Microhistoria italiana
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Información

Editorial
Montesinos
Año
2014
ISBN del libro electrónico
9788494209727
Categoría
Historia
Categoría
Historiografía

Introducción

Un dato claro y muy relevante del actual panorama de los estudios históricos, a nivel mundial, es el hecho de la constante y también creciente difusión y popularidad, cada día más amplia y establecida, de la importante corriente historiográfica italiana conocida bajo el nombre de la microhistoria italiana. Pero, como suele suceder cuando se desarrolla en más amplia escala la difusión de cualquier concepción teórica, o también de cualquier cosmovisión del mundo, esta mayor irradiación de esta fundamental corriente de la historiografía italiana contemporánea ha ido acompañada, en ese movimiento de su vasta popularización, de varios malentendidos importantes, que hoy se hacen presentes en cuanto se menciona a ese mismo enfoque microhistórico italiano. Lo que entonces vuelve pertinente la pregunta de qué cosa es, más precisamente, dicha corriente de la microstoria italiana.
Y entonces, y para responder más adecuadamente lo que es esa microhistoria generada dentro de la cultura italiana de las últimas cuatro décadas, puede ser útil aclarar primero lo que no es dicha microhistoria
“a la italiana”, en contra de las confusiones ampliamente extendidas que hemos mencionado anteriormente.
La microhistoria italiana es un claro esfuerzo por utilizar los niveles u objetos microhistóricos —y no solo el nivel de lo local, sino también, por ejemplo, la biografía, o la cosmovisión de un cierto individuo, o un reducido sector de una clase social, o la obra escrita de un científico,
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etc.— como un espacio de prueba y como un lugar de experimentación para la reelaboración y el replanteamiento de grandes modelos e hipótesis de orden claramente macrohistórico y global.
Con lo cual es claro también que dicha microhistoria italiana no es el estudio por sí mismo de las cosas pequeñas, o banales, o insignificantes, que al ser estudiadas de manera aislada y autónoma y como una suerte de “residuos de la historia”, implicarían el abandono de la macrohistoria, sino más bien un complejo replanteamiento de la dialéctica entre la macrohistoria y la microhistoria, encaminado a supe rar la tradicional oposición y falsa autonomización que muchos historiadores establecen, todavía hoy, entre ambos niveles de la realidad histórica.
Tampoco es esta microhistoria italiana una variante nueva o una sub -
rama de la conocida historia de las mentalidades, que tanto eco tuvo en el mundo en los años sesenta y setenta del siglo pasado, para decaer y entrar en crisis en los años ochenta y noventa. Pues en contra justamente de esta amorfa y siempre superficial historia de las “mentalidades” —que presupone la falsa idea de que existen concep ciones comunes a todos los distintos grupos y clases sociales de una sociedad determinada—, la microhistoria italiana ha defendido, en su vertiente como un nuevo y muy original modelo de historia cultural, tan brillantemente ejemplificado en las obras de Carlo Ginzburg, la idea de que es imposible comprender ese espacio de las realidades “mentales” o culturales de una sociedad sin partir de la esencial división, siempre fundante y siempre presente de múltiples formas, entre culturas hegemónicas y culturas subalternas.
Y si esta microhistoria “a la italiana” no es ni mucho menos lo mismo que la historia de la mentalidades, tampoco es equiparable ni a la historia de la vida privada, ni a la historia de la vida cotidiana, pero tampo -
co a la antropología histórica, aunque varios de sus representantes prin cipales, como Edoardo Grendi, o Giovanni Levi, o Carlo Poni, puedan recuperar en sus investigaciones y en sus resultados escritos, de una manera heurística y muy creativa, ciertos elementos, temáticas, paradigmas o conceptos correspondientes a estos campos problemáticos o a estos enfoques analíticos recién mencionados.
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Esta microhistoria italiana no es tampoco, y en contra de otra opinión también difundida con cierta amplitud, una versión más del pensamiento posmoderno dentro de las ciencias sociales. Ya que, dado el claro origen de izquierda de todos sus principales impulsores y representantes, dicha microhistoria se ha ubicado siempre en claras posiciones que corresponden a la defensa de una historia crítica, científica y ra -
ciona lista, combatiendo por lo tanto a ese nuevo irracionalismo del pos -
mo dernismo relativista, que al afirmar que es imposible conocer la ver dad, y que todo conocimiento es limitado y relativo a sus condiciones de generación, termina por desembocar en la renuncia al carácter científico de la disciplina histórica, y más en general, de todas las ciencias sociales actuales.
Finalmente, la microhistoria italiana no es tampoco una vertiente del llamado “individualismo metodológico”, que solo estaría interesada en la dimensión histórica de aquello que es único, irrepetible y singular dentro de la historia, al modo de una renovada defensa del viejo y ya su perado historicismo, que se opondría al examen de la historia serial, estructural, o general. Todo lo contrario. Pues si los microhistoriadores italianos van a reivindicar sin duda la necesidad del examen y explicación de esos elementos particulares y de esa singularidad irrepetible de ciertos hechos y procesos históricos, e incluso también el valor analítico del estudio del hapax o del caso atípico, será siempre para reintegrarlos dentro de esa compleja dialéctica, ya antes aludida, entre lo general o macrohistórico y lo microhistórico o particular.
Entonces, y a diferencia de la historia local o regional, pero también de la historia de las “pequeñas cosas” insignificantes e inútiles, de la historia de las mentalidades, de la historia de la vida cotidiana o privada, o de la antropología histórica, lo mismo que de la historia posmoderna o del individualismo metodológico, a diferencia de todas ellas, la microhistoria italiana constituye más bien una original y muy novedosa propuesta para redefinir radicalmente la práctica contemporánea del oficio de historiador, a partir sobre todo de la reivindicación de tres paradigmas metodológicos centrales, los que en su conjunto constituyen
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el esqueleto epistemológico de dicha propuesta microhistórica italiana.
Tres paradigmas que son, en primer lugar, el paradigma del cambio de la escala de observación o de análisis de los fenómenos históricos investigados; en segundo término, el paradigma del análisis exhaustivo e intensivo del universo microhistórico, encaminado a construir descripciones densas de los hechos y procesos estudiados; y finalmente, el paradigma indiciario utilizado como método de investigación en aquellos casos espe cíficos en que, por diversas razones, se dificulta el acceso directo y más inmediato a los problemas y fenómenos que intenta “atrapar” y recons truir el historiador, como por ejemplo, en el caso del estudio de las distintas culturas de las clases subalternas de la sociedad.
Así, el primer paradigma desarrollado y defendido por esta importante corriente de microhistoriadores italianos, que durante algunos años se asoció al proyecto cotidiano de edición y construcción de la hoy conocida revista Quaderni Storici, es el del procedimiento metodológico del “cambio de escala”, procedimiento que al postular la posibilidad de modificar la “escala” específica en que un problema de historia es anali -
zado y resuelto, va en general a desembocar en la reivindicación de la recuperación recurrente de la escala microhistórica, o del universo de dimensiones históricas “micro”, como el posible nuevo “lugar de experi -
men tación” y de trabajo de estos historiadores italianos que, no obs -
tante, continúan siempre empeñados en explicar y en comprender los grandes y también siempre fundamentales procesos globales macrohistóricos.
De este modo, y a la vez que critican los límites de los distintos modelos “macrohistóricos” precedentes, que al haberse afirmado dentro de las ciencias sociales y la historiografía del siglo XX fueron simultáneamente vaciándose de contenido, al abandonar su fuente nutricia originaria, que era y ha sido siempre el análisis de los casos particulares y de las experiencias históricas singulares, los microhistoriadores italianos van en cambio a defender este cambio de escala y este retorno sistemático al nivel microhistórico, pero no para renunciar al nivel de lo general y de la macrohistoria —como hacen la mayoría de los historiadores locales
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o regionales tradicionales—, sino justamente para renovarlo y enrique-cerlo, replanteándolo de modo más complejo y elaborado, a partir de los resultados de esa experimentación y de ese trabajo realizado dentro de los universos de la escala microhistórica.
Un segundo paradigma también asociado a la microhistoria italiana, y directamente conectado con el procedimiento microhistórico del cambio de escala, es el del análisis exhaustivo e intensivo de dicho universo mi crohistórico. Es decir, que al reducir la escala de análisis, y tomar como objeto de estudio a ese “lugar de experimentación” que será la localidad, o el caso, o el individuo, o la obra, o el reducido sector de clase elegido, se hace posible llevar a cabo un análisis prácticamente total, tanto de todos los documentos, las fuentes, los testimonios y los elementos disponibles dentro de ese microuniverso, como también de los diversos y múltiples sentidos involucrados en las acciones, las prácticas, las relaciones y los procesos desarrollados por esos personajes, o comunidades, o situaciones microhistóricas investigadas.
Pues a diferencia de los estudios puramente macrohistóricos, que ne cesariamente seleccionan uno o algunos pocos elementos de la totalidad, a los que investigan y analizan a través de casos o ejemplos, o de situaciones más o menos ilustrativas y/o representativas de las tendencias generales —lo que es totalmente pertinente, útil y necesario, mientras no se caiga en el vicio ya mencionado de “vaciar” el modelo general de sus referentes empíricos, y de terminar imponiéndolo como molde rígi -
do y obligatorio de la explicación de las múltiples realidades concretas—, el análisis de un caso microhistórico permite, en cambio, man tener el horizonte exhaustivo de agotar prácticamente todos los niveles de la realidad, y todas las dimensiones y aristas de una situación, de una comu nidad, o de un personaje histórico cualquiera, reconstituyendo por ejemplo la entera red de relaciones de un individuo a lo largo de to -
da su vida, o también el mapa de vínculos, alianzas, matrimonios y disputas de absolutamente todas las familias que componen un pequeño pue blo determinado.
Al mismo tiempo, y acompañando a este estudio que agota todas
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las dimensiones de la realidad “micro” bajo examen, se hace posible también un análisis más intensivo de los testimonios y de las fuentes diversas. Un análisis que ubicándose ahora desde el punto de vista del sentido de los hechos históricos, intenta también agotar todos los sentidos imbricados dentro de cada problema histórico, multiplicando las perspectivas de interrogación de dicho problema, y los puntos de observación de los mismos, para tratar de construir, también dentro de la historia, lo que el antropólogo Clifford Geertz ha llamado descripciones densas de los problemas. Es decir, descripciones que sintetizan y combinan en un solo esquema explicativo las muy diversas maneras en que la situación o el problema analizado ha sido visto, percibido y procesado por todos y cada uno de los actores y agentes sociales en él involucrados.
Finalmente, el tercer paradigma fuerte de esta corriente italiana de la microhistoria es el que reivindica la necesidad de reconocer, cultivar y aplicar el paradigma indiciario dentro del análisis histórico. Un paradigma que, en contra de una opinión común muy difundida, no es aplicable de manera indiscriminada a cualquier problema o fenómeno histórico, sino que se presenta como útil y hasta imprescindible solo en aquellos casos en los que el problema investigado se “resiste” a un acceso más evidente, directo e inmediato por parte del historiador. Por ejemplo, cuando nuestro objeto de estudio es el conjunto de elementos y de rea -
lidades que corresponden a la historia de las clases populares, de los grupos sometidos, de los “derrotados” sucesivos en las diferentes batallas históricas, y más en general de todas esas “víctimas” dentro de los proce -
sos históricos, cuya historia ha sido siempre silenciada, omitida, marginada, reprimida, o hasta eliminada y borrada de diferentes maneras.
Paradigma basado en el desciframiento de ciertos indicios históricos, cuya esencia consiste en que el historiador se capacite y entrene para ser capaz de leer e interpretar los múltiples indicios que, habiendo sobrevivido a los procesos de recodificación, filtro, deformación, conservación sesgada, y reescritura de la historia por parte de las clases dominantes, permiten todavía hoy acceder de manera tortuosa y difícil, pero al mis -
mo tiempo conectada con la esencia del problema, a esos puntos de
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vista y a esas cosmovisiones de, por ejemplo, la cultura popular, al modo de huellas, síntomas o trazos que, adecuadamente leídos e interpretados, logran aún revelarnos esas realidades silenciadas y marginadas sistemáticamente que conforman esa misma cultura popular. Pequeños indicios, o rasgos y elementos aparentemente insignificantes para cualquier mirada ordinaria, pero en verdad profundamente reveladores y esclarecedores para la mirada aguda y para el olfato especialmente entrenados del historiador crítico que ha cultivado esta búsqueda de los indicios, y esta capacidad de su lectura e interpretación adecuadas.
Por eso, Carlo Ginzburg juega, para explicar este paradigma indiciario, con la comparación metafórica entre la actividad del historiador, de un lado, y en el otro con toda una serie de actividades que incluyen, por ejemplo, el trabajo del detective, o también la labor del psicoanalista, o la pesquisa de un juez, igual que el diagnóstico de un buen médico, o la investigación del especialista de arte que es capaz de atribuir acertadamente la autoría de un cuadro supuestamente anónimo, entre otros. Pues en todos estos casos se trata de saberes indiciarios, que a partir de esos elementos sólo aparentemente secundarios o insignificantes, que son los rastros dejados involuntariamente por el culpable, o los actos fallidos del paciente, o las contradicciones o lagunas presentes en la de-posición de los testigos, o los síntomas diversos de un enfermo, o también los modos recurrentes y totalmente singulares de pintar una uña, una oreja, una zona del cabello o un pliegue del vestido, logran descubrir y establecer esa realidad oculta y de difícil acceso, pero finalmente “atrapable” y descifrable por el buen investigador o pesquisador.
Un saber indiciario que es, también, uno de los modos permanentes y milenarios del saber popular, del saber de esas mismas masas y clases populares que aprehenden el mundo, por la vía de la experiencia cotidiana y mediante la observación atenta del entorno circundante. Y por lo tanto, también a partir de esa capacidad de leer los indicios y de in-terpretarlos adecuadamente, como en el caso del saber de los cazadores, de los marineros, de los carpinteros o de los curanderos y médicos populares.
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Tres paradigmas metodológicos que, en su conjunto, constituyen la contribución epistemológica principal y el soporte subyacente a las restantes aportaciones teóricas, conceptuales, problemáticas e historiográficas de esta fundamental corriente de la microhistoria italiana, cada mas ...

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