MARÍA ISABEL PÉREZ
CAOS EN LA
ALIMENTACIÓN
E L V I E J O TO P O
Caos.qxp:Maquetación 1 24/02/11 12:14 Página 6
© María Isabel Pérez, 2011
Edición propiedad de Ediciones de Intervención Cultural/El Viejo Topo Diseño: Miguel R. Cabot
ISBN: 978-84-92616-97-8
Déposito Legal: B-10.029-2011
Imprime: Novagràfik
Impreso en España
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Sumario
Introducción
15
I.
Científicos, académicos y tecnólogos en la alimentación 19
Científicos malabaristas
21
Argumentos confusos de profesionales en la alimentación 22
Desacuerdo entre científicos
26
La industria expone en la universidad
27
Confrontación de científicos con la industria y al gobierno 30
La conspiración de los pesticidas
33
Falta de protección en el suministro de alimentos 35
Alteración genética en plantas para tolerar herbicidas 36
II. Médicos
41
Lo que no se aprende en la Facultad de Medicina 42
Médicos, industriales y gobernantes
43
Médico precursor en la denuncia de aditivos tóxicos 47
Un pediatra denuncia el efecto de algunos aditivos 50
El sabor que mata
51
Testimonio:Venenos diseñados
52
El cáncer sigue aumentando
53
Radiación innecesaria
54
La medicina se vuelve loca
55
Deficiencias nutricionales y degeneración física 55
III.
Funcionarios públicos
59
Argumentos oscuros usados por funcionarios 65
Omisión en el etiquetado
67
11
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Acción tolerante del gobierno
68
En el puño de la industria
71
Funcionaria denunciante
74
Funcionaria diáfana del medio ambiente
75
Diputado presenta legislación sobre antiaditivos tóxicos 76
Delegado del gobierno contra pesticidas tóxicos 77
Solidaridad en el gobierno canadiense
78
Promotores de transparencia en la alimentación 78
IV. Agricultores
79
De la agricultura biológica a la sintética 79
Intentos para salvar una tierra adicta a químicos 84
Caos en la agricultura
89
Comunidades agrícolas sostenibles
98
Fórmula para crear una comunidad de agricultura sostenible 100
Agricultores contra la biotecnología
102
V.
Industriales y comerciantes
103
Mercantilismo
105
Complicidad entre el comercio y la industria 106
“Que el público no sepa...”
109
Los supermercados
110
Contaminación y soborno
116
Avaricia en la irradiación de alimentos
117
Cuentos de la industria al consumidor
122
Cáncer a humanos y a animales
124
La ecología del comercio
125
La industria puede contribuir positivamente 126
VI.
Banqueros, economistas, financieros
131
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional 135
Greenpeace, pesticidas y bancos
136
Mecanismos que generan empobrecimiento
139
Inversión para beneficio económico y salud del consumidor 140
VII.
Publicistas o divulgadores
143
Verdad, falsedad y publicidad
151
12
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Noticias censuradas
153
Marketing destinado a internautas
154
VIII.
Educadores y burócratas
157
Escuelas siglo XXI
158
Declaración de los derechos de los padres 165
Notificación a padres sobre fumigación
166
Un distrito escolar diferente
167
Eliminación de enfermedades en la escuela 167
Productos alimentarios en el recinto universitario 167
Bibliografía
171
Apéndice
177
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A David
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“Más fácil es reprimir
la primera codicia
que satisfacer la siguiente”
BENJAMIN FRANKLIN
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Introducción
Cada sección de Caos en la alimentación es diáfana, está rigurosa mente documentada y toca diferentes esferas profesionales. Sin embar go, no se limita exclusivamente a descubrir los abusos cometidos contra la alimentación, sino que también ofrece alternativas positivas.
En el primer apartado se examina por una parte a los científicos que trabajan para la famosa “bottom line” o ganancia neta de las corporaciones y que, con la ayuda de su lobby o grupo de presión, se han tomado la libertad de dar de comer al mundo a su manera y a despecho de la salud de los consumidores. Por otra parte, se reseña el trabajo transparente de los científicos que están dando la voz de alarma por lo que está ocurriendo con “el pan de cada día”.
En el segundo apartado aparecen los médicos, los que practican el arte de curar, según el Juramento a Hipócrates, y los que se han vendido al sistema del statu quo y no se atreven a contradecir a las poderosas industrias alimentarias aun a sabiendas de que sus productos afectan negativamente a la salud de sus pacientes.
En el tercero conoceremos a los funcionarios de diferentes ramas y niveles del gobierno, sobre todo a políticos con el poder de callar, decir la verdad o distorsionarla, y a aquéllos que se vanaglorian de representar valores democráticos, aunque en realidad se están enriqueciendo a costa de 15
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C AO S E N L A A L I M E N TAC I Ó N G LO B A L / M a r í a I s a b e l P é r e z la salud de sus electores, a los que habían asegurado servir en vez de destruir. La otra cara de la moneda la constituye el trabajo diáfano de otros políticos con ética profesional que logran poco a poco cambios en pro del consumidor.
En cuanto a los agricultores, en el cuarto apartado veremos cómo la industria elimina la granja familiar y manipula los alimentos según el modelo industrial de la producción en masa con consecuencias dañinas tanto para el agricultor como para el consumidor. Sin embargo, aquí aún se encuentra un rayo de luz en la agricultura alternativa, conocida también como biológica, orgánica o ecológica, en la que además de duplicarse o triplicarse las ganancias, se eliminan los productos tóxicos y las situaciones crueles para con los animales de granja.
En industriales y comerciantes, el quinto apartado, se descubre el lado sórdido y peligroso de la cadena de la elaboración de alimentos en la que entran los ingredientes sintéticos, con base de petróleo y otros químicos tóxicos de cancerigenidad científicamente probada y que la industria des-miente para poder mantener el producto más tiempo en los estantes del supermercado. A la vez, también se reconocen aquellas industrias que, además de poner el foco en el producto y en la ganancia, respetan al consumidor.
Los banqueros, el sexto apartado, sacrifican con su mano invisible a millones de víctimas inocentes por medio de convenios, tipos de interés y deudas, manteniendo grandes áreas de África, Asia y Latinoamérica a un nivel primitivo, situación que hacen posible los préstamos que piden las multinacionales para monopolizar y hacer desaparecer cualquier tipo de competencia. Pero incluso aquí hay también esperanzas con aquellos economistas que orientan al consumidor para que éste use sus herramientas de presión.
Los publicistas, el séptimo grupo, son los mensajeros que ponen el foco sobre todo en los consumidores confiados, haciéndoles creer que los productos alimenticios adulterados que les anuncian son sanos, a sabiendas de que son todo lo contrario. Afortunadamente hay divulgadores de la verdad que orientan a los consumidores para que no permitan que 16
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I N T RO D U C C I Ó N
la industria les manipule a través de la prensa, la radio, la televisión o internet.
El octavo grupo corresponde a los educadores. Los que callan la existencia de sustancias tóxicas en la escuela, sobre todo en los alimentos que en ella se adquieren. Como contraste, otros maestros, educadores y funcionarios escolar luchan para que el centro docente sea el lugar sano que no causa enfermedades a los ciudadanos que a éste asisten.
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C AO S E N L A A L I M E N TAC I Ó N G LO B A L / M a r í a I s a b e l P é r e z PROFESIONALES CON DISTINTOS OBJETIVOS
Médicos
Científicos
Tecnólogos
Funcionarios
Académicos
ALIMENTACIÓN SANA
DEL CONSUMIDOR
Educadores
TRANSPARENCIA
Agricultores
EN LA INDUSTRIA
Y GANANCIA FINANCIERA
Industriales
Publicistas
Comerciantes
Banqueros
Economistas
Financieros
Médicos
Científicos
Tecnólogos
Funcionarios
Académicos
ALIMENTACIÓN INSANA
DEL CONSUMIDOR
Educadores
OPACIDAD
Agricultores
EN LA INDUSTRIA
Y AVARICIA
INTERNACIONAL
Industriales
Publicistas
Comerciantes
Banqueros
Economistas
Financieros
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Capítulo I
Científicos, académicos y tecnólogos
en la alimentación
Actualmente, las universidades de países industrializados colaboran con el lobby petrolero organizando ciclos de conferencias sobre alimentación.
A ellas acuden estudiantes, profesores, funcionarios, científicos, investigadores, biólogos, químicos, microbiólogos, nutricionistas, bromatólogos, tecnólogos y empresarios. Al final de cada ponencia hay una mesa redonda, presidida por los ponentes, generalmente subdirectores de agencias alimentarias. Durante las conferencias se dedica el 90% del tiempo a alabar el sistema de trabajo de estas agencias y el 10% restante versa sobre nutrición, salud y evaluación del riesgo alimentario por la falta de higiene, microbios o bacterias zoonósicas. Sin embargo se omite el tema de los efectos secundarios de aquellos petroquímicos peligrosos añadidos por la industria a los alimentos para conservarlos, colorearlos, diluirlos, otorgarles consistencia, darles brillo o potenciar su sabor, entre otras características. Tampoco se mencionan los residuos de pesticidas, menos aún los radicales libres creados en la irradiación de los alimentos o los problemas de las proteínas que producen alergias debido a la alteración genética.
Los científicos, académicos y tecnólogos en la alimentación son los con -
ferenciantes a los que con más atención se escucha. El respeto al cientí fi co y al académico proviene de la idea de que ambos han ido traspasando a la hu manidad, generación tras generación, los conocimientos y las investiga-19
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C AO S E N L A A L I M E N TAC I Ó N G LO B A L / M a r í a I s a b e l P é r e z ciones que han ido reuniendo, observando y experimentando, obtuvieran o no una gran remuneración económica. Sin embargo, la meta del científico y del académico se vuelve cada vez más utilitaria al asociarse con el tecnólogo. El interés de éste no radica en la investigación fundamental o teórica, como sucede en el caso del científico. Al científico se le considera especialista en ciencias y tecnólogo al que las aplica. Por eso, en la alimentación, al primero le interesan los aspectos fundamentales de la naturaleza biológica y química de los alimentos, y al segundo aplicar la ciencia y la ingeniería a la alimentación. No obstante, tecnólogos sin conocimientos de fisiología o bioquímica publican investigaciones arbitra-rias sobre un determinado producto alimentario. Esta situación puede resultar peligrosa cuando se ignora la fragilidad del cuerpo humano y se usa sin límites una tecnología defectuosa. Frecuentemente, tanto los científicos como los tecnólogos, al terminar sus estudios, trabajan para la industria, que suele pagarles mejor que la universidad o el gobierno. Incluso las grandes industrias de la alimentación otorgan becas, como inversión, a estudiantes postgraduados a fin de que luego trabajen exclusivamente para los intereses de estas corporaciones. Por ejemplo, cuando la industria A, que fabrica caramelos, se da cuenta de que su competidora, la industria B, también los manufactura y además está haciendo mayores ventas. Entonces la A se pone en contacto con un tecnólogo que le promete vender más si añade a los caramelos colores más fuertes y llamativos para atraer a un mayor número de consumidores, sobre todo a los niños. El tecnólogo busca a un químico para que ponga a su disposición toda una gama de colores sintéticos y azocolorantes que tiñen muy bien y que en su fun-ción coloreadora “son más completos” que los tintes naturales, procedentes de pigmentos vegetales o minerales como se venían usando. La industria A que quiere competir con la B, cueste lo que cueste, usa los químicos que le recomienden. En ese momento se rechazaría la conside-ración de los efectos secundarios negativos en el cuerpo de los niños que los ingieran. Por otra parte, los científicos de la industria química que diseñaron estos colorantes dicen haber comprobado y evaluado sus propiedades físicas, químicas y su inofensividad. A continuación la industria 20
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C I E N T Í F I C O S , AC A D É M I C O S Y T E C N Ó LO G O S E N L A A L I M E N TAC I Ó N
caramelera se responsabiliza de la eficacia de estas sustancias químicas y decide añadirlas a sus caramelos. Llena una solicitud en la que solicita le sea aprobada la utilización del nuevo colorante y lanzar legalmente al mercado los nuevos caramelos coloreados.
Con frecuencia, en los países industrializados el gobierno no es el que analiza todas las sustancias químicas añadidas a los alimentos que se lanzan al mercado. Se confía en los resultados que sobre una sustancia declaran los científicos o tecnólogos que trabajan para la industria. La razón es que la administración, responsable de la alimentación de los ciudadanos, no emplea suficientes científicos-inspectores para comprobar que las sustancias que la industria declara como inofensivas lo sean realmente.
Este déficit gubernamental estimula a la industria a no ser honrada. Así, al dejarle a ésta la responsabilidad de los aditivos de la alimentación, el gobierno le otorga de hecho el poder para que decida lo que más le interese. Normalmente cuando la supervisión es escasa o inexistente, se producen infracciones como el engaño, el fraude o el abuso.
Científicos malabaristas
Los científicos que trabajan para la industria reciben de ésta importantes presiones cada vez que una agencia del gobierno propone cambiar o sustituir un producto establecido ya en el mercado por otro menos tóxico, por ejemplo, en el caso de un pesticida. La compañía que fabrica este producto se conecta con sus científicos y sus aliados internacionales para que comuniquen a la agencia gubernamental que no sustituya al pesticida por otro porque se producirían pérdidas económicas y además el nuevo producto no sería tan eficiente como el tóxico que ya se está usando. La agencia gubernamental, que quiere ahorrar dinero y carece de suficiente personal científico para analizar el producto, acepta, y confía en la información que recibe de los científicos pagados por la industria. Cuando se trata de un pesticida tóxico, raramente se reconoce que haya otros gastos indirectos como el costo médico que tienen que pagar a los agricultores 21
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C AO S E N L A A L I M E N TAC I Ó N G LO B A L / M a r í a I s a b e l P é r e z intoxicados o el daño a los consumidores que enferman a causa de los residuos, además de la degradación producida en el medio ambiente. Con frecuencia hay profesores universitarios que reciben sub venciones de la industria alimentaria para difundir sus productos a través de artículos en la revista mensual de ésta. Incluso para convencer al consumidor de la necesidad de usar sus aditivos estas empresas pagan salarios no sólo a profesores sino a farmacéuticos, químicos, médicos y bromatólogos de pres-tigiosas universidades. Los científicos pagados por la industria suelen criticar duramente la investigación científica íntegra, verdadera y transparente de sus colegas que prefieren solidarizarse con la salud del consumidor. También critican a los grupos de movimientos pro natura, a los defensores del consumidor o a las revistas de aquellas editoriales que hayan publicado otra infor...