1. EL MÉTODO
Aplicación práctica del design thinking
Durante décadas, la creación de empresas ha ido de la mano del desarrollo de un producto ganador enfocado a cubrir una gran carencia en el mercado. Este enfoque apuesta fielmente por la visión del emprendedor o directivo en su capacidad de detector avanzado de necesidades evidentes por cubrir, así como en su determinación para poder construir el producto. Este acercamiento puede funcionar en mercados muy delimitados, donde se conoce el comportamiento de los clientes y se puede crear un producto mejor que el de la competencia. Pero también va lastrado de un enorme gasto en marketing para introducirlo y posicionarlo en el mercado.
Debido a la complejidad actual, debemos formar y generar nuevas aptitudes para adaptarnos al cambio. Estas nuevas aptitudes son nuevas metodologías de trabajo per se que constituyen nuevos enfoques a la hora de desarrollar los proyectos, pero, sobre todo, que implican un cambio de actitud.
En la actualidad, cuando nos enfrentamos al primer estadio de un proyecto de innovación —para la generación de nuevas soluciones—, nos encontramos con una metodología ampliamente extendida en el sector de la innovación: el design thinking.
El design thinking (DT) es, en pocas palabras, la aplicación del proceso de diseño como enfoque holístico para la resolución de problemas, afrontando así los desafíos de gestión, comunicación, desarrollo de negocio, desarrollo de servicios…, todos ellos desafíos que son enfrentados desde la misma perspectiva sistemática a la que un diseñador se enfrenta para resolver proyectos.
Su nombre deriva de la consultora IDEO, especialistas en diseño industrial, que hace más de dos décadas empezó a afrontar otro tipo de proyectos. Al cabo de un tiempo, al explicar su proceso de desarrollo, comentaron que abordaban sus proyectos pensando como un diseñador; de esta idea surgió el design thinking. Por ello, es importante entender el diseño como el proceso de proyectar, y no meramente como una noción de belleza y funcionalidad. Steve Jobs lo expresa magistralmente en su frase: «Design is not just what it looks like and feels like. Design is how it works» o, en español, «El diseño no es solo cómo se ven o cómo se sienten las cosas, sino cómo funcionan».
El design thinking es un modelo de trabajo inspirado en la forma de trabajar de los diseñadores y, hoy en día, puede ser aplicado a todos los aspectos de una compañía. Esta metodología se compone de cuatro fases principales que definen una figura de «doble rombo», debido a que combina diversas etapas de pensamiento divergente y convergente.
No se trata de un proceso lineal y estanco, sino de cuatro estaciones o momentos por los que tenemos que desplazarnos de manera ágil en la identificación y construcción de ideas y conceptos. Por lo tanto, es un proceso iterativo en el que cada fase de trabajo constituye la entrada a la siguiente, pudiendo desplazarnos tanto hacia delante como hacia atrás según los resultados alcanzados.
En este contexto, existen un sinfín de herramientas que muchas veces son conocidas de manera aislada, no ordenada o encajada en un proceso de innovación. Esto dificulta mucho su utilización por parte de profesionales, emprendedores, pymes y organizaciones.
La lente con la que el diseñador mira el mundo y las herramientas con las que lo modela han aterrizado de manera abrupta. Debemos comprender los principios fundamentales y desarrollar una comprensión inicial si queremos que, de verdad, se convierta en catalizador y posibilitador de miradas frescas e innovadoras.
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| MAPEAR | |
Todo proceso comienza con una divergencia para entender el reto por desarrollar, en el cual primero se pone todo patas arriba, realizando un mapa de partida. ¿Cuál es la visión-reto? Antes de comenzar a andar, se debe reflexionar en equipo sobre las bases del camino que debemos recorrer: generar una retrospectiva de la organización, así como marcar límites, determina un buen resultado final. |
¿Quién es mi cliente? La identificación del cliente o usuario ... |