Pasión por el deporte
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Pasión por el deporte

De la práctica a los grandes eventos

  1. 252 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Pasión por el deporte

De la práctica a los grandes eventos

Descripción del libro

Vicent Añó, profesor de la Facultat de Ciències de l'Activitat Física i l'Esport de la Universitat de València, pasa revista en este libro al mundo del deporte moderno y reflexiona alrededor de su práctica y su utilización política. Entre estos dos extremos, analiza la transformación de lo que era un simple pasatiempo, en una «pasión» que se hace extrema en el caso del fútbol. En este análisis se menciona la política deportiva de la Generalitat Valenciana y su apuesta por los grandes eventos, algunos de los cuales el autor -como especialista- es muy crítico. Se trata de una recopilación de una buena parte de las observaciones y reflexiones del autor sobre el fenómeno deportivo como práctica, espectáculo, negocio e instrumento político. El libro también incluye un repaso del entorno y la economía de los clubes de fútbol y sus dificultades financieras actuales.

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Información

Año
2011
ISBN de la versión impresa
9788437081786
ISBN del libro electrónico
9788437084855
LA POLÍTICA DEPORTIVA VALENCIANA Y LOS GRANDES EVENTOS
Celebradas las elecciones autonómicas de 2007, el PP barrió estrepitosamente en el País Valenciano, «su comunidad». Por lo tanto, Aspar no se tuvo que ir a vivir a Madrid (como confesó al diario deportivo As unos días antes, si perdían); Blanquer siguió con su equipo de Atletismo sin problemas y su «protegida Niurka Montalvo» al frente de la Secretaria Autonómica de Deportes; hubo Formula 1 en un circuito urbano; se vendería Mestalla (esto no ha llegado todavía); se construiría el nuevo estadio del Valencia en la Avinguda de les Corts y seguiría la política de Grandes Eventos. Todo ello forma parte de una política deportiva que responde escasamente a una Planificación y a unos criterios programáticos claros. Todo se resume en seguir favoreciendo a los amigos, y en apostar por grandes eventos, sin análisis previo, sin un trabajo que determine la relación costes/beneficios.
Precisamente para hablar de los grandes eventos en Valencia me invitaron a finales de octubre de 2009 a una «charla coloquio» del club de debate Jaume I, presidido por el diputado Antonio Sotillo, haciendo Ricard Pérez Casado, alcalde de Valencia entre 1980 y 1990, de presentador. Tocamos muchos temas, hasta del Valencia y el nuevo Estadio a medio construir y se debatió esa «utópica» idea de hacer una sola instalación para los dos equipos de la ciudad, el Valencia C.F., y el Levante U.D. Yo insistí bastante en la necesidad de contar con un Plan Estratégico de desarrollo de la ciudad y del País Valenciano, dentro del cual se circunscribieran los Grandes Eventos y se optara por aquellos que, tras un análisis riguroso (costes, beneficios, repercusión, impacto mediático y posibilidades de obtenerlo) merecieran la pena. A ese estudio previo yo le llamo «trabajo oculto», porque hasta que no se tenga claro lo anterior no debe presentarse públicamente ni siquiera la intención de pedirlo, y así lo explico en las clases y en cuantos cursos y másters imparto por ahí.
Pues bien en esas estábamos, cuando de pronto al día siguiente el Molt Honorable President Camps, anunció que tenía un sueño y echó abajo todos estos planteamientos. Ese sueño era nada más y nada menos que los Juegos Olímpicos. Vi el titular y volví a leer varias veces las referencias de los medios de comunicación, no fuera una confusión y se refiriera a la subsede olímpica de Vela, en el caso de que Madrid se volviera a presentar en 2020. Pero, no, no, se refería a los JJ.OO. al completo, para Valencia, Alicante y Castellón. Seguramente no sabía que una ciudad del tamaño de Valencia como Sevilla presentó dos veces su candidatura (no había otra ciudad española que lo pretendiese entonces) a los JJ.OO. de 2000 y 2004 y no pasó ni el corte de ciudad aspirante a ciudad candidata, y una tercera contra Madrid que perdió en casa, puesto que el COE la desestimó. Seguramente no sabía, tampoco, que el CIO quiere ciudades de alrededor de 2 millones de habitantes para los Juegos, entre otras condiciones, y probablemente ya tiene olvidado el fiasco aquel de los JJ.OO. europeos que en su día intentó conseguir sin saber que ni existían. Un sueño es un sueño y mientras sea solo eso, es barato, aunque los gobernantes deberían ser más prudentes con sus sueños, a menos que lo de Camps fuera una nueva huida hacia delante o un medio para desviar la atención. Sea como sea, es una expresión fiel de lo que venimos diciendo y de cuál es la política deportiva de la Generalitat actual gobernada por el PP y que iremos desgranando en este capítulo.
Por otra parte, como doctores tiene la Iglesia para explicar el fenómeno de las victorias del PP en Valencia y es un tema muy debatido, no voy a entrar en ello, pero si me gustaría comentar una frase del ex-portavoz de EU en «les Corts», Joan Ribó, con la que estoy totalmente de acuerdo: «no se puede hacer campaña con el no a la Copa del América». Y no se puede porque la Copa trajo importantes inversiones para Valencia, cambió la imagen de la Ciudad y lanzó su nombre por el Mundo. Eso es cierto. Para que la izquierda gane no basta con oponerse, pues la población en una amplia mayoría está de acuerdo con su celebración.
Otra cosa, es que la adjudicación haya sido muy cara, que haya habido importantes enfrentamientos institucionales, que la inversión realizada por el Gobierno haya sido bien capitalizada o haya sido «anulada» y «fagocitada» por las autoridades locales; que hayan habido mayor o menor cuantía de visitantes; que el modelo de gestión del evento haya sido más o menos participativo; que haya servido para promocionar de verdad la vela; que se haya invertido o no en los barrios, etc. Todo eso se sabría más adelante, pero las elecciones llegaron en un momento dulce de la Copa: buena organización, buenos resultados para España (muy importante en la percepción popular del éxito de los eventos), muchas personas han visitado las nuevas instalaciones…, y solo las audiencias televisas en España han sido bastante bajas, pero eso es algo que se sabía. En definitiva, probablemente, es el único de los grandes eventos que valió la pena por la relación costes-beneficios.
El resultado de las elecciones zanjaba, también, otra incógnita importante: la ejecución de las promesas de Grandes Eventos correspondería a quienes las hicieron. Y los riesgos, también. Es decir, se sabría si eran reales o no y cuáles son sus consecuencias finales. La Formula 1, ya no dependería de un hipotético cambio de gobierno. Ello daba paso a la resolución de las incógnitas, por saber qué pasaría, cómo se gestionaría el circuito urbano, si la Copa del América del 2009 seguiría en Valencia, qué pasaría con el nuevo campo del Valencia y la gestión del tráfico, y cuál sería la política deportiva de la Generalitat, si es que existe al margen de los Grandes Eventos, en esta nueva etapa.
La verdad, piénsenlo bien, hubiera sido injusto que el PSOE y Compromís hubieran tenido que gestionar toda esa política diseñada de antemano por el PP. Y hubiera sido injusto, tanto para lo bueno como para lo malo. Por ello, como decía aquel: es justo y necesario que sea el PP que programó todos estos eventos quien los gestione. De este modo, no estarán contaminados por otras manos, no se le echará la culpa a quienes no corresponde. Y además, en los próximos años sabríamos a ciencia cierta lo que han dado de sí. «Reality show» en estado puro.
Estamos ya en 2011 y ni el Valencia ha vendido Mestalla, ni las obras del nuevo campo siquiera avistan cuándo terminarán, la 33 Copa del América pasó sin pena ni gloria, de manera que nos quedamos con la costosísima Fórmula 1, que quiere quitarse de encima Valmor y con los amiguitos de siempre, más Orange Market, la Volvo, el Tenis en el Ágora, eso del Golf de Castellón y poco más: otros eventos de tres al cuarto que solo sirven para gastar dinero.
Esa política deportiva no empezó, obviamente, con las elecciones de 2007. Sino mucho antes. Dejando de lado la etapa de Zaplana, menos mala que la de su sucesor en este aspecto, Camps empieza nombrando a un tal David Serra, Secretario Autonómico del Deporte. El anterior José Mª Cervera ya había ocupado este cargo con Zaplana. Serra no aportó absolutamente nada, pero la gran sorpresa, la incredulidad se produjo con el nombramiento de Niurka Montalvo como Secretaria Autonómica de Deportes en abril de 2007, dando paso a la crítica más dura, la ironía más insidiosa o, incluso, al chiste fácil.
La sorpresa o incredulidad, según se mire, se la llevó la propia interesada que en unas declaraciones en la cadena SER, no se lo acababa de creer y dejó varias «perlas» para el recuerdo, como por ejemplo que quien le comunica el nombramiento fue su exentrenador Rafael Blanquer, o la de que había empezado «a colaborar con ellos» (en referencia al PP) en el Valencia Terra y Mar y de pronto le llega esto. Al margen de la confusión entre lo público y lo privado o el Terra y Mar y el PP, que denotaba la entrevista en la SER, hay que felicitarla por su sinceridad al reconocer que no lo esperaba y que su experiencia una vez alejada de las pistas como atleta, hacía menos de un año, se había limitado a entrenar atletas en su club.
A estas alturas de la vida, uno ha visto ya muchas cosas, pero el nombramiento de Niurka Montalvo lo superó todo. La memoria me hizo recordar la relación de Directores Generales o Secretarios del Deporte que ha tenido esta Comunidad. El primero de todos fue J.A. Ibars, que ni sabía ni le gustaba el tema, pero cuyo nombramiento se justificaba en el hecho de que no había una dirección general específica, sino que se compartía con Juventud y él procedía de ese campo. Después, cuando se crea, por fin la Dirección General se nombra a Manuel Ortiz, de infausto recuerdo. Muy distinta fue la etapa de JA. Chapa, con el que se podía estar de acuerdo o no, pero tenía experiencia en gestión deportiva, conocía la administración y era Licenciado en Educación Física, lo que permitió que la Conselleria tuviera un plan deportivo. Con él se aprobó la Ley del Deporte de la Comunidad, un legado que permanece. Ahí se acabó la etapa del PSOE.
Vino luego la del PP, que no empezó mal, puesto que su primer Director General, luego Secretario Autonómico, fue JM. Cervera, que fue Presidente de la Federación de Tenis y, por tanto, conocía el mundo del deporte y tenía experiencia de gestión. Del que vino después, un tal Morey o Morell, no se acuerda nadie, algo que le ocurrió también al último, David Serra. Mientras tanto, ¿Dónde está y cuál es la política deportiva del PP, al margen del interés por organizar grandes eventos deportivos?
Y en estas que llegó Niurka Montalvo, un nombramiento incomprensible a todas luces, se mire por donde se mire, sobre el que no encontré ni a una sola persona que lo defendiera. Bueno perdón, si había una: Rafael Blanquer, su avalador. Paradójicamente quienes más enfadados estaban eran los militantes del PP o quienes estaban próximos al mismo. ¡Las cosas que se decían! Desde que no conocía la Comunidad, ni otros deportes que no fueran el atletismo (incluso se dudaba que conociera el atletismo valenciano), hasta qué haría cuando le hablarán en valenciano por los pueblos, pasando por las sospechas de que sirviera para «apuntalar» las subvenciones del Terra i Mar. En fin, que no había más que entrar en el foro atletismo.com, buscar la página Atletismo Valenciano o escuchar «los mentideros deportivos valencianos», para ver cómo cayó el nombramiento. De manera que si acaso lo que se pretendía era «utilizar » el nombre de una atleta famosa para ganar algún voto de cara a las próximas elecciones me parece que no fue así sino todo lo contrario en el sector deportivo.
Porque, para saber el predicamento que Niurka Montalvo tenía en el deporte valenciano, al margen de su club o de algunas autoridades, encabezadas por el Presidente Camps, no había más que ver el resultado de las elecciones a la Asamblea de la Federación Valenciana de Atletismo a finales de 2006. Se presentó por el estamento de atletas. No salió, pues sólo sacó 35 votos, la quinta menos votada, lejos del último atleta que salió, 65 votos, o del más votado, que obtuvo 97. Seguro que eso Blanquer no se lo había contado a Camps.
Sin embargo, en esta historia, quizás, habría que salvar a Niurka Montalvo, sin aparente culpa de nada, salvo, en todo caso, de haber aceptado el cargo. No sé si, además, era consciente de lo que significa en este momento. Ella acaba de abandonar las pistas de atletismo como atleta en activo, estaba abriéndose camino como entrenadora en el Terra i Mar y contaba con un contrato de entrenadora de la Federación Española de Atletismo, al que tuvo que renunciar por incompatibilidad; no conocía la Comunidad Valenciana, ni la política ni a los políticos; no es, en España donde vive, Licenciada en Educación Física aún ya que está en proceso de convalidación de su título cubano; tampoco contaba con experiencia alguna en gestión deportiva y, de pronto la elevan al más alto cargo de política deportiva de la Comunidad. ¿Valía la pena? ¿Tanta necesidad tenía Rafael Blanquer de meterla en ese puesto? ¿Tan mal veía el futuro?
Lo que quedó claro a todo el mundo es que el cargo de Niurka Montalvo se debió a la «larga mano de Rafael Blanquer» con su amigo el Presidente Camps, como el mismo se encarga continuamente de pregonar y los hechos lo demuestran, no solo con éste sino en todos los temas que afectan a su club el Valencia Terra i Mar, del que es Presidente, Director Técnico y entrenador. Un club que vive casi exclusivamente del erario público valenciano, mientras otros agonizan. No contento con eso, metió a su exatleta de Secretaria Autonómica de deportes.
Vista la trayectoria de Niurka Montalvo en estos cuatro años de mandato y su escasa contribución no solo al deporte valenciano, sino a sus propios mentores, surge la pregunta de si lo volverían a hacer hoy. ¿La volverían a nombrar? Todo es posible, y, sobre todo: nunca los sabremos, pero, incluso, los que lo justificaron, o avalaron, pronto se arrepintieron y además sirvió de poco. No se le recuerda haber aportado absolutamente ninguna idea, ningún plan de acción. No ha planificado nada. Dejará tan poco como muchos de sus antecesores, con la diferencia de que la mayoría de ellos, por no decir todos, menos Juan A. Chapa y J. M. Cervera, no están en el mundo del deporte. Montalvo, era deportista y no sé si aspirará a quedarse en el mundo que le es propio. Pero, en esta profesión ha quedado muy tocada.
Y ha dejado muy poco, porque las de decisiones importantes no se toman en esa Secretaria Autonómica, ni siquiera en la Conselleria de Cultura y Deportes. Maneja presupuestos reducidos y de escasa maniobrabilidad, porque la mayoría de sus partidas económicas están predeterminadas. Esa política deportiva no deja de ser una «política de escaparate». Los primeros pasos de la legislatura lo dejaban claro. Se negociaba la 33 Copa del América y se confirmaba la celebración del Gran Premio de Fórmula 1, al tiempo que se producían los cambios en la estructura y en los altos cargos del deporte de la Generalitat.
A bote pronto, esa política «escaparate» estaba en consonancia con la apuesta por los grandes eventos deportivos, que se estaban convirtiendo en el gran motor promocional de la «Comunitat». Así, frente a posibles expertos en gestión deportiva, quizás menos conocidos por el gran público, pero más eficaces, se confirmó en el cargo a Niurka Montalvo, algo esperado y lógico, toda vez que fue nombrada dos meses antes de las elecciones y se eligió como Director General de Deportes a Fernando Gómez, gran jugador que fue del Valencia y de la selección española de fútbol. Al menos, con Fernando se detectó una cierta esperanza, al ser una persona conocida del deporte valenciano y había tenido alguna experiencia de gestión porque fue director deportivo del Castellón y del Alicante. Poca, porque no conoce la administración, pero, al menos, tenía cierto currículo. Duró poco, como se sabe. Alrededor de un año, pues se marchó al Valencia C.F., de vicepresidente.
La verdad es que «los quinielistas» no acertaron y ninguno de los nombres que se manejaban antes del nombramiento de Fernando Gómez dio en el clavo. Camps sorprendió, de nuevo. Era difícil acertar, esperaban un «gestor. Alguien «de la casa», que conociendo la administración fuera valorado por el entorno exterior, es decir por quienes cada día se dejan el espinazo intentando salvar el deporte de base. Y, sobretodo, alguien que hiciera el trabajo, que planificara y que plasmara blanco sobre negro algo parecido a una política deportiva. Pero para eso ya están los directores de área o los jefes de servicio. La imagen la tienen que dar otros, de manera que frente a los gestores que el PP tenía, se optó por «el escaparate», por deportistas famosos, como si haber sido un buen deportista garantizara ser un buen gestor deportivo, pues no existe una relación directa entre buen deportista y buen gestor. Es una ecuación perversa puesto que la nómina de grandes deportistas es abultada mientras la de los gestores muy corta. Algunos de ellos luego son entrenadores y ahí suelen triunfar más, pero pasar de gran deportista a gran gestor no lo ha hecho ni Sebastián Coe, el hoy flamante Presidente de Londres 2012.
En otro orden de cosas, lo que no nos cuadraba con esa política escaparate fue el cambio de Conselleria. Se pasó de Cultura, Educación y Deportes, a Cultura y Deportes, algo que para mí suponía un paso atrás, un vuelta a los tiempos iniciales de la Generalitat, posiblemente para llenar de más contenido esa nueva Conselleria, pero de cara a la promoción del deporte no tenía ningún sentido porque se le desgaja de Educación, la madre de todos «los saberes», tirando al pozo todo aquello de «la educación a través del deporte» (o del movimiento que diría Jean Le Boulch, 1978) y dificultando la organización del deporte escolar. Claro que para los 180.000€ que se gastaban en él, tampoco había mucho que perder.
Si hubiera habido consonancia entre los nombramientos de «alto standing» y la apuesta por grandes eventos, con la estructura del deporte en la Generalitat, se le habría dejado donde estaba, con Educación, como pasaba a nivel estatal (hasta la remodelación del gobierno que hizo Zapatero en 2009), se le podría haber llevado a Presidencia, como en Cataluña o Galicia, o haberlo juntado con Turismo, como pasa en Andalucía, ya que en el siglo XXI son dos actividades con mucha mayor relación entre sí, sobre todo desde el punto de vista de la apuesta por grandes eventos deportivos, que no solo atraen turistas, sino que sirven de promoción de las ciudades.
Pero no fue así, al deporte lo dejaron como si fuera una «maría». De todos modos, de poco iba a servir, porque ya se había visto en los últimos años el caso que se le hizo al deporte fuera de las grandes citas y los «grandes amigos». Y es que las decisiones se han ido tomando en otra parte, pues a la Consellera le dejan tocar poca bola. De entrada se encontró con los nombramientos hechos. Por eso hubiese sido mejor llevarse el deporte a Presidencia, pero, quizás les ha dado miedo imitar a los catalanes. Pues que hubieran imitado a su bien amada Esperanza Aguirre que montó una Consejería de Deportes en exclusiva, y si no estaban dispuestos a tanto a los de Baleares que crearon la Conselleria de Juventud y Deportes.
POLÍTICA DEPORTIVA DE ESCAPARATE
Es raro que no hubieran buscado una Conselleria de este tipo, pues la «política de escaparate» la llevan a todas partes y la utilizan en todas las ocasiones que pueden y les dejan. Ver la foto del cabeza de lista del PP a las elecciones generales por Valencia, Esteban González Pons, corriendo en las pistas del Río en febrero de 2008 resultó impactante. ¡Qué estilo!, ¡qué fuerza!, ¡que potencia! En algunos medios se publicó la imagen del candidato, sólo, sin nadie, apretando los dientes como el atleta a punto de llegar a meta. No se podía distinguir si se trataba de un velocista o de un corredor de fondo, porque mientras la foto individual sugiere que es un «sprinter», la colectiva con otros miembros del PP, daba una imagen más pausada, del trote suave del fondista. Las crónicas decían que recorrió 3 km., más propio de fondistas.
A su lado, en la foto colectica estaba una agradecida Niurka Montalvo, que para eso el PP la nombró Secretaria Autonómica de Deportes y había que cumplir, pero, en cambio, no apareció a su «mentor» Rafael Blanquer. Si estaba no aparecía. Igual andaba ocupado en otros menesteres y no pudo acudir, o estaba cansado tras la victoria el día anterior de su equipo en la Copa de España de clubes femeninos. La enésima consecutiva, en ese momento, gracias al dinero público que las instituciones valencianas gobernadas por el PP ponen en sus manos.
En esa campaña el...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADA INTERIOR
  3. CRÉDITOS
  4. DEDICATORIA
  5. ÍNDICE
  6. PREÁMBULO
  7. LA CARA OCULTA DE LA LUNA
  8. LA TRANSFORMACIÓN DE UNA PROFESIÓN A TRAVÉS DE LA EXPERIENCIA PERSONAL
  9. EL ENTORNO DE LA PRÁCTICA DEPORTIVA
  10. LA POLÍTICA DEPORTIVA VALENCIANA Y LOS GRANDES EVENTOS
  11. EL FÚTBOL MODERNO: DE LA PASIÓN A LOS INTERESES ECONÓMICOS
  12. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS