Los seis Napoleones
eBook - ePub

Los seis Napoleones

  1. 15 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Los seis Napoleones

Descripción del libro

¿Es normal que Sherlock Holmes cometa errores voluntariamente?

Un demente criminal destruye múltiples bustos de Napoleón por todo Londres. Su extraña fijación por el emperador francés no es clara para los inspectores de Scotland Yard, por lo que contactarán a Sherlock Holmes y el Dr. Watson.

Durante su investigación, un hombre es brutalmente asesinado y otros bustos siguen siendo encontrados. Para Holmes, el sospechoso está completamente coherente y sus acciones tienen un objetivo especifico.

Anímate a deducir junto a Holmes y el Dr. Watson, los objetivos de este criminal hasta llegar a la verdad de este misterioso caso.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Los seis Napoleones de Arthur Conan Doyle en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Clásicos. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2019
ISBN del libro electrónico
9788726463057
Categoría
Literatura
Categoría
Clásicos
No era algo excepcional que el señor Lestrade, de Scotland Yard, se pasase a vernos por la tarde, y sus visitas eran bien recibidas por Sherlock Holmes, ya que le permitían mantenerse al corriente de todo lo que sucedía en la central de la policía. A cambio de las noticias que Lestrade le llevaba, Holmes se mostraba siempre dispuesto a escuchar con atención los detalles de algún caso del que se estuviese encargando, y, de vez en cuando, podía, sin intervenir activamente, darle alguna pista o sugerencia que extrajese de entre sus vastos conocimientos y experiencias.
Esa tarde en concreto, Lestrade había estado hablando del tiempo y de la prensa. Luego se quedó en silencio, dando caladas a su cigarro concentrado. Holmes lo miró fijamente.
—¿Se trae algo especial entre manos? —preguntó.
—Oh, no, señor Holmes, nada que se salga demasiado de lo común.
—Entonces, hábleme de ello.
Lestrade se rió.
—Bueno, señor Holmes, es inútil negarle que le estoy dando vueltas a algo. Sin embargo, es un asunto tan ridículo que dudaba si molestarle con eso. Por otra parte, aunque sea banal, es, sin duda alguna, extraño, y sé que le gusta todo lo que se salga de lo común. Pero, a mi entender, entra más en el campo del doctor Watson que en el nuestro.
—¿El de la enfermedad? —dije.
—El de la locura, en todo caso. ¡Y una locura bien extraña! ¿A que ni se le hubiese pasado por la cabeza que haya alguien vivo todavía hoy que odie tanto a Napoleón I como para romper cualquier imagen suya que tenga delante de los ojos?
Holmes se arrellanó en su sillón.
—No es asunto de mi competencia —dijo.
—Exacto. Eso es lo que yo decía. Pero, por otra parte, cuando un hombre allana una casa con el fin de romper imágenes que no son de su propiedad, el asunto sale del ámbito del médico para pasar al del policía.
Holmes se enderezó en su asiento.
—¡Allanamiento! Eso es más interesante. Hábleme de los detalles.
Lestrade sacó su libreta oficial y repasó sus páginas para recordarlos.
—El primer caso denunciado sucedió hace cuatro días —dijo—. Pasó en la tienda de Morse Hudson, que tiene un local en Kennington Road en el que se venden cuadros y esculturas. El ayudante había ido al almacén un momento cuando oyó un ruido estrepitoso, y, al entrar corriendo allí, se encontró hecho trizas un busto de escayola de Napoleón que estaba con varias obras más sobre el mostrador. Se precipitó a la calle, pero, aunque varios transeúntes afirmaron haber visto a un hombre saliendo de la tienda a la carrera, ni pudo ver a nadie ni tuvo manera de identificar al granuja. Parecía haber sido uno de esos actos absurdos de gamberrismo que ocurren de vez en cuando, y se denunció al agente de ronda como tal. La pieza de escayola no valía más que unos chelines y todo el asunto resultaba demasiado pueril como para dedicarle una investigación a aquello.
»Sin embargo, el segundo caso fue más grave y también más peculiar. Ocurrió ayer por la noche.
»En Kennington Road, y a apenas cien yardas de la tienda de Morse Hudson, vive un médico de familia famoso, el doctor Barnicot, que tiene una de las clientelas más extensas al sur del Támesis. Su residencia y principal consultorio está en Kennington Road, pero tiene una consulta y dispensario auxiliar en Lower Brixton Road, a dos millas de allí. El tal doctor Barnicot es un admirador entusiasta de Napoleón y su casa está llena de libros, cuadros y reliquias del emperador francés. Hace poco, le compró a Morse Hudson dos réplicas de escayola de la célebre cabeza de Napoleón realizada por el escultor francés Devine. Una de ellas se hallaba en el vestíbulo de su casa en Kennington Road, y la otra, en la repisa de la chimenea de la consulta de Lower Brixton. Pues bien, cuando el doctor Barnicot llegó allí esta mañana, se quedó estupefacto al descubrir que habían allanado su casa durante la noche, pero que no le habían quitado nada salvo la cabeza de escayola del vestíbulo. La habían llevado afuera y la habían estrellado violentamente contra la tapia del jardín, al pie de la cual se encontraron sus añicos».
Holmes se frotó las manos.
—Desde luego, esto es muy original —dijo.
—Pensé que le gustaría. Pero todavía no he llegado al final. El doctor Barnicot tenía que estar en el dispensario a las doce de la mañana, y puede imaginarse su sorpresa cuando, al llegar allí, descubrió que habían abierto la ventana durante la noche, y que los fragmentos rotos de su segundo busto estaban esparcidos por la habitación. Lo habían hecho pedazos donde estaba. En ninguno de los dos casos había indicios que pudieran darnos una pista relacionada con el criminal o lunático que le había hecho esa jugarreta. Ahora, señor Holmes, tiene todos los hechos.
—Son peculiares, por no decir grotescos —dijo Holmes—. ¿Puedo preguntarle si los dos bustos hechos pedazos en las dependencias del doctor Barnicot eran réplicas exactas de la que destruyeron en la tienda de Morse Hudson?
—Extraídas del mismo molde.
—Tal hecho contradice la teoría de que el tipo que los rompe se mueve por un odio a Napoleón en general. Teniendo en cuenta los varios cientos...

Índice

  1. cubrir
  2. Los seis Napoleones
  3. Copyright
  4. Chapter
  5. Om Los seis Napoleones