías y epistemologías de pueblos originarios y culturas que metafóricamente ubica en el limbo social, como del “Sur”, Boaventura de Sousa Santos, y la relevancia de estas ontologías y epistemologías, complementadas con las propuestas del punto de vista de Sandra Harding y el conocimiento situado de Donna Haraway. En la parte terminal de este libro se ejemplifica sobre esas otras ontologías a partir de varios pueblos originarios: los aymaras, los mixes, los tojolabales, los tzeltales y los tzotziles.
Si bien en la sociología la lista de autores es casi interminable, considero que los mencionados en esta obra dan idea del debate sobre cómo se produce lo social. Ojalá que este esfuerzo puesto en sistematizar, interpretar, debatir, problematizar y proponer a partir de todos estos planteamientos y enfoques ayude a agentes de cambio e investigadores a comprender la relevancia de las distintas propuestas.
Los albores del entendimiento de la producción de lo social
Hay quienes piensan que lo social está relacionado con la unicidad, la totalidad. Esta totalidad se vislumbra en cohesión debido a la existencia de “fuerzas unificadoras” que dan cierta coherencia a las prácticas de los seres humanos; fuerzas que constituyen el armazón y el centro de la sociedad. Este libro inicia con los pensadores que han sustentado esta idea.
Los albores de la sociología moderna pueden encontrarse en los trabajos de John Locke (1652-1704), de Giambatista Vico (1668-1774), del barón de Montesquieu (Charles Louis de Secondat) (1689-1755), de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), de los integrantes de la Ilustración escocesa: Adam Smith (1723-1790), John Millar (1735-1801) y, de forma destacada, Adam Ferguson (1723-1816); los críticos del concepto individualista de la sociedad, como los filósofos de la Ilustración conservadora inglesa y francesa, Edmund Burke (1729-1797), Louis de Bonald (1754-1840) y Joseph de Maestre (1754-1821), y los de Saint Simon (Claude Henri de Rouvroy) (1760-1825). Todos estos pensadores de los siglos XVI y XVII pusieron los cimientos y plantearon los problemas esenciales de una ciencia sobre la sociedad humana, sobre la producción de lo social y sobre la relación entre la acción humana y las estructuras.
Estos autores generaron enfoques fincados en los principios de la ciencia social: el rechazo de la metafísica, la necesidad de separar hechos de valores, y la posibilidad del ser humano de explicar con objetividad todo hecho, suceso, situación, proceso o idea. Para esto ellos consideraron que era necesario sustentar el conocimiento científico en el razonamiento lógico y en la observación. En este sentido, la ciencia debía basarse en evidencias fácticas y no en conjeturas, desterrando de sus dominios a las creencias y a la magia, que ya no deberían ser consideradas fuentes de conocimiento.
Lograr este gran cambio cualitativo implicó muchos sacrificios para la humanidad; la historia está llena de personas inquietas, interesadas en conocer cuestiones por medio de la razón, dejando de lado los preceptos de los libros sagrados. Muchos de ellos, como Giordano Bruno (1548-1600), terminaron su vida quemados en la hoguera de la Santa Inquisición; otros, como Galileo Galilei (1564-1642), dada su red de relaciones con la realeza y el alto clero, y gracias a su confesión, ya viejo y enfermo logró salvar la vida. Los fundamentos del pensamiento científico descansan en los hombros de todos estos seres humanos que pusieron en riesgo su propia vida en aras de encontrar una explicación a preguntas fundamentales relacionadas con el paso del ser humano sobre el planeta Tierra, un pequeño punto en el vasto universo (Gay, 1967; Swingewood, 2000: 3-10).
La Ilustración
La Ilustración fue producto de la reacción de varios filósofos de la época por disipar las tinieblas de la ignorancia, producto del oscurantismo, de la superstición y de las creencias religiosas y metafísicas de la Edad Media y siglos posteriores. La propuesta fundamental de los intelectuales adscritos a esta corriente de pensamiento –los ya mencionados John Locke (1652-1704), Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), Adam Smith (1723-1790), John Millar (1735-1801) y Adam Ferguson (1723-1816)– era que los seres humanos podían comprender y controlar el mundo en el que vivían por medio de la razón y la investigación empírica, sin la mediación de creencias religiosas o metafísicas. Consideraban, haciendo una analogía, que al igual que el mundo físico se regía por leyes naturales, lo social debería regirse por leyes similares y que su desafío estribaba en desentrañar estas leyes por medio de la observación de los hechos sociales. A partir de ese conocimiento, estos pensadores se proponían, como utopía realizable, contribuir a crear una sociedad más racional y justa.
El énfasis en la razón implicó, como contraparte, desdeñar y denostar toda creencia religiosa y trad...