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Venustiano Carranza (1914-1916)
El proceso revolucionario en México ante la disolución de las instituciones
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Venustiano Carranza (1914-1916)
El proceso revolucionario en México ante la disolución de las instituciones
Descripción del libro
En esta obra se analiza la actuación de Carranza desde el colapso del huertismo en agosto de 1914 hasta la convocatoria del Congreso Constituyente en Querétaro. El libro señala los mecanismos que llevaron al Primer Jefe a consolidar su condición de dirigente del movimiento constitucionalista - en contraposición a los grupos que se adhirieron a la convención de Aguascalientes- mediante el establecimiento de su gobierno en Veracruz, tras el retiro de las tropas norteamericanas, y la ampliación de su influencia en los estados del sur.
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Información
III. LA CONVENCIÓN DE AGUASCALIENTES
Aguascalientes fue ocupada por los revolucionarios el 17 de julio de 1914, y el ex gobernador maderista Alberto Fuentes —partidario de Carranza durante la lucha armada contra Huerta— se hizo cargo del gobierno estatal[1] nombrando como secretario al más joven coahuilense David G. Berlanga, maestro y periodista que colaboró en el gobierno maderista de San Luis Potosí y que combatió en el noreste a las órdenes de Antonio I. Villarreal. Como ocurrió en otros estados, tras el colapso del huertismo estos dirigentes revolucionarios expidieron varios decretos de carácter social estableciendo un salario mínimo diario y una “junta interventora” de los bienes de los enemigos de la Revolución —así como un comité de salud pública—, aboliendo además las deudas de los peones de las haciendas.[2] El radicalismo de Alberto Fuentes y el jacobinismo de David G. Berlanga llevaron a intentos para establecer límites a las atribuciones del clero en materia de enseñanza, y se llevaron a cabo algunos episodios de naturaleza iconoclasta que Carranza desaprobó como se ha dicho anteriormente. Berlanga se trasladó, a mediados de septiembre, a la ciudad de México, y pocos días después de que se nombrara a Heriberto Jara gobernador del Distrito Federal, fue llamado a ocupar el cargo de secretario; en esa coyuntura entró en contacto con el jefe coahuilense Lucio Blanco y se unió al grupo de los constitucionalistas que buscaban la pacificación entre los grupos revolucionarios en pugna; aunque su función pública fue secundaria entonces, parece que tuvo una cierta influencia al apoyar que la proyectada Convención se realizara en Aguascalientes, ciudad que se hallaba en el centro de una importante red de comunicaciones ferrocarrileras.[3] Lucio Blanco, sin embargo, se atribuyó entonces la paternidad de la designación de esa ciudad como sede de la Convención.[4]
El 6 de octubre los jefes revolucionarios salieron de la ciudad de México hacia Aguascalientes,[5] pero desde el día anterior la capital “se empezó a descongestionar de jefes que con sus respectivas escoltas marchaban rumbo a Aguascalientes, la cual se vio invadida por una multitud de militares y civiles”;[6] de hecho, esta ciudad se transformó en “un hormiguero de gentes [que] llenaba las calles, plazas y jardines. Los forasteros abarrotaban los restaurantes, las fondas y los puestos de comida al aire libre. Pronto escasearon y subieron de precio los alimentos y el comercio se vio inundado de bilimbiques de todas formas, colores y valores”.[7] La Convención de Aguascalientes se abrió el 10 de octubre, y las sesiones de los primeros cuatro días fueron dedicadas al examen de las credenciales. Estuvieron presentes 57 generales y gobernadores, y 95 representantes de otros jefes entre los que había numerosos miembros constitucionalistas que apoyaban a Carranza; los delegados zapatistas —5 generales y 16 coroneles, entre los cuales figuraron el anciano periodista Paulino Martínez y el abogado potosino Antonio Díaz Soto y Gama— llegaron sólo el 26 de octubre por la mañana;[8] los “coroneles” zapatistas, como ha subrayado John Womack desde hace tiempo, eran “secretarios, hombres de pluma, de números y palabras”, es decir, que los jefes de Morelos —salvo Zapata— “delegaron su autoridad” para defender la causa local.[9] En realidad, durante las dos primeras semanas se postergaron las discusiones sobre las efectivas decisiones políticas: hubo una suspensión de las sesiones el 17 y el 18 de octubre, días en los que Aguascalientes “recobró su aspecto tranquilo y ordenado”,[10] y otra, también, a la vigilia de la llegada de los observadores zapatistas.[11] Los delegados convenidos reflejaban orientaciones distintas: los representantes de la División del Norte, aunque fueran minoría, se opusieron a Carranza por el temor de que quisiera instaurar un gobierno central fuerte y, sobre todo, abogaron para que participaran delegados del movimiento de Zapata para llegar a alguna forma de decisión favorable a la cuestión agraria, por lo que fue nombrada una comisión presidida por Felipe Ángeles que viajó a Morelos para convencer a los zapatistas de enviar representantes propios.[12] Lucio Blanco, tras las primeras sesiones, regresó a la ciudad de México nombrando un delegado; Villa estuvo representado por el ex diputado maderista coahuilense Roque González Garza. Por otro lado, la mayor parte de los gobernadores constitucionalistas nombró propios delegados como Maytorena, que fue representado por el diputado sonorense Alberto B. Piña, y el mismo gobernador de Aguascalientes, Alberto Fuentes, delegó a su ex secretario de gobierno David G. Berlanga, mientras los generales de la División del Noreste, destacados en varias partes de la república, dieron poderes a hombres de confianza, empezando por Pablo González, que se hallaba en Querétaro.[13] Por otro lado, el saltillense Vito Alessio Robles —militar de carrera y teniente del cuerpo de ingenieros— representó al jefe potosino Eduardo Carrera G. y fue designado secretario de la asamblea en sustitución de Federico Montes, que abandonó la Convención para recubrir el cargo de gobernador de Guanajuato.[14]
Los representantes de la División del Noreste, en particular, constituían el sector más claramente vinculado con Carranza, mientras había un grupo amplio y heterogéneo cuyo núcleo político estaba representado por los promotores de la “junta de pacificación” y que halló un punto de referencia en Antonio I. Villarreal, quien se distinguía por su radicalismo social, y que hasta la llegada de los delegados del sur representó al grupo rector de la Convención:[15] al mismo tiempo, participó con los jefes de la División del Norte en los acuerdos de Torreón en julio de 1914; se encontró con Zapata en Morelos en agosto junto con Luis Cabrera, y mantuvo contactos telegráficos con Villa para llegar a alguna forma de concordia a la vigilia de la Junta en la ciudad de México. El 14 de octubre por la noche, tras haber elegido por mayoría a Antonio I. Villarreal como presidente de la Convención, tuvo lugar la ceremonia de “jura de la bandera”, y acto seguido los delegados pusieron su firma sobre ella; esa misma noche, por propuesta del mismo Villarreal, la asamblea se declaró “soberana” atribuyéndose así los poderes consiguientes.[16] Villa se presentó pocos días después para poner su firma sobre la bandera y, al mismo tiempo, los principales jefes militares desplazaron sus fuerzas alrededor de la ciudad: Villa, por ejemplo, estableció su cuartel general en la estación de Guadalupe al sur de Zacatecas, y Pablo González en Querétaro, para controlar las zonas al sur de Aguascalientes hasta Lagos en Jalisco.[17] Sin embargo, hubo tres aspectos que modificaron las relaciones políticas entre estos varios grupos y personalidades: la declaración de soberanía por parte de la Convención y la voluntad de sustituir a Carranza; la presencia de la delegación zapatista, que llevó a la aprobación del principio de la redistribución de la tierra como objetivo de fondo de la revolución y a la adopción del Plan de Ayala, y, en fin, el acuerdo para prescindir de Carranza y la consiguiente declaración de su “rebeldía”, punto sobre el que los de...
Índice
- PORTADA
- PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
- ÍNDICE
- ABREVIATURAS
- ADVERTENCIA SOBRE LAS NOTAS
- INTRODUCCIÓN
- I. LOS CONSTITUCIONALISTAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO
- II. LA JUNTA DE LA CIUDAD DE MÉXICO Y LA RUPTURA DEL FRENTE REVOLUCIONARIO
- III. LA CONVENCIÓN DE AGUASCALIENTES
- IV. CARRANZA EN VERACRUZ Y LOS CONSTITUCIONALISTAS EN EL SURESTE
- V. EL VILLISMO EN EL NORTE: DERROTAS Y CRISIS
- VI. LA POLÍTICA DE WILSON Y EL RECONOCIMIENTO DE FACTO DE CARRANZA
- VII. CARRANZA EN EL NORESTE Y LA CUESTIÓN FRONTERIZA CON LOS ESTADOS UNIDOS
- VIII. EL ATAQUE A COLUMBUS Y LAS REPERCUSIONES POLÍTICAS
- IX. CARRANZA Y LA DEVOLUCIÓN DE LOS BIENES CONFISCADOS
- X. EL PAPEL MONEDA CONSTITUCIONALISTA
- XI. LA CUESTIÓN SOCIAL Y EL MOVIMIENTO OBRERO
- XII. LAS ELECCIONES DE 1916
- ANEXOS
- FUENTES DE ARCHIVO
- BIBLIOGRAFÍA
- ÍNDICE ONOMÁSTICO
- SOBRE EL AUTOR
- COLOFÓN
- CONTRAPORTADA