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UNA LEY INCONSTANTE
En 1962, Arthur Okun, profesor de Economía en la Universidad de Yale y presidente del Consejo de Asesores Económicos de Estados Unidos en el periodo 1968-1969, estaba intentando averiguar cuánto sería el producto nacional bruto (PNB) «potencial». El PNB, un indicador de la actividad económica similar al PIB, es la cantidad de bienes y servicios producidos por los trabajadores y propietarios de bienes de capital nacionales de un país en cualquier parte del mundo durante un determinado periodo de tiempo. El PNB potencial es el que se alcanzaría bajo una situación de pleno empleo.1
A tal fin, se le ocurrió representar en un gráfico las tasas de crecimiento trimestrales del PNB frente a las variaciones de la tasa de paro registradas entre el primer trimestre de 1947 y el cuarto trimestre de 1960. Su interpretación de dicho gráfico fue que, en la economía estadounidense, había una regularidad empírica según la cual una disminución de la tasa de paro de 1 punto porcentual estaba asociada a un crecimiento del PNB de 3 puntos porcentuales.
Desde entonces, la relación entre el crecimiento de la actividad económica y la tasa de paro se conoce como «ley de Okun».2 Gráficos parecidos al suyo, que relacionan el crecimiento del PIB con la reducción de la tasa de desempleo o con el crecimiento del empleo, se han elaborado millones de veces. Y, con algunas variaciones, los resultados confirman que, a partir de unos determinados niveles, que son diferentes entre países y varían a lo largo del tiempo, el crecimiento del PIB está asociado a un aumento del empleo y a una disminución de la tasa de paro.
Las dos tareas principales que nos ocupan en este capítulo son, en primer lugar, medir esos umbrales de crecimiento del PIB a partir de los cuales el empleo aumenta y, en segundo lugar, analizar hasta qué punto estos umbrales son absolutos y, en consecuencia, útiles para orientar la práctica de políticas económicas dirigidas a reducir el desempleo.
Para ello, comenzaremos repasando los datos de crecimiento del PIB y del empleo en la economía española desde principios de la década de 1960, y, tras compararlos con datos similares de otros países, veremos que la economía española es muy peculiar a este respecto: en España, desde mediados de la década de 1980, el empleo y el PIB presentan tasas de crecimiento anuales muy parecidas.
A continuación, aprenderemos a interpretar correctamente estos datos. Concluiremos que la ley de Okun es inconstante, es decir, que la relación entre el crecimiento del PIB y el del empleo depende fundamentalmente de las fuentes que causan las fluctuaciones de estas variables. También depende de determinadas decisiones económicas que toman los hogares y las empresas y que están condicionadas por un extenso conjunto de factores. Por ello, los umbrales de crecimiento del PIB a partir de los cuales se crea empleo son muy poco informativos sobre el funcionamiento del mercado de trabajo, no pueden utilizarse como representación de relaciones causales absolutas y, por consiguiente, resultan ser ineficaces para fundamentar políticas económicas eficaces en la lucha contra el desempleo.
Finalmente, nos centraremos en el periodo más reciente y utilizaremos la evolución de la actividad económica, del empleo y de la tasa de paro durante la última crisis en países de la Unión Europea para abundar en la idea de que hay muchos elementos, unos bajo el control de las políticas económicas, otros al margen de ellas, que acaban determinando cuánto crecen el PIB y el empleo. Para ello, resultan especialmente útiles comparaciones internacionales de la creación y destrucción de empleo registradas durante ese periodo y de cómo incidieron sobre distintos grupos de población. Así, confirmaremos que entre los factores que explican la relación entre el crecimiento del PIB y el del empleo destacan algunos aspectos de la configuración institucional del mercado de trabajo y ciertas características y orientaciones de las políticas de empleo desarrolladas durante la crisis.
SI LOS DATOS HABLARAN
El gráfico 1.1 representa las tasas anuales de crecimiento del PIB y del empleo en la economía española desde 1962. Esta información estadística procede de la base de datos Economic Outlook, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la cual permite realizar comparaciones internacionales de ambas variables con series temporales largas. El empleo se refiere al número de ocupados, sin tener en cuenta variaciones de las horas de trabajo por trabajador. El gráfico 1.2 se refiere a la relación entre el crecimiento del PIB y la variación de la tasa de paro, aunque solo desde 1979, cuando su medición por las estadísticas nacionales empezó a ser algo más solvente.3
Gráfico 1.1.
Tasas de crecimiento (%) del PIB y del empleo en España 1962-2015
Un simple vistazo a estos dos gráficos permite extraer varias observaciones importantes. La primera es que la tasa de crecimiento del PIB muestra, en el largo plazo, una tendencia decreciente. Incluso obviando el periodo del «milagro económico» de los años 1962-1973, se observa que en los «picos» de las fases expansivas (1988, 2000, 2015) se alcanza una tasa de crecimiento menor que la alcanzada en el anterior y que lo mismo ocurre con la tasa anual media durante cada expansión. Por las razones que se harán evidentes en el capítulo quinto, me atrevo a aventurar que esta regularidad empírica relativa a la tendencia decreciente del crecimiento del PIB observada de media durante las cinco últimas décadas no desaparecerá; la actual recuperación de la economía española no durará mucho, y en los próximos años crecerá menos (bastante menos) que en 2015.4
Gráfico 1.2.
Tasa de crecimiento (%) del PIB y variación (en puntos porcentuales)
de la tasa de paro en España 1979-2015
La segunda observación importante que cabe destacar es que, desde 1985, el número de ocupados en la economía española fluctúa de forma similar al PIB. Es más, utilizando algunas mediciones alternativas, la volatilidad del empleo es incluso mayor que la del PIB.5 De hecho, si se presentaran ambas series en un gráfico sin etiquetas resultaría muy difícil identificar cuál es cuál. Esto es realmente inusual y, como veremos, muy pocas veces observado en otros países.
La tercera observación a destacar es que la asociación entre el crecimiento del PIB y el del empleo en la economía española ha cambiado a lo largo del tiempo. El coeficiente de correlación entre ambas variables, la medida más sencilla que utilizan los estadísticos para cuantificar la asociación lineal entre dos variables, es del 57,3% durante el periodo 1962-2015, pero es del –7,5%, 88,4% y ¡98,7%! durante los periodos 1962-1974, 1975-1994 y 1995-2015, respectivamente. Es cierto que el primero de estos periodos es algo excepcional. En muchos aspectos (como el cambio estructural, la urbanización o la emigración), y salvando las distancias, la España del periodo 1962-1974 se asemeja a la China actual. Más sorprendente resulta todavía que, en la economía española, desde mediados de los años ochenta del siglo xx, exista una asociación estable entre el crecimiento del PIB y la creación de empleo según la cual el empleo crece cuando el PIB aumenta y disminuye en caso contrario. A partir de estos datos, cabría concluir que el umbral de crecimiento del PIB para la creación de empleo en España es el ¡0%! Esto significaría que la economía española crea empleo con una facilidad pasmosa, de manera que bastaría con un ligero aumento de la actividad económica para que el empleo también aumentase.6
Finalmente, las variaciones de la tasa de paro muestran un comportamiento que, a primera vista, parecería algo más normal. Los coeficientes de correlación con las tasas de crecimiento del PIB y del empleo durante el periodo 1979-2015 son, respectivamente, del –0,71 y del –0,75...