Discursos de España en el siglo XX
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Discursos de España en el siglo XX

  1. 284 páginas
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Discursos de España en el siglo XX

Descripción del libro

El problema de la construcción de España en la época contemporánea ocupa desde hace casi dos décadas el centro de los quehaceres y debates de los historiadores españoles. En los últimos años se ha experimentado, además, un giro que desplaza cada vez más la atención hacia el siglo XX. Centradas en el estudio de los discursos y prácticas de nación en el siglo XX, se puede constatar a través de las distintas aportaciones la complejidad de dichos discursos y prácticas, así como la necesidad de fijar la atención en aspectos poco estudiados. Podría decirse que se ha tratado de estudiar el proceso de construcción nacional en la España del siglo XX, con todas sus contradicciones y especificidades, pero de construcción nacional al fin.

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Información

Año
2011
ISBN del libro electrónico
9788437083070
Categoría
Storia
Categoría
Storia europea
POLÍTICAS DEL PASADO: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EL FRANQUISMO*
Ignacio Peiró Martín
Universidad de Zaragoza
* Este artículo se inscribe en el Proyecto HUM 2005-04651/HIST, «Espacio Público y culturas políticas en la España Contemporánea», subvencionado por el Ministerio de Educación y Ciencia. Es una versión ampliada y ejemplificada de la conferencia «La fractura del concepto de “cultura nacional española”», impartida en Valencia el 9 de noviembre de 2006, en Discursos de España en el Siglo XX, curso dirigido por Carlos Forcadell Álvarez e Ismael Saz Campos, UIMP, Valencia, 6-9 de noviembre de 2006. Y debe leerse como una continuación de mi trabajo, «La Condesa de Bureta o la arbitraria oportunidad de un Centenario», estudio introductorio a la reedición de Mariano de Pano, La Condesa de Bureta y el Regente Ric, Editorial Comuniter, Zaragoza, 2006, pp. I-XLVI.
El 3 de agosto de 1947, el patriarca de las letras aragonesas Mariano de Pano y Ruata cumplió cien años. Para celebrarlo, sus amigos nacional-católicos le homenajearon con la publicación de La Condesa de Bureta y el Regente Ric. Héroes de la independencia española.[1] Segunda parte de una primera obra aparecida en 1908,[2]la edición del manuscrito que había permanecido oculto durante casi un cuarto de siglo resulta un buen ejemplo de la manipulación ideológica y la abierta deformación de los acontecimientos bajo los que circulaba el discurso de la Guerra de la Independencia durante el franquismo. Y es, entre otros muchos, un testimonio de la negación y el rechazo de la cultura nacional española.[3]
En este sentido, la obra de Pano me ha permitido, antes que otra cosa, recordar el oportuno material propagandístico producido por la sociedad conmemorativa aragonesa y española, desde 1908 en adelante. Asimismo, me ha servido de excusa para apuntar la continuidad de sus formas de apropiación engañosa del pasado en el contexto inmediato de 1939 y la transfiguración del acontecimiento histórico de 1808-1814 en un icono sagrado del pasado cultural de la España franquista. Una epopeya de los vencedores y un mito precursor de la Guerra Civil fundacional integrado en la mística nacionalista del primer franquismo.[4]En este orden de cosas, el texto de Mariano de Pano también me ha servido de pretexto para abordar de forma restringida el problema de las políticas del pasado del Nuevo Estado derivadas del uso público de la historia por el franquismo.[5]Y, por último, para resaltar los esfuerzos institucionales por perpetuar una conciencia histórica unívoca en la coyuntura que alcanza los años finales de la década de 1950.
Desde este punto de vista, he realizado un comentario crítico de las conferencias impartidas en la cátedra «General Palafox» de Zaragoza y una descripción detallada del ambiente historiográfico creado alrededor del 150 aniversario la Guerra de la Independencia. Con ello, he intentado reconstruir una parte del territorio intelectual que sostenía con pertinaz fascinación las suposiciones de un continuum histórico dirigido a reforzar el sentimiento de posesión de una cultura nacional radicalmente diferente de la anterior. A fin de cuentas, la cultura de la nación franquista fundaba su unidad en la tradición y en la Historia, pero, por encima de todo, en la exclusión de los enemigos. Y siendo evidente que éstos fueron los otros españoles –los vencidos–, en el campo intelectual la represión vendría representada por la ruptura iconoclasta derivada de la destrucción inmediata de las políticas del pasado de la II República y la amnesia inducida de las otras historias de España.[6]Finalmente, la reedición reciente de La Condesa de Bureta y el Regente Ric invita, cuando menos, a una pequeña reflexión acerca de las implicaciones con las políticas de la historia del franquismo de un tema que desde 1908 hasta hoy no ha perdido efecto. De hecho, más allá de la historia profesional, la retórica inamovible de la mitologización y la dimensión simbólica de los acontecimientos que la glaciación franquista había restaurado y prolongado no sólo han seguido proyectando su sombra en la esfera pública del presente. Por si fuera poco, amenazan de nuevo con reproducirse aprovechando el espectáculo de la historia que nos deparará el inminente 2008.
INTRODUCCIÓN
De entrada, parece claro que la fortuna del discurso tradicional venía determinada por su entronque con el pensamiento reaccionario español y los efectos provocados por la transcripción de la filosofía política antiilustrada y antiliberal a la revisión histórica de la Guerra de la Independencia. Y estaba directamente relacionada con el hecho de que, durante el primer tercio del siglo XX, el capital simbólico de la guerra contra los franceses pasó a ser considerado una herencia de la tradición y fue absorbido por el amplio espectro ideológico de las clases conservadoras españolas, patrioteras y católicas, tradicionales y monárquicas, reaccionarias y carlistas, que se reconocían en el lenguaje del nacionalismo español (de signo progresivamente autoritario). Por lo demás, tratándose de una narración que se pretendía unánime, un relato de combate originalmente pensado para la confrontación con las «otras» visiones nacionales del liberalismo progresista y republicano, anticlerical y democrático, llegado el momento sería esgrimido frente a todos los enemigos interiores creados por el trauma de la Guerra Civil.[7]En un tiempo donde las opiniones podían matar, sus palabras se dirigieron contra quienes creían «que el bien más preciado de cuantos puede apetecer al pueblo español es la convivencia de las ideologías y tendencias, bajo el signo común de la patria».[8]
De la misma manera, creo especialmente significativa la referencia a Zaragoza como el espacio matriz que ofreció una consistencia material al modelo y a su representación. En líneas generales, la capital de Aragón y de España se convertirá en uno de sus principales escenarios operativos y se constituirá, a su vez, en la más perseverante de sus plataformas ideológico-culturales en total consonancia con tres elementos o figuras de expansión de sus prácticas discursivas: la moda conmemorativa, la Virgen del Pilar y la Academia General Militar.
La primera se materializó en 1908 con la celebración en Zaragoza del primer Centenario de la Guerra de la Independencia. Entre otras cosas, la conmemoración sirvió para revitalizar un peculiar campo del saber histórico al engrosar los pequeños círculos de escritores nacionales, tradicionales cultivadores de la historia político-militar, con la aparición de una historiografía populista y oficiosa (de periodistas, eruditos y publicistas locales) que asumió el tema histórico como propio. Una forma de hacer historia creada en la trastienda de la práctica histórica universitaria y caracterizada, desde entonces, por sus procesos de gaudianización regulados por los ritmos conmemorativos. Por otra parte, vinculada por el sentido intuitivo de la erudición y las descripciones aventuradas, esta historiografía comenzó a producir un metarrelato nacional que pretendía suplir la realidad por las imágenes excesivas del patriotismo español y los estereotipos regionales, las elaboraciones mitohistóricas y las proliferaciones ideológicas. En su encuentro con la historia, no fue, pues, casualidad que el poder evocador de su trama narrativa privilegiara, por encima, a los grandes personajes como actores y a los accidentes e ideas como causas, y trivializara, por debajo, la participación popular en el conflicto. Ni tampoco lo sería que se expresara con un lenguaje poblado de términos procedentes del nomenclátor político-militar y repleto de simbologías conectadas a las representaciones de la iconografía religiosa.
En este empeño, además, en Zaragoza se encontraba la basílica de la Virgen del Pilar cuya mitología ocupaba un lugar central en el recuerdo de la guerra. Y desde sus altas torres se divisaba el edificio de la Academia General Militar donde se formaban los mandos del ejército español. Desde el primer día de su inauguración, el 5 de octubre de 1928, el espíritu de la institución encontró en la mistificación españolista creada por la imaginería del Aragón heroico de 1808 y 1809 uno de los pilares sobre los que asentar la construcción de una idea de España, unívoca y excluyente. De ese modo, la Academia fue un nuevo baluarte aragonés y, a la vez, el moderno lugar español para la imposición de una memoria nacional impregnada de valores militaristas y heroísmos inconmensurables. Disfrazados de antigüedad, tradición y patriotismo, muy pronto sus materiales serían utilizados por la propaganda de los sublevados y sus imágenes, mezcladas en proporciones variables con los dogmas religiosos, los prejuicios sociales y los tópicos de la anti-España, circularon como parte las representaciones culturales garantizadas por el nuevo Estado.
En efecto, el mito de la Guerra de la Independencia prevalecerá y, entre otros, los estereotipos de la cruzada o de los héroes y mártires servirán de modelo nutricio para el lenguaje simbólico utilizado por los vencedores de 19361939 en la constitución de la imagen histórica de la Guerra Civil. Un discurso que se vería apuntalado por el otro referente patriótico-religioso aragonés: el de la Virgen del Pilar. Su milagrosa intervención –y a estas alturas eran ya innumerables– había convertido en fallido el intento republicano de bombardeo de su basílica en la madrugada del 3 de agosto de 1936. Así, la Reina de la Hispanidad, que en el pasado no había querido ser francesa y menos ...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADA INTERIOR
  3. CRÉDITOS
  4. ÍNDICE
  5. INTRODUCCIÓN
  6. LOS SOCIALISTAS Y LA NACIÓN
  7. REPUBLICANISMO E IDENTIDAD NACIONAL ESPAÑOLA: LA REPÚBLICA COMO IDEAL INTEGRADOR Y SALVÍFICO DE LA NACIÓN
  8. LA NACIÓN DE LAS MOCEDADES DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET Y EL DISCURSO DEL NACIONALISMO ESPAÑOL (c. 1906-c. 1914)
  9. MITOS DE LA ESPAÑA INMORTAL. CONMEMORACIONES Y NACIONALISMO ESPAÑOL EN EL SIGLO XX
  10. LAS ESPAÑAS DEL FRANQUISMO: ASCENSO Y DECLIVE DEL DISCURSO DE NACIÓN
  11. POLÍTICAS DEL PASADO: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EL FRANQUISMO*
  12. NACIÓN Y DEMOCRACIA. EL NACIONALISMO CONSTITUCIONAL ESPAÑOL