Fray Gerundio de Campazas. Tomo III
eBook - ePub

Fray Gerundio de Campazas. Tomo III

José Francisco de Isla

  1. 54 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Fray Gerundio de Campazas. Tomo III

José Francisco de Isla

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

En esta obra el Padre Isla nos presenta a fray Gerundio, una suerte de don Quijote eclesiástico a través del cual Isla pone de manifiesto los aspectos más ridículos de la predicación culterana de la época.En este tercer tomo Fray Gerundio sigue cultivando el arte de la palabrería desbocada arropado por las figuras de Fray Blas y el maestro Prudencio.-

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es Fray Gerundio de Campazas. Tomo III un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a Fray Gerundio de Campazas. Tomo III de José Francisco de Isla en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Letteratura y Letteratura generale. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2021
ISBN
9788726794823

Libro III

Capítulo I

De un enredo de barrabás que hizo el mal dimoño, para acabar de rematar a fray gerundio
Habrá notado acaso el muy crítico y muy curioso lector (y también es muy natural que no lo haya notado) que la división y comenzamiento de este libro tercero no está según arte; porque, habiendo acabado el primero con las niñeces, primeras letras y estudios pueriles de nuestro incomparable fray Gerundio, hasta dejarle en el noviciado con el hábito de la religión, parecía que el segundo libro se había de cerrar con los estudios, pocos o muchos, que tuvo en ella, y que debiera comenzar el tercero desde que se halló ya sacerdote de misa y con el nombramiento de predicador sabatino; por cuanto el nuevo estado, y asimismo el nuevo empleo, eran una época de su vida, natural, oportuna y propia para esta tercera división. De donde acaso el mismo lector querrá poner pleito al pobre libro segundo, sobre su capítulo décimo, diciendo que éste toca de justicia al libro tercero, y el que ha sido usurpación y tiranía privarle de él.
2. Yo no juraré que no tenga sus vislumbres o apariencias de razón el que hiciere este reparo. Pero, sobre que hasta ahora no se ha publicado alguna pragmática sanción que dé reglas fijas, ciertas y universales para el amojonamiento, término, límites ni cotos de los párrafos, capítulos ni libros; pues hasta en las lindes de los puntos, que son más necesarias para que no haiga pleitos en la jurisdicción e inteligencia de las cláusulas, sabe Dios y todo el mundo los trabajos que hay, por no haberse recibido alguna ley obligatoria que ligue y cause entero perjuicio a los escritores y a los escribientes; como esta costumbre de la división de capítulos y libros, dicen que se ha introducido en el mundo literario para que descansen y tomen huelgo así los que escriben como los que leen, en asegurando yo que no me cansé hasta que dejé a fray Gerundio, no sólo con el título de predicador sabatino, sino con los primeros crepúsculos de la instrucción del padre maestro Prudencio, paréceme que, por lo que a mí toca, tapé la boca al crítico reparador. Si mis lectores se cansaron antes, eso no debe ser de mi cuenta. ¿Quítoles yo, por ventura, que cierren el libro cuando les diere la gana y se echen a dormir hasta que despierten, con lo cual no sólo dividirán, sino que podrán hacer jigote los capítulos y los libros, siempre y cuando les pareciere puesta en razón?
3. Pero me dirán que aunque no hay ley escrita que arregle estas divisiones, las regla y como que las dicta la misma ley natural, esto es, el sindéresis y la razón de los escritores metódicos, claros y de buena economía. A eso respondo que en esto de sindéresis y de razón natural cada cual tiene la que Dios le dio, y que los entendimientos son tan diferentes como las caras. A tal le parece que escribe y que habla con el mejor método del mundo; y al otro que le lee o que le oye, le parece un eterno embrollador y una confusión de confusiones. Vaya un ejemplo. Díganle al autor del Verdadero método de estudiar que es un embolismo todo lo que escribe; que en muchas partes apenas se perciben las reglas prácticas que da; y que las que se perciben, o es imposible, o sumamente dificultoso practicarlas, y consiguientemente que por ellas ninguna facultad se aprenderá. Se espiritará de cólera, se pelará las barbas al quitar con que quiso engalanarse; y a cualquiera que le vaya con esta embajada, le dará una rociada de parvoices, de ridicularias y de crasas ignoranzas, con que le haga retirar más que de paso.
4. Vaya otro ejemplo. No ha muchos años que cierto cirujano latino (así decía él que lo era), hombre bonísimo, imprimió un libro con este título: Método racional y gobiernoquirúrgico para la curación de los sabañones. ¿Quién no creería, según el epígrafe de la obra, que ésta se reducía a dar reglas prácticas y metódicas para curar estas bachillerías de la sangre, que dan tan malos ratos a la gente de poca edad, y tal vez a los hombres barbudos y aun canosos? Pues no, señor; de los trece capítulos a que se reduce todo el librete, sólo el último tiene algún tastillo de metódico o de práctico. Los otros doce, sobre ser impertinentísimos para el asunto, tienen tanto de método y de gobierno quirúrgico como de oportunidad. Empeñose en hacérselo conocer al autor un tal Juan de la Encina, escritor desalmado de tres cartas asaz bien escritas, en que esgrimió sobre las costillas del pobre cirujano toda la pujanza de su postizo apellido. Y aunque, con efecto, le hizo evidencia de que el hombre de Método sólo podía ponérsele a la obrilla por mote o por antífrasis, el bonazo del autor se fue a la otra vida muy persuadido a que no se había escrito en ésta cosa más metódica ni más gubernativa. Véngansenos ustedes ahora con que el sindéresis y la razón natural dictan a cada autor el método que debe observar en el económico repartimiento de sus escritos.
5. Pero al fin, ¿qué nos estamos quebrando la cabeza? Note el curioso lector que en el primer párrafo o número del capítulo último del libro antecedente, quedó nuestro fray Gerundio presbítero in facie Ecclesiae y predicador sabatino en toda propiedad; y respóndame en Dios y en su conciencia a esta preguntilla: ¿Sería bien parecido que aquel capítulo no se compusiese más que de un solo párrafo, y que se presentase en el libro como capitulillo de teta o de miñatura, siendo así que los otros pueden pasar por capítulos generales, aunque sean de la religión más numerosa, por la multitud de especies y de números que concurren a componerlos? Haga justicia el prudente y equitativo lector; y si en medio de eso no me concediere la razón, pacencia, Calros, pacencia.
6. Hecha esta digresión, tan necesaria como impertinente y molesta, volvamos a atar el hilo de nuestra historia. Es tradición de padres a hijos que estaban acabando de comer el maestro Prudencio y nuestro fray Gerundio, por señas que les servían de postre unos caracoles de alcorza y algunas bellotas de mazapán, con que había regalado al padre maestro cierta monja de la orden, confesada suya, cuando comenzaron a llamar con grande fuerza a la puerta de la granja. Salió al ruido de los golpes el lego que cuidaba de ella, y encontrose (¡quién tal imaginara!) no menos que con el padre predicador mayor de la casa, el incomparable fray Blas, y con un labrador guedejudo, fornido, rechoncho y de pestorejo, que venía en su compañía; caballero el padre predicador en un rocín acemilado, tordo, sutil, zanquilargo, y ojeroso; y montado el paisano en un pollinejo rucio, aparrado, estrecho de ancas, rollizo, orejivivo y andador. Era el caso que en una aldea presumida de lugar, dos leguas distante de la granja, que se llamaba antiguamente Jaca la Chica y ahora, o porque se corrompió el vocablo, o por reducir a una sola voz el diminutivo, se llama Jacarilla, había fundado pocos años antes una cofradía dedicada a Santa Orosia el cura del lugar, que era aragonés y muy devoto de la santa. El mayordomo de aquel año, que era el labrador que venía acompañando a fray Blas, le había echado el sermón; y aunque éste no valía más de quince reales, dos libras de turrón y un frasco de vino de la tierra, fray Blas le había admitido; porque en materia de sermones llevaba la opinión de los mercaderes, que muchos pocos hacen un mucho, y recibir a todo pecador como viniere. Algo se rodeaba por la granja; pero, por comer en casa de la orden, y sobre todo por ver a su querido fray Gerundio, aunque había tan poco tiempo que se habían separado, quiso hacer este rodeo.
7. Tanto como se alegró fray Gerundio con la vista de su amigo, tanto sintió el maestro Prudencio aquella importuna visita, temiendo que si los dejaba hablar a los dos a solas, echaría a perder el aturdido del predicador todo lo que, a su modo de entender, había adelantado él por la mañana. Hizo, pues, ánimo a no perderlos un punto de vista hasta que marchase fray Blas, suponiendo que lo haría después de comer. Y para que lo ejecutase cuanto antes, dio orden al lego para que los calentase a toda prisa lo que había sobrado de la comida, añadiendo algunos torreznos fritos, que es el agua de socorro para huéspedes repentinos, cuando llegan al levantar de los manteles.
8. Mientras se aderezaba la comida, no los divirtió poco el labrador, que, aunque zafio de explicaderas, grosero de persona y no muy delicado de crianza, era bastante ladino y un si es no es socarrón. Ya sabía que el maestro fray Prudencio era hombre de mucho respeto en la orden, porque se lo había prevenido fray Blas en el camino. Y así, luego que entró en la sala donde estaba, le hizo una grande reverencia, escarbando hacia atrás con el pie y pierna izquierda, tanto, que le faltó poco para hincar una rodilla, pero sin quitarse el monterón perdurable que tenía calado hasta las orejas. Y saludando al maestro, le dijo:
-Tenga su eternidad güenas tardes, endísimo padre fray maestro, y güen provecho haga su esencia. Prega a Dios que todo se le convierta en unjundia.
Y diciendo y haciendo, sin esperar a que nadie se lo rogase, echó mano de uno de los vasos de vino que estaban sobre la mesa en una salvilla, para echar a la que llaman de San Vitoriano, y con despejo patanal añadió, sin detenerse:
-A la salud de su trinidad muy raborenda; y también a la de mi padre perdicador fray Bras, que es la frol de los perdicadores de chapa; y también a la de ese flaire mocico, que mal año para quien me quiera mal, si no tiene pergeño de ser con el tiempo otro padre flay Bras; y también a la de mi amigo el padre granjero flay Grigorio, que aunque no es de misa, tampoco lo fue su padre, Dios le bendiga; pero en una feria de carneros, que se venga a emparejar con él un hatajo de padres persentados; porque, por fin y por postre, de todo se sirve Dios.
Acabada esta letanía, echose a pechos el vaso, que era de mediano portante, y volcándole boca abajo sobre la salvilla, él se dejó caer en un banco, repantigándose en él con mucha autoridad.
9. Cayó muy en gracia al bueno del maestro Prudencio toda esta introducción; y como era de genio tan bondadoso y apacible, le dijo con mucho agrado:
-Buen provecho, tío. ¿Cómo se llama?
-Bastián Borrego, para servir a su ausencia -respondió el labrador, y al decir esto, hizo ademán de levantarse un poco la montera.
-Por muchos años, en vida y salud de su mujer y de sus hijos, si los tiene -continuó fray Prudencio.
-Y como unas froles, aunque parezca mal que yo lo diga -replicó el tío Bastián-; especialmente uno que tengo vestido con el habitico de San Juan de Dios, de estos que llaman flaires gaspachos. Déjelo su usandísima, eso es bobada.
-¿Conque el tío Bastián -prosiguió el padre maestro- es mayordomo de Santa Orosia?
-Y también lo jui -respondió Borrego- de la cofradía del Santísimo, y serví la de la Cruz y la de las Ánimas; y ahora sólo me falta que me echen a cuestas la de San Roque, que no dejarán de hacerlo, porque para los probes se hicieron los trabajos.
-Según eso, tiene por trabajo el servir a los santos -replicó el padre maestro.
-A los santos, padre nuestro, güeno es servirlos; pero el caso es que, según mi corto maginamiento, en estas mayordomías de mis pecados, se sirve poco a los santos y mucho a los cofrades. Y si no, dígame su reverencia, ¿se servirá mucho a los santos en que un probe como yo gaste en cada una de estas mayordomías sesenta rales en vino, veinte en tortada, diez en avellanas, todo para dar la caridad a los cofrades, sin contar la cera, ni la comida a los señores sacerdotes, ni la limosna del padre perdicador, que todo junto hace subir la roncha a más de ciento y veinte rales? Ya la cera, la limosna del sermón, y aunque digamos también la comida de los curas, pase; porque todo esto parece cosa de Igresia. Pero ¡el vino de los cofrades, que hay hombre que se mama dos cuartillas! ¡La tortada y las avellanas para yesca! Y añada su trinidad el baile por la tarde a la puerta del mayordomo, que dura hasta muy entrada la noche; y más, si toca el tamboritero el son que se llama el espantapulgas. ¿Querráme decir su usandísima que de esto se sirve Dios, ni los santos?
10. -De esto no creeré yo que se sirvan mucho -respondió fray Prudencio-, y por lo mismo estoy también mal con ello. Pero si el tío Bastián conoce que las mayordomías y las cofradías se vienen a reducir a esas borracheras, ¿para qué entra en ellas?
-¿Para qué entra en ellas? ¡Güena pregunta! Bien se conoce que su ausencia está metido allá con sus libros, y no sabe lo que pasa en el mundo. Padre nuestro, en los lugares es preciso entrar en todas las cofradías, porque es preciso, y no digo más; que al güen entendedor, pocas palabras. Juera de esta razón, que pesa un quintal, viene un flaire y pondera tanto las undulgencias de una cofradía, viene otro y perdica tantas cosas sobre los suflagios que hace la otra por sus defuntos, que si un hombre no los cree, le llevan qué sé yo adónde; y si los cree y no lo hace, le tienen por judío.
11. -Pero aunque entre en las cofradías -replicó fray Prudencio-, no le pueden obligar a que sea mayordomo.
-¿No me pueden obligar? -respondió el tío Borrego-. Si usa caridad no sabe más de tulugía que de cofradías, no trueco mi cencia por toda la suya. ¿Qué razón habrá divina ni humana para que, habiendo yo bebido el vino y comido el turrón de los demás cofrades, no beban y coman ellos el mío? Amén de eso, si entro a la parte en los suflagios y en las undulgencias, también tengo a entrar en los gastos. Pues, ¿qué? ¿No hay más que entrar uno cofrade, morir bien o mal, como Dios le ayudase, irse al pulgatorio y salir luego de él de mogollón y, como dicen, de bóbilis bóbilis, sin que le cueste tanto como a cualquiera otro probe? A buen bocado, buen grito; lo que mucho vale, mucho cuesta; donde las dan, las toman; y donde no las toman, no las dan.
12. -Pero si el cofrade se va al infierno -replicó el padre maestro-, ¿de qué le sirven los sufragios ni las indulgencias?
-Ahora sí -respondió el tío Bastián- que su eternidad muy reverenda dio en el punto, y se conoce que es tiólogo. Sin serlo yo, he puesto esa enfecultá a muchos padres perdicadores, y en verdad que no han sabido desenredarse bien de ella. Las cofradías que se reducen todas a suflagios y a undulgencias, sólo sirven para los que están en gracia; mas para ponerse en ella no sirven, sino que sea por muchos arrudeos. Pues aquí de Dios y del rey, digo yo ahora. ¡Cuánto más valen aquellas cofradías que llaman conjuraciones!
- Congregaciones querrá decir, tío Bastián -le interrumpió fray Prudencio.
-Su usandísima no repare en venablos, o en vucablos -prosiguió Bastián Borrego-; que entendiéndonos, nos entendemos, y cada probe estornuda como Dios le ayuda. Digo que ¡cuánto más valen aquellas conjuraciones, o congrigaciones, o lo que jueren, que obrigan a escobijar la conciencia confesando y comulgando a menudo, como si dijéramos cada mes o los días de las fiestas recias; que dan regras para vivir un cristiano honradamente, en las cuales no hay mayordomías ni estos embelecos o dimonios de caridades; y que, en fin, son medios para librarle a un hombre del infierno; que las otras que lo más más a que tiran es a sacarle a uno del pulgatorio! A eso digo yo, padre nuestro, que una vez metido en el pulgatorio, tarde o templano yo saldré de él; pero in Enferno mula es enrentio, y en verdá que no me han de sacar de él los oficios de Ánimas que hace la cofradía por los cofrades enfuntos.
13. Grandísimo gusto le daba al bueno del padre maestro la conversación del tío Bastián, porque en medio de sus charras explicaderas, descubría que era hombre de humor y de entendimiento. Así pues, deseoso de oírle hablar más, le preguntó quién había fundado en Jaca la Chica, o en Jacarilla, la Cofradía de Santa Orosia, porque le parecía cosa extraordinaria; puesto que aunque había visto muchas Cofradías del Sacramento, de las Ánimas, de San Roque y de San Blas y de algunos otros santos, pero que de Santa Orosia nunca la había visto ni oído, atento a que esta santa, aunque tan grande, era poco conocida en Castilla.
-A eso responderé, esentísimo padre -dijo el tío Bastián y a este tiempo tomó un polvo de la caja que a tal punto abrió el padre maestro-, que en cada villa su maravilla, y cada ladrón tiene su santo de devoción. El cura de mi lugar es aragonés, nacido y bautizado en la zuidá de Jaca, que dicen está allá junto a tierra de moros; y de camino quiero que sepa su ausencia que no quiere que le llamemos señor Guillén (que éste es el apellido de su alcurnia), sino mosén Guillén, porque diz c'así s'usa en su tierra; y al emprencipio, cierto que todos nos ríamos muchísimo, porque esto de mosén nos olía a cosa de Moisés.
-No -le interrumpió el padre maestro-; es voz muy antigua de la lengua castellana, tomada de la arábiga, para explicar mi señor, y se ha conservado en Aragón como por distintivo y mayor respeto de los señores sacerdotes.
-Pues este tal cura -prosiguió el tío Borrego- es un santo (¡así lo juera yo delante de la cara de Dios!); y porque diz que en la zuidá de Jaca, donde él nació, tienen grandísima devoción con Santa Orosia, que es su patrona, él también se la tiene; y como mi lugar se llama Jaca la Chica, nos perdicó en un sermón (¡Válgame Dios! ¡Y qué sermón nos perdicó!) que sería güeno que tuviese la misma patrona que Jaca la Grande, porque Dios y los santos no reparan en estaturas; y para esto me acuerdo que trajo allá un tiesto de Isabel cuando unció por rey a David.
- Samuel diría el cura -interrumpió el maestro Prudencio.
- Samuel o Isabel, que para lo de Dios todo es uno -prosiguió el tío Borrego-; a quien dijo su Majestá que no mirase en su estatura, si era grande o chica; y l...

Índice

Estilos de citas para Fray Gerundio de Campazas. Tomo III

APA 6 Citation

Isla, J. F. (2021). Fray Gerundio de Campazas. Tomo III ([edition unavailable]). SAGA Egmont. Retrieved from https://www.perlego.com/book/3038835/fray-gerundio-de-campazas-tomo-iii-pdf (Original work published 2021)

Chicago Citation

Isla, José Francisco. (2021) 2021. Fray Gerundio de Campazas. Tomo III. [Edition unavailable]. SAGA Egmont. https://www.perlego.com/book/3038835/fray-gerundio-de-campazas-tomo-iii-pdf.

Harvard Citation

Isla, J. F. (2021) Fray Gerundio de Campazas. Tomo III. [edition unavailable]. SAGA Egmont. Available at: https://www.perlego.com/book/3038835/fray-gerundio-de-campazas-tomo-iii-pdf (Accessed: 15 October 2022).

MLA 7 Citation

Isla, José Francisco. Fray Gerundio de Campazas. Tomo III. [edition unavailable]. SAGA Egmont, 2021. Web. 15 Oct. 2022.