LOS EXILIADOS ESPAÑOLES
Luis Alcoriza, director y guionista de cine
(Foto: Hermanos Mayo/AGN, México)
LUIS ALCORIZA, DIRECTOR DE CINE
Luis Alcoriza de la Vega nació el 5 de septiembre de 1918 en Badajoz y falleció en Cuernavaca, México, el 3 de diciembre de 1992.
Hijo de unos actores de teatro de origen valenciano estuvo vinculado, desde joven, a la Compañía Teatral de la familia. La guerra civil española les sorprendió de gira en el Norte de África.
Desde Orán (Argelia) la familia emigró a México en 1939.
A partir de 1940 se inició en la carrera de actor de cine en las películas La torre de los suplicios, 1940 (Rafael J. Sevilla); La virgen morena, 1942 (Gabriel Soria); El rayo del sur, 1943 (Miguel Contreras); San Francisco de Asís, 1943; Nana, 1944 (Celestino Gorostiza); Rosa de las Nieves, 1944; El capitán Malacara, 1944; Sierra Morena, 1944; La casa de la Troya, 1947; Nocturno de amor, 1947; Flor de caña, 1948; El gran calavera, 1949 (Luis Buñuel) y Tú, sólo tú, 1949. etc.
Hizo asimismo los papeles de Jesucristo en los filmes María Magdalena, 1945 y Reina de reinas, 1945.
A partir de 1946 y junto a la actriz Raquel Rojas –que firmaba Janet Alcoriza–, se dedicó a escribir adaptaciones y guiones de cine para diversos directores mexicanos: Sombra de Roberto Gavaldón; El toro negro de Benito Alazraki; El esqueleto de la señora Morales de Rogelio González; El ahijado de la muerte, 1946; Nocturno de amor (1947); Los amores de una viuda (1948); La Casa de Troya (1947), etc.
Fue uno de los guionistas del cine de Luis Buñuel: El gran calavera (1949); Los olvidados (1950); El bruto (1952); Él (1953); La muerte en el jardín (1956); El ángel exterminador (1962); etc.
Como director de cine empezó con el filme Los jóvenes (1960), una crítica social sobre la juventud burguesa mexicana y continuó con las películas: Paraíso (1969); Tlayucán (1961); Tiburoneros (1962); Amor y sexo (1963); El gánster (1964); Tarahumara (1964); Juego peligroso (1966); La casa de cristal (1966); El oficio más antiguo del mundo (1968); Paraíso (1969); El muro del silencio (1971); Mecánica nacional (1971); Las fuerzas vivas (1975); A paso de cojo (1978); Tac-Tac (1981); El amor es un juego extraño (1985); Lo que importa es vivir (1988); La sombra del ciprés es alargada (1989), etc.
Hizo algunos episodios de filmes como La puerta para la Antología del miedo (1968) y Esperanza para Fe, esperanza y caridad (1972).
De su filmografía destaca la película Tiburoneros (1962), premiada en el Festival Mar del Plata de Uruguay, que según José de la Colina plantea a través de la vida de unos pescadores «la frustrante atracción de la gran ciudad, la necesidad del retorno a la provincia y a un mundo más cercano a la naturaleza».1
Con un guión de Gabriel García Márquez dirigió el filme Presagio (1974), que obtuvo una mención especial del Festival de Cine de San Sebastián.
A partir de un guión de Miguel Delibes dirigió en España el filme La sombra del ciprés es alargada (1989).
Forma parte de la generación de directores de cine españoles que hicieron su obra en el exilio mexicano: Luis Buñuel, Jomí García Ascot y Carlos Velo.
Según el crítico cinematográfico José de la Colina fue un director «desigual, exigente a veces y complaciente otras, la carrera de Alcoriza como cineasta no ocupa mal lugar dentro del cine mexicano contemporáneo».
Pregunta: ¿Cómo fueron sus inicios en el cine?
Respuesta: Mire yo me considero ante todo un escritor. También, en mi juventud, hice teatro en la Compañía de Teatro de mis padres.2
P.: ¿Dónde ser formó usted?
R.: En Madrid, de niño fui al Instituto de Enseñanza Media Cervantes.
P.: Y sus inicios en el teatro.
R.: A través de mis padres y las giras que hacía con ellos durante los veranos.
P.: ¿Qué quería ser de joven?
R.: Yo quería ser oficial de la Marina pero estalló la guerra civil española y se fue todo al garete.
P.: Usted pasa la guerra civil en el Norte de África.
R.: Así fue. Buena parte de mi vida estuvo vinculada al Norte de África. Al estallar la guerra la Compañía de Teatro de mis padres estaba actuando en la Línea de la Concepción en la provincia de Cádiz. Desde allí tomamos un barco y conseguimos llegar a Orán en Argelia.3
P.: ¿Qué hizo en Orán?
R.: Al principio intenté cargar y descargar bultos en los muelles pero no podía competir con aquellos negros altos y fuertes que subían a los barcos la carga por una tabla y sujetos a una cuerda. Entonces me dieron el empleo para controlar los sacos.
P.: ¿Dónde vivía en Orán?
R.: En el último piso de una Pensión de Huéspedes con mis padres, en un lugar por cierto cuya primera planta era un auténtico burdel de película.
P.: ¿Cómo se trasladaron de Argelia a México?
R.: Fue una oferta casual que les hicieron a mis padres para que actuaran primero en Buenos Aires (Argentina). Desde Orán cruzamos el Mediterráneo hasta el puerto de Marseille y de allí con toda la Compañía de Teatro nos fuimos a Buenos Aires. Sobrevivimos en Argentina como pudimos. A veces no teníamos ni para pagar el hotel... Así vivimos hasta que conseguimos llegar a México.
P.: En México empezó su carrera en el cine.
R.: A mí me tocó la llamada «época de oro» del cine mexicano. Pero no sé muy bien si lo llamaban así por la excelencia del cine o porque los productores se forraron con una cinematografía muy decente, melosa y familiar. Afortunadamente llegó Luis Buñuel y otros directores para conseguir un cine mexicano distinto.
P.: ¿Cómo fueron sus inicios en el cine?
R.: Primero fui actor. Como no tenía muchas dotes me inicié como guionista.
P.: Guionista incluso de Luis Buñuel.
R.: Luis Buñuel solía decir: «No le digáis a Luis que es mi discípulo que se cabrea». Y era verdad. Buñuel nunca fue mi maestro. Yo sí fui su colaborador. Buñuel me enseñó muchas cosas importantes. A despreciar el dinero, a mantener una posición ante la vida, a ser incorruptible. Incluso me introdujo en el «Surrealismo». Al cabo de varios guiones con Buñuel me decidí por la dirección de películas.
P.: Háblenos, por favor, de su experiencia cinematográfica con Luis Buñuel.
R.: Fui guionista suyo de varias películas.4 Nos unía el ser españoles y exiliados. Teníamos un terrible sentido del humor. Y una gran agresividad. Incluso nuestra mala leche particular. Y un gran amor a España. Con sus virtudes y sus defectos, era nuestro país de origen.
P.: ¿Qué añoraba de España?
R.: Añoraba indistintamente tanto la arquitectura de El Escorial como cualquier iglesia de estilo Románico de Asturias. A mí la arquitectura románica, sin adornos, me fascina. Con un arco y una torre cuadrada te define un estilo.
P.: ¿Añora asimismo la comida española?
R.: En España se come muy bien aunque por desgracia no todos los españoles comen igual. Esas comidas de tomates tiernos, sardinas frescas, puerco con vino tinto, son cosas muy españolas. Son temas de los que hablaba a menudo con Buñuel.
P.: De que temas hablaba con Buñuel.
R.: Ambos éramos muy parecidos. Pero yo conocía mejor España. Luis conocía mejor Francia. Por el trabajo ambulante de mis padres conocía toda la geografía española. La nostalgia por la comida española no la he perdido en medio siglo de exilio. ¡Qué barbaridad, cuánto tiempo! Esos recuerdos vienen a mi mente inevitablemente.
P.: ¿Se planteó alguna vez adaptar una novela de Pérez Galdós?
R.: Benito Pérez Galdós es el más grande escritor que haya parido madre. Puedo equivocarme pero para mí está por encima de Balzac, Dickens, etc. Hay escritores como mi amigo del alma García Márquez capaces de escribir una gran novela como Cien años de soledad (1967), pero Pérez Galdós escribió, como esa, unas cuantas novelas más. Lo difícil no es escribir varias novelas buenas son saber cuál es la mejor. Para muchos es Fortunata y Jacinta (1887). Para otros Ángel Guerra (1890) y cómo no la tetralogía Torquemada (1889-95). Galdós tenía una prosa sencilla, humorística, fácil, sin frases retorcidas. Hemos tenido escritores monumentales pero nos ha faltado el poderío para proyectarlos por el mundo.
P.: ¿Qué piensa de la adaptación de novelas para el cine?
R.: Todo depende de la novela. Lo que ocurre es que se publican miles de libros y no puedo leerlos todos. Ya no tengo tiempo para leer tonterías. Si a la decimoquinta página del autor no ha logrado agarrarme por las vísceras y sacudirme mejor dejarlo estar. Entonces hay un momento que lo que me interesa es que me cuenten algo que me inquiete y no en la forma en que me lo cuenten. Insisto no estoy para perder el tiempo, estoy viejo. Para mí hoy en día la novela es la esencia y no el estilo. Acepto un buen estilo siempre que no supere las 600 páginas.
P.: Las novelas de Galdós sería un buen ejemplo.
R.: Creo que Galdós se puede adaptar al cine fácilmente. Es un autor que te está dando unos caracteres y unas situaciones fáciles de adaptar al cine. Con otros autores es más difícil. La literatura pura es difícil de adaptar al cine.
P.: ¿Puede darnos algún ejemplo?
R.: Sí, la novela Bajo el volcán de Malcolm Lowry. A Luis Buñuel le ofrecieron dirigir una película con el argumento de esa novela. Vimos juntos que el libro era inadaptable. Era una novela que exigía una voz narrativa detrás y eso no nos gustaba ni a Buñuel ni a mí. En el cine lo que cuenta es la imagen, la emoción visual y eso no se puede resolver con una voz en off. Tampoco quisimos recurrir al flash-back. Iba a quedar un pastiche indecente. En consecuencia Luis Buñuel rechazó adaptar Bajo el volcán de Malcom Lowry.
P.: Sin embargo John Houston aceptó el reto.
R.: John Houston supo utilizar bien Cuernavaca, esa hermosa ciudad donde vivo. Una ciudad pintoresca, de bellos rincones, con un Palacio de Cortés que es el colmo de la austeridad. Creo que John Houston llevó a la pantalla la vida del escritor borracho. La novela Bajo el volcán, a mi modo de ver, como argumento sigue inédito. Y creo que es una película que no se podrá hacer. Llevar al cine novelas introspectivas es muy difícil. Reproducir los pensamientos interiores de un personaje y llevarlos a la pantalla es muy difícil. Porque generalmente cuando un escritor, por muy genial que sea, ha escrito una obra introspectiva, está falseando en cierto modo la realidad.
P.: ¿Usted prefiere otro tipo de guiones?
R.: A mí me gusta saltar de una situación a otra. Igual que salta el subconsciente de un individuo, respondiendo a determinados incentivos: la conversación con un amigo, la visión de una mujer guapa, el descubrimiento de un paisaje determinado, etc. Yo adoro la literatura pero es menos confiable que la realidad. En resumen respecto a la pregunta sobre la adaptación al cine de una novela, he de añadir que hay novelas fáciles y novelas difíciles.
P.: ¿Qué ha aportado usted al cine?
R.: Desde el rodaje de Los jóvenes (1960) al rodaje de Tac-Tac (1990) son más de 30 años haciendo cine. Y hago cine de acuerdo a mis ideas. Porque es mi trabajo, mi forma de vida y estoy contento de desarrollar una labor tan grata. Y hacerlo con un sentido solidario, pues odio el poder, en las relaciones humanas. Me parece repugnante que un ser se sienta superior a los demás. Hacer guiones no es fácil. La literatura tiene todo el tiempo que quiere. Esto lo he hablado muchas veces con Carlos Fuentes y García Márquez. El cine tiene una medida. Los diálogos explicativos sobran. El diálogo en cine no tiene nada que ver con el diálogo en el teatro o en la novela.
P.: ¿Un guionista de cine es un evocador de imágenes?
R.: Ser director y guionista de cine a la vez es difícil. A veces muy duro. Cuando me siento a escribir un guión me olvido del director de cine que hay detrás. Si me planteo un problema, me digo a mí mismo: Esto que lo resuelva el director. Y luego cuando estoy dirigiendo la película me digo: ¡Este guionista en qué lío me ha metido! Pero resulta que soy yo mismo. Entonces tengo la necesidad de desdoblarme. En ese sentido he tenido ...