Partes de la Tesis Doctoral
Agradecimientos
Posiblemente es la parte de la Tesis donde menos tiene que decir el director de la misma. La redacción de los agradecimientos por parte del doctorando es personal y de estilo libre. El apartado de agradecimientos más original que he visto es sencillamente uno en el que solo se reflejaba la letra de una canción del grupo de rock Ourensano «Los Suaves». Si eso aparece en unos agradecimientos, puede aparecer cualquier otra cosa. No está de más decir que hay que agradecer al director de Tesis —al menos— sus enseñanzas —aunque hayan sido escasas— o la oportunidad que éste le ha dado al doctorando de conocer el mundo del laboratorio, aunque seguramente algunos doctorandos no querrían agradecer ni siquiera eso. Al final, una vez terminada la Tesis, el deber está cumplido y no habría que perder mucho tiempo en quejarse o en guardar rencor, que es un sentimiento que conlleva una pérdida innecesaria de energía. A partir de ahí, los agradecimientos son libres. Normalmente, es lo primero —y a veces lo único— que se lee de una Tesis Doctoral, así que también tienen su importancia. Además, pueden ser la única parte de la Tesis que entienda cualquier persona de la calle. Algunos afirman que la Tesis solo será leída totalmente por los miembros del tribunal y por el director/es de la misma, y que lo que se lee de verdad son los artículos derivados. Esto es una afirmación gratuita, porque, por ejemplo, si la Tesis se enmarca en una línea de investigación de un grupo consolidado, necesariamente habrá un antes y un después y nuevos doctorandos de esa línea de investigación recurrirán a esa Tesis para profundizar en el trabajo. Y lo mismo harán doctorandos de ramas paralelas o tangenciales al tema de dicha Tesis.
Por supuesto, las personas que nos han ayudado con alguna técnica, los que nos han acogido en sus laboratorios durante una estancia, o los que nos han cedido reactivos o material importante, deberían ser incluidos también en los agradecimientos. A veces la lista puede ser muy larga e incluso alguien puede ser excluido injustamente sin mala intención. Sea como sea, el doctorando tiene el poder en este apartado y puede escribir lo que le plazca. Será su huella de identidad si se marca una copla bonita, o su estigma si compone barbaridades.
Introducción
Lo más habitual es que la Tesis Doctoral comience con la denominada «introducción». En algunas Tesis Doctorales se sustituye este apartado inicial por el de «revisión de la literatura». Otras incluso, utilizan estos dos apartados juntos, una pequeña introducción y una revisión de la literatura. Sea como sea, el doctorando debe proveer al lector de una introducción estructurada del tema de Tesis, demostrando que ha leído y comprendido la literatura más importante de su área.
Hay que comenzar a redactar este apartado de forma clara y sencilla y terminar de forma más contundente, preparando al lector para que se interese y se centre en el siguiente apartado, que puede denominarse justificación y propósito, propósito a secas (que incluye los objetivos) o solamente, objetivos. Hay que hacer un repaso a la literatura más relevante, prestando especial atención a los apartados que concuerdan exactamente con los experimentos más importantes, o con los puntos fuertes del tema central de la Tesis. No hay que escribir un nuevo tomo de «El Quijote de la Mancha». Tampoco hay que perder mucho tiempo y esfuerzo con temas tangenciales —que seguramente habrá muchos—. Por ejemplo, si nuestro tema de Tesis versa sobre una proteína celular eucariota, y como se produce y secreta, no hay que entrar en detalle sobre todas las implicaciones físicas, metabólicas, bioquímicas, de señalización, estructurales, celulares, tisulares y fisiológicas, etc., —la lista podría ser interminable— en las que dicha proteína puede estar implicada. Hay que integrar cuidadosamente los aspectos más relevantes del contexto de la proteína, no divagar sobre si en el polvo estelar disperso por el universo se podría encontrar algún tipo de proteína similar...
El tamaño de la introducción debería ser grande en su primera versión. Ya se encargará el director de eliminar las partes innecesarias para que la extensión final sea mentalmente manejable. Es mejor escribir mucho —porque luego es más fácil eliminar— que tener que redactar todo de nuevo.
Hay que elegir cuidadosamente las figuras de la introducción. Serán un descanso mental en medio de un montón de texto —a veces demasiado extenso—. Una figura excelente —o incluso espectacular— despertará admiración o incluso emoción en el lector. Por ejemplo, posiblemente una ruta metabólica no sea precisamente lo que despierta emociones en la mente de un científico, pero resulta siempre agradable y relajante a la vista después de leer párrafos y párrafos sobre su composición o conexiones. Si es posible, las figuras deben ser realizadas por el propio doctorando. Esto, evidentemente, requiere un esfuerzo adicional y el manejo de alguna herramienta informática de dibujo o fotografía. Debería intentarse siempre la realización de figuras originales. Esto indica además un carácter perfeccionista, y que no se quiere terminar deprisa y corriendo. Utilizar el trabajo de los demás para ganar tiempo podría indicar que el doctorando no es lo suficientemente bueno haciendo esas cosas, o que simplemente es un vago, o no tiene iniciativa ni imaginación. Además, otra ventaja añadida de preparar las figuras uno mismo es que se aprende bien su contenido y que así pueden ser utilizadas en los posibles trabajos o publicaciones que deriven de la Tesis, incluidos los artículos de revisión. Por otro lado, aunque la mayoría de los doctorandos lo hacen y sus directores lo consienten, si se reproducen figuras directamente de artículos científicos o libros de otros autores (copiar y pegar) debería citarse a éstos y debe figurar también el correspondiente permiso de la editorial. Pedir permiso a una editorial para poder utilizar una figura es un trámite muy sencillo y que no suele presentar ningún problema ni dolor de cabeza.
Objetivos
Al comienzo de la Tesis, el Director encarga la realización de experimentos al doctorando con vistas a cumplir unos objetivos. Estos objetivos se plantean de manera clara y concisa, pero muy posiblemente variarán mucho a lo largo de los meses o años, dependiendo de los resultados que se van obteniendo.
Durante la redacción del manuscrito de Tesis, aunque parezca extraño, estos objetivos suelen ser los últimos en ser redactados —de manera no muy extensa— y deben ser muy hábilmente adaptados a los resultados experimentales obtenidos. Lo mismo ocurre con la hipótesis, de la que ya hemos hablado anteriormente. Para terminar, estos objetivos planteados deben coincidir con los resultados alcanzados.
Materiales y métodos
La escritura del apartado de materiales y métodos es una buena manera de comenzar la redacción del manuscrito y así tomar carrerilla para continuar con el resto de la Tesis.
Para escribir el apartado de materiales y métodos debemos pensar en los investigadores que en el futuro quieran repetir los experimentos que se plasman en nuestra Tesis y por lo tanto, hay que describir con el máximo detalle posible toda la información necesaria para que otros puedan realizar los mismos ensayos. También, hay que pensar en el tribunal que los va a leer en primer lugar y que posiblemente hace tiempo que no se ponen unos guantes de laboratorio. Esto incluye por supuesto los reactivos y material biológico, pero también la manera en que se han utilizado.
Muchos doctorandos prefieren ahorrar tiempo y espacio, y citan directamente la referencia del protocolo descrito por tal autor, en el artículo X. Esto es un error, ya que obligamos al lector a dirigirse a ese artículo para realizar la consulta pertinente. Además, si nuestro trabajo de Tesis pertenece a una dinastía de investigación que lleva años dando frutos en el seno del grupo, quizás un posible sucesor quiera continuar con las experiencias e incluso necesitará aprender de nuestros protocolos, así que debemos facilitarle las cosas, sobre todo para que tenga la seguridad de estar realizando lo mismo que su predecesor. Y por supuesto, con vistas a la reproducibilidad. La reproducibilidad es la base sólida de la ciencia. Si un experimento o un resultado no se pueden reproducir, no sirven para nada. Bueno, sí, como control de lo que no funciona. Sería interesante plantearnos si en el material suplementario de nuestras Tesis o de nuestras publicaciones podríamos o deberíamos incluir —incluso obligatoriamente— vídeos de las técnicas que utilizamos, con vistas a la reproducibilidad. Esto ayudaría increíblemente a que otros investigadores pudieran repetir los experimentos, ya que una imagen vale más que mil palabras, pero un vídeo es el culmen.
Los resultados
Suceda lo que suceda, aun en los días más borrascosos,
las horas y el tiempo pasan.
W. Shakespeare
Los errores ocurren fácilmente, los errores son inevitables.
Pero no hay mayor error que el no perseverar.
J. Blake
Hay muchos investigadores que piensan en los resultados solo cuando éstos son ya visibles tras los experimentos. Hay otros que utilizan la regla del 50%. Hay un 50% de posibilidades de que salga un resultado positivo y un 50% de que salga uno negativo, así no se llevan sorpresas. Y hay otra clase de investigadores que especulan con todas las combinaciones posibles de resultados potenciales, antes incluso de realizar el experimento. Esto último hace ganar tiempo en la toma de decisiones dirigidas a realizar el siguiente experimento y, además, evita alguna que otra desilusión; por lo tanto, es muy importante sobre todo cuando se realizan experimentos de larga duración, o cuyos resultados no se van a conocer en el momento. Esto viene a cuento de que la mayoría de doctorandos piensan siempre en cosas como: tengo que hacer este experimento X para ver qué pasa con Y. O, tengo que comprobar si ocurre Z mediante el experimento W. Pocos se paran a pensar en: al realizar este experimento, solo puedo obtener o A, o B, o C, o D, o E, o F, no hay más posibilidades. Esta manera de pensar nos hace ganar mucho tiempo, porque ya podemos preparar el siguiente experimento, tanto si sale el resultado A, o el B, o el C, o el D, o el E, o el último posible, el F. Tendremos ya un plan para continuar, haciendo ya una predicción de todas las posibles combinaciones que pueden suceder al terminar cada experimento. Esto es válido tanto para resultados cualitativos como cuantitativos.
A veces ocurren contratiempos. Grandes contratiempos. Tras un largo experimento, cuando hay que poner la guinda en forma de reactivo clave, cometemos una equivocación, un error. Y entonces surge la duda, seguir adelante, o tirarlo todo y comenzar de nuevo. Gracias a la recurrida ley de Murphy, todo un día de experimentos se puede desperdiciar gracias a un fatídico paso en falso en el último momento. Pero bueno, solo el que no trabaja no comete errores. El doctorando se encontrará muchas veces con largas jornadas de trabajo y un despiste a última hora puede hacer que el día se considere perdido. En estos casos, no hay que tirarse de los pelos. Hay que admitir mentalmente que los errores ocurren. No hay que desesperarse, hay que reaccionar con calma, como si tal error no hubiera ocurrido, recoger el sitio de trabajo, apagar el ordenador, apagar las luces, cerrar la puerta, e irse a casa tranquilamente. Mañana será otro día, hoy solo queda descansar bien. Es mejor reposar y comenzar de nuevo al día siguiente. Las cosas saldrán mejor la próxima vez. Hay que olvidar los errores cuanto antes, aprender de ellos y solo pensar en no volver a cometerlos.
En cuanto a los resultados negativos, es decir, cuando una bacteria B no crece en un medio de cultivo M; cuando una planta P no expresa el gen G; cuando un ratón R no responde al estímulo E; cuando una mutación M no se expresa en las células C, pues se tiende a pensar que todo ha sido una pérdida de tiempo. Esto es así porque en ciencia, la mayoría de las veces esos resultados no son los a priori más excitantes y lo divertido y fascinante habría sido ver a la bacteria aparecer en el medio de cultivo, a la planta expresar el fenotipo, al ratón moviendo la patita para responder al estímulo o a las células produciendo la proteína.
Se asocia la palabra «negativo», o el NO (NO me ha salido el experimento), con algo malo, improductivo. Esto es un error. ¡Lo negativo es bueno! Es bueno desde el punto de vista de que hemos reducido el número de experimentos que tenemos que realizar para comprobar nuestra hipótesis. Además, si hemos obtenido un resultado negativo, ya no tenemos que esperar a realizar los experimentos para obtener uno positivo. Ese resultado positivo no va a ocurrir. Por lo tanto ¡el resultado negativo nos ha ahorrado tiempo! Y eso es bueno.
Cuando se obtiene una gran cantidad de datos cuantitativos (por ejemplo, en el caso de experimentos que implican el uso de micromatrices con miles de genes) es necesario realizar varias pruebas estadísticas en base a unos datos no sesgados y estadísticamente significativos, para garantizar que las conclusiones son adecuadas. Para este fin, el doctorando debe buscar asesoramiento estadístico dentro o fuera del laboratorio, con el objetivo de presentar sus datos de la forma correcta, normalmente en tablas o gráficas. Hay libros que expresamente tratan el tema de la fobia de los biólogos, químicos, veterinarios, etc., a la estadística, por lo que no pondré aquí mucho más empeño en ello. Lo importante es que el doctorando comience a pensar que la estadística será una herramienta que utilizará durante toda su carrera científica y que debe estar mínimamente familiarizado con los métodos estadísticos. Los métodos estadísticos ayudan a planificar los experimentos, por lo que es mejor pensar en estos métodos antes incluso de comenzar cualquier ensayo o investigación. Por eso, cuanto antes ...