Historia mínima de Corea
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José Luis León Manríquez

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Historia mínima de Corea

José Luis León Manríquez

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Actualmente la Península Coreana constituye un microcosmos de diversas tendencias políticas, económicas, sociales y culturales en el Este Asiático. A partir de una narrativa basada en la cronología histórica, los autores de este libro buscan sintetizar en unas cuantas páginas la fascinante complejidad de esta civilización. Los lectores encontrarán en esra obra un análisis que va desde los mitos fundadores de la nación coreana hasta las negociaciones para la reunificación de la península, pasando por la estructuración del Estado nacional, la compleja relación con las potencias vecinas, la colonización del país por parte de Japón, las luchas por la independencia, la partición del país y el consiguiente desarrollo de dos sistemas políticos y socioeconómicos radicalemente distintos.

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Información

Año
2010
ISBN
9786074624397
Categoría
Historia
I
DESDE LOS ORÍGENES HASTA
FINES DEL SIGLO XIV D.C.
SILVIA SELIGSON
Introducción
La Península Coreana ha sido frecuentemente considerada sólo como un puente entre las culturas de China y de Japón en el Este de Asia. Esta idea ha contribuido a que, en algunas ocasiones, su cultura y sus aportaciones sean poco conocidas. Debido a su estratégica ubicación geográfica, Corea ha sido vulnerable a lo largo de su historia tanto a las invasiones de sus poderosos vecinos como a su influencia cultural, sin por ello perder su identidad e individualidad ni su homogeneidad étnica.
Los coreanos forman parte del tronco tungúsico del grupo mongólico. Su lengua está relacionada con la amplia familia lingüística altaica, que incluye, entre otros idiomas, al mongol, al turco y al tungúsico. El coreano contiene una gran proporción de palabras chinas; de hecho el idioma chino fue empleado en las esferas oficiales, educativas y literarias hasta la época moderna. Además, adoptaron la escritura china por carecer de una propia, hasta el siglo XV en que inventaron el hangul, un notable sistema de 28 signos gráficos que representan a 21 vocales (y diptongos) y 19 consonantes.
Las evidencias arqueológicas confirman que el origen del pueblo coreano está relacionado con las tribus nómadas altaicas de las estepas de Asia Central, que se extendieron desde Siberia, Mongolia, Manchuria y Corea –con su centro en las Montañas Altai y Urales– hasta Finlandia, Turquía y Hungría, en Europa.
Dicho origen se refleja en su religión autóctona, musok o chamanismo coreano que, en términos generales, es similar al practicado en Siberia, si bien a través del tiempo fue evolucionando como resultado de su transmisión oral y de la integración de elementos de varias creencias religiosas provenientes del Este de Asia, principalmente taoístas, budistas y confucianas. El budismo fue la religión dominante entre los siglos VII y XIV, mientras que el neoconfucianismo prevaleció a partir de entonces hasta principios del siglo XX. En la actualidad se siguen practicando estas religiones, así como el cristianismo, que introdujeron misioneros católicos en las últimas décadas del siglo XVIII y los protestantes un siglo después.
La Península Coreana tiene una extensión de 220 839 km2; más del 70% del territorio es montañoso, el pico más alto es Paektu-san (Montaña de la Cima Blanca) con 2 744 metros de altura; está ubicado en la frontera con Manchuria de la actual Corea del Norte y ahí nacen los ríos Amnok y Tuman. Es la montaña más venerada por estar asociada con Tangun, el legendario fundador de Corea y progenitor del pueblo coreano. En ese pico inicia la cordillera Taebaek, que se extiende hacia el sur a todo lo largo de la costa oriental y que contiene la mayor parte de los recursos minerales del país, contrastando con las planicies y pequeñas bahías meridionales de la costa occidental. En Taebaek-san se origina el río Han (Hangang), que desemboca en el Mar Amarillo o del Oeste, y cuyo fértil valle ha sido escenario de grandes combates, así como paso estratégico o vía de intercambio en los periodos más relevantes de la historia de Corea.
Corea cuenta con aproximadamente tres mil islas, siendo Cheju –de origen volcánico– la más grande y sobresaliente debido a que ha conservado su peculiar cultura y tradiciones. Únicamente la quinta parte del territorio es apta para la agricultura, cuyo origen se remonta al quinto milenio a.C., con el cultivo del mijo, que es el predominante en el norte, mientras que en el sur prevalece el arroz, introducido de China a través de Manchuria hacia el segundo milenio a.C. Las regiones más productivas son las planicies irrigadas por los ríos Han, Kum y Nakdong (véase mapa 1).
Este capítulo resume los aspectos más relevantes de la historia del pueblo coreano, desde sus orígenes en la Era Paleolítica hasta fines del siglo XIV d. C. y se divide en tres partes: la primera abarca las épocas Prehistórica y Protohistórica culminando con la formación de los Estados Tempranos hacia el siglo III d.C.; la segunda describe el periodo de los Tres Reinos y del Reino Unificado de Shilla (siglos IV al X) y la tercera está dedicada a la Dinastía Koryo (918-1392).
Las fuentes documentales para los tiempos prehistóricos son escasas y en gran parte se basan en los hallazgos arqueológicos, o bien son principalmente textos chinos que, por lo general, hacen una esporádica alusión a Corea. La fuente para el periodo que comprende desde fines del Neolítico hasta la formación de los Estados Tempranos y que hace referencia a los antiguos coreanos o Dongyi (la gente o los bárbaros del Este) es el texto Weizhi, Dongyichuan, que forma parte de la obra Sanguozhi (Historia de los Tres Reinos) del siglo III d.C. (citada y traducida parcialmente en Lee y De Bary, 1997: 7-13).
Existen dos importantes obras de autores coreanos que, si bien no son contemporáneas de los hechos que describen, se basan en antiguos textos coreanos y chinos prácticamente desaparecidos. Una de ellas es Samguk Sagi (Historia de los Tres Reinos), que escribió Kim Pu-sik (1075-1151), un funcionario de alto rango de la Corte de Koryo, y es la historia oficial de dicho periodo. Por lo tanto, los acontecimientos ahí narrados fueron seleccionados bajo las convenciones de la historiografía confuciana, es decir, estudian las virtudes y los defectos de los gobiernos del pasado e interpretan los mitos y las leyendas como distorsiones de los hechos (según los traductores del Samguk Yusa, Iryon, 2004: 9).
La otra obra es Samguk Yusa (Leyendas e Historia de los Tres Reinos), compilada por Iryon (1206-1289), el Preceptor Nacional budista de Koryo, y se centra en uno de los Tres Reinos, Shilla, que con el tiempo conquistó a los otros dos (Koguryo y Paekche). Esta obra cubre principalmente el periodo siguiente, o sea, desde que se unifica la península en 680 hasta su caída a manos de la dinastía Koryo en 935. Si bien tres de los cinco capítulos que constituyen esta obra están dedicados al budismo, especialmente a la vida y milagros de famosos monjes, Iryon también preservó leyendas y costumbres antiguas, muchas de ellas anteriores a la introducción del budismo en Corea, tales como el mito de fundación del primer Estado coreano, Ko Choson, por Tangun y los mitos de los Tres Reinos. Una valiosa fuente de información adicional sobre dicho periodo proviene de los hallazgos arqueológicos en las tumbas de la realeza de los Tres Reinos.
La más importante obra para el estudio de la Dinastía Koryo es Koryo sa (Historia de Koryo), la cual fue compilada en los albores (1392-1451) de la Dinastía Choson bajo los auspicios de este Estado neoconfuciano (citada y parcialmente traducida en Lee y De Bary, 1997: 173-258).
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Épocas prehistórica y protohistórica
Durante el Paleolítico inferior (aprox. de 2 500 000 a 200 000 a.C) existía una continuidad cultural en lo que actualmente es el territorio de China, Corea y Japón. Es posible que el Homo erectus descubierto cerca de Beijing (el Hombre de Pekín), y que habitó ahí hace unos 500 000 años, haya llegado a la Península Coreana en ese tiempo, ya sea por Manchuria, por el Mar Amarillo –en ese entonces de escasa profundidad– o por los puentes de tierra que existían entre Corea y Japón y entre las islas japonesas Hokkaido y Sakhalin hacia Siberia. Evidencia de ello son los restos fósiles de éste, así como de Homo sapiens, descubiertos en la Península de Liaodong (Sohn, 1970: 4-24. Kim, 1986: 25).
Es difícil determinar las fechas de los más antiguos sitios paleolíticos en la Península Coreana, pero se pueden inferir por los vestigios (con fecha aproximada de 400 000 a.C.) hallados en la cueva de piedra caliza en Komunmoru, al sureste de Pyongyang, que contenía herramientas de piedra (hachas y raspadores), huesos de varios animales (rinoceronte, mono, visón, caballo, elefante, tigre y oso), así como de un tipo de caballo que se extinguió después del Pleistoceno medio. Otro sitio importante es Chongoki-ri, en la parte central, en donde se encontraron hachas de mano tipo acheulian y restos habitacionales que datan de 270 000 a.C. (Kim, 1986: 26-27 y 154-157).
Del Paleolítico medio (aprox. 100 000-40 000 a.C.) son los restos humanos (dientes y huesos) encontrados en Daehyun-dong, cerca de Pyongyang, y en Turubong (en el sur de la península), cuya cueva 2 contenía además restos de una hoguera con carbón hecho de pino, arce y aliso, así como huesos de venado labrados con representaciones de este animal, por lo que Yi Yung-jo infiere que era venerado por sus habitantes (citado por Portal, 2000: 23-24).
Dos sitios importantes correspondientes a la última época glacial (Paleolítico superior, aprox. 40 000-10 000 a.C.) son: 1) Suyanggae, en el sureste de la península, donde se descubrieron hachas de mano, cuchillos rectangulares, raspaderas, puntas espigadas y buriles hechos de cuarcita, esquisto, riolita y obsidiana, así como restos de piel animal y madera de camelia, pino y arce. 2) Sokchang-ri, al sudoeste, que incluye un área habitacional delimitada por dos hileras de piedras, con un hogar y cinco orificios para postes, lo cual sugiere que ahí residían unas diez personas; empleaban obsidiana y cuarzo para elaborar herramientas y trabajaban el cuerno y el hueso (Sohn, 1974: 4-14).
De las evidencias arqueológicas mencionadas, los estudiosos citados deducen que los pobladores de la península que arribaron durante este periodo eran grupos de nómadas paleo-siberianos, aunque no se puede precisar si los coreanos actuales son sus descendientes étnicos. Los hallazgos conducen a pensar que habitaban tanto en cuevas como en construcciones a nivel de suelo, cuyos vestigios indican que el área de asentamiento estaba parcialmente rodeada por un muro y que usaban el fuego para cocinar y calentarse. Vivían de la recolección de frutos y raíces, así como de la caza y de la pesca, y sus implementos eran de piedra. Tenían cierto tipo de vida comunal y, según Lee (1984: 2), recurrían a algún poder mágico para pedir éxito en la cacería y protección personal, pero no hay ningún tipo de evidencia que lo sustente.
Posteriormente, durante el Neolítico inferior (aprox. 6 0004 500 a.C.), sus pobladores, que eran del mismo grupo étnico de los que entonces habitaban en Siberia, se establecieron en las cuencas de los ríos y elaboraron implementos de piedra pulida que utilizaban sobre todo para la pesca, y una cerámica simple de base redonda o plana. Se conocen algunos sitios, entre ellos Kulpori y Misong-ri (en el norte), Osan-ri (en la costa del este) y Tongsam-dong, en la isla Yong-do cercana al puerto de Pusan, siendo este último el más antiguo. Los tipos de cerámica ahí encontrados son muy variados, lo cual sugiere la existencia de comunidades independientes con escasa interacción (Nelson, 2004: 101-106. Im, 1984: 11-22).
A partir del Neolítico medio (aprox. 4 500-3 500 a.C.), la presencia de estos grupos ya es evidente en toda la península, siendo Amsa-dong (cerca de la actual Seúl) el sitio mejor conocido y más importante. Durante este periodo, que Nelson llama de domesticación especializada (2004: 106-108), criaron cerdos y cultivaron gramíneas como el mijo y el sorgo. Las vasijas de barro más representativas son de forma cónica y su superficie tiene incisiones de líneas paralelas hechas con un instrumento similar a un peine, por lo que se conocen con el nombre de “Patrón o modelo de Peine”. Esta cerámica (Chulmun) es similar a la encontrada en las cuencas de los ríos Amur y Sungari en Manchuria y en regiones de Siberia y Mongolia. Según Lee (1984: 8), estas líneas tenían un significado religioso: las paralelas simbolizan el agua y las otras en zig-zag el trueno o rayo, la fuerza celestial creadora. Posiblemente también tenían una conno...

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