eBook - ePub
Descripción del libro
Luis Villarejo reflexiona sobre la figura y el peso en un vestuario del capitán de un equipo de fútbol y su función como líder y aglutinador de voluntades. El capitán, en definitiva, como insignia. El capitán como expresión de fuerza, determinación y sentido común.
Preguntas frecuentes
Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
- Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
- Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Capitanes de Villarejo, Luis en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Business y Leadership. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.
Información
Capitán en tránsito. | 01 |
«En la selección, cuando subíamos a negociar al despacho, Míchel y yo éramos el equipo de carga, los más beligerantes. Butragueño y Sanchís componían el lado diplomático e iban resolviendo los problemas. Sin estar previamente consensuado, era un modelo de capitanía que funcionaba».
Andoni Zubizarreta
(Ex capitán del Athletic de Bilbao,
FC Barcelona y selección española)
Andoni Zubizarreta
(Ex capitán del Athletic de Bilbao,
FC Barcelona y selección española)
«El 80 o el 90% del esfuerzo de un capitán está
dirigido a resolver situaciones de crisis».
Fernando Ruiz Hierro
(Ex capitán del Real Madrid y de la selección española. Director deportivo de la Real
Federación Española de Fútbol)
dirigido a resolver situaciones de crisis».
Fernando Ruiz Hierro
(Ex capitán del Real Madrid y de la selección española. Director deportivo de la Real
Federación Española de Fútbol)
Estadio Félix Bollaert. 24 de junio de 1998. Mundial de Francia. Andoni Zubizarreta acaba de jugar su último partido como capitán y jugador de la selección española de fútbol. Triste y cabizbajo, tras caer eliminados a pesar de aplastar a Bulgaria (6-1), rumia su adiós al fútbol mientras comienza la liturgia habitual de quitarse sus guantes.
Camina despacio, con la mirada en el horizonte, repasando mentalmente una notable trayectoria deportiva que llega a su fin. Mientras atraviesa el campo, Zubi siente que no se encuentra solo. Su colega, amigo y compañero en infinidad de batallas, Fernando Hierro acude a darle un abrazo de solidaridad, cariño y despedida. Andoni, a pesar del trago, está lúcido. Como siempre. Al oído intercambian un mensaje para la historia del fútbol español, mientras se despega el brazalete de capitán de su brazo izquierdo y le entrega el testigo.
- Lo siento, Fernando. La que te espera a partir de ahora…
- Tranquilo, abuelo –responde Hierro emocionado, asumiendo el reto.
El relevo acaba de producirse. Aguilera, Nadal, Alkorta, Sergi, Amor, Etxeberría, Alfonso, Luis Enrique, Morientes. Raúl, Kiko y Julen Guerrero enfilan junto a Javier Clemente el camino de los vestuarios. Hay mucha lágrima. Y mucha rabia.
Pero, ¿por qué le espera a Fernando Hierro el duro camino que le anticipa Zubizarreta al recoger el relevo de esa cinta con los colores de España? ¿Qué pasa cuando un futbolista se convierte en líder grupal, en referente de una manada? ¿Tan duro es soportar el yugo de una jerarquía? ¿Qué misterios esconde la capitanía de un equipo de élite?
Hierro sabe ya que en su periplo hacia el próximo Mundial, el de 2002 en Corea y Japón, le tocará lidiar la transición de una nueva generación de futbolistas que se asoma al escenario del equipo nacional español. Una experiencia exigente, apasionante, para la que va a necesitar grandes dosis de paciencia, de entusiasmo contagioso para convencer de nuevo a la afición española que lo mejor está aún por llegar. Se acabó ser simplemente un jugador más. Adiós a la comodidad de viajar, entrenarse, ver la tele, hablar con el móvil, jugar y atender un rato a la prensa.
Es la hora de asumir responsabilidades, de encarar nuevos retos y dar un paso adelante. De liderar, de negociar, de enseñar, de pelear en los despachos, de chillar un poco más en el túnel de vestuarios. Es el momento de animar, de aconsejar a los novatos, de recomendar, de sufrir, de agradar, de exigir a la patronal –en este caso la Federación–, de ser ejecutivo, de atender a los patrocinadores. Es la hora de vender y tener un perfil más comercial, de ser el centro de atención de las cámaras de televisión, de gestionar Recursos Humanos. La exigencia es máxima y en todos los frentes, de pronto ahora es portavoz de un país, responsable de dar ánimos a todos. Al Rey, al Presidente del Gobierno, a los Ministros, a los presidentes de Comunidades Autónomas. Todo eso, y alguna cosa más, es ser capitán.
Fernando Ruiz Hierro (Vélez Málaga, 1968), mira fijamente el brazalete. Lo aprieta con orgullo, mientras repasa el irregular camino de España en el Mundial de Francia. El 6-1 a Bulgaria quedará olvidado en las hemerotecas. Poco importará que él marcase de penalti para abrir el marcador y que Luis Enrique, Morientes y Kiko –ambos en dos ocasiones– completasen la goleada frente a la Bulgaria de Hristo Stoichkov y Lubo Penev. Paraguay derrotaba a Nigeria en el otro partido del grupo y el resultado (más bien los resultados anteriores, especialmente la derrota de España frente a los africanos) condenaba a la Roja. España quedaba fuera del Mundial en Lens.
La ciudad francesa es, históricamente, una de las capitales mineras del país. Situada al noroeste de Francia, los yacimientos hullíferos de sus bosques contribuyeron desde mediados del siglo XIX a la prosperidad de la región cuyo club de fútbol, el Racing Club de Lens, cuenta con un pasado español tal y como acreditan sus colores: rojo y amarillo. O «sangre y arena» como precisan en las oficinas del club francés.
En 1923 (el club había sido fundado en 1906), los directivos del RC Lens paseaban por delante de la vetusta iglesia de Saint Léger donde había una bandera española. Uno de ellos tiró de enciclopedia e ilustró a los presentes contando que la enseña estaba allí porque aquellas ruinas eran los últimos vestigios de la ocupación española.
Dicho y hecho. Buscaban en ese momento una identidad propia (cinco años antes habían iniciado un proceso de refundación tras la Primera Guerra Mundial), y querían unos colores con los que presentarse en sociedad. La antigua presencia española y aquel último vestigio presente en el templo les abrió la mente. Su presidente, René Moglia, allí presente, lo tuvo claro: el Lens vestiría ya por primera vez en el partido de inauguración del estadio Municipal el rojo y el gualda en su vestimenta.
Así pues, en el estadio de un equipo con reminiscencias tan halagüeñas pero que se había convertido en escenario trágico de la historia de nuestro equipo nacional, Fernando Hierro contiene la respiración. Está lejos de ser un recién llegado. Sin ir más lejos, como flamante capitán del Real Madrid también, acaba de levantar esa primavera la Copa de Europa (la famosa Séptima en el Ámsterdam Arena). En su club, donde ejerce al lado de Manuel Sanchís y de Raúl, ya ha conocido los recovecos de la capitanía. Entre ellos –alguna ventaja tenía que tener este oficio–, está la dulce recompensa de pasar a la Historia en la foto cuando toca levantar un trofeo.
Como erudito del fútbol, Hierro sabe que el brazalete es el único elemento del uniforme de la selección que no lo fabrica una multinacional como Adidas. Todo lo demás desde el chándal a la camiseta, pasando por el pantalón, las medias, las botas, las espinilleras, los gorros, los guantes de los porteros e incluso los calzoncillos, las maletas de viaje y el neceser. Todo ese material tiene el sello de Adidas.
Sin embargo el brazalete es el único bastión que mantiene su apego al romanticismo. Del olor a linimento antiguo, del fútbol de inicios del siglo XX, de los balones de Quincoces... Y es que la cinta que rodea el brazo del capitán aún se sigue fabricando de forma artesanal y no llega en una brillante caja plastificada procedente de una industria textil, sino que es comprado personalmente por un empleado de la Real Federación Española de Fútbol.
El brazalete que portaba Fernando Hierro, que después lució Raúl y que ahora exhibe Iker Casillas lo sigue comprando la Real Federación Española de Fútbol a Deportes Cóndor, una mítica tienda de deportes sita en la calle Conde de Peñalver, en el corazón del barrio de Salamanca en Madrid.
La familia de Blas Pardo Ruiz mantiene orgullosa el negocio con la misma ilusión con la que nació hace más de tres cuartos de siglo. Nacido en 1909 en La Merindad de Montija, una pequeña localidad de la provincia de Burgos, Blas llegó con 12 años a Madrid a trabajar en un almacén de curtidos que su gente tenía en el barrio de Embajadores. Por diferentes problemas se quedó sin trabajo y, con el préstamo de un amigo de 25.000 pesetas y con un colega carpintero como único socio, fundó en 1935 «La tienda de viajes y deportes Cóndor» en un local que anteriormente había sido una pescadería.
Además de vender artículos deportivos, organizaban los fines de semana viajes a la sierra madrileña, a la estación de Navacerrada, para esquiar. Como emprendedor extraordinario, además fundó el Pavón de Lavapiés, un vivero de futbolistas para los grandes clubes de Madrid, de donde salió Miguel Muñoz, maestro de maestros, primero de jugador en el Real Madrid con el que ganaría cuatro Copas de Europa (tres como jugador y una como entrenador) y que llegaría a ser seleccionador español entre 1982 y 1988 (dirigiendo al combinado nacional en el Campeonato del Mundo de México 86).
Blas Pardo, que había jugado de portero en el Atlético de Madrid, conocía el entorno de los inicios de lo que luego se convertiría en una gran industria y pronto comenzó a ser proveedor de los clubes de la ciudad –Real Madrid, Atlético de Madrid, Rayo Vallecano– e incluso de la Federación Española de Fútbol. Pero su actividad y el reconocimiento a un trabajo bien hecho alcanzó a equipos de fuera de la capital como demuestra el hecho de que tanto Athletic de Bilbao como el Real Club Celta de Vigo o el Sevilla FC fueron clientes de Deportes Cóndor.
La famosa tienda subió un peldaño más en el mundo empresarial al presentar en sociedad el 10 de mayo de 1950 su invento de la válvula de inflado. Algo tan básico que hasta entonces sencillamente no existía. Los balones llevaban un sistema de cierre por correilla, incómodo para jugar e inflarlo. Y es esta tienda, con solera y tradición, la que aún tiene el honor de seguir siendo la depositaria de la confianza de la selección nacional a la hora de fabricar los brazaletes.
Pero no es ésta la única tienda de deportes con historia en la capital. Porque si hablamos de expectación por la apertura de un local destinado a la venta de artículos deportivos, debemos hacernos eco de la curiosidad que generó la inauguración del primer local que vendía productos Adidas en Madrid en la calle Princesa 72.
Así se llamaba, y se llama, ese local Princesa 72, que a final de la década de los 70 e inicios de los 80 lucía en su escaparate una enorme zapatilla de Fernando Romay, uno de los jugadores más altos del baloncesto de su época, del número 58, que provocaba la peregrinación desde los barrios de Madrid en forma de masiva presencia de niños delante del cristal para admirar semejante talla de calzado. Los fines de semana incluso se organizaban excursiones espontáneas en metro hasta la parada de Argüelles para poder presumir el lunes ante los compañeros del colegio con la frase «yo he visto las zapatillas de Romay».
En cualquier caso, y en pleno desarrollo y competencia atroz en el mercado de las grandes multinacionales deportivas, no está de más echar la vista atrás, a un tiempo no tan lejano puesto en perspectiva, y dejarnos sorprender al pensar que el brazalete que lució por ejemplo Iker Casillas en la final de Viena en la Eurocopa 2008 que ganó España, se compró en el mismo mostrador que el que había lucido Olivella, cuando alzó la Copa de campeón el 22 de junio de 1964 ante Rusia en el Bernabéu.
Todas estas historias de liderazgo son hermosas y muchas veces pasan inadvertidas por la vertiginosa velocidad con la que suceden las cosas en el mundo del fútbol. El futbolista, en plena carrera profesional y centrado al 100% en su profesión, no está para ofrecer conferencias. Y sí para entrenarse y ofrecer éxitos a su afición. Esta celeridad se contagia al entorno (aficionados, prensa...) y pocas veces tenemos tiempo para hacer esa pausada reflexión.
Andoni Zubizarreta
Andoni Zubizarreta (Vitoria, 23 de octubre de 1961), criado en el valle del Deba, en Guipúzcoa, es probablemente el personaje clave para entender el cambio de siglo en el fútbol español. Tipo recto, serio, él no aprendió a tirarse en la playa, sino en las losetas de la Herriko Plaza de Aretxabaleta, el pueblo guipuzcoano donde se crió. Jamás olvidará aquel día que consiguió de chaval su primer autógrafo de José Ángel Iríbar, probablemente el más mítico de la prolífica escuela de porteros surgida en el País Vasco. Hoy, desde su columna semanal, hace gala de su capacidad como analista del fútbol contemporáneo y aprovecha la tranquilidad de su retiro para hacer deliberar con la calma que tantas veces echó en falta mientras estuvo en activo.
¿Recuerdas la transición de la capitanía hacia Fernando Hierro?
Sí, porque se produjo en pleno césped al término del partido del Mundial de Francia ante Bulgaria. El abrazo con Hierro tiene su explicación. El día anterior, en pleno entrenamiento previo, ya le advertí a Fernando que podría ser mi último partido. Fernando y yo siempre íbamos delante tirando del grupo en los entrenamientos. El me animaba, me decía que no, pero ya le puse en situación por si acaso. Él con cariño, me llamó abuelo y le advertí de lo que se le venía encima. Tiempo después me lo encontré y no pudo menos que decirme «¡qué razón tenías!».
¿Existe una regeneración en el puesto cuando aparecen las nuevas plantillas?
Tengo la sensación, después de muchos años ejerciendo como tal, de que, por decirlo de alguna forma, la capitanía se hereda. Cuando yo entré en el Deportivo Alavés con 17 años, veía a gente con peso, con trayectoria, por ejemplo Igartua, capitanes que se interesaban por los chicos más jóvenes, que se preocupaban de cómo llegabas a entrenar y de los que aprendías desde el ejemplo.
Y te das cuenta de que los tiempos cambian, al ritmo de la sociedad…
En el Athletic también me daba cuenta de que los veteranos aprenden desde la discrepancia. El joven intenta renovar, introducir cambios, aplicar tendencias. A nosotros nos decían que éramos indisciplinados, distintos. Dábamos la sensación de ser distintos a la clase establecida, el sistema.
¿Algún ejemplo?
En Las Palmas, ganamos la Liga y el club decidió invitar al viaje para ese último partido de Liga únicamente a las esposas de los jugadores, pero no a las novias. En el vestuario, de repente, se originó un pequeño motín. En la plantilla éramos muchos chicos de la cantera y nos parecía lógico que también acudieran las novias. Era algo obvio. Al final, se autorizó que viajasen con nosotros pero tuvimos que pagar nosotros el desplazamiento a Las Palmas. Nos pasó lo mismo en la Eurocopa del 84. La Federación invitó a las esposas y no a las novias. Tampoco hubo la verdad una actitud de protesta dura y al final se aceptó la decisión sin mayores estridencias.
Es curioso, porque efectivamente tu generación tuvo que dar un paso al frente (sobre todo desde un aspecto puramente sociológico, rompiendo con una sociedad que salía de décadas de dictadura). En cambio, los jóvenes jugadores actuales tienen otra forma de encarar la vida. ¡Qué rápido avanza todo en un período de tiempo tan corto!
En realidad es que no son períodos tan largos aunque a veces parezca que ha pasado un mundo. En la Eurocopa de Francia 84, Luis Arconada (el portero de aquella selección) era el representante del vestuario. Él era quien hablaba con Pablo Porta, entonces presidente de la Federación. Los dos decidían casi sin contar con nadie más. Hace unos meses, en un reportaje que hice con El País, quedamos con Iker Casillas y su primer mensaje nada más verme fue: «tú en la Federación mandabas mucho». Yo le respondí: «como tú». Y me dijo que no, que ahora es diferente a mi época. Señal de que antes había una idea donde se aplicaba un estilo más personalista. Sin embargo, tengo la sensación de que cuando fui capitán contaba mucho más con el grupo de lo que parecía o de lo que trascendía puertas afuera del vestuario. Nos uníamos Fernando Hierro, Rafa Alkorta, Miguel Ángel Nadal, la gente con peso específico en el equipo... Aunque sí que tengo que admitir que al final había detalles que se solucionaban individualmente. Pero sí que es verdad que a mí me tocó vivir el cambio del mando único al de un capitán con compañeros al lado. Y puede que Iker ahora viva una situación nueva, que tenga una visión distinta con el paso del tiempo.
¿Qué aspecto es el más complicado de la vida de un capitán?
Lo más difícil es la compenetración con el club, con la administración. El lado sindical. Por eso a mí me gustaba subir al despacho acompañado a entablar una negociación. Cuando Emilio Bu...
Índice
- Cover Page
- Title Page
- Copyright
- Índice
- Mis capitanes por Vicente del Bosque
- Liderazgo compartido por Fernando Ruiz Hierro
- Introducción
- 1. Capitán en tránsito. De Zubizarreta a Fernando Hierro
- 2. Del blanco y negro al color. Olivella y Casillas, las fotos del éxito
- 3. Gestores de RR.HH. De Butraqueño a Belenguer
- 4. El liderazgo de la cantera. Guardiola, Puyol, Raúl y Estiarte
- 5. Cuando el flaco manda Javier Aguirre y su capitán ideal
- 6. El capitán en los despachos. Comunicación con la presidencia
- 7. Ordenador y parabólica. Antic, fútbol 24 horas
- 8. De continente a continente. De Japón al sueño africano
- 9. La teoría de Cañizares. El papel de los porteros
- 10. El capitán hincha. Gerrard y la fiebre roja
- 11. El brazalete emigrante. Fernando Torres llega a Anfield
- 12. La voz del jefe Cesc Fábregas, el 4 de Highbury
- 13. El hombre de negro. Árbitros y empatía
- 14. El modelo danés. Morten Olsen y Michael Laudrup
- 15. El fútbol en la isla. Terry, Capello, Forlán y Roy Keane
- 16. Un guante en la banda. Míchel, puro fútbol
- Epílogo. El líder es Nemo por Julio García Mera
- Índices onomásticos
