Corrupción. Las cloacas del poder
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Corrupción. Las cloacas del poder

Estrategias y mentiras de la política mundial

  1. 232 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Corrupción. Las cloacas del poder

Estrategias y mentiras de la política mundial

Descripción del libro

Presenta el cuadro de un mundo controlado por grandes banqueros e intereses económicos que manipulan diferentes plataformas de la sociedad. No deja de tocar el mundo religioso donde asegura existen decenas de reverendos de renombre quienes se venden a los intereses de las agendas mundiales que conducen a un nuevo orden secular. Ese es el fin de este libro, ir más allá, profundizar en estos espinosos asuntos sin eufemismos y olvidando por completo la máxima de lo "políticamente correcto", tan de moda en la prensa actual. "Estamos acostumbrados a usar los medios de comunicación como un canal de información directa y fiable, pero, como señala Miguel Pedrero, la información que recibimos es momentánea y centrada únicamente en el hecho en sí." El autor se propone analizar las estrategias y mentiras de la política mundial para dar respuesta a una inquietante pregunta: ¿Por qué y cómo nos manipulan? Para ello huye de lo que podemos denominar "políticamente correcto" para sacar a luz las miserias que se esconden bajo la superficie. Detrás de los mayores dramas que vive la humanidad actualmente están oscuros intereses financieros, estratégicos y militares, este libro los destapa. Los telediarios emiten a diario dramas como el hambre en África o la guerra en Oriente Medio pero lo hacen de un modo rápido y superficial y luego deja de interesar, sin embargo, a poco que uno investigue estos hechos se dará cuenta de que muchos estados, bancos y multinacionales se benefician de estos dramas. Corrupción, las cloacas del poder realiza este trabajo de observación, investigación y crítica y nos presenta con valentía, sin censuras ni eufemismos la realidad en toda su crueldad, nos da los detalles, los datos y los nombres capaces de desestabilizar partidos, grandes compañías y gobiernos.

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Información

Año
2010
ISBN del libro electrónico
9788497631358
Edición
1
Categoría
Historia
CAPÍTULO 1
Comunistas por la gracia del “dios” banca
Cómo los grandes intereses bancarios financiaron la Revolución Bolchevique y otros movimientos revolucionarios
“Detrás de la Revolución de Octubre hay personajes mucho más influyentes
que los pensadores y ejecutores del marxismo”.
V. LENIN. Líder de la Revolución Bolchevique
y presidente de la URSS de 1917 a 1924.
ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A ESTUDIAR que la Revolución Rusa fue llevada a cabo por unos comunistas que se hicieron con el poder, que la URSS y Estados Unidos se enfrentaron durante décadas en la llamada Guerra Fría, o que los movimientos revolucionarios luchan contra el capitalismo. Sin embargo, tras leer este capítulo verá que las cosas no están tan claras.
CON SEGURIDAD, UNO DE LOS INVESTIGADORES que más se preocupó sobre el enorme poder de los grandes banqueros fue Carroll Quigley, profesor de Harvard, Princeton y Georgetown, y tutor de toda una saga de políticos e intelectuales estadounidenses que han llegado a los puestos de mayor responsabilidad en la administración norteamericana, entre otros, del ex presidente Bill Clinton, en Georgetown. El profesor Quigley escribe: “Yo sé de las operaciones de esta conspiración, porque la he estudiado durante veinte años, y se me permitió, durante dos años, a principios de 1960, examinar sus papeles y registros secretos… Me he opuesto, recientemente y en el pasado a algunas de sus políticas… Pero, en general, mi principal diferencia de opinión es que desea permanecer secreta, y creo que su rol en la historia es suficientemente significativo para ser dado a conocer”.

La conspiración de la banca internacional

EL VERDADERO INICIADOR DE LA CONSPIRACIÓN BANCARIA no es ninguna sociedad secreta, sino un ingenioso personaje llamado Meyer Amschel Rothschild (1743-1812). A diferencia de otros colegas, el banquero alemán se dio cuenta de que la mejor forma de hacer fortuna era prestar grandes sumas de dinero a diferentes potencias europeas, a un alto interés. El único problema consistía en que esos países pagaran los préstamos. Rothschild era consciente de la posibilidad que los grandes reyes y gobernantes se negaran a reembolsar la deuda, e incluso intentaran matarle. Una forma de asegurar la devolución del préstamo era lograr cierto poder en esos gobiernos para, de este modo, poseer la facultad de intervenir en su política nacional. La celada consistía en que si el rey o gobernante intentaba desviarse de la línea marcada por el gran banquero, financiaba a su enemigo o rival. Es decir, toda nación debe tener un enemigo; y si no existía, Rothschild se encargaba de crearlo.
Para llevar a cabo su plan, el banquero repartió sus hijos por Europa, creando diferentes sucursales de su entidad. A lo largo del siglo XIX se puede apreciar la influencia de los Rothschild en buena parte de los conflictos europeos. El profesor de economía Stuart Crane escribe: “Si uno mira hacia atrás, se da cuenta de que cada guerra en Europa durante el siglo XIX, terminaba con el establecimiento de una balanza de poder. Cada vez que se barajaban los naipes, había un balance de poder en un nuevo agrupamiento alrededor de la Casa de Rothschild en Inglaterra, Francia o Austria… Investigando los estados de deuda de las naciones en guerra, generalmente indicarán quien será castigado”. Años más tarde, otras familias de banqueros se apuntarían al mismo juego de influencia sobre los estados y naciones. Nos referimos fundamentalmente a los Warburg, Schiff, Morgan, Kuhn, Loeb o Rockefeller, verdaderos planificadores junto a los Rothschild de la historia de los siglos XIX y XX.
Image
Carroll Quigley, profesor de las universidades de Harvard, Georgetown y Princeton, además de tutor de importantes políticos estadounidenses como Bill Clinton. Quigley trabajó durante un tiempo para los grandes intereses bancarios y afirma que la banca internacional domina el mundo desde la sombra, apoyando y financiando según convenga a revolucionarios izquierdistas, democracias o dictaduras de derechas.
Algunas de las prebendas por los préstamos a naciones se referían a concesiones de explotación de recursos naturales, facilidades en todo tipo de industrias, etc. Pero las grandes familias de banqueros lo que ansiaban realmente era el control del dinero nacional. Para ello consiguieron que las principales potencias europeas, como pago a los préstamos, les concediesen el control de sus bancos centrales. Así nacieron los bancos centrales de Alemania, Inglaterra o Francia. Sobre esta cuestión, el London Financial Times del 26 de septiembre de 1921 publicaba que “media docena de hombres, en la cumbre de los cinco grandes bancos, podrían alterar toda la obra financiera del gobierno”. En Estados Unidos, el presidente Thomas Jefferson, temiéndose lo que se avecinaba, escribía en una carta dirigida a John Adams: “Creo sinceramente, como tú, que los establecimientos bancarios son más peligrosos que los ejércitos en pie”.
Cada vez un mayor número de políticos se percataban de que las grandes familias de banqueros en vez de competir entre si, más bien constituían alianzas para llevar a cabo un plan de acción común. Estas alianzas no se llevaron a cabo con fusiones bancarias como muchos lectores pueden estar pensando, sino por medio de lazos mucho más fuertes. Nos referimos a los lazos matrimoniales. Así, con las uniones de sangre, comienza la verdadera historia del poder mundial y la globalización. Veamos algunos ejemplos: Paul Warburg se casó con Nina Loeb; Félix Warburg con Fiedra Schiff; la hija de Nelson Aldrich, agente de la banca Morgan, se une a John D. Rockefeller, etc.
Una vez conseguido el poder europeo, los conspiradores pusieron sus ojos en Estados Unidos, pieza fundamental para obtener el poder absoluto. Su plan era fomentar la creación de un banco central estadounidense que controlarían totalmente, al igual que estaban haciendo con los grandes bancos europeos. El senador Nelson Aldrich, recordemos, agente de los Morgan, se dedicó junto a Paul Warburg a fomentar la idea de una “transformación bancaria” en Estados Unidos. En 1907 se produce un pánico bancario de cierta relevancia fomentado por la banca Morgan, por lo que Aldrich consigue el apoyo del Senado para presidir la Comisión Monetaria Nacional del Senado. Desde esa privilegiada posición, Aldrich organizó a finales de 1910 la reunión secreta más importante de la historia de los Estados Unidos y probablemente del mundo. En la Isla Jekyl se reunieron Paul Warburg; Benjamin Strong, presidente de la Banker´s Trust, propiedad de los Morgan; Henry P. Davinson, miembro de la compañía J. P. Morgan; Frank A. Vanderlip, presidente del National City Bank, propiedad de Rockefeller y P. Piatt Andrew, segundo secretario de la Tesorería de los Estados Unidos. Allí decidieron, según confesaría Vanderlip en sus memorias, la creación del Banco Central estadounidense. Los participantes acordaron evitar este nombre para no levantar las suspicacias del público y decidieron llamarle Reserva Federal. El informe de la Comisión Monetaria y la ley del sistema de la Reserva Federal también fueron elaborados en dicha reunión.
Sin embargo, la ley Aldrich no fue aprobada por el Congreso y los conspiradores tuvieron que esperar un par de años para llevar a cabo sus planes. El problema se resolvió en las elecciones presidenciales de T. Roosevelt, Wilson y Taft. Los dos primeros fueron apoyados en su campaña por los mismos que idearon la ley de la Reserva Federal. Cuando Wilson ganó las elecciones, inmediatamente consiguió que el Congreso aprobase la ley. Los “conspiradores” controlaban ya el Banco Central de los Estados Unidos. Wright Patman, presidente de la Comisión Bancaria del Congreso, advirtió refiriéndose a la creación de la Reserva Federal: “En los Estados Unidos de hoy tenemos, en efecto, dos gobiernos… Un gobierno legal debidamente constituido y otro independiente, sin control ni coordinación, esto es el sistema de la Reserva Federal”. Por su parte el senador C. A. Lindbergh afirmó que “este acto establece el trust más poderoso de la tierra… Cuando el presidente firme este acto, el gobierno invisible del poder monetario será legalizado”. Desde entonces las depresiones económicas son totalmente planificadas, incluido el famoso “crack” de 1929, tal como reconoció Louis MacFadden, presidente de la Comisión Bancaria y Comité de Circulante del Congreso.
De este modo los conspiradores consiguieron que, gracias a la creación de la Reserva Federal, la deuda externa de Estados Unidos aumentase en billones de dólares que la nación debía pagar a las grandes familias de banqueros, en realidad los verdaderos dueños de la gran potencia.

Intereses económicos y guerras mundiales

EN 1916 WILSON FUE REELEGIDO como presidente de Estados Unidos. Uno de sus eslóganes era: “Él nos mantuvo alejados de la guerra”. Por el contrario, sus intenciones eran bien distintas. El coronel House, agente de la gran banca internacional, mano derecha de Wilson y presidente estadounidense en la sombra, tenía la orden de inducir a Estados Unidos a entrar en la I Guerra Mundial (1914-1918). En el fondo los motivos de la gran guerra europea eran estrictamente comerciales. La gran banca había prestado grandes sumas de dinero a Gran Bretaña, implicándose enormemente en su industria y comercio. Sin embargo, los negocios comerciales británicos se veían frenados por la competencia cada vez más dura de Alemania. A la banca le interesaba una guerra para no perder buena parte de sus intereses en Gran Bretaña. Además, necesitaban urgentemente el auxilio militar de Estados Unidos. En este empeño utilizaron a todos sus agentes norteamericanos, sobre todo al coronel House, y todo su poder mediático. La mayoría de los grandes periódicos de la época, igual que sucede en la actualidad, estaban en manos de la gran banca.
La excusa perfecta para entrar en la guerra en auxilio de los británicos vino dada por el hundimiento del Lusitania por submarinos alemanes. La muerte de ciudadanos estadounidenses en el incidente fue utilizado hasta la saciedad por los periódicos para crear un clima de opinión propicio a la participación en la guerra. La verdad sobre el hundimiento del Lusitania es, como siempre suele suceder, completamente diferente a lo divulgado por la prensa de la época. Tanto Gran Bretaña como Alemania llevaban a cabo un duro enfrentamiento submarino con la intención de que no llegaran municiones al bando contrario. El Lusitania iba cargado de municiones para el bando británico. De hecho, el gobierno alemán había publicado varios avisos en la prensa norteamericana para que ningún ciudadano de ese país viajase en el Lusitania, aduciendo que sería hundido, porque tal como se comprobó posteriormente viajaba cargado de municiones. Finalmente en 1917, y bajo el lema “La guerra para acabar con todas las guerras”, Estados Unidos entró en el conflicto. Al mismo tiempo, los conspiradores sacaban pingües beneficios de la industria bélica, además de aumentar la deuda de las naciones en guerra, lo que aumentaba su poder. El propio Winston Churchill confesó que si Estados Unidos no hubiese entrado en la guerra, “la paz se habría logrado con Alemania, no hubiese habido colapso alguno por el que Rusia optara por el comunismo, ni caída del gobierno en Italia, seguida por el fascismo, y el nazismo nunca hubiese ganado ascendencia en Alemania”. Sin comentarios…
Los conspiradores también fueron en buena medida los responsables de la subida de Hitler y toda su corte de lunáticos al poder. El partido nazi obtuvo todo tipo de apoyos desde los grandes centros financieros. Los grandes banqueros creían que sólo con Hitler en el poder se podría evitar que se llevase a cabo el plan de recuperación económica ideado por el doctor Wilhem Lauterbach.
El principal agente de los conspiradores en esta operación era Greeley Schacht, presidente del Banco Central de Alemania y desde siempre vinculado a los intereses de la banca Morgan. Con su polémica renuncia al cargo, Schacht provocó una honda inestabilidad política, lo que originó que en apenas cuatro años Alemania tuviese otros tantos gobiernos ministeriales. El último de ellos, presidido por Von Schleicher, consiguió cierta estabilidad, lo que provocó un enorme desasosiego en los conspiradores.
Con el apoyo de Schacht, los banqueros internacionales consiguieron que Von Schleicher fuese defenestrado de su puesto de Canciller y colocaron en su lugar a Hitler, fuertemente apoyado por la gran banca con centro en Wall Street. En 1933, Hitler consiguió el apoyo de más del 90 % de la población, erigiéndose en Führer –caudillo–. Por supuesto que en la famosa “noche de los cuchillos largos” uno de los asesinados fue Von Schleicher, el único que podía hacer frente a los intereses oligárquicos que, unidos a las ansias de poder de un psicópata, provocaron la II Guerra Mundial.
Hitler, en contra de lo que pensaban los centros financieros, no siguió las consignas de los conspiradores y provocó una guerra sin precedentes. Todo fue un error de cálculo de los grandes intereses bancarios, sólo que el error se saldó con millones de muertos.

Los financieros de la Revolución Rusa

EL FAMOSO ANARQUISTA BAKUNIN declaró que “los seguidores de Karl Marx tienen un pie en el banco y otro en el movimiento socialista”. Desde luego no iba mal encaminado. Es un hecho que la Revolución Bolchevique que llevó a Lenin al poder fue financiada por la banca internacional. Llevados por su afán de estar en todos los frentes, vieron inmediatamente la oportunidad de apoderarse del antiguo imperio zarista. Ansiaban controlar la banca rusa e introducir sus intereses industriales en un nuevo y extenso territorio sin explotar.
En plena I Guerra Mundial, Lenin viajó a tra...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Dedicatoria
  5. Índice
  6. Corruptos… Fernando Jiménez del Oso
  7. Introducción
  8. Capítulo 1: Comunistas por la gracia del “dios” banca
  9. Capitulo 2: Sionistas y fundamentalistas cristianos: una alianza “contra natura”
  10. Capítulo 3: USA vs CHINA: claves de la nueva guerra fría
  11. Capítulo 4: Organizaciones ¿no gubernamentales?
  12. Capítulo 5: El secreto de movimiento antiglobalización
  13. Capítulo 6: África: biografía de un genocidio
  14. Capítulo 7: Narcotráfico, S. A.
  15. Capítulo 8: Terroristas… Depende para quien
  16. Capítulo 9: El fino arte de la manipulación
  17. BibliografÍa