Discursos. Testimonios y cartas.
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Discursos. Testimonios y cartas.

  1. 652 páginas
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Discursos. Testimonios y cartas.

Descripción del libro

Esquines puso sus enormes dotes de orador al servicio de la idea de alcanzar un acuerdo con Macedonia a fin de alcanzar la paz, y por ello se enfrentó enconadamente al antimacedonio Demóstenes, el gran orador ático.Esquines (Atenas, c. 360 - Rodas, c. 322 a.C.) fue, en el campo de la oratoria, el gran rival de Demóstenes. Su fama se basa en los tres únicos discursos que de él hemos conservado: "Contra Timarco", en el que reclama una ley que prohíba dirigirse a la asamblea ateniense a los ciudadanos disolutos; "Acerca de la embajada fraudulenta", en el que Esquines se defiende de la acusación hecha contra él por Demóstenes, en un discurso homónimo, de haber pactado una paz perjudicial con Macedonia; y "Contra Ctesifonte", donde impugna una propuesta de otorgar una corona de oro a Demóstenes en reconocimiento a su labor, y deplora los efectos que la actividad de éste ha tenido para Atenas. De los dos últimos discursos conservamos también los enfrentados de Demóstenes (publicados en esta misma colección).La comprensión cabal tanto de los escritos de Esquines como de la enconada animadversión entre éste y Demóstenes requiere el contexto histórico. En el siglo IV a.C., la amenaza de Filipo II de Macedonia se cernía sobre toda Grecia, y no tardaron en formarse un partido favorable y otro adverso al rey macedonio. El conflicto llegó al ágora ateniense, donde ambos ardorosos oradores se enfrentaron dialécticamente: Demóstenes, al frente del partido antimacedónico, y Esquines, partidario de llegar a un acuerdo con Filipo. Aunque la tradición posterior se inclinó a favor de Demóstenes, pues lo veía como una especie de héroe nacionalista, la crítica actual tiende a ser más objetiva y a poner a Esquines en el lugar que le corresponde dentro de las letras griegas.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN del libro electrónico
9788424933265
III
CONTRA CTESIFONTE
INTRODUCCIÓN
1. Contexto histórico-político
El resto de la década de los años treinta después de Queronea (338) está dividida en dos secciones diferentes, marcada por la presencia de Filipo, asesinado en 336, y Alejandro respectivamente. A lo largo de ambas Esquines llevará una existencia en cierto modo retirada, y sólo aparecerá de manera destacada en dos ocasiones, una en cada período, y en ambas buscando una victoria moral definitiva sobre su rival. Pero esta pretensión de satisfacción política se revelará su más estrepitoso fracaso: fue el proceso por la corona contra Demóstenes.
La derrota de Queronea (338) introdujo en Atenas desde los primeros momentos cambios sustanciales en la manera concreta de hacer política. Se acababa de venir abajo de forma rotunda el rancio prestigio ateniense, que había estado en la base de su hegemonía política y militar; en consecuencia, los antiguos modos en política exterior se habían quedado obsoletos: ahora ya no se podía tratar con las restantes ciudades griegas desde la tradicional posición de superioridad de Atenas. Se hacían necesarias nuevas formas, para las que Esquines —y en cierta medida también Demóstenes— no estaba hecho. La conocida prepotencia ateniense cede terreno y se va instalando en su lugar un nuevo tipo de políticos, de los que Demades es el prototipo. En la actual situación de control por parte de Filipo y su entorno el procedimiento de actuación será la adulación abierta al macedonio o a sus próximos, a fin de conseguir influir en la voluntad ahora dominante. En esta línea Demades conseguirá repetidos éxitos diplomáticos ante Filipo, el primero de los cuales es, lógicamente, la llamada Paz de Demades con Macedonia, a donde llega una embajada ateniense encabezada por este político en compañía de Esquines y Foción, para dar una salida a la relación entre ambas partes tras Queronea.
De otro lado, la marcha de los acontecimientos —con la victoria de Filipo y la aparición de esas nuevas formas de hacer política— permitía augurar la victoria de los bloques filomacedonios en Atenas. Pero, contra toda lógica, los atenienses desde el primer momento se inclinaron por un apoyo solidario a los aparentemente defenestrados antimacedonios, al menos en el caso de Demóstenes. Esto no va en contra de que, cuando las circunstancias así lo exigían, la Asamblea se inclinase por figuras favorables a Filipo, como cuando se prefirió a Nausicles, el amigo de Esquines, para representar a la ciudad en el Congreso de Corinto, rechazando la propuesta que de sí mismo había hecho Demóstenes 1 . Frente a esto, en otros casos Atenas dispensó a Demóstenes un trato de favor a primer vista sorprendente, como ya he señalado en la Introducción general.
Demóstenes se lamenta 2 de que en los momentos inmediatamente posteriores a Queronea fue objeto de múltiples procesos de todo tipo, aunque de todos ellos fue saliendo absuelto. Esquines durante ese período se mantuvo al margen de tal acoso, tal vez por tacto político tal vez a la espera de un pretexto legal de la debida envergadura. Y éste se le presentó en la primavera del 336, cuando Ctesifonte, poco antes de la celebración de las Grandes Dionisias, dio curso a una propuesta de decreto a fin de honrar con una corona de oro la labor política de Demóstenes. Pero la vista del juicio se aplazó seis años, hasta el verano del 330.
La segunda etapa de esta década de los treinta está determinada por la desaparición de Filipo y la llegada de Alejandro a la escena política griega. En un primer momento los grupos antimacedonios de toda Grecia creyeron que la hegemonía macedonia había llegado a su fin: Tebas y Demóstenes hicieron sus planes de futuro. Pero el joven Alejandro se los echaría por tierra: Tebas recibió un nuevo castigo ejemplar; y respecto a Atenas, el nuevo soberano exigió que le fueran entregados los principales líderes de la revuelta, entre ellos lógicamente Demóstenes. La intervención mediadora de Demades hizo que el macedonio concediera a la Asamblea ateniense la potestad de juzgar ella misma a sus conciudadanos reclamados por aquél.
En la primavera del 334 Alejandro se embarca en la aventura asiática, y durante los años siguientes comienza el rosario de sus inesperadas victorias militares. Demóstenes piensa que el fracaso total del macedonio está a la vuelta de cualquier esquina asiática, y se burla una y otra vez de quienes, como Esquines 3 , siguen expectantes la marcha del joven monarca. Pero las victorias de Iso (otoño de 333) y Gaugamela (otoño del 331) parecen ir en contra de los planes de Demóstenes —o al menos de sus deseos— y, por el contrario, a favor de las posibilidades de Esquines.
Pero también el propio suelo griego es testigo de enfrentamientos con el poder macedonio. El rey espartano Agis III se había atraído a varias ciudades griegas del Peloponeso y había derrotado al general Córrago 4 , para a continuación poner sitio a Megalópolis. Pero en el otoño de 331 llega hasta allí el macedonio Antípatro, que acaba con el intento de trastocar el status quo establecido por Filipo en el congreso de Corinto. Era un nuevo fracaso de los que esperaban ansiosos el derrumbamiento de Macedonia.
En el verano del 330, tras una serie de años de expectación de signo vario según los planes de cada uno, Esquines decide volver a poner en marcha el proceso ya incoado seis años antes. Pero se llevaría una nueva sorpresa, esta vez desagradable y definitiva.
2. Fecha
Como se ha adelantado en el punto anterior, el proceso por la corona tiene dos fechas: una primera relativa al momento de la presentación de la acusación; y otra, la de la vista oral de la causa.
Sobre la primera tenemos una certeza precisa. Ctesifonte propuso la corona mientras Demóstenes estaba desempeñando el cargo de miembro de comisión encargada de la reparación de las murallas, tarea aprobada en el mes de Targelión (mayo/junio) de 337. Los representantes de cada tribu en dicha comisión fueron elegidos en el mes siguiente de Esciroforión (junio/julio) del mismo año 337. La propuesta de Ctesifonte pretendía que la concesión pública de la corona tuviera lugar en las Grandes Dionisias de marzo del 336. Por lo tanto, la impugnación de Esquines tuvo que realizarse en algún momento del invierno del 337/336. Con anterioridad a ese momento el ponente habría presentado su propuesta, y, dado que es calificada de proboúleuma 5 , tuvo que haber sido aprobada previamente por el Consejo, para su paso posterior a la ratificación definitiva en la Asamblea. La denuncia hay que situarla entre la aprobación del Consejo y antes de su llegada a la Asamblea. Pero tampoco habrá que pasar por alto que a los pocos meses era asesinado Filipo, en el verano de ese mismo año 336.
Pero por el texto del discurso esquíneo, así como por otras fuentes, podemos deducir que la vista de la causa se aplazó. En un par de pasajes de Esquines 6 se hace referencia al episodio aludido de Agis III de Esparta, lo que retrasaría la datación a una fecha posterior al 331. Otras fuentes 7 lo sitúan en el arcontado de Aristofonte (330/329). Finalmente, el propio Esquines 8 nos informa de que estaban ya próximos los Juegos Píticos, que se celebraban a finales de agosto y principios de septiembre cada tres años. Por supuesto que las referencias esquíneas podrían atribuirse a la posterior redacción definitiva del discurso, pero los testimonios de Plutarco y de Dionisio de Halicarnaso apoyarían la aceptación de aquéllas. La vista definitiva, pues, del proceso tendría lugar en el verano del año 330.
Otro punto importante, aunque delicado, es el determinar las causas que llevaron a Esquines a aplazar la culminación de su acusación. Pero tal vez aquí haya que acudir a la solución sugerida en el caso del proceso sobre la embajada fraudulenta del 343, donde veíamos que probablemente Demóstenes decidió, igualmente por motivos de oportunidad política, dilatar la culminación de su acusación contra Esquines ante los eúthynoi 9 . En este caso de la corona, hemos visto a Esquines dejar pasar los momentos inmediatamente siguientes a Queronea, a la espera de una ocasión o de un motivo relevantes, lo que difiere el enfrentamiento al 336. Pero a los pocos meses muere Filipo, y una nueva sensación de incertidumbre planea sobre las ciudades griegas. Alejandro clarifica con rapidez la situación en Grecia, pero se embarca inmediatamente en la aventura asiática, lo que vuelve a dejar confuso el horizonte político. Finalmente, cuando los éxitos de Alejandro se van haciendo frecuentes y la situación en Grecia parece igualmente estable a favor del control macedonio, Esquines sale de su aislamiento político y decide el asalto al prestigio de su rival. Pero el desenlace sería una vez más en contra de toda lógica: frente a la marcha de la política general en Grecia, y aunque legalmente había razones de peso del lado de nuestro orador, los atenienses decidieron inclinar su voto del lado de quien les hacía más digno el fracaso de Queronea, atribuyéndolo a la fortuna 10 y no a una línea política que la evolución de los acontecimientos mostraba una y otra vez sin futuro. Tal vez la elección estaba entre el pasado prestigio ateniense y la dura realidad actual. El jurado prefirió dar su complacencia a la trayectoria política de Demóstenes, cuya brillantez de todo tipo siempre les sedujo, aunque careciera de visión de futuro. El pragmatismo de la adaptación a la realidad presente, unido a la sobriedad personal de Esquines, no tuvo el suficiente peso en la decisión ...

Índice

  1. Anteportada
  2. Portada
  3. Página de derechos de autor
  4. INTRODUCCIÓN GENERAL
  5. NOTA TEXTUAL
  6. BIBLIOGRAFÍA
  7. TESTIMONIOS
  8. I. CONTRA TIMARCO
  9. II. ACERCA DE LA EMBAJADA FRAUDULENTA
  10. III. CONTRA CTESIFONTE
  11. CARTAS
  12. Índice