La infame fama del andaluz

Alberto del Campo Tejedor

• Editorial: Editorial Almuzara
• Año: 2020
• ISBN del libro electrónico: 9788418205804
• Categoría: Historia
• Categoría: Historia social

Un antiguo estereotipo, recreado al menos desde el siglo XV, tacha a los andaluces de mentirosos, falsos, engañadores, embaucadores, frente a la bondad, rectitud, honestidad y sinceridad de los castellanos. Es un tópico que ha llegado hasta la actualidad, especialmente en torno a ciertos oficios, tipos populares y ciudades, y patente en un sinfín de refranes, como "hombre de bien y cordobés, no puede ser" o "al andaluz hazle la cruz, y al sevillano con las dos manos", dichos antagónicos a expresiones como la de "leal como castellano". La mentira frente a la verdad, el engaño frente a la honestidad, el desorden frente al orden, y otros pares morales semejantes, han contribuido a crear estereotipos antagónicos, usuales en la vida social, con los que se ha etiquetado a las gentes del norte y el sur de España, y muy particularmente al castellano y al andaluz.Con todo, analizando la documentación histórica y literaria sobre Andalucía entre los siglos XV y XVII, se encuentran tantas apologías como críticas. Tan frecuente es la exaltación de una Andalucía próspera y fértil, de ciudades grandes y antiguas, pobladas por ingenios preclaros y mujeres hermosas, como el denuesto de una tierra de pícaros, vagabundos, caballeritos ociosos, prostitutas, herejes, castellanos nuevos que viven al margen de la ley y las buenas costumbres. El estudio desde la historia cultural demuestra que la imagen del andaluz, aunque anclada en lugares comunes y tópicos, es más compleja de lo que pudiera pensarse. Nos ayuda a reflexionar tanto sobre los principales anclajes del estereotipo andaluz como sobre las contradicciones que afectaron a la construcción histórica de lo provincial, lo regional y lo nacional en España.¿En qué contexto histórico surge el estereotipo del andaluz engañador? ¿A qué circunstancias históricas, geográficas, religiosas, étnicas, raciales y laborales se asocia? ¿Frente a qué otros modelos y caracteres nacionales se contrastó el andaluz? ¿Qué oficios y ciudades fueron prototípicas del pícaro andaluz? ¿En qué textos cristalizó ese estereotipo? ¿Quiénes fueron —andaluces y no andaluces— los que propagaron la imagen del sureño que no es de fiar? ¿Qué ambivalencia existe en la astucia del andaluz? ¿Cómo se asocia, a la vez, a la mentira, el vicio y la inmoralidad, pero también al ingenio, la inteligencia, el donaire, el humor, la seducción? En definitiva, ¿cómo y a través de qué discursos y prácticas se gesta la imagen ambivalente del andaluz, etiquetado como un audaz embaucador?

GERMANÍA ANDALUZA

El escritor granadino Jerónimo de Barrionuevo (1587-¿١٦٧١?) da cuenta de un levantamiento popular ocurrido en La Palma en 1654, y lo explica porque «es gente mal sufrida, del mismo diablo»[152]. Aunque con altibajos, la imagen de una Andalucía poblada por alborotadores, delincuentes y pecadores tuvo continuidad a lo largo de los siglos XV a XVII. En el siglo XVI, las desviaciones de la moral ortodoxa estaban a la orden del día, y en gran medida parecían admitirse, según vemos por el relato del jesuita Pedro de León. El adulterio, la prostitución, la homosexualidad, la bigamia, incluso el sexo con animales (como el burro), no son del todo infrecuentes. En la relación de ajusticiados en Sevilla, encontramos todo tipo de gente: clérigos, jóvenes de clase adinerada y, frecuentemente, hampones como el sevillano Hernán López, ahorcado en 1578 y caído en desventura, según el padre jesuita, «por haberse juntado con malas compañías: capeadores, rufianes y matadores»[153] (León, 1981: 398). La mayoría de desórdenes, sin embargo, no son encausados penalmente. En los apedreaderos de la Macarena se reúne:

«la gente más indómita y sin razón que hay en el mundo, esto es […] hombres desalmados, delincuentes, inquietos, valientes, valentones, bravotines, espadachines y matadores y forajidos, gentes a quien no se atrevían las justicias, que había en esta gran ciudad» (ibid. 29).

Son los mismos tipos que aparecen en la literatura, prototipos del «pueblo bárbaro, indómito y sin razón», escribe Pedro de León (ibid. 30).

La descripción de las hazañas, aventuras y desgracias de los delincuentes y, en general, la gente de la mala vida, dio lugar al género conocido como ‘germanía’. El término alude tanto a la jerga, como al estilo de vida, los valores, en definitiva, la subcultura de maleantes, ladrones, prostitutas, rufianes y otros considerados ‘germanos’, es decir, ‘hermanos’, pertenecientes a la cofradía de valentones. En sentido estricto, la germanía era un lenguaje más o menos críptico con que se identificaban unos específicos grupos marginales. Pero también, en términos de Wittgenstein, la germanía suponía un estilo de vida antisocial y contracultural (Hernández y Sanz, 1999: 39-40). Uno de los rasgos frecuentes de la germanía es su crítica, explícita o velada, de la justicia o, mejor dicho, de las injusticias y la miseria de la época. Otra característica frecuente es un singular sentido del humor, una comicidad típicamente bajtiniana, entendida esta como la que las clases populares generaban en términos de jocosidad grotesca, burlona, materialista y, a veces, tragicómica. También es paradigmática la exaltación de la valentía, y aun del estilo de vida canalla del que disfrutan rufianes y sus prostitutas. Los temas rufianescos (las proezas de los valientes, las relaciones con las prostitutas que protegían, y en general todo episodio de vida libre) proliferaron en coplas y romances, y tuvieron plasmación en piezas breves representadas en los entreactos de las comedias (jácaras, entremeses, bailes), en muchas de las cuales los protagonistas eran hampones, valientes y jaques andaluces, con sus respectivas marcas (prostitutas) y amantes.

Sevilla y Córdoba, mecas de la germanía

Para los estudiosos de la germanía César Hernández y Beatriz Sanz, Sevilla era uno de los cuatro epicentros de esta tendencia, junto a la zona castellana (con Valladolid y Medina del Campo), la Nueva Castilla (Madrid y Toledo) y el Levante, este más tardío[154]. En el romance germanesco que describe la vida y muerte de Maladros, el protagonista (nacido en Segovia) pasa por las ciudades más importantes de la mala vida española (Toledo, Valladolid, Medina, Villalón, Córdoba), para recalar finalmente en Sevilla, a la que identifica como «Babilonia»[155] (Hernández y Sanz, 1999: 78). Allí se engolfa definitivamente en las «fullerías» (ibid. 73) y acaba incorporado como «jaque del Corral de los Naranjos» (ibid. 74). En sus fechorías por tierras andaluzas, el romance cita expresamente ciertas villas del sur donde el rufo habría pasado «su Germana vida», y que tendrían singulares resonancias en los que oían el romance: Écija, Granada, Osuna, Málaga, Jerez, Carmona, Sevilla, Jaén, Andújar, Estepa y las costas de la almadraba (ibid. 72)[156]. Así pues, los destinos de la picaresca se solapan con los de la germanía. El personaje germanesco (el valentón, el rufián, etc.) es, en el fondo, un grado mayor que el pícaro. Aunque comparten contexto, costumbres y vicios (como el juego), el pícaro se dedica frecuentemente a pequeños hurtos y engaños de poca monta, mientras que los cofrades de la germanía están inmersos en la rufianesca donde no son infrecuentes las peleas y los asesinatos.

Al igual que ocurre con la picaresca, la germanía se expone como un cursus honorum en el que el delincuente se inicia como aprendiz (mandilete) hasta llegar al estatus de jaque, jayán, valentón, bravo, quedándose frecuentemente en escalafones intermedios como el de mandil, espadachín o simple pícaro. En ese recorrido el sujeto no solo va aprendiendo de los hampones y rufianes más experimentados, sino sobre todo lo hace en ciertos lugares, considerados mecas de la germanía. La naturaleza caótica de la ciudad con un puerto en que todo sale y entra; la propia riqueza y la abundancia de mercaderes nacionales y extranjeros y otra gente rica; la muchedumbre como contexto perfecto tanto para los criminales como para los que deseen llevar una doble vida; la impunidad en una justicia corrupta a la que se puede sobornar; nada de ello es privativo de Sevilla, pero sí se da singularmente en esta ciudad, como ya hemos visto. La cárcel de Sevilla es un contexto típicamente germanesco tanto como las Gradas de la catedral, el Corral de los Olmos, el Patio de los Naranjos, el Arenal de Sevilla, el Matadero, la Alameda, la Puerta de la Carne, el Campo de Tablada ...

Índice

• PROEMIO
• INTRODUCCIÓN
• CENTRO Y PERIFERIA
• LA NATURA DE LA TIERRA
• ANDALUCÍA FÉRTIL Y VICIOSA
• EL ENGAÑO DEL CONVERSO
• RELIGIÓN, MAGIA Y ENGAÑO
• GITANERÍA ANDALUZA
• NEGROS ANDALUCES
• ALGUNOS OFICIOS DEL ENGAÑO ANDALUZ
• GEOGRAFÍA DEL PÍCARO ANDALUZ: CÓRDOBA
• EL ANDALUZ, EL CASTELLANO Y EL VIZCAÍNO
• LA AMBIVALENCIA DEL ENGAÑO ANDALUZ
• LAS DOS SEVILLAS: CLAROSCUROS DE LA DESVIACIÓN SOCIAL
• GERMANÍA ANDALUZA
• EL ANDALUZ HABLADOR Y GRACIOSO
• EL GALÁN Y EL PUTO
• HARPÍAS, RAMERAS Y MUJERES LIBRES
• ALEGRÍA, MÚSICA Y DIVERSIÓN
• FALSA RELIGIOSIDAD
• CASTILLA Y ANDALUCÍA EN LID: QUEVEDO, LOPE Y GÓNGORA
• ANTIANDALUCISMO CASTELLANOCÉNTRICO: LOS DIÁLOGOS FAMILIARES DE JUAN DE PINEDA
• CONCLUSIÓN
• BIBLIOGRAFÍA