Tiempo y acontecimiento en la antropología de Ireneo de Lyon

Juan Carlos Alby

• Editorial: Editorial Universidad Católica de Santa Fe
• Año: 2021
• ISBN del libro electrónico: 9789508441973
• Edición: 1
• Categoría: Filosofía
• Categoría: Filosofía antigua y clásica

El momento de la Antigüedad tardía en el que Ireneo escribió su monumental tratado anti-gnóstico constituye un período privilegiado para el investigador de la historia y de la fenomenología de la religión. En tal sentido, analizar la obra de San Ireneo no implica exhumar una pieza literaria proveniente de un pasado obsoleto; por el contrario, el contacto con el vigoroso pensamiento de este Padre del siglo II nos hace estar atentos a los signos de una de las preocupaciones religiosas más originarias del primer cristianismo, cuya aparición trajo aparejada una comprensión particular de las nociones de khrónos y kairós con las que se abre un horizonte de significación que involucra de manera decisiva al hombre, especialmente a partir de lo que conocemos como la Encarnación del Verbo. Esto explica el hecho de que la antropología cristiana primitiva se fuera configurando desde la cristología. Por lo tanto, para acceder a la concepción de hombre que está en la base de nuestra tradición cristiana occidental resulta indispensable indagar en las raíces de ese pensamiento. Como ninguno de sus predecesores y sucesores, Ireneo recoge el magisterio de Pablo y de Juan, quienes al relacionar a Cristo con Adán, colocan al hombre en el epicentro de la historia introduciendo de manera decisiva la carne y su temporalidad en el ámbito de la salvación. En este libro se analiza la polémica de San Ireneo con Marción y con los valentinianos desde las intuiciones de "tiempo" y de "acontecimiento" con la ponderación que los textos gnósticos merecen por su original metafísica cristiana, tantas veces denostada en las noticias de los heresiólogos, quienes revelan en muchas ocasiones no haberlos conocido lo suficiente.

TERCERA PARTE

El acontecimiento en la divinización del hombre

CAPÍTULO VI

Experiencia de la libertad

Los grandes aspectos ya analizados del pensamiento ireneano, como Creación, Alianza, Encarnación y Pasión, son tratados de tal manera por la pluma del Lugdunense, que se hace relativamente fácil advertir la orientación de los mismos hacia la antropología. Esta centralidad del hombre en la colosal cosmovisión de Ireneo, es inseparable de su consideración de las acciones divinas en favor de su creatura, enmarcada siempre en el horizonte histórico y temporal de la Economía de la salud entendida como salus carnis.

Al vincular toda la creación de Dios a su obra privilegiada, es decir, el hombre, y al relacionar la antropología con la cristología —siguiendo a Pablo en su preclara asociación entre Adán y Cristo—, Ireneo logra armonizar los tópicos más sobresalientes del pensamiento cristiano, sacándolos del estatismo del dogma y tratándolos conforme a un dinamismo que permite apreciar la vitalidad de los acontecimientos que irrumpen sinfónicamente en la pedagogía de Dios para con sus creaturas. Este dinamismo incluye nociones tales como las de «maduración» y «crecimiento» humano en función de una finalidad elevadísima: nada menos que la divinización misma del hombre, quien desde su condición primordial es promovido hasta las mismas alturas divinas.

Pero lo que resulta estimulante y esperanzador en el pensamiento del Obispo de Lyon, es que esta elevación del hombre no se produce por un determinismo naturalista como en el caso de los espirituales valentinianos, meros «espectadores» inconscientes de una acción divina caprichosa y elitista sobre sus propias existencias; por el contrario, la divinización del hombre según Ireneo se da por una acción conjunta entre Dios y la creatura, a través del ejercicio y experiencia de un constitutivo antropológico de la misma, que es la libertad. Sin la experiencia de la libertad en la propia temporalidad y contingencia de las vicisitudes humanas no hay divinización y, por tanto, tampoco asistimos al acontecimiento del encuentro con Dios en el ámbito de la temporalidad.

En este capítulo abordaremos la cuestión de la libertad considerando el tratamiento que la filosofía le daba a la misma antes del siglo de Ireneo, para contrastar luego las concepciones vigentes entre las principales corrientes heterodoxas del siglo II con la que el Lugdunense plantea dentro del profundo realismo de la experiencia.

1. La concepción de libertad anterior a Ireneo

Uno de los primeros en abordar el tema fue Aristóteles en el famoso pasaje del Peri Hermenéias 9, donde el Estagirita cuestiona el determinismo. En otras ocasiones toca tangencialmente la cuestión al hablar de la necesidad (ἀνάγγκη) y el azar (τὸ αὐτόματον) o la suerte (τύχη),¹ así como también al hacer algunas referencias al hombre libre (ἄνθρωπος ἐλεύθερος).² Pero en ninguno de estos casos la temática de la libertad alcanza la envergadura que revisten otras cuestiones en el pensamiento de Aristóteles.

Recién con Epicuro la reflexión sobre la libertad adquiere una dimensión problemática en la filosofía. Al oponerse a la férrea rigidez del sistema atomista de Leucipo³ y de Demócrito,⁴ el filósofo del jardín propone una desviación en la caída de los átomos, la parénclisis o clinamen, movimiento fortuito que posibilita la libertad humana dentro de su sistema. Según Epicuro, los átomos poseen figura y tamaño, tal como lo afirman Leucipo y Demócrito, pero también peso. Éste hace que caigan en el vacío infinito en una especie de lluvia cósmica. Como ningún átomo encuentra resistencia en su caída, todos descienden a la misma velocidad. Entonces, parece que en este sistema quedarían excluidas las colisiones entre átomos, que son las que dan a los sistemas atomistas de sus predecesores su poder explicativo, pero al mismo tiempo le imponen un rígido determinismo. Epicuro afronta esta dificultad postulando una declinación infinitesimal: un átomo altera lo menos posible su trayectoria de descenso, pero aun con ello produce una reacción en cadena de colisiones. Esa declinación debe ser de carácter no causal, ya que si lo fuera, sólo podría ser provocada por la colisión con otro átomo. De este modo, el clinamen rompe el determinismo introduciendo un elemento de indeterminación en el universo; explica el origen del torbellino atómico y al mismo tiempo da significado al sistema ético de Epicuro. Si el mundo estuviese sometido a la rígida causalidad, entonces el hombre no sería capaz de escoger libremente. En cambio, el indeterminismo implícito en el clinamen epicúreo, aunque no explica cómo se ejerce el libre albedrío, al arrancar el universo de las garras de la necesidad y de la causalidad, da lugar a la posibilidad de la volición humana libre. En este sentido, Epicuro es pionero en haber detectado el problema del libre albedrío en un universo mecánico.⁵

El segundo hito importante en la historia de la libertad como problema filosófico es el de los estoicos. Cicerón decía que los filósofos antiguos sostenían dos teorías opuestas en cuanto a la relación del hombre con el destino o εἱμαρμένη, a la que los griegos llamaron μοίρα y los latinos fatum. Unos consideraban que el destino era la causa de todo, imponiendo su necesidad. Otros, por su parte, eran de la opinión que los movimientos del alma no estaban sujetos al imperio de los hados en lo que respecta a los actos de la voluntad. Entre estos últimos se destaca Aristón, quien afirmaba que la voluntad está dotada de una fuer...

Índice

• Cubierta
• Portada
• Créditos
• Dedicatoria
• Prólogo a la segunda edición
• Prefacio a la primera edición
• Prólogo a la primera edición
• Introducción. La antropología vigente en el siglo II
• Primera parte. El acontecimiento en la demiurgía divina: creación y alianza
• Segunda parte. El acontecimiento en en el centro de la historia: encarnación y pasión
• Tercera parte. El acontecimiento en la divinización del hombre
• Conclusiones
• Bibliografía
• Abreviaturas de los libros de la biblia
• Sobre este libro
• Sobre el autor