De una revolución a la otra
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De una revolución a la otra

México en la historia. Antología de textos

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De una revolución a la otra

México en la historia. Antología de textos

Descripción del libro

Esta antología recoge veintitrés ensayos publicados por Jean Meyer en diversas obras académicas, revistas especializadas y de divulgación, en torno a tres grandes temas: la Independencia de México, la Revolución mexicana y el conflicto entre la Iglesia católica y el Estado mexicano durante los siglos XIX y XX, varios de estos últimos sobre la Guerra Cristera. El libro reúne artículos publicados desde la década de los sesenta hasta ahora, cubriendo un amplio periodo de la producción del autor. El lector encontrará que Jean Meyer regresa a estos temas y periodos de manera recurrente, con nuevas fuentes y nuevos casos de comparación que permiten identificar lo particular y lo universal de la historia mexicana.

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Información

Año
2013
ISBN de la versión impresa
9786074624830
ISBN del libro electrónico
9786074626230
Categoría
Historia
LA IGLESIA CATÓLICA EN MÉXICO, 1929-1965[1]
PARADIGMAS Y CONTEXTO
Nos acostumbramos en nuestras democracias[2] occidentales llamadas laicas a separar netamente la esfera religiosa de la política, la primera supuestamente adjudicada al “fuero interno”, privada, individual; la segunda identificada con el espacio público, el cual está “cerrado” a las iglesias; en tales condiciones ¿cómo hablar de la Iglesia católica en política, como fuerza política?
La separación estructural de la Iglesia y el Estado, desde la Reforma, garantizaba teóricamente la doble libertad del individuo y del ciudadano, su doble libertad de “creer” o no, sin la menor coerción social: libertad de pensar la ciudad y su porvenir, de construirla con los solos criterios de lo visible y lo “racional”. Eso era una ilusión como lo demuestra el conflicto “religioso” de los años 1914-1938. Por lo tanto hay que pensar de nuevo la existencia de esa vieja pareja, la Iglesia y el Estado. Religión y política han sido siempre, a lo largo de la historia, ligadas y competidoras. La política busca, con breves excepciones, en lo invisible, en la religión, un fundamento para su legitimidad: Lázaro Cárdenas logra el nombramiento de Luis María Martínez como arzobispo de México y primado de la Iglesia mexicana, porque lo necesita; Manuel Ávila Camacho, antes de tomar posesión como presidente electo, afirma “Soy creyente”; el arzobispo Luis María Martínez ayuda al gobierno y tranquiliza a los Estados Unidos cuando obliga a Salvador Abascal a dejar la dirección de la Unión Nacional Sinarquista. En cuanto a la religión, no puede dejar de vigilar, acompañar, influir la política, para defenderse como institución y para encontrar o mantener su arraigo social. “Al César lo del César, y a Dios lo de Dios”: hermoso programa, pero la realidad no es tan sencilla.
Mi maestro Gabriel Le Bras decía que ignorar lo que pasa en la esfera religiosa es ignorar una parte notable del espíritu del siglo y de la vida nacional. Añadió que eso valía tanto para Francia como para México, al entregarme su carta de recomendación para el arzobispo Miguel Darío Miranda (julio de 1965).
Trataré esencialmente de la jerarquía de la Iglesia católica mexicana, y de Roma; de los laicos también, pero de manera secundaria; mejor dicho, subordinada. Primero, una serie de advertencias. Un viejo paradigma del liberalismo triunfante quiere que la Iglesia católica haya sido colonialista hasta 1821, conservadora e imperial en el siglo XIX, contrarrevolucionaria y ultraderechista en el siglo XX. En 1995, el presidente del Episcopado, Monseñor Sergio Obeso Rivera, podía quejarse: “It is very unfortunate that we are always noted as totally negative elements in our country, because in the official history […] the presence of the Church in Mexico […] is accursed”.[3] Se puede comentar este paradigma en esa forma: la Iglesia católica, de cierta manera, sigue siendo de “Antiguo Régimen” en la medida en que no se reconoce en ningún partido; por lo mismo situarla a la derecha es un error; puede encontrarse un tiempo a la derecha, un tiempo nada más. Hay siempre católicos de derecha, de izquierda y centristas; “la Iglesia” (¿qué es eso?) se encuentra en otra parte, en ningún punto de la línea que va de la izquierda a la derecha, o se pasa sobre esa línea, yendo y viniendo en ambos sentidos. Si vemos a la Iglesia como el enemigo histórico, no lograremos ni la más mínima lucidez.
Otro paradigma caracteriza a la Iglesia como un bloque monolítico, hipercentralizado, totalizado y totalitario, vertical y monárquico. En realidad la Iglesia es una democracia con sus corrientes, tendencias, facciones, partidos y si nos limitamos a la jerarquía, esa pequeña minoría dirigente, vemos que las divergencias, cuando no las oposiciones y contradicciones, son constantes. Muchos católicos piensan hoy que eso es una fuerza que explica la longevidad de la institución. Veremos que la lucha por el poder es muy real adentro de la Iglesia y que el control de las estructuras institucionales no garantiza el éxito ni la capacidad de llevar adelante un determinado proyecto social o religioso. El poder de la jerarquía es real, especialmente en esos años, pero se diluye en la experiencia cotidiana de los católicos. Un solo botón de muestra: entre 1932 y 1938 los obispos, obedeciendo al papa, condenaron más de 20 veces la lucha armada católica y sin embargo miles de católicos volvieron a levantarse en armas; condenaron las sociedades secretas y los católicos fundaron muchas. La obediencia/desobediencia me lleva al concepto weberiano que hago mío, el de “capellanocracia”.
Al tratar de la sola jerarquía, de la cúpula institucional, subrayamos precisamente la validez del concepto. Por “capellanocracia” Max Weber entiende el dominio ejercido por los clérigos (los sacerdotes como ejecutores de los proyectos pontificales y episcopales) sobre los laicos, incluso sobre los partidos católicos y los sindicatos cristianos, inevitablemente “asesorados” (dirigidos, controlados) en su tiempo, por “capellanes”. La Iglesia católica es universal y por la tanto es inevitable salir del estrecho marco nacional para situar en perspectivas nada excepcionales las aventuras y desventuras de los católicos políticos mexicanos desde el Partido Acción Nacional hasta el sinarquismo, pasando por la Liga y los cristeros. Eso no impide la existencia, en el seno de la Iglesia católica, de inconformes que fundan su desacuerdo en la religión misma. Como edificio de poder, la Iglesia, con el papa arriba, invoca siempre el principio de autoridad y, de mil maneras, pasa compromisos, “arreglos”, modus vivendi con los Estados, hasta los más “desagradables” para los católicos. Pero, como es evangélica, la Iglesia es una comunidad de fieles, laicos y eclesiásticos, entre los cuales existen no sólo “demócratas” y “monarquistas”, sino “intransigentes”[4] enemigos mortales del liberalismo y del socialismo, inmanentistas que exigen de su Iglesia un compromiso inmediato que, de hecho, se transforma en militancia política, en nombre de valores religiosos; no faltan nunca los teólogos de la violencia, lejanos descendientes de los anabaptistas, que rechazan ese mundo malo y juran detener la fe verdadera. Le cuesta mucho trabajo a la jerarquía, si no doblegar, por lo menos canalizar y neutralizar esas energías peligrosas.
Uno tiende a situar a la derecha estos últimos, calificándolos de “integristas” (ellos mismos se llaman así entre 1940 y 1950), pero el surgimiento de la teología de la liberación y de su ala radical guerrillera, después del Concilio Vaticano II, nos obliga a preguntarnos: ¿qué es la izquierda, qué es la derecha? ¿A qué corresponde esa metáfora espacial que nace a principios del siglo XIX y ha conquistado al mundo entero, ganándose la dignidad de “representación colectiva”, de arquetipo? Los hay que no dudan de catalogar a Hernán Cortés como de derecha. ¿Será Cuauhtemotzin de izquierda, de manera que el presidente Cárdenas llamará a su hijo Cuauhtémoc? La izquierda (en plural) acepta feliz ser calificada de izquierda; la(s) derechas(s) mucho menos de ser llamada así. Menos la ultraderecha. ¿Y los católicos, y la Iglesia católica? Supongamos que fuesen todos de derecha, ¿a cuál de las derechas pertenecerían?
Hay una derecha “reaccionaria” que va de Joseph de Maistre a Charles Maurras y que lanza el triple anatema contra el Renacimiento (humanista), la Reforma (protestante y liberal), la Revolución (francesa y demás), para ofrecer su propia revolución (nacional). Hay una derecha moderada, liberal, que empieza con Burke, Benjamin Constant y Tocqueville y que puede incorporar cierto pragmatismo católico así como parte de su corporativismo. Entre 1890 y 1930 surge una derecha radical que va de Georges Sorel a Ernst Jünger y que ha sido, a veces, identificada como una de las fuentes del fascismo; su elitismo la distingue sin embargo de aquél.
Después de la Primera Guerra Mundial, bajo el impacto de la masacre y la Revolución bolchevique, nacen el fascismo y el nacional socialismo. Y no faltan las malas lenguas para decir que Stalin pertenece a la extrema derecha. Tres de esas cuatro derechas no combinan con la Iglesia católica, lo que no impide concordatos y arreglos cupulares siempre tácticos.
Finalmente hay que situar a México y a la Iglesia católica, que tiene su Tiempo propio, en el Tiempo del mundo; bajo la batuta de Pío XI y Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI, la Iglesia enfrenta bolchevismo y fascismo, anticlericalismo y nacional socialismo; vive el momento del entre-dos-guerras mundiales, de la Gran Depresión, de la crisis de las democracias, del antisemitismo y ...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
  3. ÍNDICE
  4. PRÓLOGO, por Sara Hidalgo
  5. INDEPENDENCIA
  6. TRES LEVANTAMIENTOS POPULARES
  7. 1808: EL AÑO DE LOS FRANCESES
  8. LA PARTICIPACIÓN POPULAR EN EL LEVANTAMIENTO DE 1810 EN LA NUEVA ESPAÑA
  9. LA LEY LERDO Y LA DESAMORTIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES EN JALISCO
  10. REVOLUCIÓN
  11. HACIENDAS Y RANCHOS, PEONES Y CAMPESINOS EN EL PORFIRIATO. ALGUNAS FALACIAS ESTADÍSTICAS
  12. LOS OBREROS EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA: LOS “BATALLONES ROJOS”
  13. ¿FUE MÉXICO GERMANÓFILO DE 1914 A 1918?
  14. PERIODIZACIÓN E IDEOLOGÍA
  15. EL ANTICLERICAL REVOLUCIONARIO, 1910-1940. UN ENSAYO DE EMPATÍA HISTÓRICA
  16. EL EJÉRCITO POSREVOLUCIONARIO, 1920-1940
  17. LOS “KULAKI DEL EJIDO” (LOS AÑOS TREINTA)
  18. EL CAUDILLISMO ELECTORAL HASTA 1929
  19. CONFLICTO IGLESIA-ESTADO
  20. UNA IDEA DE MÉXICO: LOS CATÓLICOS EN REVOLUCIÓN
  21. EL CONFLICTO RELIGIOSO EN CHIHUAHUA, 1925-1929
  22. COLIMA EN LA CRISTIADA
  23. RESISTENCIAS CATÓLICAS EN EL MÉXICO REVOLUCIONARIO A LA HORA DEL CONFLICTO RELIGIOSO
  24. LA SEGUNDA (CRISTIADA) EN MICHOACÁN, 1932-1940
  25. CÁRDENAS, LA CUESTIÓN RELIGIOSA Y EL PETRÓLEO: EL 18 DE MARZO DE 1938
  26. RELIGIÓN Y NACIONALISMO
  27. LA IGLESIA CATÓLICA EN MÉXICO, 1929-1965
  28. UNA HISTORIA POLÍTICA DE LA RELIGIÓN EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO
  29. EXCURSUS
  30. EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN AMÉRICA LATINA
  31. COLOFÓN
  32. CONTRAPORTADA