Historia mínima de Chile
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Historia mínima de Chile

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Historia mínima de Chile

Descripción del libro

Esta obra explica los procesos esenciales que han dado forma a la trayectoria histórica de Chile, acogiendo lo que la historiografía corrientemente ha estudiado y difundido como historia nacional, pero también ofreciendo interpretaciones que complementan, y en ocasiones cuestionan, las nociones más arraigadas sobre la historia de esta realidad natural y social nombrada Chile desde épocas inmemoriales. De este modo se asume que no existe una sola historia de Chile y que la heterogeneidad también es propia de esta comunidad.

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Información

Año
2014
ISBN de la versión impresa
9786074626094
ISBN del libro electrónico
9786074626346
Categoría
Historia
CRISIS Y RECUPERACIÓN DE LA DEMOCRACIA
La evolución política
La elección de Jorge Alessandri en 1958 significó el acceso de la derecha al poder. Pese a declararse independiente y técnico, Alessandri debió gobernar con los partidos Liberal y Conservador. Inicialmente, el gobierno desarrolló una fuerte expansión y un plan de estabilización económica que le permitió obtener algunos logros en la lucha contra la inflación. Sin embargo, a fines de su periodo presidencial era evidente que no se había materializado el proyecto político gubernamental, limitándose la administración a resolver los problemas más urgentes. Entre ellos, los daños provocados por el terremoto y maremoto que asoló la zona centro-sur de Chile en 1960, que tuvo en las obras destinadas a evitar la destrucción de Valdivia, amenazada por los efectos del movimiento sísmico sobre el lago Riñihue, una de la acciones épicas de los ingenieros nacionales que, luchando contra la naturaleza, conmovieron a todo el país.
En 1964 el candidato democratacristiano Eduardo Frei Montalva obtuvo la mayoría absoluta en la elección presidencial. Antes, se había desplegado una intensa “campaña del terror” en contra de la candidatura del izquierdista Salvador Allende, reflejo de un sistema político que ya comenzaba a mostrar crecientes grados de polarización e intolerancia.
El nuevo gobierno aplicó un programa que buscó transformar las estructuras de la sociedad chilena. La “Revolución en libertad”, como se le llamó, puso énfasis en la profundización de la democracia mediante planes de promoción popular, el desarrollo del sindicalismo, la reforma agraria y la adquisición de 51% de los yacimientos de la Gran Minería del cobre.
Durante los seis años de gobierno de Frei Montalva no solo se construyeron miles de viviendas, escuelas y jardines infantiles; aumentó la matrícula escolar; se impulsó la participación activa de la mujer en la vida nacional; se fomentaron la sindicalización campesina y las organizaciones vecinales, también se revitalizó la participación y presencia del país en la comunidad internacional.
Pese a los logros alcanzados, el gobierno no fue capaz de resolver el problema inflacionario. Lo anterior, unido a la polarización de la vida política y a una fuerte carga de ideologismo, propia de los años sesenta, explica la agudización de los conflictos sociales y políticos que se observó a fines del periodo presidencial de Frei, los que incluyeron hechos de violencia, tanto de las fuerza policiales como de agrupaciones políticas.
La lucha electoral de 1970 enfrentó tres programas, tres concepciones de la sociedad, que correspondían a las tendencias políticas que desde 1958 venían planteándose con nitidez: la derecha, el centro y la izquierda, cada una con su utopía, su planificación global, su proyecto excluyente, en una sociedad crecientemente polarizada y angustiada por la precaria situación de un gran porcentaje de la población que vivía bajo la línea de la pobreza.
La izquierda, agrupada en la Unidad Popular (UP), una coalición política que reunía a comunistas, socialistas, radicales, cristianos, masones, revolucionarios e independientes, llevó como candidato a Salvador Allende, quien propuso desarrollar nuevas formas de organización social, política y económica, tanto para superar el subdesarrollo como para avanzar en el sistema socialista. Su programa planteó sustituir el sistema bicameral existente por una cámara única, y el establecimiento de tres áreas económicas: la estatal, la mixta y la privada.
La derecha, representada por el Partido Nacional, propuso una renovación política amplia y una profunda transformación económica que reemplazara los conceptos intervencionistas y estatistas por formas económicas en las que la iniciativa privada y el mercado tuvieran un papel protagónico. Postuló “La nueva República”, a la cual se llegaría con una reforma constitucional y el retorno a formas económicas liberales. Jorge Alessandri fue el líder que representó esta tendencia.
En el centro político, la Democracia Cristiana (PDC) postuló a Radomiro Tomic, quien presentó un programa de carácter anticapitalista, muy similar al de la Unidad Popular, en virtud del cual el PDC debía declararse socialista y revolucionario y rechazar la nacionalización pactada del cobre, es decir el acuerdo con las grandes compañías mineras, apoyando la nacionalización por ley.
Luego de una campaña muy tensa, el abanderado de la UP obtuvo 36.2% de los votos en las elecciones presidenciales. En noviembre de 1970 Salvador Allende asumió la presidencia. Su gobierno, el primero declaradamente socialista que había en el país, inició entonces su “vía chilena hacia el socialismo”.
En sus primeros meses el nuevo gobierno avanzó en su programa de expropiaciones y nacionalizaciones de su plan económico. El Estado expropió numerosas empresas privadas y nacionalizó el hierro, el carbón y el cobre, intensificó la reforma agraria e inició la estatización de la banca, lo que provocó la reacción de los grupos afectados.
Entre tanto, la inflación y la escasez de productos esenciales alentada por la oposición para provocar desabastecimiento, fueron acentuando el conflicto social. Las manifestaciones de protestas y de apoyo al gobierno se hicieron habituales, y normal fue también que terminaran en medio de la violencia. El régimen no pudo controlar la agitación y el uso de la fuerza, tanto de grupos oficialistas como de opositores, y la intensidad y frecuencia de los conflictos crearon un clima de gran polarización al cual contribuyó el proyecto educacional del gobierno, la Escuela Nacional Unificada (ENU), que la oposición y la Iglesia católica vieron como un proyecto totalitario, imposible de aceptar, en algunos casos, aun antes de haberlo analizado en profundidad.
Como antes, y también después, la educación también fue apreciada en situación de crisis por el gobierno de la UP o, lo que es lo mismo, que no respondía a las necesidades de un país que vivía una profunda transformación social, y que luchaba por salir del subdesarrollo. Entre sus síntomas se mencionaba la desigualdad de oportunidades de los escolares que ingresaban al sistema pues en 1972, de cada 100 estudiantes incorporados al primer año básico, solo 14.2 llegaban a 4º medio, y apenas 4.1 ingresaban a la Universidad. Según el censo de 1970, de cada 100 trabajadores, 8.3 jamás habían asistido a la escuela, 52.1 tenían menos de 4º básico y solo 34.9 habían cumplido o superado los seis años de escolaridad obligatoria, en tanto que 4.7% de los censados no declaró su nivel de estudios. La conclusión fue que se necesitaba más educación y para un mayor número de personas, pero también de jor calidad y orientada a la calificación de la mano de obra.
Las estadísticas muestran que entre 1970 y 1973 el sistema educacional amplió su matrícula a un ritmo sin precedentes. Si en 1970 había 2 477 254 alumnos registrados en todos los niveles de enseñanza, en 1973 alcanzaban a 2 996 103, es decir, 17.4% de aumento en solo tres años y un crecimiento promedio anual de 6.54%, el más alto registrado hasta entonces. Mientras esto ocurría, todo el sistema educacional, considerando la población hasta los 24 años de edad, amplió su cobertura de 47% en 1970, a 54.5% en 1973.
Entre los actores que evaluaron la reforma educacional planteada por la UP, la Iglesia católica fue uno de los que expresó con más fuerza y claridad su rechazo, obteniendo, por su papel en la sociedad y la trascendencia de sus juicios, gran apoyo ciudadano; siendo determinante no solo en relación con la suerte final de la ENU, sino también del régimen que la promovió. La Iglesia puso en duda el carácter pluralista de la ENU pues no veía destacados en parte alguna los valores humanos y cristianos que formaban parte del patrimonio espiritual de Chile y a los que, sostuvo, se adhería un altísimo porcentaje de la población.
La posición de la Iglesia católica era presentada por la prensa lejana al gobierno, y vista por la oposición a la UP, como un rechazo total y categórico a la ENU. Dada a conocer a comienzos del año escolar, en marzo de 1973, se sumó a las posiciones de otras instituciones, actores y fuerzas vivas de la sociedad, formando parte de un debate, en medio de un clima tenso por las circunstancias de la época, que transformaron el análisis del proyecto en un diálogo de sordos. De este modo, la propuesta educacional del gobierno de la Unidad Popular ofrece un elocuente ejemplo de la proyección política que el tema educacional puede llegar a tener en el país. Cuando fue planteada, en el ambiente de polarización por el que entonces atravesaba la sociedad, y que culminaría con el golpe militar de 1973, pocos fueron los actores sociales y políticos que la analizaron en su mérito. La ENU se transformó para la oposición en un motivo, un gran instrumento por medio del cual atacar al gobierno; fue un medio que facilitó su unidad y cohesión al verse en ella un intento por, como se dijo, instaurar un sistema educacional de carácter totalitario.
Para llevar adelante sus planes, el gobierno recurrió a resquicios legales mediante los cuales burlaba el fondo de la legislación. Los partidos de oposición, agrupados en la Confederación por la Democracia (Code), acusaron al presidente de colocarse al margen de la legalidad, entre otras razones por no contener a los sectores de extrema izquierda y sus acciones violentas, y no escatimaron esfuerzos por impedir lo que para sus dirigencias era un tránsito irreversible hacia un Estado marxista. Huelgas, paros nacionales y protestas diarias de diversos sectores productivos, educacionales y gremiales marcaron el año 1972. Junto con la presión de la oposición Allende sufrió la sus partidarios más radicalizados, como los socialistas y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que lo urgían a acelerar el tránsito hacia el socialismo, promoviendo acciones de hecho y profiriendo declaraciones que exacerbaron el ya de por sí tenso clima político.
En este ambiente, las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 no resolvieron la crisis política puesto que, si bien la Code obtuvo la mayoría absoluta, la UP aumentó su votación respecto de 1970, llegando a casi 44%. Persistía así el empate político que dividía al país y que impedía que el gobierno materializara plenamente su programa o que la oposición destituyera legalmente al presidente utilizando una acusación constitucional.
A lo largo de 1973 las tensiones políticas se acentuaron, la violencia no disminuyó y las posibilidades de acuerdo se alejaron, todo inmerso en una profunda crisis económica, social y política. El sistema político se mostró incapaz de superar la situación y el régimen democrático comenzó a desmoronarse en medio de una intensa campaña de opinión en contra del gobierno de Allende. En un último intento por salvar la crisis, se iniciaron conversaciones entre el gobierno y la oposición que fueron un fracaso. Entre tanto, sectores opositores comenzaron a acercarse a las Fuerzas Armadas instándolas a acabar con el régimen de la Unidad Popular. Entonces se hizo presente también el intervencionismo estadounidense, que promovió, apoyó y financió acciones desestabilizadoras contra el gobierno de Allende.
El quiebre institucional
El acceso al poder de los militares en 1973 no fue un hecho aislado en el contexto de la historia de Chile republicano, y tampoco fue inédito en el concierto latinoamericano de la época. En la historia nacional, en la época de la organización nacional, luego de la independencia, y en la década de 1920 los militares habían llegado al poder, mientras que una de las características de la evolución política de las naciones latino­americanas fueron las frecuentes intervenciones militares producidas a partir de los años sesenta.
Cada una de las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos que tomaron el poder político adujeron variadas razones, sin embargo, comunes a todas fueron la necesidad de restablecer el orden y modificar los sistemas políticos imperantes, recuperar las economías de situaciones críticas y hacer frente a las amenazas totalitarias que la Doctrina de la Seguridad Nacional representaban en el marxismo. Estos elementos, más los factores locales, explican la llegada al poder de los militares chilenos en 1973.
Una de las principales características de la historia de Chile en la segunda mitad del siglo XX fue la existencia de profundos desequilibrios en las estructuras sociales y económicas. En el plano económico, el desarrollo del sector industrial y minero fue muy superior al desenvolvimiento alcanzado por el mundo agrícola. En el ámbito social, el grado de bienestar alcanzado por los sectores medios y proletarios urbanos fue muy superior al de los campesinos y al de los marginados de las ciudades quienes, subsistiendo en condiciones muy precarias, constituyeron sectores dispuestos a otorgar su voto a quienes les ofrecieran una rápida solución a sus problemas.
Aunque el modelo de desarrollo hacia adentro implementado en la década de 1930 permitió un crecimiento sostenido de la economía, mejorando así las condiciones de vida de la población, no pudo satisfacer las crecientes demandas de los diferentes sectores sociales que conformaban la realidad nacional. Todo en medio de ciclos inflacionarios que llevaron el alza del costo de la vida a niveles nunca vistos en el país, y de una economía que continuó dependiendo de los mercados externos a pesar del esfuerzo industrializador. Aunque la producción industrial aumentó y se produjeron mejoras sociales, subsistieron las carencias habitacionales, laborales y educacionales.
Las graves diferencias existentes en la sociedad llevó a cada uno de los partidos políticos a realizar un diagnóstico de los problemas del país, concluyendo que eran necesarias transformaciones profundas en todos los ámbitos de la vida nacional. Surgieron entonces, a fines de la década de 1950, las planificaciones globales, proyectos que implicaban un cambio integral de la sociedad a fin de corregir los desequilibrios existentes en su interior. Cada sector político: la izquierda, la derecha y el centro, creyó tener la solución para el país; cada uno presentó su proyecto, diferente y excluyente del otro, y así se hizo imposible lograr el acuerdo político necesario.
Frases como “ni por un millón de votos cambio una coma de mi programa”, utilizada por Frei el año 1964, o “avanzar sin transar”, característica de los partidarios de la Unidad Popular, ni qué decir de los tanques atacando La Moneda en 1973, reflejan la situación política que llevó al quiebre de la democracia.
Los grupos marginados de los beneficios del sistema, apremiados por su precaria situación económico-social, presionaron a los partidos con la esperanza de obtener soluciones. Estos, a su vez, ofrecieron sus proyectos disputándose el electorado, con lo cual solo se consiguió agudizar más las diferencias e imposibilitar los compromisos. La vida política se polarizó. Cada sector creyó ser el dueño de la verdad y ninguno estuvo dispuesto a ceder. Entonces surgió la violencia política. Sectores juveniles y radicalizados de izquierda, influidos por la Revolución cubana, la usaron para presionar al sistema político en favor de las reivindicaciones de los grupos más postergados. En tanto entre las agrupaciones de centro y derecha también se organizaron grupos de choque para enfrentar, en la calle, a los partidarios de la izquierda.
La clase media, que era la gran beneficiada con el modelo imperante, se atemorizó con las presiones populares, y también se mostró dispuesta a utilizar la violencia para defender sus beneficios. Las fuerzas políticas, en su lucha electoral por el poder, radicalizadas y cerradas a todo posible acuerdo, se volcaron a la calle, intentando resolver por la fuerza lo que electoralmente resultaba un virtual empate entre el centro, la derecha y la izquierda. Fue en este contexto de radicalización, agravada por las repercusiones de la Guerra Fría, que se produjo el triunfo de las fuerzas de izquierda en la elección presidencial de 1970.
La crisis de 1973 tiene variados antecedentes y múltiples causas. Sin embargo, uno de los factores fundamentales para explicarla fue la pérdida de confianza en el sistema demo...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
  3. ÍNDICE
  4. PRESENTACIÓN
  5. LOS HABITANTES DE LO MÁS HONDO DE LA TIERRA
  6. LA CONQUISTA DE AMÉRICA Y SUS PROTAGONISTAS
  7. CHILE, FINIS TERRAE IMPERIAL
  8. CHILE COLONIAL, EL JARDÍN DE AMÉRICA
  9. LA SOCIEDAD MESTIZA
  10. LA ORGANIZACIÓN REPUBLICANA
  11. EL ORDEN CONSERVADOR Y AUTORITARIO
  12. LA CAPITALIZACIÓN BÁSICA
  13. LA EXPANSIÓN NACIONAL
  14. LOS CONFLICTOS INTERNACIONALES
  15. LA SOCIEDAD LIBERAL
  16. LA CRISIS DEL RÉGIMEN LIBERAL
  17. EL ESFUERZO DESARROLLISTA
  18. CRISIS Y RECUPERACIÓN DE LA DEMOCRACIA
  19. COLOFÓN
  20. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  21. SOBRE EL AUTOR
  22. CRÉDITOS
  23. CONTRAPORTADA