Historia mínima de Bolivia
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Historia mínima de Bolivia

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Historia mínima de Bolivia

Descripción del libro

Bolivia, una nación creada a fuerza de conquistas imperiales y adaptaciones nativas, con una singular población acostumbrada a vivir en las alturas, es aún la más amerindia de las repúblicas americanas, al tiempo que participa de lleno en la economía mundial. Sin embargo, ésta ha experimentado en los últimos tiempos mayor movilidad social y económica que cualquier otra población indígena o mestiza de Hispanoamérica. Bolivia es actualmente el único país latinoamericano gobernado por su población amerindia originaria y la élite mestiza. Uno de los principales intereses de esta edición es revisar cómo y por qué sucedió todo esto mediante el examen de la evolución económica, social y política de esta importante nación, desde los primeros poblamientos de la región hasta el régimen actual de Evo Morales.

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Información

Año
2016
ISBN de la versión impresa
9786074628609
ISBN del libro electrónico
9786074629217
Categoría
Historia
1. Geografía
y civilización precolombina
La sociedad boliviana se desarrolló en un medio inusual y muy complejo. Pese a situarse en latitudes tropicales, su ubicación, a una altitud extrema, la convierte en una sociedad comparable sólo con aquellas que habitan alrededor de la cordillera del Himalaya. Desde los primeros asentamientos humanos hasta el presente, gran parte de su población ha vivido en altitudes superiores a 1 500 msnm; la mayoría de la gente y sus culturas más avanzadas se encuentran a una altura de 3 600 msnm y otras, por encima de ésta. Sin embargo, no se trata de un medio totalmente prohibitivo, en virtud de que tienen tierras menos fértiles y climas mucho más fríos y secos, y enfrentan limitaciones ausentes en las tierras bajas. Su ecología exigió la domesticación de plantas y animales endémicos de dichas altitudes, e incluso tuvo un impacto contundente sobre la fisiología humana, ya que las poblaciones de los altos debieron adaptarse a un limitado abasto de oxígeno y a niveles muy diferentes de presión atmosférica.
Aunque dos terceras partes del territorio boliviano se localiza en bajíos tropicales y semitropicales, desde los desiertos de la costa del Pacífico de la región de Atacama (hasta el siglo pasado) al Oeste hasta los vastos tramos de tierras bajas orientales y planicies aluviales que forman parte de las cuencas de los ríos Amazonas y Pilcomayo al Este, la humanidad se ha concentrado en los altos desde la época más remota hasta la actualidad. Pero los altos y sus valles (véase el mapa 1.2) formaban sólo una pequeña parte del paisaje total boliviano.
Mientras que las tierras bajas pudieron haber ofrecido mejores terrenos, así como un potencial de vida más fructífero, su inaccesibilidad, hasta años recientes, las hacía inoperantes, excepto para un pequeño número de cazadores y recolectores seminómadas, aislados de cualquier contacto significativo con los principales centros de civilización modernos. En cambio el altiplano estaba bien articulado con las densas poblaciones y zonas de cultura avanzada del Perú central y de la costa. De este modo, pese a sus limitaciones en términos de cultivos y de vida en general, los amplios trechos de sus tierras fértiles, su potencial como zona importante para el pastoreo y sus depósitos minerales hicieron de los altos bolivianos un centro lógico de asentamiento humano.
El altiplano boliviano, ubicado justo al norte del lago Titicaca, se extiende unos 800 km hacia el sur, con una altitud promedio de 3 900 msnm. Creado por una apertura de los Andes del sur hacia dos sierras montañosas distintas, unos nueve grados al sur del ecuador, el altiplano se alza desde un ancho de unos cuantos kilómetros, hasta cientos de kilómetros en su zona central. El altiplano es la meseta más grande y llana de los Andes, conformada por una gran extensión elíptica, con el enorme lago en su extremo superior, y también la sierra montañosa más grande del mundo. Dos terceras partes de los cerca de 50 000 kilómetros cuadrados que constituyen el altiplano caen dentro de las actuales fronteras de Bolivia.
Las sierras montañosas que definen al altiplano poseen rasgos muy diferentes. La rama oeste se conoce como Cordillera Occidental y es una sierra en extremo estrecha y bien definida, con una altura promedio de unos 4 900 msnm, cuya parte superior se eleva por encima de los 6 400 msnm. Contiene algunos valles ribereños o mesetas habitables, y forma una barrera escarpada que impide el fácil acceso al mar y al desierto de la costa de Atacama. Pese a que se formó por actividad volcánica y está muy sujeta a la erosión, existen relativamente pocos minerales que vale la pena explotar. En su ladera oriental, junto al altiplano, tiene suelos muy áridos y algunas grandes salinas, como la de Uyuni, superior en extensión al propio lago Titicaca. La Cordillera Occidental se yergue como áspera barrera que limita el acceso a la costa, aunque en sus orillas norte y sur sí permite el paso a las rutas más accesibles hacia el mar, lo que facilita la integración de Bolivia con la costa en la parte septentrional o suroccidental. Esta sierra occidental ofrece poco atractivo poblacional, ya sea dentro o cerca de sus fronteras, lo que la define como la zona de asentamiento más dispersa de la región.
La sierra montañosa oriental es muy diferente. Conocida indistintamente como Cordillera Real, Cordillera Central o Cordillera Oriental, es mucho más ancha y menos regular que la Cordillera Occidental. La Cordillera Real contiene numerosas planicies y valles ribereños fértiles, en altitudes de más de 4 300 msnm, y descienden hasta unos cuantos cientos de metros por encima del nivel del mar. Gracias a sus numerosos valles, también ofrece mayor acceso a las faldas montañosas orientales (conocidas como la región de la montaña) y a las planicies de las tierras bajas.
Los valles y las planicies de la Cordillera Real son muy complejos, pero a grandes rasgos se caracterizan por su altitud y su extensión. Las planicies más altas, definidas como valles subpuna, en su mayor parte tienen un medio templado y buen abasto subterráneo de agua, pese a su clima relativamente seco y a estar ubicados, en promedio, a unos 2 400 msnm. Usualmente se trata de planicies largas y abiertas, de acceso relativamente fácil desde lo más alto del altiplano; los de mayor densidad poblacional son los valles de Cochabamba y Chuquisaca, en la parte occidental del Potosí, y la región de Tarija. Estos anchos valles de mediana altitud fueron importantes zonas de producción y asentamiento antes y después de la Conquista. Estos valles, ejemplificados mejor en el sistema Valle de Cochabamba, fueron los principales productores de maíz en el periodo precolombino, y de trigo después de la Conquista española. También fueron los principales productores de chicha, bebida alcohólica hecha con maíz. Dada la importancia de todos estos cultivos, los valles subpuna estuvieron en constante contacto con las poblaciones centrales del altiplano. Aquí también se desarrolló la producción ganadera después de la Conquista, mientras que el altiplano se volvió el centro de producción de ovejas, introducidas por los españoles.
En la parte inferior de los valles subpuna, justo al extremo del altiplano mismo, se encuentran las laderas inclinadas de los valles ribereños, conocidos como los yungas. Con una altitud diversa, que va de los 970 a los 2 500 msnm, estos valles se caracterizan por una alta humedad debida a los vientos amazónicos, lo que facilita un intenso cultivo de productos tropicales y semitropicales. Los más importantes de estos yungas son los cercanos a la ciudad de La Paz, en el altiplano, llamados Sud Yungas y Nor Yungas, así como las regiones de Larecaja, Muñecas e Inquisivi. Históricamente, estos valles fueron el mayor centro de producción de maíz y de coca, dos productos fundamentales, de alta demanda en el altiplano pero imposibles de cultivarse ahí. Los yungas también fueron zonas de producción intensiva de cítricos, fruta y café, en el periodo posterior a la Conquista, lo que los convertía en el complemento perfecto de los centros del altiplano. Otra serie de valles semitropicales, ubicados en las provincias de Cochabamba y Santa Cruz, eran los más aislados. Capaces de producir los mismos cultivos que en los yungas; sin embargo, quedaron en gran medida sin asentamientos y permanecieron inaccesibles hasta antes del siglo xx.
Antes de llegar a los llanos de las tierras bajas amazónicas y del Chaco, la Cordillera Oriental se convierte en una serie de pequeñas colinas y montes conocidos como la región de la montaña. Al cruzarla se entra a los llanos abiertos al nivel del mar, que se dividen en tres zonas claramente distintas: al norte los llanos de Mojos, en ocasiones llamados llanos húmedos del norte o benianos. Por lo general estas sabanas tropicales se inundan pertinazmente durante la temporada de lluvias veraniega, de diciembre a abril. En el centro se encuentra el río Mamoré, que forma parte del sistema amazónico de cuencas, y al sur de los llanos de Mojos se extienden los altos del macizo chiquitano, nombrado así por la vieja provincia de Chiquitos, situada en un área que comparte muchas de las características del ambiente de los Mojos, pero que también es centro de importantes depósitos de hidrocarburos. Hacia el sur se encuentran los llanos secos del Chaco, extendiéndose del sur de Santa Cruz hacia las fronteras brasileña, argentina y paraguaya, y más allá de éstas. Estos llanos del Chaco, arenosos y secos, que forman la cuenca del río Pilcomayo, están cubiertos de bosques de matorrales dispersos y forman gran parte del territorio de la nación, aunque alojan sólo a una quinta parte de su población.
Debido a su inaccesibilidad y a las arduas variaciones temporales, estas tierras bajas quedaron inexploradas y sin explotarse hasta épocas recientes. En tanto que la ganadería y la producción de coca evolucionaron ahí en el periodo colonial, a lo largo de la orilla oriental de la montaña de las tierras bajas, en las áreas cercanas a las ciudades de Santa Cruz y La Paz, fue únicamente con el desarrollo de la producción comercial de caucho natural, a finales del siglo xix, que comenzó su explotación sistemática. Sólo la apertura del transporte carretero y ferrocarrilero en el siglo xx permitió, finalmente, el desarrollo de una producción agrícola comercial de azúcar, algodón, soya y coca, así como la explotación de los depósitos de petróleo y gas natural de la región. A su vez, la ganadería se centró en las regiones de los llanos nororientales de Mojos y del Beni. Incluso con todos estos desarrollos recientes, estas regiones de las tierras bajas sólo albergan a una tercera parte de la población del país.
A lo largo de la historia demográfica de Bolivia, el altiplano y sus valles orientales permanecieron como la zona de mayor actividad humana, con el altiplano al centro del sistema. Pero, pese a su centralidad y la densidad de su población, el altiplano no fue uniformemente hospitalario con los asentamientos humanos ubicados a lo largo de su extensión: la mitad occidental contenía pocos minerales, suelos infértiles en gran medida y un clima extraordinariamente seco; la mitad oriental, por el contrario, tenía tierras razonablemente fértiles, enormes depósitos minerales y un clima relativamente más húmedo y cálido debido a su cercanía con el lago Titicaca. Con un área de 5 630 km2, el lago Titicaca ejerce una enorme influencia sobre el clima local y provee de una humedad y calor relativos, ausentes en el resto del altiplano. En consecuencia, una intensa agricultura y el pastoreo se volvieron ocupaciones esenciales de los pueblos alrededor del lago y proveyeron la base ecológica para la creación de un importante excedente de alimentos. Esto, a su vez, fue el incentivo para la creación de sistemas culturales más complejos. Los asentamientos en torno al lago se dieron en una serie de planicies abiertas definidas por las faldas de las montañas, conocidas como cuencas, que se extienden al sur del gran valle ribereño que se convertiría en la ciudad de La Paz, unos 90 kilómetros al sur del lago. Las cuencas en las playas del lago y la de Jesús de Machaca son las más valiosas en términos de suelos y humedad, y se unen por el río Desaguadero. Esto a su vez une a los dos lagos, el Titicaca al norte y el Poopó al sur, y también pasa por las dos cuencas sureñas: Oruro y Uyuni. La cuenca de Oruro está moderadamente poblada, en tanto que la de Uyuni —la zona más seca de toda Bolivia—, que es la mayor de las salinas, en gran parte está deshabitada.
En el altiplano se llevó a cabo la domesticación de los productos básicos de la civilización andina. La papa se domesticó en la región del lago Titicaca —suceso que tendría un profundo impacto en las poblaciones de Europa—, al igual que la quinua, así como una variedad de vegetales de raíz nutritiva. Congeladas y deshidratadas, estas raíces han sido el alimento fundamental de la dieta boliviana.
El altiplano también fue escenario de la domesticación de los camélidos americanos: la llama, la alpaca y la vicuña. Al ser bestias de carga, productoras de lana y fuentes de carne, de fertilizante y de calor, estos camélidos desempeñaron un papel trascendental en la ecología y la economía andinas. Desde las épocas más remotas se encontraba a estos animales en contacto cercano con las poblaciones humanas del altiplano, aunque fue durante los reinados aymaras cuando su domesticación y uso alcanzó el mayor desarrollo. Sus manadas eran tan importantes que los aymaras pre-incaicos destinaban un lugar, en todos sus espacios habitacionales, tanto para sus animales como para la gente.
El altiplano, con una excelente zona de pasturas naturales y artificiales, también fue el hogar de los borregos europeos después de la Conquista española. Mientras que por lo general son incompatibles con otro ganado de pastoreo, las ovejas se integraron con éxito a las poblaciones de camélidos americanos, y ambos son, en la actualidad, parte integral de la economía de pastoreo amerindia. Así, entre los grandes rebaños y la intensiva agricultura de raíces, las poblaciones indígenas del altiplano fueron capaces de producir suficientes alimentos, así como productos de lana para su propia supervivencia y remplazo, al igual que excedentes para intercambiar por pescado, fruta, condimentos, maíz y coca, que no podían producir en los altos.
La riqueza de sus depósitos, que se han explotado desde la época precolombina, marca a esta región como una de las grandes zonas mineras del mundo. La distribución de sus minerales guarda un cercano paralelismo con las áreas de agricultura primaria del altiplano. Así como las mejores tierras estaban en la parte oriental del altiplano, 80% de los vastos depósitos de minerales bolivianos se encuentran en la misma área. Concentradas en una zona a la que se da el nombre general de “faja estannífera”, la mayor parte de los minerales bolivianos se encuentran en la Cordillera Real y en sus llanos y valles superiores, que van de la orilla noreste del lago Titicaca, por la cadena de la Cordillera Oriental, hasta la frontera argentina, al sur de Bolivia. Yendo de norte a sur, la faja mineral se divide en varias zonas vagamente definidas: del sur de Perú a cerca del nivel del Mururata se encuentra la sección geológica más antigua, que contiene todos los depósitos de oro, explotados en su mayoría mediante la minería de placer desde épocas precolombinas, al igual que el tungsteno y otros metales. Rumbo al sur de Mururata, hacia Oruro, se encuentran otros depósitos de tungsteno y los primeros depósitos importantes de estaño, aunque los principales distritos de estaño aparecen en la tercera zona, rumbo al sur, en la región que va de Oruro a la frontera sur, por la ruta de Potosí. Conocida como la “provincia polimetales” debido a su singular asociación de estaño con plata, esta región es el núcleo de los depósitos minerales de Bolivia y contiene no sólo estaño y plata en extraordinaria abundancia, sino también una serie de metales raros, muchos de ellos exclusivos de Bolivia, así como plomo, bismuto, zinc y antimonio. Los únicos depósitos metálicos mayores ubicados fuera de esta zona son de cobre en el altiplano oriental, y las grandes concentraciones de nitrato y cobre al otro lado de la Cordillera Occidental, en el desierto de Atacama. El valle de Cochabamba contenía una variedad de metales no ferrosos. En las faldas de las laderas orientales se encuentran grandes depósitos de gas natural y de petróleo, y el único mineral de hierro de toda la región. De este modo, los únicos minerales o hidrocarburos que Bolivia no tiene son: carbón, bauxita, cromo, platino y piedras preciosas. Este extraordinario legado mineral, que se explotó sólo de manera modesta en la época precolombina, sería la razón de la importancia de Bolivia en la economía mundial, luego que Europa descubrió la región. Más aún, incluso durante sus más modestos comienzos antes del siglo xvi, la metalurgia de las poblaciones alteñas fue un importante elemento de intercambio entre ellas y las altas civilizaciones de la costa peruana. Fue en la metalurgia y en la creación de una ecología alteña única, adaptada a las necesidades de sus habitantes, donde...

Índice

  1. Índice
  2. Prefacio
  3. 1. Geografíay civilización precolombina
  4. 2. La creaciónde una sociedad colonial
  5. 3. Sociedad colonial tardía: crisisy crecimiento
  6. 4. Revolución y creación de un Estado-nación, 1809-1841
  7. 5. La crisis del Estado,1841-1880
  8. 6. Las eras de la plata y el estaño,1880-1932
  9. 7. Desintegración del orden establecido, 1932-1952
  10. 8. De la Revolución Nacional a la Guerra Fría,1952-1982
  11. 9. La creación de una democracia multiétnica, 1982-2002
  12. 10. El surgimiento de una élite mestizae indígena, 2002-2014
  13. Cronología política
  14. Apéndice estadístico
  15. Bibliografía