El equipo de choque de la CIA

Cuba, Vietnam, Angola, Chile, Nicaragua

• Editorial: El Viejo Topo
• Año: 2010
• ISBN:
  9788492616794

Todo comenzó en 1954, cuando Washington decidió derrocar al primer presidente de Guatemala elegido democráticamente, Jacobo Arbenz. Pero fue durante la agresión a la naciente revolución cubana que el equipo de choque tomó cuerpo y creció hasta convertirse en el instrumento idóneo para las prácticas de la "guerra sucia". Desde entonces, sus acciones clandestinas, de naturaleza criminal, han servido para imponer la ley de Washington en múltiples ocasiones. El "Equipo de Choque" fue pues creado para realizar las peores tareas de la política exterior estadounidense. Pero no sólo lo formaron paramilitares, o agentes con licencia para matar. Las operaciones clandestinas fueron preparadas por personalidades relevantes, por políticos, algunos de los cuales siguen hoy en activo. Si los gobiernos republicanos se destacaron por impulsar y utilizar el equipo, el clan de los Bush ha sobresalido por brindar protección incluso a los más sangrientos de ellos, concediéndoles impunidad al margen de las propias leyes estadounidenses.

HERNANDO CALVO OSPINA

EL EQUIPO DE CHOQUE

DE LA CIA

Cuba, Vietnam, Angola, Chile, Nicaragua...

EL V I E J O TO P O

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© Hernando Calvo Ospina, 2010

Edición propiedad de Ediciones de Intervención Cultural/El Viejo Topo Diseño: Miguel R. Cabot

ISBN: 978-84-92616-79-4

Déposito Legal: B-26.902-10

Imprime: Trajecte

Impreso en España

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A Nabor Calvo y Elvia Ospina, Paula Andrea y Yohan Calvo, Amparo Ladino Ospina.

A Karine, por su amor y apoyo sin bordes.

“Nosotros no pensamos mucho en los efectos de nuestras acciones sobre los otros.

No consultamos, no prevenimos. Nosotros nos comportamos como una potencia colonial.”

Declaración de BRENT SCOWCROFT, consejero de Seguridad Nacional del presidente George Bush, padre.

Los Angeles Times, 26 de marzo 2000.

“La mayoría de pueblos nos tienen confianza y desean que no nos desinteresemos de los asuntos del mundo. Se constata que Estados Unidos son esencialmente percibidos como una nación generosa totalmente desprovista de ambiciones territoriales [...]”

GEORGE BUSH, padre, en colaboración con Brent Scowcroft:

“A World Transformed”. 1998.

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PRESENTACIÓN

Por más que se busque, no se encuentra otro con iguales antecedentes. Ha sido el grupo de operarios en acciones clandestinas y terroristas más efectivo y leal producido por la Central de Inteligencia estadounidense1, CIA. Ha sido un Equipo de Choque, un equipo estrella.

Los miembros de este equipo han sido utilizados en diferentes partes del globo terráqueo. Cuba, Vietnam, Laos, República Dominicana, Angola, Congo, Argentina, Chile, Nicaragua, están entre los países que sufrieron su paso. Su destructor accionar se sintió incluso en Canadá, Francia, Italia, México, etc. Sus huellas quedaron hasta en acciones en el interior de su propia nación.

Todo comenzó en 1954, cuando Washington decide impulsar un golpe de Estado al primer presidente de Guatemala elegido demo-cráticamente, Jacobo Arbenz. Salvar a ese pueblo y al continente del comunismo fue la razón esgrimida, pero su traducción a la realidad significaba reinstalar a los peones de confianza para que sus empresas siguieran robando los recursos del país.

1. América es un continente, no un país. Es un error llamar América a Estados Unidos, como también lo es el llamar americanos a sus ciudadanos. Igualmente es un error denominarlos “norteamericanos”, pues a esa parte del continente también pertenecen los canadienses y los mexicanos. Por ello el autor empleará “estadounidense” para todo lo que tenga relación con esa nación, pero respetará los términos utilizados en las citas.

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HERNANDO CALVO OSPINA / EL EQUIPO DE CHOQUE DE LA CIA Fue durante la agresión a la naciente revolución cubana donde el equipo tomó verdadero cuerpo y se amplió enormemente. Apenas se asomaba 1960 y Porter Goss, una especie de “zar” del conjunto de servicios de seguridad estadounidenses en el 2004, ya hacía sus aportes. Lo mismo que un joven texano llamado George H.W. Bush, quien llegaría a jefe de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, vicepresidente y presidente de Estados Unidos.

El involucramiento militar en el conflicto colonialista en Indochina, particularmente en Vietnam, hace que muchos de aquellos hombres continúen juntos. La llegada de otros furibundos de las acciones clandestinas compacta el equipo. Es ahí donde adquieren la ex periencia de cómo sembrar el terror entre la población que demos-trarán en las décadas futuras. Esa guerra los gradúa en la técnica de financiar las operaciones sucias con el tráfico de drogas ilegales.

Pasaran o no por Vietnam, desde entonces esos hombres, entre los que existe una buena cantidad de origen cubano, han servido a los in -

te reses estadounidenses. Sus acciones clandestinas, casi siempre re-pletas de actos de delincuencia, crímenes y terror, han servido para imponer la ley de Washington, bajo la mística sacrosanta de la “seguridad nacional” y la defensa de sus intereses.

Pero no todos son especialistas paramilitares. Existen otros que no forman parte del desarrollo más directo y brutal del accionar de ses ta -

bilizador o el asesinato. Las operaciones clandestinas son preparadas por una parte del grupo que tiene una especie de naturaleza política, cuyo trabajo es sutil, elaborado, que sabe apoyarse en campa ñas de ma nipulación informativa. Son la parte limpia del trabajo sucio. Ellos sonríen y niegan públicamente cualquier plan agresor mientras, bajo la mesa, preparan el mortal zarpazo que darán los “gángsteres”, como define a los operarios el ex oficial de la CIA, Víctor Marchetti.2

2. Marchetti, Víctor y Marks, John. La CIA et le culte du renseignement. Ed. Robert Laffont. París, 1975.

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PRESENTACIÓN

Así ha funcionado esa especie de Equipo de Choque.

Actuaron bajo la seguridad de la impunidad. Después de buscar intensamente, se puede contar con los dedos de la mano aquellos del Equipo que cayeron en desgracia. Cuando esto sucedió fue debido a motivos que superaban las posibilidades de salvación inmediata. Pero nunca, nunca, el largo manto de la complicidad y de la impunidad los dejó abandonados. Sus servicios al establishment han sido de tal compromiso, que fueron protegidos, salvados, “limpiados”, así lo rea lizado contra las leyes tuviera motivaciones personales.

Si los gobiernos republicanos se destacaron por impulsar y utilizar al equipo, el clan de los Bush ha sobresalido por brindar protección a sus más sangrientos operarios. Las deudas son tan mutuas que ame-ritan lealtad.

Un equipo de hombres creado y dirigido para realizar las peores tareas de la política exterior estadounidense. Las mismas que, decididamente, ayudaron a que esa nación se convirtiera en el imperio que es hoy, y que nunca antes la humanidad había conocido, ni so-portado ni sufrido. Es más fácil saber en qué operaciones clandestinas no participaron en este casi medio siglo. A pesar de que la información es limitada, por donde uno intenta averiguar resultan dos, veinte o cien de ellos.

Ya van quedando muy pocos. Han ido muriendo por enfermedad o edad, aunque algunos murieron a tiros saldando cuentas. Nunca, hasta donde se sabe, alguno ha tenido un sentimiento de culpabilidad por sus crímenes. El orgullo los embarga. La patria, Washington, les ha confirmado que han cumplido con el deber.

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GUATEMALA, GERMEN DEL “EQUIPO DE CHOQUE”

Jacobo Arbenz, un ex coronel de tendencia social-demócrata, as-cendió a la presidencia de Guatemala en 1951, en las primeras elecciones libres que conocía esa nación. Muy pronto inició una reforma agraria que beneficiaba a campesinos e indígenas.

En la época, el 70% de tierras cultivables estaban en manos de tan sólo el 3% de propietarios. Los principales latifundistas que esta -

ban dentro de ese porcentaje eran la Iglesia católica y las transnacionales estadounidenses, principalmente la United Fruit Company. Y

estos vieron en riesgo sus descomunales privilegios.

Las dictaduras, instaladas durante la primera mitad del siglo, no sólo habían entregado graciosamente a la frutera extensos territorios, sino que permitieron a sus directivos que administraran prácticamente al país. O sea que los intereses que tendría que tocar la reforma casi tenían carácter de sagrados.

La United había establecido sus propias estructuras en Guatemala, al punto de ser casi un Estado paralelo. Como era propietaria del úni co puerto importante sobre el Atlántico, Arbenz entra a competir con ella construyendo otro, así como una autopista para unirlo con la capital, Guatemala. Es que “la estrategia inicial de Arbenz era li-mitar el poder a las empresas extranjeras rivalizándoles directamente, dejando las nacionalizaciones como última alternativa”.3 Por ello 3. Blum, William. Les guerres scélérate s. Parangon. París, 2004.

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HERNANDO CALVO OSPINA / EL EQUIPO DE CHOQUE DE LA CIA mismo, el presidente se lanza a la construcción de una central hidro-eléctrica para producir electricidad a bajo precio, y así destronar el monopolio de la empresa estadounidense que la regía.

Poseedora de las mejores tierras agrícolas, la United reacciona ne -

ga tivamente contra Arbenz. Una de las inmediatas acciones fue com prar a los directores de medios de prensa, iniciándose una campaña difamatoria contra las medidas gubernamentales. Igual hace con funcionarios, buscando crear divisiones en el interior del apara -

to de Estado.

El presidente propone comprarle las plantaciones, las líneas de ferrocarril que las atravesaban, así como el telégrafo, por 600 mil dólares, que era el valor declarado oficialmente por la compañía.

Ló gicamente la empresa lo rechaza, pues su precio real superaba los 16 millones. Ante esto, el 4 de marzo de 1953 Arbenz expropia 84

mil hectáreas, de las 234 mil que poseía la empresa frutera.

Arbenz no se enfrentaba a cualquier empresa.

El General Walter Bedell Smith, formaba parte de su Comité de Dirección. Smith había sido jefe del Estado Mayor que comandara a las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial. Desde octubre de 1950 hasta febrero de 1953 estuvo al frente de la recién creada CIA.

Los documentos de propiedad, así como los contratos con el Estado guatemalteco, habían sido redactados por los hermanos Dulles, en 1935, cuando fungían como abogados de la bananera. Ellos también eran accionistas de esta empresa. Para esas fechas, el primero, John Foster, era el secretario de Estado. El otro, Allen Welsh, era el je fe de la CIA de la época. Durante la Segunda Guerra Mundial ha -

bía sido el jefe del espionaje estadounidense en Suiza, antena de la Oficina de Servicios Estratégicos (Office of Strategic Services, OSS), organismo que antecedió a la CIA. Allen no sólo fue el primer patrón civil de la CIA, reemplazando al general Smith, sino que había sido uno de los actores principales en la organización de la Agencia.

Allen sentenció que Guatemala era “una cabeza de playa soviética 16

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GUATEMALA, GERMEN DEL “EQUIPO DE CHOQUE”

en América”.4 Por tanto no hubo la mínima dificultad para convencer al presidente Dwight David Eisenhower (1953-61) sobre el peli -

gro de contagio “comunista” en que podría convertirse Guatemala para la región. Lo irónico es que Guatemala no tenía relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, siendo Checoslovaquia la única nación del denominado bloque del Este con la cual éstas existían.

Y más: en la ONU el gobierno de Arbenz había defendido las po-siciones de Estados Unidos en los asuntos relacionados con el “impe -

rialismo soviético”, por lo cual el Departamento de Estado lo con taba como uno de sus aliados en ese foro mundial.5

Quizás “comunistas” habían sido las palabras de Arbenz el día de su investidura como presidente: “Los capitales...