Príncipes de Asturias
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Príncipes de Asturias

  1. 400 páginas
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Príncipes de Asturias

Descripción del libro

Los Príncipes de Asturias son educados y formados para servir a sus súbditos, para cumplir su destino como Reyes de España y perpetuar la monarquía, pero en la historia existen muchos que no lo han conseguido. Parece una obviedad señalar que los el destino de los Príncipes de Asturias es convertirse en Rey de España, pero no lo es tanto si entendemos esto con la suficiente profundidad. Los Príncipes de Asturias, deben reflejar en su formación, en su comportamiento y en los hechos de su vida, la ejemplaridad y la preparación que les acredite para servir a sus súbditos de la mejor manera posible. Príncipes de Asturias nos presenta la historia de los herederos al trono de España que se remonta nada menos que a Juan I, primer duque de Girona que con la creación de la Junta del Principado se convierte en el primer príncipe, y que llega hasta Felipe de Borbón y Grecia, actual Príncipe de Asturias, sobre el que recae el destino de la monarquía española. Josep Carles Clemente no obvia ningún detalle de los distintos herederos a la Corona de España, desde el polémico nombramiento de Isabel la Católica por encima de Juana la Beltraneja, hasta el abandono del país de Alfonso XIII que sirve para dar arranque a la Segunda República a la que sigue la dictadura de Franco, sucesos que servirán, a la postre para que D. Juan de Borbón deba renunciar a sus derechos sucesorios en favor de su hijo SAR D. Juan Carlos I. Pero también abordará hechos tan relevantes como el problema sucesorio tras la muerte de Fernando VII, que provocará tres guerras civiles en el S. XIX y una dinastía paralela, los herederos del carlismo, que el autor analizará en uno de los capítulos. El libro concluye con el perfil biográfico de Felipe de Borbón y Grecia, actual heredero al trono y las incertidumbres sobre su advenimiento.

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Información

Año
2013
ISBN del libro electrónico
9788499673684
Edición
1
Categoría
Historia

Capítulo 1

Los orígenes del Principado de Asturias
La mayoría de las monarquías europeas han utilizado y utilizan para denominar a los príncipes herederos de la Corona con títulos cuyo nombre estaba vinculado al del territorio en el que «reinarían» algún día. En Inglaterra, el nombre utilizado era el de Príncipe de Gales; en Francia, Delfín. Eso en cuanto al extranjero. En España, había varios títulos: el correspondiente al heredero de la Corona de Aragón, era el título de Príncipe de Gerona; en Navarra, el de Príncipe de Viana; y en el de Castilla, según una decisión tomada durante el reinado de Juan I, el de Príncipe de Asturias.

LA SOMBRA DE LOS TRASTÁMARA

Juan I fue el segundo monarca de la dinastía castellana de los Trastámara. El primero y fundador de la misma fue Enrique I. En 1388 se firmó un pacto entre el rey de Castilla y el duque de Lancaster, hermano del rey de Inglaterra, con el que finalizaba la guerra que les enfrentaba con motivo de los derechos sucesorios a la Corona castellana a través del matrimonio del duque con doña Constanza, hija de Pedro I. En ese pacto o tratado se decía:
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Juan I de Castilla fue rey de Castilla desde el 24 de agosto de 1379 hasta el 9 de octubre de 1390.
Otrosí, pusieron e ordenaron los dichos reyes don Juan e duque de Lancaster en unos tratos, que el dicho infante don Enrique —hijo y heredero de Juan I— oviese título de se llamar Príncipe de Asturias, e la dicha doña Catalina —hija del duque— Princesa.
La gestación del territorio del Principado de Asturias se fraguó en los reinados de Fernando IV y Alfonso XI, por don Rodrigo Álvarez de Noreña, que al morir sin descendencia, legó sus dominios y jurisdicciones al conde Enrique de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI, futuro rey de Castilla.
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Escudo de armas de Enrique de Trastámara, hijo de Alfonso XI de Castilla.
Enrique inició una política de consolidación de un bloque nobiliario de parientes, que fuera el sostén de la nueva dinastía. Y nombró a su hijo bastardo Alfonso en sucesor de su señorío asturiano, en detrimento del heredero Juan. En total, eran seis mil kilómetros de superficie, en los que se incluían —excepto Oviedo y Avilés— las villas y los concejos más ricos y poblados de la región, es decir, lo que el propio Alfonso Enríquez denominó «mi condado e señorío de Asturias».

CREACIÓN DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

Tras la muerte de Enrique I de Trastámara, y durante el reinado de Juan I, su hermano el conde don Alfonso protagonizó toda una serie de rebeliones contra el rey castellano. Todo terminó en 1383 con la derrota temporal del bastardo por Juan I, que confiscó e hizo revertir a la Corona castellana todo el señorío asturiano. Años después, en 1388, la constitución del Principado de Asturias se vinculó al heredero del trono.
Este acto se justificó por el hecho de dotar de recursos propios al futuro rey para, según Bonifacio Palacios: «A la hora de solucionar una necesidad común, dar estado al patrimonio, expresión que en este caso apuntaba a cubrir un doble objetivo: proporcionarle recursos económicos [al heredero de la Corona] y la honra y la dignidad adecuadas a su categoría y función».
Este acto constitutivo del Principado significó finiquitar la vieja querella dinástica y así se aseguraba la legitimidad jurídica de la nueva dinastía de los Trastámara. La creación del Principado significó un refuerzo para afianzar la reversión de importantes señoríos a la Corona castellana, con la intención de poner coto al ascenso imparable de la nobleza.
El testamento de 1385 otorgado por Juan I dispuso que: «Todo el señorío de Lara y Vizcaya e todo el ducado de Molina, con todos los lugares que eran nuestros cuando éramos infantes, que nos agora tenemos» fuesen para el infante don Enrique, «e que para los otros infantes que fueren herederos de Castilla, e que sean siempre tierras apartadas para los infantes herederos, así como es en Francia el Delfinazgo e en Aragón el Ducado de Gerona», para después señalar que el Principado de Asturias no fuese nunca enajenado del realengo.
No obstante, la efectividad de esta titularidad a favor del heredero de la Corona no se realizó hasta 1444, coincidente con las primeras actuaciones de la Junta General. Juan I murió prematuramente en 1390 y su sucesor, y por lo tanto primer Príncipe de Asturias, no pudo ejercer como tal. Enrique III también murió pronto, en 1406, no pudiendo su heredero, Juan II, tampoco ejercer la titularidad efectiva del señorío.

JUSTIFICACIÓN JURÍDICA

Fue Juan II quien regularizó los perfiles jurídicos del Principado, al vincularlo como mayorazgo a los herederos del trono castellano. El 3 de marzo de 1444, en Tordesillas, se le reconocía a don Enrique la efectiva titularidad sobre el Principado de Asturias, con todas sus ciudades, villas y lugares:
[…] con sus tierras y términos y fortalezas y jurisdicciones, con los pechos y derechos pertenecientes al señorío dellas, para que sean vuestras para toda en vuestra vida, y después de vuestro fijo mayor legítimo, con condición de que siempre sean las dichas ciudades y villas y lugares de las dichas Asturias vuestras y que no las podamos enajenar y siempre sean del Principado.
El rey ratificó el 5 de agosto de 1444, en Peñafiel, el precedente albalá, es decir, una carta o cédula real en la que se concedía alguna merced, o se proveía otra cosa, que añadía al ejercicio de la «justificación civil y criminal, alta y baxa y mero y mixto imperio y rentas y pechos y derechos y penas y calumnias y todas las otras cosas… pertenecientes al dicho señorío del Principado».
Estas disposiciones de Juan II, según señala Juan Ignacio Ruiz de la Peña Solar, en Historia y Vida, así como la conducta del propio príncipe Enrique:
Suponen el reconocimiento de la titularidad de un verdadero señorío jurisdiccional sobre las tierras del Principado a favor del heredero. Esto comportaba la subrogación del Príncipe respecto del poder real en el ejercicio de atribuciones de naturaleza jurídico-pública muy amplias y la consiguiente alineación del Principado de Asturias entre los grandes Estados señoriales que configuran el mapa político-administrativo de la Corona de los reinos de Castilla y León a finales de la Edad Media; aunque por la vía de la vinculación de la titularidad al heredero del trono se tratase de garantizar el control regio sobre sus tierras y sus hombres.

LA JUNTA GENERAL DEL PRINCIPADO

La Junta General del Principado pronto comenzó a manifestarse en la plenitud de su operatividad institucional, como asegura el autor arriba indicado, verdadero experto en la historia del Principado, y en una doble vía de actuaciones: como supremo órgano de representación de los intereses regionales ante la Corona y como máximo organismo de gobierno y administración interior del Principado.
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Nobles castellanos del siglo XIV (miniatura de Castigos e documentos del rey Don Sancho).
Los Reyes Católicos tratarían de contribuir decididamente a robustecer la junta, velando por el mantenimiento de su estructura democrática y combatiendo a la larga y sin mucha fortuna, las interferencias de las oligarquías nobiliarias en su funcionamiento. Iba a ser en el curso de los siglos XVI y XVII cuando se definirían nítidamente los perfiles institucionales de la Junta General, fijándose su exacta composición, régimen de funcionamiento y competencias, y quedando constancia de sus actuaciones en libros de acuerdos y ordenanzas que cubren buena parte de la vida de este organismo.
Surgido en el ocaso del Medievo como respuesta a las exigencias derivadas del nuevo marco institucional del Principado, prolongó su existencia, conmocionada por no pocos períodos de crisis profundas, hasta su desaparición en 1835.

Capítulo 2

Los títulos de los herederos
de la Corona de Aragón

GERONA, UN CONDADO CAROLINGIO

El condado de Gerona fue creado en 1351 por Pedro IV el Ceremonioso, para su hijo primogénito el infante don Juan. Estaba formado, junto con la ciudad que le daba nombre, por las poblaciones de Manresa, Vic, Besalú, Berga, Sampedor, Camprodón, Castellfullit, Torroella de Montgri, Pals, Figueras y el vizcondado de Bas, las villas y lugares que dependían de las respectivas vicarías, bahilías y procuraciones.
El condado de Gerona, junto con Barcelona, fue un condado carolingio y formó parte de la Marca de Septimania, que algunos historiadores denominan erróneamente Marca Hispánica. El condado de Gerona, junto con los de Barcelona y Osona, formaba la base del patrimonio de la Casa Condal de Barcelona. Todos juntos se denominarían después Cataluña. Este condado duró hasta el siglo XIII, en que fue sustituido por el de Veguería de Gerona. Pero no toda Cataluña estaba unificada, faltaban por unir los condados de Ampurias, Urgel y Pallars, así como los vizcondados de Cabrera, Castellbó, Bas y Cardona, y otros menores.
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«Florín de Aragón» de Pedro IV el Ceremonioso. Pieza de Oro de aproximadamente 3,42 gramos y ley de 18 quilates. Valor de 11 sueldos aragoneses.

JUAN I, PRIMER DUQUE DE GERONA

El primer título nobiliario que recibió el príncipe heredero de la Corona de Aragón fue el de duque de Gerona. Fue el 21 de enero de 1351, cuando el infante don Juan, primer hijo varón de Pedro el Ceremonioso y Leonor de Sicilia, que todavía no había cumplido un mes, recibió el citado título, que señalaba a los príncipes herederos de la Corona de Aragón, que tuvo su vigencia hasta 1714, tras la victoria de Felipe V sobre el archiduque Carlos de Austria.
El infante don Juan nació en el palacio de los reyes de Mallorca, en Perpignan. Bernat de Cabrera f...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Título
  4. Créditos
  5. Dedicatoria
  6. Índice
  7. Introducción
  8. Capítulo 1. Los orígenes del Principado de Asturias
  9. Capítulo 2. Los títulos de los herederos de la Corona de Aragón
  10. Capítulo 3. La leyenda y la extraña muerte del príncipe de Viana
  11. Capítulo 4. Isabel la Católica, Princesa de Asturias
  12. Capítulo 5. Los príncipes herederos de la Casa de Austria
  13. Capítulo 6. Los primeros herederos de la dinastía borbónica
  14. Capítulo 7. Los príncipes herederos del carlismo
  15. Capítulo 8. Alfonso XII el Puigmoltejo
  16. Capítulo 9. Alfonso de Borbón y Battenberg
  17. Capítulo 10. El conde de Barcelona, príncipe sin corona
  18. Capítulo 11. Juan Carlos, el príncipe de Franco
  19. Capítulo 12. Felipe de Borbón, ¿se acabará con él el sistema monárquico?
  20. Conclusión
  21. APÉNDICES
  22. Bibliografía
  23. Contraportada