Historia de Jaén
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Historia de Jaén

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Descripción del libro

Desde el Jaén prehistórico hasta el del siglo xxi, adentrándonos en sus raíces romanas, visigodas, árabes o cristianas, encontraremos que la historia de esta ciudad es realmente apasionante. Historia de la que quedan muchísimos vestigios como la huella indeleble de un pasado esplendoroso que no está reñido con un presente y un futuro regio. A través de estas páginas, Juan Vicente Córcoles, nos va desbrozando cada matiz de la ciudad que se alza hermosamente poliédrica a los pies del Cerro de Santa Catalina, y así consigue que el lector conozca la magia de cada una de las bellas particularidades que, entre muchas cosas más, hicieron de Jaén, «Guarda y Defendimiento de los Reinos de Castilla» y «capital del Santo Reino».«Es la ciudad de la más grande del Ándalus y la que con más fortalezas cuenta, no pudiendo los cristianos apoderarse de ella sino después de un largo asedio, rindiéndose al fin a Abenalhaúcar, señor de Granada».Abu-l-Fida (1273-1331)

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Información

Año
2020
ISBN del libro electrónico
9788418346897
Categoría
Historia
Jaén Cristiano
«Te digo adiós, mi Jaén, te digo adiós
Y derramo mis lágrimas como se dispersan las perlas.
En nada deseo separarme de ti.
Pero así es la sentencia de estos tiempos».
Abu Ali al-Gayani
«Oh Jaén, tú eres la aguada de la que me separa un obstáculo, a pesar de que una sed ardiente me lleva hacia ti».
Ibn Abi Rukab
«El Jaén antiguo es una antología de lienzos para la memoria, de hexámetros para la emoción, de itinerarios para la intimidad, de sílabas inéditas para la inspiración, de metáforas para la mirada. Jaén, el lugar adonde siempre queremos volver. Un nombre grabado en la retina, como una afirmación a la que nunca podrá vencer el olvido. Un concepto caligrafiado por la sublimidad. Un perfil tan bello como la nieve recién caída. Una geometría, que intercepta las imágenes fragmentarias del tiempo. Una geografía que moldea las vivencias. Jaén sabe a aceituna, a oro virgen extra, al zumo que prolonga la vida, a pan candeal, a tierra recién arada, a sueño homérico. Jaén en el lado mágico de los momentos».
Manuel Peñalver
En el siglo XIII se dan dos coincidencias que harán posible que en unos veinte años —de 1224 al 1248— se conquisten tierras del Alto Guadalquivir hasta Huelva, con las importantes plazas de Córdoba y Sevilla, capitales califal y almohade respectivamente, y son por un lado, la debilidad y falta de unidad de los Almohades, y por otro la fortaleza y la unidad de los Reinos Cristianos, lo que lleva a ello esta hazaña. Todo empezó en la batalla de las Navas de Tolosa en el 1212, ya al sur de Sierra Morena que fue decisiva para pisar el valle del Guadalquivir. En 1246 se conquista Jaén, culminando así la ocupación del Santo Reino. En febrero de 1246 se producía la capitulación y la entrega de Jaén al Rey Fernando III por Ibn al-Ahmar, el arjonero fundador de la Dinastía Nazarí con sede en la montaña roja de Granada. En marzo el rey zamorano —nacido en el monasterio cisterciense de Valparaíso— entraba en la ciudad con toda su aparatosa corte de militares y funcionarios, haciéndolo por la puerta Barrera para continuar por la de Santa María y, tras bordear la mezquita aljama, entrar en ella para convertirla en una iglesia cristiana bajo la advocación de Santa María en su Asunción. Ya no se oirían más jutbas desde los minbares. Resonarían las Epístolas de San Pablo, los Evangelios de San Marcos, San Lucas, San Mateo o San Juan tras sus púlpitos, o los ángelus a las doce. Gutierre Ruiz de Olea, Obispo de Córdoba, oficiaba la primera misa.
La Crónica General cuenta que para defender Jaén, los musulmanes no pudieron contar con refuerzos de voluntarios benimerines venidos de África, y ante el hambre y calamidades que estaban sufriendo los sitiados, el rey granadino pactó la entrega de Jaén, acordando entre otros puntos ser vasallo del rey castellano, conservando el reino de Granada Muhammad I ibn Nasr, renunciando definitivamente a las tierras de Jaén, acudiendo anualmente a la Corte, hacer la guerra o la paz a conveniencia del castellano, pagar ciento cincuenta mil maravedís y, una condición más, todos los musulmanes tenían que abandonar la ciudad.
Fernando III estuvo meses en Jaén, le dio el Fuero de Toledo, organizando la ciudad, declarándola Concejo Realengo, pero con la mirada puesta en Sevilla. Reparó las fortificaciones, no abandonando las cuestiones de Estado en plena Reconquista. Repobló la ciudad y su tierra, relatándonos la Crónica General que «envió por pobladores a todas partes, enviando prometer grandes libertades a cuantos y viniesen a poblar, e vinieron y muchas gentes de toda la tierra y mandoles partir la villa en los heredamientos a todos muy comunalmente, a cada uno según pertenescía e desy aforólos e cumplióles cuanto les prometiera», según recoge Salvador de Moxó en su libro «Repoblación y Sociedad en la España Medieval». El veintiocho de agosto, día de San Agustín de Tagaste, abandona Jaén. Don Ordoño queda como responsable de la ciudad ganada.
La organización eclesial puso su procedimiento, sobre todo una vez que la sede episcopal pasa de Baeza a Jaén en 1249, tres años después de la conquista. Lo cristiano comenzaba a verse por las calles de Jaén. Las mezquitas irían desapareciendo en su lugar se edificarían templos o se adaptarían a iglesias góticas como triunfo de la nueva religión. Gracias a la Décima Pontificia de principio del siglo XIV tenemos la organización parroquial. Jaén quedaba dividida en las colaciones de Santa María, San Ildefonso, San Lorenzo, Santiago, San Juan, la Magdalena, San Andrés, San Pedro, San Bartolomé, San Miguel y Santa María del Alcázar. El cambio de mezquita a iglesia está bien documentado en la catedral, la Magdalena y San Juan.
Algunos historiadores han observado que Jaén, demográficamente no se recuperaría, igualando a la ciudad cuando era musulmana, hasta el siglo XV. Su gran extensión, el peligro nazarita cercano y la necesidad de repoblar nuevas tierras conquistadas hacen posible esta realidad. Del siglo XIV hay que destacar la importancia de la fecha de 1368, cuando una razzia nazarita bajo Muhammad V, aprovechando su amistad con Pedro I enfrentado a Enrique II, saquea e incendia Jaén, perdiéndose todo el fondo de protocolo elaborado por los Veinticuatro Regidores junto al Corregidor del Concejo. Es cuando Nicolás de Biedma, tras incendiarse la mezquita convertida en la iglesia de Santa María, decide edificar el nuevo templo gótico como relicario del Santo Rostro que él había traído.
«… después, el rey de Granada tornó otra vez con siete mil de caballo y ochenta mil hombres de pie sobre la ciudad de Jaén. Entraron en la ciudad y robáronla, y mataron y cautivaron todos los cristianos salvo aquellos que se pudieron acoger en los alcázares. Y allí de los moros fueron cercados y, porque no tenían viandas para tantos como estaban, hicieron su pleitesía de dar al rey de Granada cierta cuantía de doblas y que los descercase. Sobre lo cual, dieron rehenes ciertas personas y los moros pusieron fuego a toda la ciudad e iglesias y derribaron gran parte de los muros …»
Asesinado Pedro I, Enrique II se erigió vencedor de la crisis política y de la guerra, junto a la nobleza que le había apoyado, recompensando a sus más leales servidores. Así nacía en Jaén el Señorío de Villardompardo con los Torres de Portugal.
Arco de san Lorenzo
Es un edificio muy popular y uno de los rincones más bellos y sugestivos del Jaén urbano medieval, en la zona de La Merced. En un recorrido callejero, al toparse con esta estructura de sillares y arco ojival, cuya calle pasa por debajo del arco, el paseante se detiene, observa los detalles, los escudos, cierra los ojos y ve en su mente a los jiennenses contemporáneos del obispo Biedma, o alguno de la corte del Condestable. Apoyado sobre una pared de la calle, se respirará profundamente, y brevemente se reflexionará sobre el pasado de Jaén, la cantidad de gentes que habrán transitado por el apuntado arco del Santo de la parrilla se preguntará uno.
La iglesia era de una sola nave, arquitectura que se ajustó a la inclinación del terreno, quedando hoy el torreón que constituye el arco. En 1825 la iglesia se viene abajo por su deterioro y abandono, trasladando su archivo y parte del tesoro a la iglesia de San Bartolomé, compartiendo La Merced algunas de sus joyas artísticas como el lienzo del Cristo de las Injurias o el Retablo de las Ánimas.
En este Arco se veló la noche del 7 al 8 de septiembre de 1312, el cuerpo de Fernando IV, muerto súbitamente, tras ser emplazado por los Hermanos Carvajales de Martos por la injusticia que les costó la vida. Y en este arco está enterrado Juan de Olid, secretario fiel y persona de máxima confianza del Condestable, alcalde que fue de Mengíbar y regidor de Jaén, siendo también escribano de Cámara del Rey y notario público de todos los rein...

Índice

  1. Introducción
  2. Jaén en la Prehistoria
  3. Jaén Ibérico
  4. Roma
  5. Jaén visigodo
  6. Al-Ándalus
  7. Jaén Cristiano
  8. LA CATEDRAL
  9. Andrés de Vandelvira
  10. JAÉN EN EL SIGLO XVI
  11. EL JAÉN DEL XVII
  12. EL NUEVO SIGLO. EL XVIII
  13. El Jaén del XIX
  14. JAÉN, SIGLO XX
  15. EL JAÉN DE POSGUERRA
  16. EL JAÉN HOY
  17. BIBLIOGRAFÍA