Liderazgo Dinámico en Tiempo de Crisis
Misión y Transformación
Leonel DeLeón, Diego Forero, Roberto Hodgson y David Alberto Pérez
Mario J. Zani, Editor
Copyright © 2021 Región US-Canadá, Iglesia del Nazareno Todos los derechos reservados.
Impreso por La Buena Semilla, Bogotá.
DIGITAL DISTRIBUTION PDF 237-0-00087-125-1
LIBRO IMPRESO ISBN 978-1-56344-939-0
EBOOK ISBN 978-1-56344-941-3
Mario J. Zani, Editor
Diseño de portada: Scott Stargel
Diagramación: Global Nazarene Publications
A menos que se indique lo contario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Biblia versión Reina-Valera © 1960 Sociedad Bíblicas en América Latina: © renovado 1988. Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Contenido
Prefacio / 5
Introducción / 7
Liderazgo pastoral / 15
El Espíritu Santo en la vida del líder / 21
La oración y el ayuno en la vida del líder / 39
Formando a su equipo de liderazgo / 49
Plan estratégico en el liderazgo pastoral / 73
Liderazgo misional / 93
Liderazgo transformacional y multiplicador / 103
Medios de comunicación para el liderazgo / 115
Bibliografía / 131
Prefacio
En la historia de Dios con su pueblo escrita en el texto de las Sagradas Escrituras encontramos la interacción de Dios con un grupo de hombres y mujeres llamados a su misión. Esos siervos y siervas dieron a conocer los planes de Dios para su pueblo y para la humanidad. Ellos fueron los líderes del pueblo de Dios, tales como los patriarcas, jueces, profetas, reyes, y otros que sus nombres quedaron en el anonimato, protagonizando grandes hazañas en el plan divino.
Jesucristo fue enviado por Dios para revelar su amor y plan redentor para la humanidad. Jesucristo usó el mismo principio de Dios de llamar a hombres y mujeres empoderándolos con su autoridad para la proclamación del evangelio. Ellos y ellas fueron desarrollados como líderes del movimiento que surgió en la inauguración del reino de Dios.
Jesucristo comisionó a sus discípulos a continuar con la proclamación del evangelio por todo el mundo. En las narrativas de los libros del Nuevo Testamento encontramos a hombres y mujeres que se destacaron como líderes para cumplir fielmente el mandato de lo que llamamos la Gran Comisión. (Mateo 28:19-20).
El Espíritu Santo descendió el Día de Pentecostés para empoderar a la iglesia a ser testigo de Jesucristo. La historia maravillosa de la actividad del Espíritu Santo a través de la Iglesia se realizó con hombres y mujeres que obedecieron y se comprometieron a llevar el evangelio de Jesucristo a las naciones. Los llamados nazarenos del movimiento de santidad fueron parte de esa gran historia del pueblo de Dios en anunciar el evangelio. En los relatos de escritos, narrativas orales, y más reciente en los medios sociales encontramos los testimonios de líderes, pastores, misioneros, educadores, administradores, y otros que han sido instrumentos en cumplir con el llamado de Dios en sus vidas.
El concepto de este libro surgió en un viaje de entrenamiento del DCPI, Iglesias Plantando Iglesias en el área de San José, California, en el 2019. En el viaje de más de una hora para llegar al local donde se haría la capacitación y con audiencia cautiva en el vehículo que viajábamos, varios de los presentadores nos dimos a la conversación y reflexión acerca de cómo podíamos compartir con los pastores y líderes hispanos/latinos un material con principios bíblicos en el área de desarrollo de liderazgo.
La conversación no concluyó con el viaje, sino que, al llegar al hotel donde nos hospedamos, seguimos dándole suma importancia al tema. Consideramos que éste era un factor esencial y necesario para equipar al liderazgo de la iglesia en el cumplimiento de la misión de “Hacer discípulos semejantes a Cristo en las Naciones”. Después llegamos al acuerdo de que el material lo podíamos elaborar en un libro e invitar a algunos líderes para que compartieran sus experiencias para que, posteriormente, se organizaran seminarios o talleres donde se presentaran los principios que se han plasmado en el libro que tiene en sus manos.
Y cuando hablamos de la necesidad de líderes, entonces nos obligamos a hablar de liderazgo. Y, precisamente, esto es lo que necesita nuestro mundo actual: liderazgo. Pero un liderazgo transformacional, que impacte positivamente no solamente a las personas, sino también a la historia; un liderazgo que deje marcas indelebles; un liderazgo que produzca bendición. No un liderazgo matizado, enclaustrado y mimetizado por el pensamiento humano; al contrario, un liderazgo delineado por el gran Artista: Dios. Precisamente y con el fin de modelar un liderazgo de impacto es que debemos recurrir al pensamiento de Dios dejado para el hombre: La Biblia.
—Roberto Hodgson
Introducción
¡Una iglesia sin miedo y en victoria!
Cada semana recibo en mi correo electrónico el boletín distrital. En este, además de información de actividades relacionadas a nuestra jurisdicción distrital, el superintendente o alguien del personal que colabora con él en la oficina de distrito escribe una carta que inspira, desafía, y llama a los pastores a la reflexión. Esta semana, el escritor fue el administrador distrital, pastor Wayne Nelson. Él, entre otras cosas, menciona aspectos importantes que debemos recordar como pastores y líderes de la iglesia del Señor. Al comenzar su artículo cita al pastor, autor y orador A. W. Tozer, quien hace más de 50 años escribió: “Un mundo asustado necesita una iglesia sin miedo”. Mi recomendación es que lea la biografía de este autor y algunos de sus libros. Nelson agrega su propio comentario:
Estas palabras [de Tozer] parecen sonar fuerte en estos días. En una época con opiniones y diversas emociones, el miedo puede apoderarse de la mente. El resultado del miedo puede ser paralizante si no se controla. Jesús vino a ofrecer paz a un mundo asustado. Pablo le dijo a Timoteo que “Dios no nos dio un espíritu de temor, sino de poder, amor y sano juicio” (2 Timoteo 1:7). El profeta Jeremías proclamó al Señor: “Refrescaré al cansado y saciaré al cansado” (31:25).
El pastor Nelson continúa diciendo que Dios usa a su pueblo y que en esta hora la iglesia requiere de valentía, para hacer la diferencia frente a tanta oscuridad y mal que hay a su alrededor. Algunas de esas formas para hacer la diferencia, menciona el pastor Nelson, es continuar predicando acerca de la esperanza que únicamente ofrece el Señor; estar a la altura de las circunstancias pecaminosas y de necesidad que rodean a la iglesia; y llevar a cabo como pastor, líder e iglesia acciones prácticas de bien al prójimo. Entre esas acciones él menciona tarjetas de regalos a maestros en alguna de las escuelas vecinales que la congregación puede adoptar; llamar o enviar notas a personas que pudieran estar solas en estos tiempos de pandemia –o aun después de la pandemia¸ porque siempre hay necesitados a nuestro alrededor–; ofrecer cuidado de niños a padres o madres solteras, que son el sustento del hogar; llevar algún platillo a la estación de bomberos o policial cercanas a la iglesia; y otras acciones de bien, que requieren creatividad y proactividad de parte de sus miembros.
Esta semana escuché con mi esposa a la banda vocal Gaither con el tema “Iglesia Victoriosa”. Tanto la interpretación como la letra, literalmente y con los ojos cerrados, me emocionó y permitió imaginar que somos una iglesia marchando, no importando otra cosa, sino que ¡Jesucristo sea quien guía y dirija siempre a su iglesia victoriosa!
La letra del himno indica que como pueblo debemos regocijarnos, porque “¡la iglesia es victoriosa, está bien y viva!” La canción sigue mencionando que “muchos tontos conquistadores pensaron que, porque empujaron o la obligaron a cerrar circunstancialmente sus puertas, llevándola a ser perseguida o a seguir de manera subterránea su misión, ella ha seguido fluyendo como agua cristalina con su mensaje”. El himno nos recuerda que “hubo líderes como ‘Simón el Mago’, que quisieron obtener lo que no se compra ni se vende, “porque está mucho más allá” de lo que el poder o el dinero pueden hacer. Hubo tiempos en que el mensaje fue diluido por quienes lo han querido hacer socialmente atractivo, envolviéndolo en joyas, y predicando sobre la prosperidad. El m...