Suicidio, medicamentos y orden público
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Suicidio, medicamentos y orden público

  1. 240 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Suicidio, medicamentos y orden público

Descripción del libro

Este volumen consiste en una compilación de artículos, realizada con acierto e intención unitaria, sobre la práctica psicoanalítica en las instituciones de salud mental.Mental es una revista internacional de psicoanálisis publicada por la Federación de las Escuelas Europeas de Psicoanálisis (FEEP). Creada en 1995, se sitúa dentro del movimiento de reconquista del Campo Freudiano en Europa, iniciado en 1990. Mental se ha convertido, en los últimos años, en una revista de referencia por sus dosieres y constituye una verdadera brújula que ayuda a orientar a los practicantes del psicoanálisis dispersos en el conjunto de las instituciones de salud mental y, muy especialmente, en unos tiempos en los que las mutaciones clínicas conducen a la promulgación de leyes que tienden a regular el ejercicio de la práctica psicoanalítica.Publicamos en este libro una pequeña muestra de algunos dosieres de Mental sobre temas importantes de la salud pública, desde el suicidio y el uso de los medicamentos en el campo de la salud mental hasta el orden público. Por su parte, los compiladores de este libro han recogido y seleccionado varios artículos de psicoanalistas españoles que trabajan en el ámbito de la salud mental en nuestro país.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2018
ISBN del libro electrónico
9788424938017
Categoría
Psicología
Categoría
Psicoanálisis

CLÍNICA DEL SUICIDIO

ENTREVISTA CON GEORGES MINOIS: EL SUICIDIO EN LA HISTORIA*

ANNE COMBOT, ANNE-CHARLOTTE GAUTIER Y PIERRE-GILLES GUÉGUEN

La redacción de la revista Mental —Anne Combot, Anne-Charlotte Gautier y Pierre-Gilles Guéguen— se ha entrevistado con Georges Minois, autor de una obra sobre la Historia del suicidio en la sociedad occidental.1

¿TRATAMIENTO DE MASA O MOTIVACIONES PERSONALES?

PIERRE-GILLES GUÉGUEN: A partir de la década de 1920 el suicidio se ha convertido en un problema de salud pública. Sobre todo desde que la tasa de suicidio juvenil ha sobrepasado a la de las generaciones más mayores. Hoy existe la tendencia a establecer «autopsias psicológicas», con un supuesto fin de prevención. Se busca establecer, gracias a la herramienta estadística, correlaciones entre la existencia de suicidios y el hecho del suicidio. Se trata de detectar, deducir desde la más temprana edad lo que sería una personalidad suicida, mediante rasgos que son escogidos de manera psicosociológica o a partir del entorno, con la idea de encontrar finalmente un marcador biológico. Es un enfoque que no convence, que no corresponde a nuestra práctica y que confunde correlación estadística y causalidad psíquica. Nosotros, al contrario, buscamos la causalidad en cada suicidio, a partir de la constelación de significantes que ha conducido a la persona a suicidarse. Es un método que toma en cuenta cada caso, mientras que hoy en día el tratamiento del acto suicida, que parece ser cada vez más frecuente, tiende a ser un tratamiento de masa estandarizado. Mental quería mantener una entrevista con usted, que es un historiador, si no el único, que ha publicado sobre este tema en Francia, como testimonia Historia del suicidio. Podríamos partir, para nuestra discusión, de una cita de Lacan, quien declaraba en 1973: «El suicidio es el único acto que puede tener éxito sin fallo. Si nadie sabe nada de él, es porque procede de la opción inflexible de no saber nada».2
GEORGES MINOIS: He estudiado el suicidio en tanto que historiador y no desde el punto de vista de los debates actuales sobre el suicidio. Al estudiar la historia del suicidio, mi idea era la de intentar saber si en el curso de la historia las motivaciones del suicidio habían sido motivaciones de orden filosófico, y cuál era la actitud de los individuos ante un cierto sinsentido de la existencia.
P-GG: Usted tiene en cuenta dificultades metodológicas para estudiar la cuestión.
GM: El acceso a las fuentes es difícil porque son extremadamente dispares y heterogéneas. Siempre ha habido un considerable disimulo alrededor del acto del suicidio, que era un acto reprobado y condenado por las autoridades. La mayor parte de las fuentes en los siglos pasados son fuentes judiciales. Se hacían investigaciones para saber si la persona que se había suicidado era verdaderamente responsable de su acto, de cara a proceder a las condenas que resultaran de ello. Se trata de un estudio de casos individuales, lo que es tanto más interesante para el propósito que me asigné al comienzo: intentar detectar cuáles han sido las motivaciones personales de cada uno que hay detrás del acto suicida. Disponemos de fuentes judiciales, de fuentes literarias, pero nada propiamente estadístico.

PROMOCIÓN DE UN UNIVERSAL

P-GG: En el curso de los siglos hay momentos destacados en los que cambia la idea de suicido. Por ejemplo, me ha interesado mucho saber que el suicidio se convirtió en pecado con san Agustín, en el periodo justiniano.
GM: Las fuentes nos presentan sobre todo la actitud de la sociedad de cara al suicidio. Se pueden distinguir algunos grandes movimientos. En la Antigüedad greco-romana, el suicidio es un acto totalmente admitido; incluso está específicamente dicho en la ley romana que el suicidio por cansancio de vivir es un motivo aceptable. En esa época, los únicos tipos de suicidio condenados eran los de los esclavos y los de los condenados que se suicidaban para escapar a la justicia y a la confiscación de los bienes. Pero para el resto el suicidio estaba considerado como completamente honorable.
P-GG: Usted recuerda que los soldados tampoco debían suicidarse...
GM: Los soldados tenían una función particular. En el caso de los esclavos, su vida no les pertenecía. El suicidio es un acto de libertad del ciudadano que forma parte de las libertades individuales. Diría que en esa época no pesa ningún interdicto, en especial de orden religioso. Es con el cristianismo, a partir de san Agustín, cuando aparece de forma bastante clara la prohibición religiosa. Hubo ciertas dudas al principio, a propósito de la cuestión de los mártires voluntarios. En la Biblia, hay casos en los que el suicidio no es nunca condenado formalmente, por ejemplo el caso de Sansón, que es el prototipo de atentado suicida. Los Padres de la Iglesia han vacilado al respecto. A partir de san Agustín es cuando la prohibición de Dios es estricta, absolutamente universal. Las justificaciones dadas por la Iglesia serán formalizadas más tarde, por Tomás de Aquino. Pero desde el inicio se encuentran los mismos argumentos. El suicidio es un atentado contra Dios, que es el creador de la vida; si Dios ha creado la vida, es que es buena y suprimirla es, por lo tanto, condenable. También es un atentado contra la sociedad, ya que se priva a la sociedad de uno de sus miembros, y por tanto constituye una dificultad para esa sociedad. Es un atentado contra la caridad, contra el amor que uno se debe a sí mismo. Éstas son las bases que exponen los pensadores cristianos para establecer un interdicto absoluto sobre esta práctica. Nuestra vida no nos pertenece, el mandamiento «No matarás» se aplica también a la vida personal.
P-GG: Así pues, con el desarrollo del cristianismo, lo que se promueve es una prohibición para todos. Una prohibición universal.

UN TRATAMIENTO SOCIAL DEL SUICIDIO

ANNE COMBOT: Existe entonces una oposición entre la prohibición universal del lado de la religión y la libertad de la Antigüedad. Hay también otro aspecto de la sociedad, el que condena en nombre de una dimensión económica y limita la libertad del ciudadano.
GM: Sobre eso hay que matizar. Al final del Imperio romano, periodo en el que el Estado resulta extremadamente poderoso y totalitario, hay enormes problemas socioeconómicos y políticos. Los emperadores del Bajo Imperio tienen tendencia a extender el dominio del Estado, incluidas las libertades individuales, a establecer el control de la familia. Y ya en la época del Imperio el suicidio está implícitamente condenado por las autoridades públicas, incluso en los medios paganos. El cristianismo vendrá a añadir una garantía espiritual a las motivaciones sociopolíticas.
P-GG: La perspectiva de la época de los disturbios.
GM: Sí, los tiempos confusos, con una crisis demográfica del Imperio ante el empuje de los bárbaros. El individuo no se pertenece a sí mismo, pertenece al Estado, que es lo que ya decía Aristóteles. Suicidarse es equivalente a la deserción del soldado. Entonces, ambas motivaciones, la sociopolítica y la religiosa, van a caer con todo su peso sobre los individuos y prohibirles cualquier posibilidad de suicidio.
P-GG: Lo que me interesaría seguir es el destino de los cuerpos, como si en la Antigüedad los cuerpos hubieran sido propiedad de la persona. Mientras que en la Edad Media aparece el momento en que el cuerpo pertenece a Dios, de donde proviene esa costumbre que nos parece bárbara de la punición de los cadáveres.
GM: El juicio del cadáver ha durado hasta el siglo XVIII. Por un lado está el cadáver, que se conservaba a veces durante dos meses para proceder a su juicio, en su presencia, y luego la ejecución del cadáver. Se trataba de hacer sufrir un castigo al cuerpo, que sería una cierta forma de reversión. Todo es puesto al revés, se da la vuelta al cadáver, con la cara hacia la tierra, colgado por los pies antes de ser quemado y dispersadas sus cenizas; o aún variaciones locales, como la de enterrarlo en los cruces de caminos con una estaca atravesándole el pecho, de manera que todo el mundo lo pisotee. El castigo infligido al cadáver apunta al aniquilamiento de ese cuerpo. Es una inversión en la que el cuerpo que era sagrado en la religión se convierte entonces en posesión diabólica y al que se hará padecer estos tratamientos atroces.
P-GG: En la línea de los análisis de Foucault, hay una influencia sobre la sexualidad y los cuerpos que provienen de la autoridad religiosa...

UN DEBATE SOBRE EL ACTO

GM: En el cristianismo, desde san Pablo, el cuerpo está en una posición que es subalterna. El cuerpo es la parte perecedera del individuo. El dualismo entre la parte noble que es el alma y la parte despreciable que es el cuerpo es muy nítido. En el Renacimiento, numerosos fenómenos contribuyen a volver a poner el suicidio entre las preocupaciones de la época. Por una parte se plantea la cuestión al constatar que los antiguos habían tenido una posición positiva de cara al suicidio, con el redescubrimiento de la Antigüedad y sus suicidios célebres, honorables y gloriosos. Por otra parte, el Renacimiento es también un periodo en que se ponen en tela de juicio los grandes valores fundamentales de la época; una cierta duda se introduce en los dominios del saber en general, todo cambia, con los descubrimientos de Copérnico, de América, y los inicios del capitalismo. Se produce una profunda desagregación de los lazos tradicionales, sea a nivel de las corporaciones, sea a nivel familiar, que hacen que el individuo se sienta más aislado. Está menos ceñido en los lazos de sociabilidad que en la Edad Media, y todo esto hace que la cuestión del suicidio vuelva claramente al primer plano. El suicidio aparece como un problema de sociedad entre los años 1580 y 1620, lo que se percibe especialmente en la literatura, la novela, el teatro; a partir de entonces hay en todas las tragedias una cascada de suicidios —las obras de Shakespeare son características al respecto. Es un debate antes que nada intelectual que progresivamente va a convertirse en un problema de sociedad en el siglo XVIII, porque ante el debate que se entabla entre intelectuales en el Renacimiento las autoridades van a reaccionar endureciendo sus posiciones. Les inquieta ver esta difusión de nuevas ideas sobre el suicidio. Las autoridades, sean religiosas o políticas, van a reaccionar. En Francia, en 1670, la justicia real, mediante una gran ley, hace del suicidio un crimen equivalente a un crimen de lesa majestad. Es uno de los raros casos de la época en el que se considera que puede haber un proceso al cadáver, hay un endurecimiento de las autoridades. En el siglo XVIII, con el desarrollo de la prensa, y la producción de los filósofos, el debate se extiende mucho más y afecta a categorías sociales cada vez más extensas, a la burguesía especialmente. Se organizan debates públicos: «¿Es el suicidio un acto valiente?». Esto se amplifica hasta el periodo de la Revolución, cuando se despenaliza el suicidio en la mayor parte de los países del continente. Se podría pensar que el suicidio era admitido como una actitud normal en ciertos casos. A continuación, en el siglo XIX, hay una gran reacción en contra. Todo esto se da al unísono con la evolución de las mentalidades y las costumbres.

LA ANOMIA

P-GG: También es el momento de la revolución industrial y el ascenso del cientificismo...
GM: Es una sociedad utop...

Índice

  1. PRÓLOGO
  2. PSICOANÁLISIS Y ORDEN PÚBLICO
  3. PSICOANÁLISIS Y FÁRMACOS
  4. CLÍNICA DEL SUICIDIO
  5. NOTAS