Historia / Fin de siglo

Guillermo Zermeño Padilla

• Editorial: El Colegio de México
• Año: 2017
• ISBN de la versión impresa: 9786074280638
• ISBN del libro electrónico: 9786076281987
• Categoría: Historia
• Categoría: Historia mexicana

El libro que el lector tiene en sus manos es la compilación de las conferencias organizadas en el otoño del 2011 con motivo de la conmemoración del septuagésimo aniversario de la fundación del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México en 1941. Obra colectiva que reúne las reflexiones de una decena de historiadores, antropólogos y estudiosos de la literatura para pensar y repensar lo que la historia es y ha sido o podría ser en el futuro.

LA HISTORIA EN PERSPECTIVA, UNA ALTERNATIVA DE FUTURO

JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC

En 2011, cuando me disponía a organizar los materiales para la conferencia de clausura que debía dictar en el ciclo Historia/Fin de siglo organizado por El Colegio de México, me llegó la noticia de la publicación en las prensas de la universidad de Melbourne de Against Remembrance del periodista David Rieff.[1] Este libro es una visión descarnada sobre los abusos de la memoria al apropiarse de la historia y sobre la extrema banalidad del conocimiento del pasado propia de nuestro tiempo. Sin duda, los esfuerzos de los historiadores para combatirla son admirables, no así su efecto en la sociedad; y en cuanto a la posibilidad de preguntarse seriamente por el sentido de la historia, como hizo Karl Löwith en 1947, es una tarea que se antoja casi imposible habida cuenta de la ignorancia indiferente con respecto a todo lo que supone un esfuerzo de comprensión de otras épocas. Es la actualización de la vieja herida del historiador, incapaz de hacerse entender en un mundo con nulo interés por la complejidad del tiempo histórico.

En “Regard sur le monde actuel”, Paul Valéry hizo un diagnóstico de esa herida: “La historia es el producto más peligroso que haya elaborado la química del intelecto; es fruto de una observación desordenada y sin método, capaz tan sólo de colorear escenas del pasado”.[2] Tiene su lógica que el diagnóstico de Valéry sea de 1931, en el umbral de un pésimo momento de la civilización europea. Alfonso Reyes lo supo ver bien en sus atinados comentarios sobre este autor. Pero, ¿por qué siempre la historia está presente en los momentos críticos? Podría decirse de Valéry, como de Walter Benjamin cuyas Iluminaciones nunca fueron atendidas, lo que Rieff dice de la situación actual: la historia no ha conseguido ponderar el uso de la memoria entre los pueblos y por lo tanto es indirectamente responsable del frecuente uso de la guerra para dirimir conflictos y de la cultura del rencor más que de la reconciliación. No se hace nada para impedir la fraudulenta interpretación de los hechos del pasado, y eso me lleva a preguntarme si es una actitud inconsciente o un plan deliberado.

A menudo, la actitud de los historiadores ante su tiempo no tiene explicación, aunque Marc Bloch fuese una excepción y un ejemplo a seguir. Sabemos que en el momento de su detención por la Gestapo en 1944 estaba trabajando en un libro titulado provisionalmente Apología para la historia o el oficio del historiador.[3] Este libro es la expresión de la Stimmung de un ciudadano comprometido que medita sobre el oficio de historiador, mientras reunía pruebas del mundo de los hechos como de los sentimientos. ¿Y eso por qué? Para mí no hay duda, porque Bloch creía en la fuerza dramática de la historia, como queda claro en un texto pionero sobre el sentido de la Gran Guerra.[4]

En homenaje al maestro decidí organizar los materiales para esta conferencia adoptando una práctica habitual en los talleres de los pintores del gótico: la forma de un tríptico, vale decir, un argumento expuesto en tres etapas. Primero afrontaré la relación pasado y presente con el fin de buscar la lógica actual de la memoria y el olvido; a continuación haré un repaso de las grandes obras de historia aparecidas tras las guerras de la cultura de finales del siglo XX en las que reconozco un compromiso con nuestro tiempo y un proyecto para el futuro; y, por último, presentaré las propuestas que me parecen necesarias para hacer una historia adecuada a nuestro tiempo.

Este es el plan del trabajo; ahora veamos los detalles.

I

Con el título Ill fares the Land, Tony Judt publicó en 2010 una suerte de “guía de la perplejidad” sobre el mundo actual y el papel que la historia ha de jugar en medio de la actual crisis que, entre otras consecuencias, amenaza con demoler las estructuras académicas que durante décadas han sostenido el oficio del historiador. La versión española de la editorial Taurus tituló el libro Algo va mal.[5]

En el lenguaje corriente, la expresión “algo va mal” designa la situación extrema de una sociedad atrapada en un fárrago de litigios, distorsiones y falsificaciones. Judt, el historiador de referencia de la postwar, advirtió que el principal peligro de la sociedad actual es “la incapacidad de imaginar alternativas”. Es verdad: algo va mal cuando una sociedad no sabe qué hacer para salir del campo minado en el que la ha situado la insoportable levedad que la domina. Por eso reclama el regreso al debate público imbuido de ética para salir de la era de inseguridad en la que hemos entrado, económica, física o política, aunque sabe que “el hecho de que apenas seamos conscientes de ello no es un consuelo: en 1914 pocos predijeron el completo colapso de su mundo y las catástrofes que lo siguieron. La inseguridad engendra miedo. Y el miedo —miedo al cambio, a la decadencia, a los extraños y a un mundo ajeno— está corroyendo la confianza y la interdependencia en que se basan las sociedades civiles”. Estoy de acuerdo con este diagnóstico, aunque en mi opinión, el talón de Aquiles de nuestro mundo no es la inseguridad sino la irresponsabilidad: por eso creo que algo va mal cuando la historia se burocratiza, para hablar como Theodore Hamerow, es decir, se sitúa al margen del proceso creativo, sin principio y fin claros, más atenta a la promoción profesional que al estudio.[6] Pero también algo va mal cuando, en las librerías de Europa y de América, los libros de historia están colocados, con el letrero de no ficción, junto a subproductos de consumo light; y, en fin, algo va mal cuando el futuro se construye sin un relato riguroso del pasado.

En 2006, en mi libro El reto del historiador, hice una llamada de atención a este respecto before the rain, es decir, antes de que la actual crisis sistémica fuera una realidad histórica.[7] Dije allí, y lo reitero hoy, que la historia no es un simple procedimiento técnico fácil de reemplazar por otro: al contrario, es un modo de pensar elocuente en sí mismo que enseña la dificultad de conocernos. El espíritu de la historia es el espíritu de la complejidad de la conducta humana; nada es sencillo en este territorio, ni siquiera las razones del horror, tantas veces invocadas en la narrativa sobre la Shoá. Lo único que podemos hacer ante esta realidad es comprenderla, como hicieron los maestros que me precedieron en la tarea.

Je me souviens del gesto de mi padre, en los años cincuenta, cuando comentaba la llegada de un paquete de libros a la biblioteca del Centro Artístico de Granada con las novedades del Fondo de Cultura Económica. Esos libros eran los que más interesaban a los socios, si repasamos las fichas de préstamo de la biblioteca; y así, durante algunas semanas, llegaban a casa los libros de Alfons Dopsch, Henri Pirenne, Marcel Bataillon, Ernst-Robert Curtius, Werner Jaeger, Johannes Bühler, R. G. Collingwood y otros. En la primavera de 1949, cuando el Fondo publicó El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II de Fernand Braudel alguien de mi familia anotó en un cuaderno de tafilete negro que la lectura de ese libro sería enormemente útil para mí cuando pudiera entenderlo.

A esa misma conclusión llegó Antonio Domínguez Ortiz, que fue mi profesor de historia en el bachillerato, al aconsejarme su lectura cuando acudí a su despacho en busca de orientación, con el libro de Braudel entre mis manos; y añadió, tal vez para estimular mi curiosidad, que indagara en los argumentos que el autor había utilizado para descifrar el ritmo lento, parsimonioso, de las rutinas ...

Índice

• PORTADA
• PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
• ÍNDICE
• AGRADECIMIENTOS
• INTRODUCCIÓN: LA HISTORIA, ¿EN EL UMBRAL DE UN NUEVO SIGLO?. Guillermo Zermeño
• CREER EN LA HISTORIA AYER Y HOY. François Hartog
• ESPACIALIZAR NUESTROS CONCEPTOS DE TIEMPO: ESPACIO Y LUGAR. Alfonso Mendiola
• LA FICCIÓN EXTERNA Y LA HISTORIOGRAFÍA. Luiz Costa Lima
• NUESTRO AMPLIO PRESENTE. SOBRE EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA CONSTRUCCIÓN DEL TIEMPO Y SUS CONSECUENCIAS PARA LA DISCIPLINA DE LA HISTORIA. Hans Ulrich Gumbrecht
• DESENREDANDO LA MODERNIDAD. Saurabh Dube
• LOS HISTORIADORES Y LA DIVERSIDAD SOCIAL. Juan Pedro Viqueira
• GENOCIDIO, CIENCIA, ETNO-SUICIDIO: LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN LOS ANDES COLONIALES Y SU VARIANTE CONTEMPORÁNEA. Laurence Cuelenaere y José Rabasa
• LA HISTORIA EN PERSPECTIVA, UNA ALTERNATIVA DE FUTURO. José Enrique Ruiz-Domènec
• ÍNDICE ONOMÁSTICO
• COLOFÓN
• CONTRAPORTADA