Anamorfosis
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Anamorfosis

El ángulo mágico

  1. 152 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Anamorfosis

El ángulo mágico

Descripción del libro

Las pinturas callejeras de imágenes bidimensionales que crean efectos ilusorios y se perciben como objetos corpóreos que parecen elevarse en el aire están de moda, sobre todo gracias a Internet. Estas creaciones, que resultan atractivas y curiosas, son fruto de la aplicación de una técnica de geometría proyectiva, explorada desde el Renacimiento y utilizada por grandes maestros de la pintura. La anamorfosis es una técnica geométrica ligada a las técnicas artísticas cuya representación requiere un conocimiento previo para ser proyectada. Este libro, dirigido no únicamente a estudiosos de áreas artísticas, nos muestra, paso a paso, la técnica y la práctica para la realización de pinturas anamórficas. Este trabajo sólo pretende ser un medio de consulta fácil para cualquiera que desee realizar una anamorfosis, con el objetivo de que sus indicaciones puedan constituir una herramienta en sus primeros pasos.

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Información

Año
2011
ISBN de la versión impresa
9788437071428
ISBN del libro electrónico
9788437084633
Edición
1
Categoría
Diseño
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1 Introducción
Este trabajo surgió, en principio, por una curiosidad, seguramente la misma que todos experimentan al observar una pintura anamórfica en una imagen bidimensional.
¿Quién no se ha preguntado cuál será el «truco» o la «pericia pictórica» de esa «ilusión óptica»? Seguramente nos asaltan las mismas preguntas: ¿Cómo se hace? ¿Cuál es la fórmula? ¿Qué proyección geométrica hace que sea posible el efecto de tres dimensiones? ¿Quién no ha intentado rastrear con la mirada la superficie pictórica intentando comprender una anamorfosis?; ¿quién no ha buscado «dentro» y «fuera» de la pintura, es decir, se ha fijado en el espacio que ocupa, la ha comparado con las proporciones de todos los elementos próximos a ella (baldosas, farolas, árboles y personas) en el intento de establecer medidas para poder dibujarla con la mente y descifrarla? Algo nada fácil. Pues, precisamente, ese efecto en 3D es el que interrumpe, desorienta y confunde la percepción, con lo que entran en conflicto la realidad y la irrealidad de la representación, y es necesario hacer un esfuerzo para separar ambas percepciones, que chocan la una con la otra. Pero al fin y al cabo, eso es una anamorfosis, y la finalidad es, en cierto modo, pintar una «mentira» para ver una «verdad», o al revés, lo cual hace que recibamos un estímulo visual alterado y que el cerebro procese e interprete algo que parece una continua contradicción.
La curiosidad generada por todo ello nos llevó a poner en práctica la pintura anamórfica, a experimentar con ella una y otra vez hasta encontrar su fundamento teórico. Los resultados de esta tarea llevada a cabo han sido la base de este estudio, que exponemos con mucha cautela. Decimos cautela porque las conclusiones que arrojamos son exclusivamente empíricas y porque el ánimo que nos ha llevado a divulgar este trabajo es, fundamentalmente, estimular a cualquier persona que desee realizar una anamorfosis para que se ponga «manos a la obra» y disfrute con la experiencia.
No obstante, vamos a seguir narrando alguna de esas experiencias que constituyen una parte muy importante del trabajo; así que, antes de pisar el suelo callejero en el que vamos a pintar una anamorfosis, es necesario comprender muy bien cómo se desarrollará la anamorfosis que nos disponemos a realizar y tener resueltos los bocetos preparatorios para evitar errores y, así, comenzar a dar los pasos fundamentales sobre la gran superficie del suelo, trazando las fugas en las que se proyectará la pintura.
Hablamos de gran superficie porque siempre es conveniente imaginar de antemano cómo será de grande nuestra futura obra. Porque debemos pensar que su tamaño puede implicar vernos perdidos en una especie de laberinto lineal que, en muchas ocasiones, se hace incomprensible. Trazos y fugas que nos rodean y que engañan nuestra lógica constantemente, y, así, poco a poco, surgen las pequeñas conquistas, no sin antes experimentar algu-nos fracasos, como también ha ocurrido en nuestro caso. Fueron muchos los trazados realizados sobre los diferentes suelos callejeros que, al mismo tiempo que nos proporcionaron grandes satisfacciones, también nos depararon buenas dosis de frío, viento, lluvia y, cómo no, transpiración, gimnasia obligada y las terribles agujas de ácido láctico (agujetas) clavadas en los músculos.
Como veremos, nuestro estudio se ha centrado en las anamorfosis planas, que constituyen una pequeña parte de su gran mundo,[1]porque es bien conocido que, a lo largo de la historia del arte, se ha experimentado mucho en relación con este sistema de representación.
También cabe mencionar que la anamorfosis, a veces, debido al desconocimiento que en general se tiene de ella, puede ser confundida con otros virtuosismos pictóricos relacionados con perspectivas ilusorias como trampantojos, ilusiones ópticas, incluso figuras imposibles, géneros todos muy atractivos e interesantes del arte; sin embargo, cada uno de ellos es un mundo en sí mismo, y por tanto, requiere una técnica muy específica en cada caso.
Con la finalidad de comprender el fundamento de esta técnica mediante su ejecución, básicamente, hemos puesto en práctica las proyecciones anamórficas, es decir, hemos experimentado el desarrollo de éstas tal y como debieron de hacerlo en épocas pasadas. Por tanto, dejaremos a un lado todo tipo de complejidades que relacionen el proceso visual con el mecanismo mental encargado de traducir tal información para alcanzar finalmente la percepción, porque somos conscientes de que éste sería un terreno resbaladizo cuya competencia debe corresponder a otros especialistas en la materia que, con mejor información, puedan verter oportunas teorías al respecto.
Apenas nos atrevemos a especular sobre si la representación, la visión y la percepción de una realidad fingida (como es una anamorfosis) pueden crear en nosotros un juego que nos produzca percepciones engañosas, a pesar de que conozcamos los mecanismos y recursos pictóricos utilizados. Probablemente, cuando observamos las complejas formas y colores de una anamorfosis, que entran en pugna con nuestra percepción visual, nos dejamos influenciar por la experiencia previamente adquirida de nuestra realidad visual.
Antes de concluir toda esta narración de voluntades, pesquisas y avatares surgidos de los trabajos anamórficos, no puedo olvidar la idea fundamental que motivó este trabajo, y que es, en definitiva, la más importante. Nos referimos, evidentemente, a la docencia universitaria como inductora fundamental de este trabajo. Así pues, la técnica de proyecciones anamórficas ha formado parte de la docencia de Innovación Educativa en la asignatura Técnicas Artísticas y Conservación de Bienes Culturales Muebles en el Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Valencia, y en las aulas no solamente hemos explicado los fundamentos teóricos, sino también hemos hecho partícipes de los resultados de las anamorfosis realizadas en las calles de Valencia a los alumnos, que se han convertido en testigos presenciales de algunas de ellas. Esto ha despertando gran interés y entusiasmo en ellos; incluso, algunos comenzaron espontáneamente la experiencia de realizar alguna pintura anamórfica y llegaron a implicar a familiares y amigos en esta tarea. Todo esto nos ha llevado a proponer este tipo de actividades pictóricas con amplias convocatorias en la Universidad de Valencia.
Y qué mejor lugar para experimentar que en el medio universitario, pues ya sabemos que el docente, normalmente, se involucra muy fácilmente en nuevas exploraciones siempre con la finalidad de volcarlas hacia la enseñanza. Pues ya sabemos que el talante universitario es formar, pero, sobre todo, es estimular y sembrar en el alumnado inquietudes hacia la investigación.
En definitiva, este trabajo tan sólo pretende ser un medio de consulta fácil para cualquiera que desee realizar una anamorfosis, con el objetivo de que sus indicaciones puedan constituir una herramienta en sus primeros pasos. Tampoco se trata de un manual para hacer pintadas en las calles porque, como ya hemos comentado, hablamos de una técnica geométrica ligada a las técnicas artísticas cuya representación requiere un conocimiento previo para ser proyectada. Del mismo modo, sirve para comprender mejor muchas de las pinturas de los grandes maestros.
[1] Las anamorfosis pueden ser de muchas formas: cónicas, cilíndricas, piramidales, especulares (en las que se utilizan espejos para percibir el resultado final de la imagen), ópticas, anópticas o catóptricas según la orientación de la mirada, etc.
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2 Antecedentes históricos
La anamorfosis es una curiosa forma de perspectiva que crea efectos «ilusorios» en tres dimensiones. Tuvo sus comienzos en el Renacimiento, dentro de la disciplina de la geometría proyectiva, considerada como una «forma curiosa de perspectiva». Fue practicada durante siglos e, incluso, se impartió en las escuelas de arte en Europa entre los siglos XVI y XIX, para después caer en desuso hasta casi desaparecer en la enseñanza de Bellas Artes. Por tanto, es una técnica bastante desconocida en la actualidad.
Por un momento, traslademos nuestra imaginación a ese período artístico tan floreciente en descubrimientos en el que nace la anamorfosis. Pensemos por unos instantes en los artistas, en esa vorágine, en ese contagio de entusiasmo colectivo, en esa ebullición de ideas, de búsqueda, de inventivas para encontrar nuevas formas de representación, de fundamentos proyectivos que permitieran pintar el espacio «real». Pues así, mediante principios matemáticos, formularon científicamente la forma de representar la tridimensionalidad en una superficie bidimensional: la perspectiva.
Ellos exploraron sistemas que permitieron realizar trabajos pictóricos con nuevas formas de representación. Fue el período en el que se estudiaron diversos métodos para dibujar usando lentes y otros artefactos. La geometría, la distribución, la divina proporción,[1] las leyes de la representación del espacio, su profundidad y verosimilitud; todo en el afán de conseguir escenas racionalizadas y lograr la ilusión de profundidad en sus pinturas.
A lo largo de la historia del arte, no nos han quedado muchos ejemplos de anamorfosis, aunque es de presumir que fuera abundante el número de artistas que practicaran la técnica desde su inicio en el Renacimiento hasta su desaparición de los planes de estudio de las academias de arte. No obstante, pensamos que muchos artistas formados en los talleres de los grandes maestros[2] deberían de conocer, seguramente, las fórmulas y aplicaciones prácticas para resolver cualquier problema anamórfico antes de que existieran las academias.
Cabe destacar que son muchos los trabajos pictóricos y escultóricos integrados en la arquitectura que, obligatoriamente, se realizaron con las deformaciones necesarias para «corregir» las distorsiones que se producirían al estar pintados sobre muros abovedados. Podemos suponer que muchos de estos trabajos pictóricos o escultóricos podrían haberse realizado de forma intuitiva, según la destreza del artista, pero por las numerosísimas muestras que tenemos en el arte, la gran mayoría de los artistas conocieron la geometría proyectiva y, especialmente, los muralistas fueron verdaderos expertos en este campo.
La geometría tuvo mucha importancia en la enseñanza de las academias[3] pues se consideraba que esta disciplina se acercaba más a la idea «intelectual» del arte porque está directamente ligada a la racionalización del espacio, que es reconocida como una «bella forma de las matemáticas».
Uno de los primeros en hablar de anamorfosis fue Leonardo Da Vinci en el Codex Atlanticus,[4] donde realizó dibujos a línea de un ojo humano y el rostro de un niño. A pesar de la apariencia simple de los mismos, tienen la peculiaridad de que se realizaron con esta técnica.
De la pintura renacentista, la anamorfosis más conocida es la «calavera» que aparece en el cuadro Los embajadores de Hans Holbein el Joven (1533), que se encuentra en la National Gallery de Londres y que es uno de los ejemplos más bellos del virtuosismo de esta técnica. Ver figuras n.º 1 y 2.
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Figs. 1 y 2, izquierda y derecha respectivamente. Los embajadores de Hans Holbein el Joven. Pintura al temple sobre tabla de 209 × 207 cm. La anamorfosis del cuadro Los embajadores es una calavera que...

Índice

  1. Portada
  2. Portada interior
  3. Creditos
  4. Agradecimientos
  5. Índice
  6. 1 Introducción
  7. 2 Antecedentes históricos
  8. 3 La representación anamórfica
  9. 4 El boceto
  10. 5 La proyección in situ
  11. 6 Sobre la dimensión bidimensional de la anamorfosis
  12. 7 Objetos representados sobre el nivel del suelo
  13. 8 Objetos representados bajo el nivel del suelo
  14. 9 Líneas de representación anamórfica conectadas con la arquitectura real, internadas bajo el nivel del suelo (fugas hacia el subsuelo)
  15. 10 La sensación de realismo
  16. 11 Importancia de la imagen fija
  17. 12 Bibliografía