Escuelas en tiempos de cambio:

política, maestros y finanzas en el valle de Toluca durante la primera mitad del siglo XIX

José Bustamante Vismara

• Editorial: El Colegio de México
• Año: 2014
• ISBN de la versión impresa: 9786074625158
• ISBN del libro electrónico: 9786074626322
• Categoría: Historia
• Categoría: Historia mexicana

Hacia fines del periodo virreinal novohispano hubo un complejo conjunto de establecimientos de enseñanza elemental; tanto en ciudades, como en pueblos de indios, se instalaron y sostuvieron escuelas. A partir de ese horizonte, esta obra busca demostrar que continuidades y rupturas se sucedieron luego de un proceso de independencia.

IV. AL RITMO DE LA CONTRIBUCIÓN DIRECTA

LOS PROBLEMAS relacionados con el financiamiento de la educación resultan neurálgicos para comprender las pautas de funcionamiento de estas escuelas. Preguntas tales como cuánto dinero se recolectaba, cómo y quiénes hacían esa recaudación, para qué servían dichos fondos, son aspectos sobre los cuales se pretenderá ofrecer algunas observaciones. El resultado, se espera, no sólo repercutirá en la comprensión de lo educativo. Permitirá echar luz sobre la organización de estas municipalidades y sus pueblos, así como ofrecerá una mirada de la historia fiscal del periodo.

Diversos trabajos han abierto caminos y avanzado sobre el campo de análisis.[1] La investigación de Dorothy Tanck acerca de las cajas de comunidad y los pueblos de indios en las postrimerías del periodo colonial es una referencia obligada.[2] La situación descrita crea numerosas pistas e interrogantes acerca de lo ocurrido tras la organización republicana. Sobre este periodo, sin embargo, los trabajos de historia de la educación no son muy precisos en relación con los aspectos financieros.[3] Para el periodo posterior a 1860, los estudios de Mílada Bazant ofrecen perspectivas y respuestas afinadas con esta problemática.[4]

Aspectos financieros del Estado de México y de las municipalidades han comenzado a estudiarse en los últimos años. El trabajo sobre la hacienda del estado efectuado por Carlos Marichal, Manuel Miño Grijalva y Paolo Riguzzi marca una perspectiva que resulta de interés para la mirada que aquí se pretende desarrollar.[5] La hipótesis que sostienen los autores alude a la necesidad de reconocer el siglo XIX como un periodo que resulta más complejo que las que lo consideran como un simple paréntesis de atraso o detenimiento. Señalan, además, la necesidad de diferenciar los diversos estratos fiscales del gobierno: el federal, el estatal y el municipal. Cada uno de ellos tendría una lógica propia, diferenciada. Un segundo aspecto se vincula con el reconocimiento de articulaciones entre los destacados cambios acaecidos a fines del siglo XIX y aquellos desenvueltos en las décadas precedentes. El tránsito de una fiscalidad de Antiguo Régimen a una moderna se habría dado mediante avances y retrocesos. Y, en dicho desarrollo —según una de las hipótesis presentadas por Carlos Marichal— hubo un comportamiento diferenciado entre los distintos niveles de las finanzas: las federales fueron las más inestables, las estatales constituyeron una amalgama entre lo tradicional y lo moderno, mientras que las municipales habrían sido las más estables.[6] Otros trabajos son los efectuados por Luis Jáuregui, quien realiza consideraciones referentes a las contribuciones directas en el siglo XIX[7] y explicita interrogantes sugestivos para nuestra perspectiva: ¿efectivamente fue importante la desaparición de la tributación decretada por Cádiz y ratificada por los procesos de independencia? ¿Cómo fue la reacción de los individuos que habían estado exentos y fueron pasibles del gravamen tras la independencia? ¿Y la de quienes consideraron que la independencia traería aparejada el fin de la tributación?

Las finanzas municipales y los bienes comunales de la región han sido analizados en los trabajos de Margarita Menegus y Diana Birrichaga Gardida. Esta última, desde la región de Texcoco, recoge pormenorizadas referencias acerca de los procesos de desamortización, las reconfiguraciones sucedidas en los bienes comunales y la vida política en un periodo similar al que aquí se aborda.[8] Sobre el proceso de desamortización de bienes comunales en directa relación con comunidades del valle de Toluca cabe aludir a los trabajos de Margarita Menegus.[9] Al respecto aquí es pertinente mencionar que no se analizarán referencias que entrelacen las escuelas y la disposición o productividad de tierras y bienes comunales. A pesar de que se sabe que durante el periodo virreinal hubo estrechas relaciones entre éstos, no se han localizado aquí detalles al respecto. Nada indica, por ejemplo, que el pago de las contribuciones directas a las que se hará referencia más adelante, se hubiera realizado en forma comunitaria.

No obstante los renovados trabajos que se han producido en torno a la historia fiscal, la relación entre contribuciones directas y escuelas resulta un terreno aún poco explorado. El desarrollo que continúa pretende aportar elementos en este sentido.

DE LAS CAJAS DE COMUNIDAD A LA CONTRIBUCIÓN DIRECTA

Los tributos constituyeron la parte principal del pago que en labores, moneda o productos realizaban los indígenas a la Corona.[10] Sin embargo, esos recursos no constituían la totalidad de aportes que se efectuaban a la administración virreinal. Se añadían, además, el medio real de ministros, el medio real de hospitales, los impuestos indirectos y, el que aquí más importa, el pago de real y medio para la caja de comunidad. Fue con éste —junto con las labores realizadas en las tierras de comunidad o los aportes pecuniarios de los padres de familia— que las repúblicas de indios sostuvieron y desarrollaron escuelas. En el análisis de Dorothy Tanck se puntualizan las alteraciones que conoció la administración de dichos fondos durante el periodo tardocolonial. Además de cambios administrativos, hubo una monetización y homogeneización de las erogaciones. El aporte del real y medio ya no quedaría, por ejemplo, condicionado por la productividad de las tierras comunales.[11]

Con la legislación de Cádiz y el proceso de independencia se dictaron decretos que abolieron aquellos gravámenes —en octubre de 1810 y en junio de 1813—, pero fueron prorrogados por intentos de restaurar esos ingresos. Y hubo pueblos en los que pudo reanudarse la recaudación, mas las obligaciones y emergencias sucedidas por los conflictos de la década de 1810 orientaron los gastos hacia el ejército o la milicia. De hecho, al iniciarse la década de 1820 se legislaría a fin de redireccionar los fondos colectados por contribuciones de guerra, hacia las escuelas.[12]

Entre las contribuciones directas impuestas durante el periodo postindependiente, cabe enumerar aquellas labradas sobre fincas rústicas y urbanas, derechos de patente y sobre profesiones, impuestos sobre sueldos y salarios, sobre artículos de lujo, así como la capitación.[13] Ésta era recolectada en tercios, cada cuatro meses, en abril, agosto y diciembre, con lo que se enlazaba a la tributación erogada por los naturales en el periodo virreinal.[14] Tanto los periodos de pago, como la forma de cobro continuaron en el periodo independiente, aunque sí fue incrementada la cantidad de población sujeta al gravamen, así como varió el monto de dicha contribución. El monto disminuyó sensiblemente para los indios que con anterioridad debían pagar por concepto de tributos 17 reales y medio al año[15] pero aumentó para los grupos sociales que con anterioridad no tributaban.

Otro cambio importante estuvo ligado al sustento ideológico que se procuró imponer con el liberalismo: se trataría de un impuesto igualitario que, a su vez, sería directo y equitativo. Todos debían pagarlo y lo harían en forma proporcional a sus ingresos. Tal fundamento resultaba idóneo y coherente con el propósito del gasto: las escuelas. Sin embargo, al ahondar en las pautas de su aplicación, la uniformidad, equidad y proporcionalidad resultaron lejanos deseos.[16]

LOS PUEBLOS DEL MARQUESADO DEL ESTADO DEL VALLE EN TOLUCA

Los datos presentados en el primer capítulo sobre la situación demográfica y social en Toluca a fines del siglo XVII muestran una imagen ambigua. Mientras los trabajos de historia de Toluca aluden a la casi total ausencia de escuelas en la región, el padrón de 1793 ofrece un panorama diferente...

Índice

• PORTADA
• PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
• ÍNDICE
• DEDICATORIA
• PRESENTACIÓN
• AGRADECIMIENTOS
• INTRODUCCIÓN
• I. EL VALLE DE TOLUCA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX
• II. ESCUELAS EN EL VALLE
• III. CERTÁMENES, ADMINISTRACIÓN Y POLÍTICA
• IV. AL RITMO DE LA CONTRIBUCIÓN DIRECTA
• V. MAESTROS EN EL VALLE DE TOLUCA
• CONCLUSIONES GENERALES
• APÉNDICES
• SIGLAS, FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
• SOBRE EL AUTOR
• COLOFÓN
• CONTRAPORTADA