ARQUÍLOCO
INTRODUCCIÓN
1. Datos biográficos
Es difícil precisar una cronología absoluta de la vida de Arquíloco. En diversas fuentes se dice que vivió en tiempos de Giges (687-652 a. C.), lo cual puede ser una simple deducción por la mención del soberano lidio en el fragmento 19 (y, quizá, en el 23) 1 , aunque coincide grosso modo con el período de tiempo de su actividad que puede establecerse a partir de los testimonios antiguos. Éstos se dividen en dos grupos: o bien se sitúa el florecimiento (o akmḗ) del poeta en la Olimpíada 23 (688-5 a. C.) o bien en el primer año de la 29 (664-3 a. C.) 2 . Cicerón sincronizaba su vida con la de Rómulo 3 , mientras que Cornelio Nepote hacía coincidir su fama con el reinado de Tulio Hostilio 4 . Tampoco ayudan demasiado las referencias a la coincidencia de su actividad con la de otros poetas o a su mayor o menor antigüedad respecto a ellos (Homero 5 , Semónides 6 , Calino 7 , Terpandro 8 , Taletas 9 , etc.). A una mayor precisión no contribuyen excesivamente otros datos, como, por ejemplo, el del eclipse mencionado en el fr. 122 (que no tiene por qué referirse a una experiencia inmediata), ya que, en un círculo vicioso, se optará por uno u otro de los posibles 10 en función de la aceptación de una datación alta o baja. La tendencia a adoptar la datación más baja se debe, por una parte, al hecho de que su padre, Telesicles, participa en la colonización de Tasos 11 , que tiene como terminus ante quem el 650 a. C.; la mención de las desgracias de Magnesia del Meandro (fr. 20), destruida por los Cimerios el 652 a. C. (fecha en que acaban también con el reinado de Giges); y, en última instancia, la datación hacia fines del siglo VII del epitafio 12 , hallado en la isla de Tasos, de Glauco, uno de los personajes mencionados por Arquíloco. En cualquier caso, sólo es seguro que la vida de Arquíloco transcurre en pleno siglo VII a. C., aunque creo que tiene razón Gentili 13 en afirmar que no debemos bajar la datación del floruit del poeta más acá del 660 a. C.
La inseguridad respecto a una datación firme y cerrada contrasta en este caso con la riqueza de datos que poseemos para otros aspectos de la vida de Arquíloco. Al respecto deben ponerse de relieve las decisivas aportaciones de la epigrafía en el siglo xx. Hasta entonces no contábamos nada más que con los propios fragmentos del poeta y con las noticias de los autores que los habían transmitido y de otras fuentes literarias. El problema es que, en su mayor parte, estos autores efectuaban una reconstrucción de las vicisitudes vitales del poeta a partir precisamente de los propios fragmentos (cuya selección ya conocía un sesgo particular, amén de su inevitable descontextualización). La publicación en 1900 de la inscripción de Sóstenes (datable hacia el año 100 a. C.) 14 y en 1955 de la de Mnesíepes (del siglo III a. C.) 15 , ambas procedentes del Archilocheion local de Paros, la patria del poeta, junto con la recuperación de nuevos textos también en la segunda mitad del mismo siglo, han cambiado por completo el panorama de su estudio y han afectado de modo singular al aspecto «biográfico», ya que nos han permitido aclarar las razones de una aparente contradicción existente en la valoración del poeta heredada de la Antigüedad. La contradicción a que hago alusión es la coexistencia de un juicio moral negativo sobre la naturaleza de la poesía arquiloquea (personalizado en el autor), que alterna con noticias sobre el especial afecto de los dioses hacia el poeta y su familia y sobre las cualidades que hacen de él un digno rival del mismísimo Homero. Veamos cómo se llega a esta situación.
El juicio negativo cristaliza en un cliché que hace de Arquíloco un mercenario hijo de una esclava, un lascivo y obsceno fabricante de dañinos yambos con los que descargar sus frustraciones, que puede sintetizarse en el refrán «has pisado un Arquíloco», donde el nombre del poeta equivale a «escorpión» 16 . No obstante, hay que tener en cuenta en cualquier caso que un juicio así es producto de una lectura literal de sus composiciones. El modelo de dicho cliché nos ha quedado plasmado en el célebre juicio sobre el poeta emitido por el ateniense Critias, según la versión de Eliano 17 :
«Si aquél no hubiera propagado semejante opinión sobre sí mismo entre los griegos, no nos habríamos enterado de que era hijo de la esclava Enipo, ni de que a causa de la pobreza y de la escasez dejó Paros y emigró a Tasos, ni de que, una vez allí, se enemistó con los del lugar, ni, por supuesto, de que hacía objeto de su maledicencia por igual a amigos y a enemigos; y, además de esto, tampoco habríamos sabido que fue un adúltero, si no lo hubiéramos conocido por él, además de un lascivo y de un insolente y, aún peor que esto, que arrojó el escudo. Desde luego no fue Arquíloco un buen testigo de sí mismo, al dejar tal gloria y tal fama sobre sí».
Podría decirse que todo lo que aquí se recoge es absolutamente cierto y, a la vez, rigurosamente falso. Es cierto en el sentido de que casi todo lo que se dice en el texto puede corroborarse en una lectura ad pedem litterae y superficial de bastantes de los fragmentos conservados. Es falso, porque no se trata de una poesía con finalidad estricta narrativo-biográfica ni mucho menos destinada a forjar una determinada imagen del autor. Sin embargo, según acabo de señalar, semejante retrato-robot no parecería en principio compatible con las noticias referentes a cómo los abuelos de Arquíloco, Telis 18 y Cleobea, llevaron el culto de Deméter a Tasos desde Paros 19 , ni con el honor que se atribuía a su padre de haber recibido de Apolo el encargo de colonizar Tasos 20 , ni con el oráculo dado también a Telesicles en que se decía que sería célebre e inmortal el hijo que primero le saludara al bajar de la nave a su regreso (Arquíloco), que conservábamos fuera de un contexto narrativo suficiente 21 , ni con las numerosas noticias acerca de la respuesta délfica que obtuvo el guerrero que había dado muerte a Arquíloco (un tal Calondas, alias «El Cuervo»), a quien Apolo ordenó tajantemente: «sal del templo, puesto que has dado muerte a un servidor de las Musas» 22 .
En este punto es en el que las inscripciones parias editadas el siglo pasado aportan gran claridad, no tanto por ser documentos «biográficos» importantes, como por ser testimonios de cómo se forja la biografía de un poeta antiguo que pasa a recibir honores de héroe local. En la primera de ellas, debida a Sóstenes, pero que resume el relato del historiador local Démeas (que recogía los hechos arconte por arconte), se subrayaba en las primeras líneas la «...