Exploraciones secretas en Asia
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Exploraciones secretas en Asia

  1. 400 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Exploraciones secretas en Asia

Descripción del libro

La epopeya de aquellos que osaron entrar en los lugares de Asia vedados a los occidentales: de aquellos que sobrevivieron y alcanzaron la gloria y de los que fueron descubiertos y asesinados. La mayor cualidad que debe tener un explorador, alguien que pretende hollar territorios desconocidos, es la paciencia, la capacidad de continuar aun cuando todo alrededor te insta a parar. Exploraciones secretas de Asia es un libro sobre aquellos que no se detuvieron ni cuando su vida estaba realmente amenazada, sobre aquellos que se atrevieron a pisar aquellas tierras donde no eran bien recibidos y que lo hicieron de incógnito y recurriendo a innumerables tretas. Es el recorrido, en un tono narrativo y ágil, por las exploraciones que, por pura inquietud o con fines políticos y comerciales, se adentraron en lugares prohibidos como La Meca, la Península Arábiga, Lasha o Afganistán. Divide Fernando Ballano el libro por regiones, pero dentro de cada epígrafe nos presenta brevemente la historia de la zona y el contexto político que se daba en el momento de la exploración. La mayoría de los datos recabados para cada viaje son recogidos de los propios diarios y escritos de los exploradores que, en muchos casos por primera vez, son traducidos al castellano. Conoceremos de ese modo a celebérrimos exploradores como Richard Burton o Lawrence de Arabia, pero también a otros menos conocidos y que pagaron caro la osadía de su aventura, como Connolly y Stoddart que fueron encerrados en un pozo durante meses por el emir de Bujard para ser luego decapitados. Nos encontraremos en medio de la Ruta de la Seda donde los británicos mandarían espías que lograrían robar los secretos de la elaboración del té, como Fortune, o el misterio de la fabricación de la codiciada seda, como Scarth.

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Información

Año
2013
ISBN del libro electrónico
9788499674964
Edición
1
Categoría
Histoire

PENÍNSULA ARÁBIGA, ARENAS PROHIBIDAS A LOS EXTRANJEROS

Introducción

Hubo muchos viajeros y exploradores que no tenían interés por acceder a La Meca sino por recorrer la gran península arábiga, o parte de ella. Esta región está dividida en tres partes:
  • Arabia Pétrea, el norte de Arabia Saudí, Jordania y la península del Sinaí.
  • Arabia Deserta, el centro de la península.
  • Arabia Felix, el sur, Yemen y Omán.
En total abarca más de tres millones de kilómetros cuadrados y ha estado habitada por distintos grupos tribales, algunos de los cuales eran sedentarios que se dedicaban al comercio o a la agricultura. Antes del islam existían comunidades judías y cristianas. En cuanto a los primeros, no hemos de olvidar que hubo unas épocas de cautividad judía en Babilonia durante el siglo VI a. C. Tras la diáspora del año 70 d. C., en los siglos V y VI d. C. era Irak el más numeroso centro hebreo. También había judíos en Egipto, Siria y Persia. Según David Nicolle, algunas tribus de Hiyaz, una de las regiones de la península, descienden de colonos judíos que fueron absorbidos por el islam. En Yemen continuaron viviendo su religión hebrea hasta que emigraron al crearse el Estado de Israel tras la Segunda Guerra Mundial. Los cristianos llegaron a Yemen a través de Egipto y Etiopía. Era un cristianismo muy sui géneris y llegó a ser mayoritario. También existían religiones denominadas paganas, ni judías ni cristianas. Sus dioses tenían similitud con los de los grecorromanos. Los centros de peregrinación coincidían con los mercados y, como hemos visto, la Kaaba tenía imágenes de deidades paganas.
Yemen era completamente distinto al resto de la península. Al estar cerca del mar Rojo y del golfo de Adén, se habían dedicado al comercio, prosperando con él. Por su estratégica situación recibieron influencias culturales de Grecia, Roma, Persia e India. En el interior, tras las montañas costeras, había valles cultivables por medio de ríos que no desembocaban en el mar, sino que desaparecían tras irrigar y nutrir la tierra de esas hondonadas. Incluso se construyeron presas, como la de Marib, al noreste de Saná.
Había un gran desarrollo cultural y los nativos tenían sus propias religiones. La tradición dice que la reina de Saba visitó al rey Salomón de los judíos (970-930 a. C.) y le llevó muchos regalos. La capital estaba en Marib, a orillas del wadi Dhana, a unos tres kilómetros de la ciudad. En la región vivían muchos judíos y la llamaban Sheba (Shaba). Los romanos intentaron ocupar Yemen pero no lo consiguieron. Sus habitantes obtenían mucho dinero de la mirra y del incienso, cuyas resinas se utilizaban en muchos ritos religiosos. El cristianismo acabó con ese comercio. Todavía hay lenguas y costumbres previas al islam en las zonas más orientales del país.
El reino de Saba existió desde el año 280 d. C. El reino de Himyar dominó la zona hasta el 525 d. C. Controlaban el comercio de incienso y mirra y eran intermediarios en el del marfil que llegaba de África. A partir del 300 d. C. comenzó a declinar su poder. En el 523 d. C., el rey Dhu-Nuwas de Yemen –hijo de un rey yemení y de una judía– adoptó la religión de su madre y persiguió a los cristianos, por lo que les atacaron los etíopes. Murió en el 524 y tras él gobernaron los africanos bajo el rey Abraha, quien, en el 570, atacó incluso La Meca. Abraha persiguió a los judíos, que fueron expulsados en el 575, cinco años después del nacimiento de Mahoma.
A principios del siglo XVI el Imperio otomano bajo Selim I conquistó buena parte de Egipto y de la costa arábiga del mar Rojo hasta las ciudades de Medina y La Meca. A finales del siglo controlaban toda la costa de dicho mar. No se preocuparon de dominar el interior de la península y las costas del golfo Pérsico.
El Estado saudí fue fundado en 1744 en la parte central de la península por Mohamed ibn Abd-el-Wahab, aunque es en el siglo XX con Ibn Saud cuando se organiza como estado al tomar la ciudad de Riad en 1902 y alcanza su extensión actual en 1932. Seis años después se descubre petróleo y todo cambia. Se dice que ya hace nueve mil años eran famosos sus caballos.
Cuando en 1762 y 1763 Niebuhr –del que se habla en la siguiente sección, dedicada a Oriente Próximo, Oriente Medio y Asia Central– estuvo por la zona, le hablaron de inscripciones que no eran ni judías ni árabes o islámicas, pero no tuvo ocasión de visitarlas. Él ya suponía la existencia de una cultura preislámica. Después, Seetzen llegó en 1810 buscando las inscripciones de las que hablaba Niebuhr y encontró algunas el año siguiente. Poco antes de ser asesinado pudo enviar las copias de cinco de ellas a Europa. Más tarde, un marino británico, Wellsteed, en 1834, consiguió algunas cerca de la costa y las publicó en 1837.

Pêro da Covilha

(h. 1450- h. 1526) (1487)

El portugués disfrazado de árabe que preparó la exploración lusa de Oriente

Nació en torno a 1450 en el pueblo portugués de Covilha, en la Serra da Estrela, cerca de Castelo Branco, y al otro lado de la frontera española donde se sitúa la comarca de Las Hurdes. A los dieciocho años entró en contacto con un comerciante sevillano de tejidos que visitó su pueblo, pues en él abundaba la lana. Entró a trabajar para él y le acompañó a Sevilla. En 1476 fue a Lisboa con su jefe para servir de intérprete en una entrevista con Alfonso V, rey de Portugal. El monarca supo que Pêro también hablaba árabe y le tomó a su servicio. Dos años después Covilha le acompañó a la batalla de Toro contra los Reyes Católicos para reclamar el trono de Castilla.
Juan II, sucesor de Alfonso V en 1481, siguió confiando en Covilha y le eligió como embajador ante el rey de Fez. Por esa época se casó. En 1487 Juan II le encargó, junto con Afonso de Paiva, que se dirigiera a la península arábiga para localizar el mítico reino del Preste Juan, un reino cristiano en medio de los musulmanes, del que no se tenían muchas noticias. El verdadero objetivo era tratar de enterarse de dónde conseguían los venecianos las especias que después distribuían por toda Europa con gran beneficio.
Previamente a su partida fueron formados por los cosmógrafos en cartografía y astronomía, para ser capaces de situarse. Habían de hacerse pasar por comerciantes. Portugal estaba muy interesado en la denominada carreira do India, el enlace entre Lisboa y los puertos de la India, sobre todo los de Goa y Cochim.
Salieron el 7 de mayo de 1487 y, a caballo, cruzaron España hasta llegar a Valencia. Allí subieron hasta Barcelona, donde llegaron el 14 de junio. Embarcaron rumbo a Nápoles, desde donde continuaron a Rodas y Alejandría. Allí adquirieron mercancías para hacer más plausible su cobertura de comerciantes. Ambos enfermaron de fiebres y estuvieron a punto de morir. Mejoraron su árabe y se dirigieron a El Cairo con una caravana que tenía previsto cruzar la península del Sinaí, recorrer la península arábiga por la orilla del mar Rojo y llegar al actual Yemen y a la ciudad de Adén, situada en la puerta de este piélago.
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En el camino se encontraban las ciudades santas de Medina y La Meca. No sabemos si entró en esta ciudad. Recordemos que su objetivo era descubrir el origen de las especias y no entrar en la ciudad prohibida, como fue el objetivo de muchos. En cualquier caso ellos también hubieron de hacerse pasar por musulmanes para no despertar sospechas y realizar todos los ritos previstos y preceptivos durante todo el recorrido de la caravana, en que esta, cinco veces al día, se detenía para realizar los rezos.
Covilha y Paiva no tuvieron especiales problemas durante su itinerario y llegaron a Adén en 1488. Allí se separaron, pues cada uno llevaba una misión distinta, y se citaron a la entrada de la ciudadela de El Cairo en los primeros noventa días del año 1491. Paiva debía cruzar el estrecho de Adén y dirigirse a buscar el reino del Preste Juan en las actuales Eritrea y Etiopía. Covilha, por su parte, aprovechando el monzón que en ese momento soplaba en dirección a oriente, embarcó rumbo a la India, llegando a Calicut –la actual ciudad de Kozhikode en el estado indio de Kerala–, en noviembre de 1488.
En aquella época se la denominaba la ciudad de las especias. Allí se informó de todo lo que pudo respecto al comercio de estos productos, como que la canela la llevaban de la isla de Ceilán y la nuez moscada desde Malasia. Desde Calicut enviaban las especias al mar Rojo y a Venecia, y de allí se distribuían por Europa. Visitó Goa, cerca del actual Bombay, que después se convertiría en colonia lusa y Ormuz, en la entrada al golfo pérsico, lugares donde también se comerciaba con especias. Desde allí, aprovechando cuando el monzón soplaba en dirección contraria, se podía navegar con dirección sur y recorrer las costas africanas. En diciembre de 1489 Covilha embarcó con otros comerciantes árabes y como tal visitó las ciudades de Malindi, en la actual Kenia; Kilwa, en el sur de Tanzania; y Sofala, en Mozambique. Los árabes ya comerciaban con los habitantes de la zona desde hacía siglos. Sofala era el puerto por donde se comerciaba con los pueblos africanos del interior y especialmente con el llamado imperio de Monomotapa y Zimbabwe.
Después regresó a Adén y a El Cairo. El 30 de enero de 1491, como previó, se presentó en la puerta de la ciudadela de El Cairo. En lugar de encontrar a Afonso de Paiva conoció a los judíos portugueses José de Lamego y Abraham. Estos le comunicaron que Paiva había muerto de fiebres a principios de ese mes. Covilha escribió un informe para el rey que entregó a Lamego con el objetivo de que lo hiciera llegar al monarca. Los informes de Pêro fueron de gran valor para que Vasco da Gama, en su expedición a la India de 1498, ya supiera algo de lo que se iba a encontrar tras doblar el cabo de las Tormentas o cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur del continente africano.
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Estatua dedicada al explorador portugués Pero da Covilha en la plaza principal de Covilha, su ciudad natal.
Como Paiva –con su muerte– no había podido comunicar sus descubrimientos, en lugar de regresar a Portugal, Covilha fue de nuevo a Adén y desde allí cruzó el mar Rojo hasta la costa de Etiopía para visitar la zona e informarse. El Preste Juan ya no existía, pero sí el reino cristiano del que se hablaba, bajo el trono de Alexandre. Descubrió que en lugar de poder ayudar a Portugal en sus conquistas estaba tan rodeado y acosado por los reinos musulmanes que iba a necesitar ayuda para no caer. Existía la costumbre de no dejar salir a los extranjeros que visitaban el país, quizás para controlar la información. Así le ocurrió a Covilha con el rey Nahu, pero le trataron muy bien, le dieron tierras –con sus correspondientes vasallos–, se casó y tuvo muchos hijos. Con la sucesora de Nahu, la reina Helena, llegó a ser consejero real y logró que en 1512 se enviara un embajador a Lisboa, que permaneció allí hasta 1514.
Durante la estancia etíope de Covilha aparecieron por allí dos frailes portugueses que le informaron de la muerte de Juan II, del reinado de Manuel I, y sobre todo, de los «descubrimientos» de Vasco da Gama en el Índico.
En 1521, Portugal envió un embajador al país africano, don Rodrigo de Lima. Covilha, por su parte, relató una pormenorizada descripción de sus viajes a uno de los monjes portugueses, Francisco Álvares, quien lo reescribió y publicó bajo el título de Verdadeira Informação das Terras de Preste João das Indías, Segundo Vio e Escreveo ho Padre Alvares, que se publicó en Lisboa en 1540. Parece que Covilha falleció en torno a 1530 sin poder salir de Etiopía. Una escuela lleva su nombre y en la plaza de Covilha hay una estatua en su honor.
Bibliografía
FICALHO, Conde de. Viagens de Pedro da Covilla. Lisboa: Impresa Nacional, 1898.
INIESTA, Ferrán y ROCA, Albert (eds.). África en la frontera occidental. Madrid: Sial, 2002.

Pedro Páez (1564-1622) (1589) y Antonio de Montserrat (1536-1600) (1589)

Los misioneros españoles que se disfrazaron de armenios

Pedro Páez nació en el pueblo madrileño de Olmeda de las Fuentes, cerca de Alcalá de Henares, en 1564. Hijo de familia de buena posición; a los dieciséis años ingresó en la Compañía de Jesús y marchó a estudiar a la Universidad de Coímbra, regida por esa orden religiosa. Ese mismo año, 1580, se produjo la unificación de España y Portugal. Después de dos años marchó al seminario de Belmonte, donde permaneció otros seis. Era un alumno muy aventajado y le auguraron una buena carrera en la Compañía, pero él buscaba otra cosa. En 1587 solicitó a sus superiores marchar a las misiones de Asia. Al año siguiente, sin haber sido ordenado sacerdote todavía, partió a Goa, en la India, vía Lisboa, en una travesía de siete meses.
Llegó en octubre de 1588. Al poco tiempo le comunicaron que debía marchar a Etiopía, pues Felipe II deseaba tener a ese reino como aliado contra los musulmanes. Por ello deseaba evangelizarlo y así rodear a los otomanos. El país era cristiano copto desde el siglo IV. Francisco Álvares, el que escuchó el relato de Pêro da Colvilha, había viajado a ese país en 1520 como integrante de una embajada portuguesa que permaneció allí seis años, pero no logró la alianza buscada por los lusos.
En 1540 los árabes atacaron Etiopía y su emperador solici...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Título
  4. Créditos
  5. Dedicatoria
  6. Índice
  7. Prólogo
  8. Introducción
  9. Breve historia de la cartografía
  10. La Meca, la ciudad con pena de muerte al no creyente
  11. Península arábiga, arenas prohibidas a los extranjeros
  12. Oriente Próximo, Medio y Asia Central, mundos cerrados al extraño
  13. Tíbet, Lhasa y Afganistán, vedados a los europeos
  14. China, los extranjeros traen opio y se llevan nuestros secretos
  15. Contraportada