CORRIENTES HISTORIOGRÁFICAS DE MÉXICO
Ciudad de México, 30 de abril de 1964
JW: En esta sesión vamos a hablar sobre las corrientes historiográficas de este siglo, y sobre el papel que ha tenido usted en la historia en comparación con otros historiadores. ¿Cómo se fundó, por ejemplo, El Colegio de México?
DCV: Ya está adquiriendo usted la costumbre de no hacer una pregunta, sino de disparar tres al mismo tiempo.
JW: Lo hago para que usted pueda contestar con amplitud.
DCV: La primera pregunta. Si usted le echa un vistazo en general, a la producción histórica mexicana de toda la época independiente hasta el día de hoy, usted se encuentra con los siguientes fenómenos.
Primero. Nunca ha dejado de haber un grupo de buenos historiadores en México. Esto quiere decir que la historia ha sido un campo de atracción muy particular, muy en especial de los mexicanos.
La inmensa mayoría de estos historiadores no son historiadores de origen académico, o universitario, sino que se han formado a sí mismos, y en muchas ocasiones escriben no con el propósito de esclarecer o de establecer una verdad, sino de dar una visión de una época, o de un personaje, de acuerdo con ellos mismos. De ahí que en la historiografía mexicana haya muchas historias, como si dijéramos parciales, en el sentido de subjetividad, en el sentido de presentación y defensa de una ideología, o de un personaje, o de una actuación política. Aun así, tengo la impresión de que el nivel de la producción histórica mexicana es muy alto en el sentido de que en ningún periodo ha faltado una buena pluma histórica. Sin embargo, y a pesar de que se encuentra uno en la historiografía mexicana cumbres como Lucas Alamán o Lorenzo de Zavala, uno siente que este tipo de historia tiene algunas fallas. Por una parte no es fruto de mucho estudio, de mucha disciplina, de investigación. Por otra, es el fruto, en la mayoría de los casos, de un interés individual, de un parti pris, asimilando una tesis previamente tomada. Y aun cuando no ha faltado también, por supuesto, en estos historiadores viejos un propósito de lectura y de investigación, podríamos decir que las buenas obras históricas de México son mucho más el fruto del talento individual del historiador que de su sabiduría, o de su saber. Esto entonces deja francamente abierto un campo para un tipo de historia en que lo fundamental es la investigación y lo auxiliar es el talento del historiador. Por supuesto, cuando las dos cosas se juntan, el talento y el trabajo, se produce la verdadera gran historia: es decir una historia más verídica, más objetiva, más estudiada y al mismo tiempo inteligentemente digerida y brillantemente escrita.
La actividad de El Colegio de México en materia de historia no tiene una explicación distinta de la que podrían tener otras actividades de enseñanza y de investigación que ya se hace aquí. Ahora, por ejemplo, en cosas económicas, antes en cuestiones internacionales, y antes en materia de filología y letras. Todas esas actividades en El Colegio de México se han echado a andar partiendo de la idea de que la Universidad Nacional Autónoma de México y las universidades de provincia, se enfrentan a un problema universal, pero muy agudo en México, que es el de la educación de masas. Y si la Universidad Nacional y las universidades de provincia resuelven este problema de un modo decoroso, tolerable, este problema habrá desempeñado una función muy útil para México.
Pero partimos del supuesto de que la Universidad no puede crear al líder intelectual del país: a una persona que tenga una preparación sólida, que tenga un modo de reflexionar propio, personal, individual, y que contribuya a la segunda función que debe tener toda universidad: la de crear cultura, la de crear ciencia, la de descubrir cosas nuevas. Por esta razón El Colegio ha intentado en campos restringidos desempeñar esta tarea de preparar estudiantes en grupos muy reducidos, muy limitados, estudiantes bien seleccionados, no solamente pidiéndoles un curriculum vitae, sino entrevistándolos para poderse dar una idea del carácter, del temperamento, del hábito de trabajo, de otras actitudes en el estudiante, y concediéndoles a estos estudiantes una beca suficiente para que todos sus problemas de carácter material o económico estén resueltos y en consecuencia puedan dedicar absolutamente todo su tiempo al estudio.
JW: ¿Todos tienen becas?
DCV: Todos tienen becas. Ésta es una norma invariable de El Colegio. En primer lugar, la beca se usa como un instrumento de selección, porque, como es natural, hay muchos aspirantes. De modo que puede elegir, para constituir un grupo normal en El Colegio que no pase de veinte estudiantes, entre 100 o 150 candidatos. Además, El Colegio ha hecho una norma invariable de ofrecer estas becas no solamente en la capital de la República, sino en todo el país. La última vez que se hizo una selección fue justamente de estudiantes para el Centro de Estudios Históricos. Yo mandé a los historiadores jóvenes, pero ya formados de El Colegio a que recorrieran absolutamente todas las universidades de provincia para dar a conocer estos programas, las posibilidades de las becas, y excitar a los muchachos para que se interesaran en venir aquí.
JW: ¿Todos los estados tienen universidad?
DCV: Todos los estados. La mayor parte, casi sin excepción. Faltan unos, Tlaxcala, por ejemplo, que no tiene; Colima, que tampoco tiene. Pero la inmensa mayoría de los estados tienen ahora una universidad, y a veces más de las que podían tener.
Una vez hecha esta selección, El Colegio, lo mismo en el Centro de Estudios Históricos que en cualquier otro centro, orienta su enseñanza sobre la base de que no sea la conferencia del profesor el eje de la enseñanza, como ocurre en la Universidad Nacional, en donde todos los profesores no hacen más que dar conferencias. La enseñanza en El Colegio se hace descansar en el esfuerzo personal del estudiante. Un estudiante llega a El Colegio de México y el primer día de clases tiene un programa de su curso, una bibliografía, un calendario de lecturas que le indica qué lecturas debe hacer, en qué plazo debe cubrir esas lecturas y la forma en que el profesor o su ayudante le van a tomar cuentas de esas lecturas, cerciorándose de que han sido hechas; luego, el encargo de que el estudiante haga trabajos, de modo de ir encaminando al muchacho a la investigación, a que él tenga iniciativa, y, finalmente, en El Colegio practicamos, o se ha practicado un poco el sistema inglés del tutor. De modo que se trata de profesores residentes que están en El Colegio de las nueve de la mañana a las seis o siete de la noche, que tienen absolutamente abiertas sus puertas en cualquier momento para que un estudiante llegue a ellos. Muy particularmente, todos los profesores combinan el trabajo de conferencias, el de lecturas y el de discusiones en grupos pequeños, de modo de volver a darle al estudiante una oportunidad más de ir desenvolviendo su personalidad propia, y acostumbrándolo a reaccionar de un modo personal o individual.
JW: ¿Y qué títulos da El Colegio?
DCV: El Colegio da títulos de maestría y doctorado, y tienen tanta legitimidad como los títulos que da la Universidad Nacional Autónoma de México. Hay un decreto presidencial, dado conforme a las leyes del país, facultando a El Colegio para dar estos grados en las condiciones que El Colegio determine. Desde ese punto de vista, El Colegio tiene un margen de actividad o de libertad muy grande.
JW: ¿Y en El Colegio tienen el Seminario de Historia?
DCV: En materia de historia, en El Colegio, por una parte, hay lo que se llama el Centro de Estudios Históricos. Es un centro dedicado a la enseñanza de la historia con el fin de formar por un lado profesores, y por otro investigadores de historia. Además de eso, desde 1948 existe lo que primero se llamó Seminario de Historia Moderna de México, y desde 1957 lo que ahora se llama Seminario de Historia Contemporánea de México. Ésta es una labor total y exclusivamente de investigación.
Estos seminarios se organizan con el propósito de escribir una historia contemporánea de 1911 a 1950. En un caso y en otro se han distinguido tres grandes temas: la vida política del país dentro de este periodo; la vida económica del país dentro de este periodo; y la vida social del país dentro de este periodo. Hay un director general del Seminario; abajo de él viene el responsable de cada uno de estos grandes temas; después, viene una serie de personas encargadas de hacer monografías para cada uno de estos grandes temas; y abajo de ellos está el recolector de materiales. De modo que hay el director, que es una persona, en fin, de más edad, de más experiencia, de más autoridad y que vigila y coordina todo el trabajo. Después viene gente que se hace responsable de todo un sector y que son personas que ya han dado pruebas de su aptitud para la investigación. Después de eso, vienen personas que no han avanzado en la investigación, sino hasta el punto de hacer una monografía. Pero hay a quienes les falta la experiencia de combinar una monografía con otra para hacer un todo armónico de un tema. Abajo de esos vienen los lectores y recolectores de material: son las infanterías de la investigación.
Éste es el cuadro general. Cada vez que se reúne el grupo del Seminario se discuten los planes provisionales para echar a andar la investigación, las principales fuentes a consultar. A medida que se avanza en la redacción parcial de cada uno de estos tomos, cada trabajo que se presenta al Seminario se discute, se critica, y el autor del trabajo está obligado, o a adoptar las sugestiones que se le han hecho, o a dar suficientes razones para sostener su punto de vista. Con este sistema de trabajo nosotros pretendemos combinar la colaboración individual de cada historiador con una colaboración de conjunto, o de grupo, que dan el resto de las personas que forman el Seminario.
JW: Para dar la unidad de trabajo, para que salga algo en conjunto.
DCV: Un conjunto, y en la medida de lo posible que tenga cierta homogeneidad....