Fetiche y mistificación capitalistas (2ª Edición)
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Fetiche y mistificación capitalistas (2ª Edición)

La crítica de la economía política de Marx

Clara Ramas San Miguel

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Fetiche y mistificación capitalistas (2ª Edición)

La crítica de la economía política de Marx

Clara Ramas San Miguel

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Cuando compramos rara vez nos paramos a pensar que no estamos adquiriendo un objeto o producto sin más, sino un cristal solidificado de la fuerza de trabajo de otras personas. Esto, que Marx denominó el «fetichismo de la mercancía», aparece en paralelo con otro fenómeno que impregna toda la sociedad moderna, la ilusión de que el capital genera capital, la «mistificación del capital».En Fetiche y mistificación capitalistas, Clara Ramas analiza hasta qué punto ambos conceptos constituyen el núcleo de la crítica de la economía política que Marx formuló en El capital. A partir de estos cimientos, Ramas propone un umbral desde el que asomarse al capitalismo y a la Modernidad, y muestra una novedosa lectura que acierta a conjurar la miopía de la ortodoxia y a comprender de un modo más fidedigno el singular quehacer filosófico y crítico de Marx.

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Información

Año
2021
ISBN
9788432320378
VI. TEORÍA DEL VALOR Y FETICHISMO
Se trata aquí de la teoría del valor y de su relación con el fetichismo. La cuestión, planteada de modo ingenuo, podría plantearse de este modo: ¿por qué aparece, al final del capítulo 1, «La mercancía», tras el análisis de los elementos constitutivos de la mercancía y el análisis de la forma del valor –cuyo resultado es el dinero–, precisamente un punto titulado «fetichismo»[1]? Dicho de otro modo, ¿qué conexión hay entre la llamada «teoría del valor» de Marx, expuesta en los tres primeros puntos de este capítulo[2], y su análisis del «fetichismo de la mercancía»? Nuestra tesis se despliega en dos partes. Primero, afirmamos que la teoría del valor es una teoría de las relaciones generales de producción bajo condiciones capitalistas: lo veremos en el primer apartado de este capítulo. Segundo, expondremos en el apartado siguiente: esa teoría del valor es ya una teoría del fetichismo, existe un vínculo indisociable entre los conceptos de valor y de fetichismo. La referencia a la forma valor, en el tercer apartado, fortalecerá esta idea.
TEORÍA DEL VALOR. EL ENFOQUE CUANTITATIVO Y CUALITATIVO
Lo primero que hay que hacer es preguntarse por el sentido de la teoría del valor de Marx. La teoría del valor de Marx, como era de esperar, suscitó un enorme debate y encendidas polémicas en la tradición interpretativa. Sin embargo, lo que queremos señalar para empezar es que, tanto en uno como en otro bando, el de los defensores y detractores de dicha teoría, había muchas veces un presupuesto común, a saber, una determinada lectura de lo que Marx está haciendo cuando hace una teoría del valor, asumiéndola así en su sentido como evidente y clara por sí misma, para sin más pasar a discutir si es correcta o incorrecta: una lectura cuantitativa del valor. Nos gustaría proponer una concepción cualitativa de la teoría del valor que pone en tela de juicio esta comprensión no cuestionada que rige tanto en enfoques más tradicionales como en intentos de renovación crítica. Para ello, veamos como ejemplos un defensor y un crítico de la teoría marxista del valor que, a nuestro juicio, no pueden sino errar en la discusión, puesto que el presupuesto que sostiene la misma es equivocado: una determinada comprensión de la teoría sobre la que discuten, una comprensión cuantitativa.
Recientemente, en España, Diego Guerrero se ha erigido como uno de los defensores convencidos de la plena validez de la teoría marxista del valor (en sus términos, TLV, «teoría laboral del valor») como pieza irrenunciable del análisis empírico de la economía capitalista efectivamente existente. Diego Guerrero afirma que hay una «demostración» de la teoría del valor, que él expone en tres pasos, y que reproducimos aquí por su gran claridad y su fidelidad a la letra de Marx en El capital[3]:
Primer paso. Los bienes y servicios que están en los mercados son cosas y tienen precio. Esto es lo que en la época clásica se expresaba diciendo que las mercancías tienen al mismo tiempo «valor de uso» y «valor de cambio». […]. Cada tipo de mercancía específico (supongamos que hay dos millones de tipos diferentes) se distingue de todos los demás; […] Pero al mismo tiempo las mercancías están en el mercado, que es un hecho (fenómeno) real, y que de alguna manera iguala estos dos millones de tipos diferentes de mercancía […] Por consiguiente, el primer paso de nuestra demostración consiste en algo tan sencillo como el reconocimiento de que el mercado iguala de hecho determinadas cantidades de mercancías distintas mediante sus precios. […]
Segundo paso. Hay solo dos posibilidades de interpretar estos coeficientes que hemos escrito como aji[4]. O bien se dice que cada uno de los aij tiene el valor («valor» entendido aquí como «magnitud») que tiene «…porque sí». O bien se reconoce que cada una de esas magnitudes representa el valor (mercantil) relativo del par de mercancías implicado en la comparación, con independencia de a qué hecho, o razón o causa, se atribuya ese valor relativo. Pero lo que diferencia a esta segunda posición de la anterior es que ahora se reconoce que el valor (comercial) relativo tiene que ser el cociente de dos valores (mercantiles) absolutos, sea lo que sea lo que queramos entender por esto. […].
Tercer paso. Marx pensaba que la hipótesis de que los valores son «cantidades de trabajo igual» tiene muchos argumentos a su favor. Voy a intentar agrupar estos argumentos en tres tipos, que llamaré, respectivamente, «empírico», «lógico», y «teórico-histórico» […]. El argumento lógico lo saca Marx de Aristóteles, y está muy bien resumido por Martínez Marzoa (1983). […]. El argumento es muy simple, y dice así. Puesto que el valor permite igualar todas las mercancías […], tiene que consistir en una propiedad que 1) esté presente en todas ellas, y que reúna además otros dos rasgos: 2) ser cuantificable, y 3) ser ajena al valor de uso de la mercancías, ser independiente y no parte de este, ya que los valores de uso distinguen a los distintos tipos de mercancías entre sí y reúnen a los distintos especímenes de cada tipo en el interior de esa categoría.
Si el lector lo piensa desprejuiciadamente, se dará cuenta de que lo único que reúne estas tres exigencias es la propiedad presente en todas las mercancías […], sean bienes o servicios, de ser cada una de ellas el producto de una cierta cantidad física de trabajo humano directo […]. Comprobemos que esta propiedad reúne las tres condiciones, y que ninguna otra propiedad o cosa hace otro tanto[5].
En realidad, esta presentación de la teoría del valor comparte la formulación de, precisamente, su crítico clásico, el austriaco E. Böhm-Bawerk, que en 1896 acometió la «refutación» clásica de la teoría del valor de Marx. Marx, según Böhm-Bawerk, afirma, en un primer paso, que para poder ser intercambiables, dos mercancías presuponen ser conmensurables en algún sentido. Es decir, Marx deduce la necesidad de un «tercero común» a partir de la observación de un intercambio individual. En un segundo paso, Marx determina el trabajo abstracto como sustancia de este tercero, a través de un «proceder demostrativo». Böhm-Bawerk cuestiona la corrección lógica de ambos pasos: el intercambio no tiene por qué concebirse como una «igualación» en ningún sentido, luego la presencia de ese «tercero» sería refutable; y, aun en caso de que no lo fuera, tampoco tiene por qué postularse el trabajo abstracto como única propiedad común a ambas mercancías[6].
La agudeza de un Böhm-Bawerk y su séquito pierde su apariencia de novedad cuando constatamos que su argumentación ya fue empleada en tiempos de Marx por un economista llamado Bailey y recibió su correspondiente refutación por el propio Marx en Teorías del plusvalor[7]; pero lo que en todo caso nos interesaba señalar es que, antes de posicionarse sobre si una teoría es correcta o no, lo primero que hay que saber es qué dice esa teoría, y esto no es asunto que se pueda despachar tan fácilmente como opinan algunos de sus seguidores o detractores. Aquí, estos intérpretes suponen que la teoría del valor de Marx es una teoría indicada, primero, para deducir la magnitud de donde deriva el valor de las mercancías, y, segundo, para calcular dichos valores o precios –con su consiguiente «problema de la transformación», del que no podemos ocuparnos ahora–. Sería, pues, básicamente, una teoría de los precios, con un enfoque cuantitativo.
Hay que conceder que la interpretación cuantitativa de la teoría del valor de Böhm-Bawerk o de Guerrero no flota en el aire, sino que Marx induce a ella en su exposición en El capital[8]. Paso uno: «El valor de cambio aparece, en principio, como la relación cuantitativa, la proporción, en la cual los valores de uso de un tipo se intercambian por los de otro, una relación que varía continuamente según el tiempo y el lugar». Una mercancía se cambia por otras varias en diversas proporciones, pero precisamente por esto, ellas deben ser intercambiables entre sí. Paso dos, la deducc...

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