Calamar
eBook - ePub

Calamar

  1. 105 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Descripción del libro

Celos es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, el autor juguetea con el género policiaco montando una pseudo-trama de crímenes a la manera de los exitosos autores de la época, como Georges Simenon, con un científico que ha inventado un mortífero gas tóxico y unos villanos que pretenden hacerse con él.

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2021
ISBN del libro electrónico
9788726508734

SEGUNDA JORNADA

PRIMERA PARTE

A LAS OFICINAS DE LA DIRECCIÓN DE POLICÍA DE NUEVA LUZ ACUDEN LOS DÍAS FESTIVOS MUY POCOS EMPLEADOS. ESTO SUCEDE EN ESPAÑA EN MUCHAS OFICINAS LOS DÍAS
LABORABLES Y NADIE LE DA IMPORTANCIA
LA AUSENCIA DEL PERSONAL DESESPERA AL COMISARIO DE GUARDIA, SEÑOR HUEVER, UN TÍO DE MUY MAL CARÁCTER: UNO DE ESOS HOMBRES QUE MIRAN A UN GRIFO Y SE CORTA
EL AGUA
(Al levantarse el telón están en escena Flobeeta y Huever . Floberta es la encargada de la limpieza de la oficina. Puede ser joven o vieja, me da lo mismo. Huever, el comisario de guardia, es un cincuentón de aspecto terrible.)
Huever .—Vacíe también el cesto, que hay ahí papeles rotos desde que descubrieron a América.
Floberta .—Sí, señor. (Obedece.)
Huever .—Y limpie bien el polvo.
Floberta .—Sí, señor.
Huever .—¿No ha venido Jak?
Floberta .—No, señor.
Huever .—Es raro que no haya venido Jak todavía. Bueno; los días festivos, ya se sabe, se van todos y ahí queda eso. Que se las arregle Huever como pueda. Yo comprendo que hay ahora mucho trabajo y que el asunto Filquemont, entre otros, trae en jaque a toda la Policía de Nueva Luz; pero, carámbano, esto de dejarme solo tampoco está bien. (Llama a un timbre.) Es la segunda vez que llamo a Agamenón y como si llamara a mi pobre padre, que falleció hace treinta y cinco años. ¡Este Agamenón! ¡Hombre más vago…! ¿Usted conoce a alguien que haga menos que Agamenón?
Agamenón . (Por la izquierda. Ordenanza. Sesenta años.)—¿Se puede?
Huever .—¡Vamos, hombre! Se puede, sí, señor. Y se puede dejar cesante a un ordenanza de una plumada. ¿Se ha ocupado usted de lo de la llave de este arcén?
Agamenón .—La llave de ese arcón lleva tres días perdida. Anoche el señor Lotjait durante, su guardia lo mandó descerrajar; pero ya estaban cerradas las tiendas y no encontré cerrajero que pudiera hacerlo. Hoy, como domingo, no es possible encontrar tampoco quien haga el trabajo.
Huever .—Pues yo tengo que sacar de ahí antes de las doce la carpeta treinta y siete; conque usted verá lo que hace.
Agamenón .—¿Yo?... Allá cuidado. Servidor, su incumbencia y pare usted de contar.
Huever .—¿Hay algún huésped en el calabozo?
Agamenón .—Tres. Un tendero detenido por razones de peso…
Huever .—Hola!... ¿Antimilitarismo? ¿Sovietismo? ¿Algo del asunto Filquemont? (Al ver que Agamenón deniega con la cabeza.) ¿Pues qué razones de peso?...
Agamenón .—Que daba cien gramos de menos en cada pesada.
Huever .—¡Ah!... ¿Quién más hay?
Agamenón .—Una joven que se escapó ayer tarde con un solitario…
Huever .—NO se puede uno fiar de nadie.
Agamenón .—Y un pintor escenógrafo que estuvo anoche en el baile de gala del Teatro Nacional y que vieron los agentes que salía condecorado.
Huever .—¿Con decorado del mismo Nacional? (Deniega Agamenón.) Entonces ¿con decorado de dónde?
Agamenón .—Condecorado con la gran cruz de la República sin tener derecho a usarla.
Huever . (Quemado.)—Oiga usted, Agamenón: cuide de no jugar más el vocablo, porque ni usted ni yo estamos para juegos.
Agamenón .—Es que yo, señor Huever...
Huever .—¡Silencio!
Agamenón .—Bueno está.
Huever .—¿Hay alguna visita?
Agamenón .—Un golfo que desea hablar con el señor comisario.
Huever .—Cómo se llama?
Agamenón .—Calamar.
Huever .—¿Tiene ficha?
Agamenón .—No, señor.
Huever .—Que pase.
Agamenon .—Sí, señor. (Mutis con Floberta por la derecha. Suena el timbre del teléfono.)
Huever .—¿También esto? (Se pone al aparato.) ¿Quién?... Diga... Sí... (Furioso.) ¡¡¡Que sí!!! ¿Eh?... (Amablemente.)
¡Oh, señor embajador!... Perdóneme; es que... Perfectamente, sí, señor. ¡No faltaría más! De aquí no me muevo. ¡De nada! (Dejando el aparato.) ¿Qué le habrá sucedido?... Pues como se relacione con el asunto de Feronia... (Tomando un destornillador.) ¿Cómo abriría yo este maldito mueble?... (Le da golpes con la mano.)
Agamenon . (Por la derecha.)—¿Se puede?
Huever .—Pase.
Agamenón . (Hablando hacia el lateral.)—Entra. Y ten cuidado que está de un humor...
Calamar . (Entrando algo miedoso y cohibido.)—Buenas...
Huever . (Después de examinarlo.)—¿Qué traes tú?... Vamos.
Calamar .—Pues ante todo un recao que han dejao allí mientras aquí el ordenanza andaba por acá.
Huever .—Diga.
Calamar .—El señor Jak ha mandado decir que no puede hoy prestar servicios porque está enfermo. Dice que se pasó ayer el día en la sombrerería de Doylenkait espiando a unos sovietistas feronianos, y como tuvo que ocultarse en una habitación muy húmeda, que es donde están los hongos, pues ha cogido un reuma que le tiene baldado.
Huever .—¡Válgame Dios!
Calamar .—Encargó que dijeran a usted que ese señor detenido el viernes, el caballero Apiano Innamoratti, es, en efecto, un pintor italiano, que no tiene, nada que ver con Gotrán Harán, y que el que ande así, torcido, no es truco; que está torcido y padece una tortícolis crónica porque lleva once años sacando copias de la torre inclinada de Pisa.
Huever .—Bien. Ahora mandaré que lo pongan en libertad.
Calamar .—¿A mí?
Huever .—A Innamoratti. Con respecto a usted resolveré cuando me diga a lo que viene.
Calamar .—Pues vengo a... Bueno; es una pretensión que no sé si podrá ser, porque... Pero si pudiera ser, menuda patada le iba yo a dar a la mala vida y menudo alegrón iba a darle a Laura Cloddin, que quiere que yo viva honrad...

Índice

  1. Calamar
  2. Copyright
  3. Other
  4. REPARTO
  5. PRIMERA JORNADA
  6. SEGUNDA JORNADA
  7. TERCERA JORNADA
  8. Sobre Calamar