CAPÍTULO 1
LA SEMÁNTICA DE LA FRASE NOMINAL Y LA DESCRIPCIÓN DEL PURÉPECHA
1.1 GENERALIDADES DE LA SEMÁNTICA DE LA FRASE NOMINAL
La frase nominal: delimitación del objeto de este libro
Éste es un libro sobre la frase nominal en purépecha, sobre cómo las distintas piezas que la conforman configuran estructuras con determinadas interpretaciones. Llamaremos “frase nominal” (así, con minúsculas) al tipo de constituyente que puede ocupar la función de argumento de un verbo o de complemento de una adposición.1 Las frases nominales pueden estar conformadas por sustantivos o nombres comunes, que son piezas con contenido léxico que describen una propiedad, como en español araña, vaso o sociedad. También hay frases nominales que se conforman exclusivamente por una pieza que carece de contenido descriptivo y que remite directamente a un individuo, ya sea mediante un nombre propio (como Jaime o Estambul) o mediante un pronombre como yo, ustedes, nosotros, etc. Los pronombres pueden identificar individuos a partir de su número y participación en el acto de habla, como los que acabamos de ejemplificar, o dejar esta identificación indeterminada, como alguien o nadie. Hay buenas razones para pensar que en todas las lenguas existen estos tres tipos de frases nominales: las conformadas por sustantivos comunes, las conformadas por nombres propios y las conformadas por pronombres. Los dos últimos tipos suelen ser estructuralmente simples, en el sentido de que el mero nombre propio o el pronombre por sí mismo son suficientes para legitimarse como argumentos verbales, y no requieren —o en algunos casos ni siquiera aceptan— modificadores o expansiones sintácticas de ningún tipo. Ejemplificaremos esto en español: en (1) tenemos un nombre propio en función de sujeto y en (2) en función de complemento de adposición; en (2) vemos un sujeto pronominal. Como se aprecia, ninguna de estas clases de palabras requiere más material sintáctico para conformar una frase nominal que funcione como argumento:
(1) Morelia es hermosa de noche.
(2) Nosotros pasamos por Jaime.
Los nombres comunes, en cambio, pueden —y en algunas lenguas, requieren— combinarse con otras categorías sintácticas para conformar una frase con función argumental. En español, por ejemplo, un sustantivo común contable requiere un determinante o un cuantificador para funcionar como argumento verbal, como se ve en (3):
(3) a. *En ese hoyo vive araña.
b. En ese hoyo vive una araña.
Pero esto no sucede en purépecha, en donde los sustantivos como sïkwapu ‘araña’ en (4) pueden ocupar un lugar argumental sin más expansión sintáctica (al menos, explícita):
(4) Sïkuápu jarhásti indé jatákwarhu.
| sïkwapu | jarha-s-ti | inte | jatakwa-rhu |
| araña | estar-PFVO-3IND | DEM | hoyo-LOC |
| ‘La araña está en ese hoyo’. | | |
En purépecha los nombres comunes pueden conformar por sí mismos una frase nominal argumental, pero también pueden combinarse con más elementos en una misma frase: pueden aparecer con modificadores (como k’eri, ‘grande’ o urhapiti ‘blanco’), con demostrativos (como inte, ima) —como se ve en la frase locativa inte jatakwarhu ‘en ese hoyo’ en (4)— con numerales (como tsimani ‘dos’), cuantificadores (como yamintu ‘todos’), con otras frases nominales con caso genitivo (ej. Juanu-eri ‘Juan-GEN’) y con cláusulas relativas. No todas estas posibles expansiones sintácticas del sustantivo serán consideradas en este trabajo, pues en algún punto debemos establecer un límite. El nuestro será el que separa las categorías léxicas de las funcionales, de modo que, de todos los elementos que pueden acompañar a un sustantivo común en una frase nominal, nos abocaremos solamente al subconjunto de los elementos que no tienen por sí mismos contenido descriptivo. Este criterio descarta a los modificadores adjetivales, las cláusulas relativas y los modificadores genitivos. La descripción presentada en este libro se circunscribe a las siguientes categorías funcionales: (i) la marca de número; (ii) los numerales; (iii) los clasificadores y (iv) los cuantificadores.
El criterio que hemos provisto para identificar frases nominales es estrictamente sintáctico, pues las distinguimos de otros constituyentes por su posibilidad de fungir como argumentos (verbales o adposicionales). A esta caracterización subyace una cualidad semántica: las frases nominales pueden referir a participantes de los eventos o estados descritos por los predicados. Esto quedará claro en el siguiente ejemplo:
(5) La enfermera protestó.
(6) Las enfermeras protestaron.
En (5) y (6), el verbo conjugado describe un evento de “protestar”, anclado a un espacio y tiempo particulares. La frase nominal que suple su argumento refiere al participante que ejecutó la acción descrita: un individuo particular en (5) y una pluralidad de individuos (que no por ser pluralidad deja de ser también una entidad concreta) en (6).2 Sabemos que sólo los individuos particulares son capaces de ejecutar la acción de protestar en un espacio y un tiempo determinados, y por eso podemos decir que las frases la enfermera y las enfermeras denotan, en este contexto, individuos de este tipo. En la tradición semántica formal se diría que estas frases nominales tienen una denotación de tipo e, donde e está por “entidad” (particular). Hay que notar que, para que la frase la enfermera remita a un individuo particular —que tiene la propiedad de ser enfermera— en ella deben figurar, al menos, dos componentes: por un lado, el sustantivo enfermera y, por otro, el determinante —en este caso, el artículo definido—. El sustantivo enfermera por sí mismo no podría remitir a un individuo particular, y eso lo sabemos, en parte, porque no puede siquiera ocupar un lugar argumental (es decir, no puede remitir al participante de un evento). Sin embargo, la misma frase nominal la enfermera podría también funcionar bien como el complemento de una cópula:
(7) Antonia es la enfermera.
El papel de la frase nominal la enfermera en (7) no es el de remitir al participante de un evento, sino que contribuye un predicado.3 En este caso, diríamos que tiene una denotación del tipo <e,t>, es decir, denota una función tal que, si se le proporciona un argumento individual (como en este caso, el referente de Antonia), tipo e, arroja un valor de verdad —tipo t—: verdadero en caso de que Antonia sea la enfermera y falso en caso de que no lo sea. Este ejemplo nos muestra, pues, que la misma frase nominal que en (5) tiene función argumental y denotación tipo e, en (7) tiene función predicativa y tipo de denotación <e,t>.
Ahora veamos las frases nominales en (8):
(8) a. Muchas enfermeras protestaron.
b. Ninguna enfermera protestó.
Las frases nominales muchas enfermeras y ninguna enfermera suplen el argumento sintáctico del verbo en cada una de estas oraciones, sin embargo, no podemos decir que estas frases nominales remitan a individuos particulares. ¿Quiénes o qué entidad podría constituir la denotación de muchas enfermeras? ¿A qué individuo se podría referir ninguna enfermera? Más que seleccionar entidades particulares, estas frases nominales ayudan a matizar una generalización: en (8a) se afirma que la cantidad de enfermeras que protestaron fue mayor que un cierto estándar, o bien, que, de las enfermeras de un determinado contexto, una cantidad mayor al estándar fue participante de un evento de protestar. En (8b), la frase ninguna enfermera ayuda a establecer una afirmación general: el conjunto de las enfermeras que protestaron es un conjunto vacío. Estas frases nominales no denotan entidades particulares, es decir, no son tipo e, ni tampoco expresan predicados, es decir, no son tipo <e,t>, sino que se clasifican en un tipo semántico diferente: el de los cuantificadores generalizados, que los semantistas formales simbolizan como <<e,t>, t>>. Esta simbología pretende representar un tipo de función a la que, si se les suple un predicado (como en nuestros ejemplos, el que aporta el verbo protestaron o protestó), resultan en un valor de verdad, que es el v...