Revolucion Justicialista
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Revolucion Justicialista

Juan Domingo Peron

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Revolución justicialista y Actualización política y doctrinaria para la toma del poder -los textos que componen este volumen -son piezas imprescindibles para comprender, hacia el pasado y hacia el futuro, la sustancia misma del peronismo. Esta edición, además, se prestigia con el excelente prólogo de Alcira Argumedo, que trasciende el sentido clásico del comentario o introducción a la lectura para constituirse en un ensayo breve e indispensable, una auténtica concepción filosófica sobre la que se fundamenta una línea de acción y sus tareas. Eso que podemos llamar, también, política.

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Información

Año
2021
ISBN
9789874465795

ACTUALIZACIÓN POLÍTICA Y DOCTRINARIA PARA LA TOMA DEL PODER

LA CONCEPCIÓN JUSTICIALISTA Y EL PROBLEMA DE LA LIBERACIÓN

La concepción justicialista que nace en 1945, es una concepción simple, con una base filosófica firme que obedece a un concepto cristiano y humanista de la política. Indudablemente que el mundo ha venido desarrollando una evolución que hay que captar si queremos darle una continuidad congruente en el futuro. Desde allí parte el justicialismo. Es indudable que el capitalismo que se instaura como sucesor del medioevo, trae consigo la empresa, la máquina que modifica extraordinariamente la actividad de la comunidad.
No podemos negar que, en los dos siglos de acción del capitalismo, el mundo —técnica y científicamente— ha progresado más que en los diez siglos precedentes.
Aunque, indudablemente, ese progreso ha gravitado sobre las espaldas de los pueblos, que han vivido sacrificados y miserables durante esos dos siglos. Llegamos a este momento en que se ha producido una gran revolución, con aspiraciones de ser revolución mundial, la Revolución Rusa, y que un sinnúmero de revoluciones ha explotado en el mundo como reacción contra ese sistema, que impone el sacrificio de los pueblos para el avance científico y técnico de la humanidad.
Indudablemente que hoy los pueblos están muy esclarecidos en razón de los medios de comunicación; de la televisión, de la radio, los diarios, las revistas, en fin... Eso ha esclarecido a las masas populares que han llegado a darse cuenta de que se prepara para el futuro otro sacrificio semejante, para también obtener un progreso parecido. Y ya no quieren los pueblos que eso se realice sobre el sacrificio, el dolor, el hambre y la miseria de ellos. Así es como nosotros lo concebimos. Entonces es necesario que ofrezcamos a los pueblos la posibilidad de que trabajen felices, con un grado suficiente de dignidad, para un progreso técnico y científico de la humanidad, que quizá no sea tan grande como el que ha venido asegurando el capitalismo, pero, por lo menos, que no sea sobre el sacrificio de nadie. Pueblos felices, trabajando por la grandeza de un mundo futuro, pero sin sacrificios y sin dolor. Que eso es lo humano, que eso es lo natural, y que es también lo científico.
Entonces, debe haber una tercera posición que es la que concibe el justicialismo, donde el hombre, en una comunidad que se realiza, pueda también realizarse él como ente humano. Esa es la verdadera concepción justicialista que venimos expresando desde hace veinticinco años y que cayó aparentemente en el vacío. Pero transcurridos veinticinco años, las dos terceras partes de los habitantes del mundo y sus comunidades están pujando por colocarse en esa tercera posición, tan distante de uno como del otro de los imperialismos dominantes.
Lógicamente, el Tercer Mundo está en la tercera posición. La evolución de la humanidad siempre ha ido hacia integraciones mayores: del hombre a la familia, la tribu, el Estado primitivo, el Estado feudal, la nacionalidad —que hemos vivido los de mi generación—. Ahora ustedes vivirán la etapa que sigue: continentalismo. Y es posible que sus nietos y sus bisnietos lleguen a la futura y última integración, que es el universalismo como aspiración de una humanidad realizada.

LIBERACIÓN NACIONAL Y SOCIAL. LIBERACIÓN CONTINENTAL

Si nuestra liberación es inseparable de la liberación continental, ¿debemos coordinar también esta lucha con la de Asia y África? ¿Es esta lucha del Tercer Mundo la que puede universalizar la liberación del hombre?
¡Natural!, es el Tercer Mundo, y hoy nosotros, los que trabajamos dentro de esta línea, estamos en el Tercer Mundo y trabajamos en el Tercer Mundo, y estamos conectados todos los dirigentes populares de América con ese Tercer Mundo, como estamos conectados con la idea de la liberación del continente, y trabajamos para eso. Y creemos que la juventud, la gente del futuro, debe aferrarse a esa posición, porque esa será la posición del futuro.
En nuestro país no es un secreto para nadie que el imperio inglés se fundó sobre los despojos del imperio español. Nosotros, colonia española, pasamos a ser colonia inglesa.
Por eso en la Argentina ha habido una línea anglosajona y una línea hispánica. La línea hispánica ha sido la que siguió con la idea independentista, la otra es la línea colonial.
Y en nuestro país la línea nuestra es la línea, diremos, de la Primera Junta, que era independentista. De [Juan Manuel de] Rosas que defendió eso, de [Hipólito] Yrigoyen, que fue otro hombre que también defendió eso. Y Perón. Todos los demás gobiernos argentinos han pertenecido a la línea anglosajona y la han servido, de una manera directa o indirecta. De manera que todo esto tiene una continuidad histórica, porque los países están viviendo el reflejo del resto del mundo.

LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA. LA PATRIA GRANDE

Ya en 1949 dije, con motivo del Tratado de Complementación Económica —que tenía por finalidad constituir una comunidad económica latinoamericana con fines de integración continental—, que el 2000 nos encontrará unidos o dominados. Pero han pasado los años. Y hoy vemos auspiciosamente surgir revoluciones salvadoras en varios países hermanos del continente: Cuba, Chile, Perú, son dignos espejos en los que han de mirarse muchos otros latinoamericanos que luchan por la liberación.
Ahora, es preciso que, sin pérdida de tiempo, se unan férreamente, para conformar una integración que nos lleve de una buena vez a constituir la patria grande que la historia está demandando desde hace casi dos siglos. Y por la que debemos luchar todos los que anhelamos que nuestros actuales países dejen de ser factorías del imperialismo, y tomen de una vez el camino de grandeza que nos corresponde por derecho propio. El futuro de un mundo superpoblado, y superindustrializado será de los que dispongan de mayores reservas de comida y materia prima. Pero la historia prueba que tales reservas son solución solo si se las sabe y se las quiere defender contra el atropello abierto o disimulado de los imperialistas.

EL MOVIMIENTO JUSTICIALISTA

La única fuerza cívica que conserva su estructura y su potencia es el peronismo, y dentro de él la clase trabajadora. Estas fuerzas representan el eje del movimiento revolucionario nacional.
Pero, ¿qué es lo que define, hoy, en la Argentina a una persona como peronista?
Peronista para mí, como conductor del Movimiento, es todo aquel que cumple la ideología y la doctrina peronista. Por otra parte, nosotros esto lo hemos aclarado bien en el Movimiento: hay un decálogo peronista, que dice cuáles son las diez condiciones básicas que debe llenar un hombre para ser, sentir, y poder decirse peronista.
De manera que persuadido de esa verdad él la sirve. Eso es ser peronista. Indudablemente que en este momento hay un desplazamiento natural hacia el peronismo que nos lo da el éxito de toda esta larga lucha de los dieciséis años pasados desde 1955 hasta hoy. En eso no hay que extremar la cosa, el Movimiento Peronista jamás ha sido ni excluyente ni sectario. Nuestro Movimiento por ser de una tercera posición, es un movimiento de gran amplitud, ese es el peronismo.
Ahora, dentro de la acción política que se desarrolla todos los días, vemos mucha gente que proviene de otros sectores políticos, que pueden ser del comunismo, o pueden ser del conservadorismo, porque de todo hay en la huerta del Señor.
Por aquí han pasado las más diversas tendencias, yo a todas les digo exactamente lo mismo: vean señores, cuando nosotros formamos el Justicialismo vinieron hombres conservadores como [Jerónimo] Remorino (era secretario de Julito Roca, así que imagínese, el riñón de la oligarquía) ¡y fue un gran peronista!, un buen servidor y un gran peronista. Del otro lado vinieron sectores socialistas, como [Juan Atilio] Bramuglia, como [Ángel] Borlenghi, en fin, un montón. Y también del comunismo. Y todos esos hombres han demostrado a lo largo de estos años, que han sido buenos peronistas, ¿por qué vamos a presuponer que un hombre que se incorpora hoy, en vez de haberlo hecho hace veinticinco años, va a ser peor que esos que se incorporaron entonces?
En ese sentido, el Movimiento Justicialista, para ser realmente justicialista, debe admitir que todos los hombres pueden ser buenos, y que todos pueden tener razón, e incorporarlos a servir al Movimiento.
En ese sentido, con todo lo que ha pasado en el país, yo pienso que habrá un sector mal intencionado, pero más que nada ha sido un sector desaprensivo o ignorante. Y el bruto es siempre peor que un malo, porque el malo suele tener remedio, el bruto no. He visto malos que se han vuelto buenos; jamás un bruto que se haya vuelto inteligente. De manera que todo esto que uno va echando a la balanza, en la apreciación de los hombres, debe servirle para calificar y para compensar; eso es conducción. Los hombres son útiles en la medida de su capacidad y su buena intención. El hombre bien intencionado, aun cuando no sea muy capaz, suele servir.
Es indudable que el hombre no puede ser perfecto, entonces tiene sus pasiones y tiene sus intereses. Las pasiones y los intereses individuales son los que desvían y deforman la actuación peronista. Porque no podemos pedir que en cada peronista haya un santo o un héroe, esos no salen todos los días. Es bastante con que sea un hombre con sentido y con sentimientos peronistas. Es lo que más podemos exigir.
Un hombre de nuestro Movimiento podrá tener cualquier defecto, pero el más grande de todos será no ser un hombre del pueblo.
En la política esto es tan cierto como en la vida. En consecuencia, todas estas condiciones son las que debe reunir un peronista, o un justicialista.
El Movimiento Peronista es de todos los que lo formamos y defendemos y allí radica el derecho que cada peronista tiene de sentir y de pensar para el beneficio común como lo establece un viejo apotegma peronista: “Que todos sean artífices del destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de nadie”.
Los hombres que vengan al peronismo deben hacerlo con la voluntad decidida de poner todos los días algo de su parte para ennoblecerlo y dignificarlo.
Eso es, en pocas palabras y, en síntesis, el Movimiento Justicialista.

COMPAÑEROS Y ALIADOS, TRAIDORES Y ENEMIGOS

El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro: quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo, es un compañero. Y quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor.
Dice Mao Tse Tung que el que lucha contra un compañero es que se ha pasado al bando contrario. Esto lo hemos observado todos, no hay peronista que no haya observado este tipo de disidencia sospechosa, pero más que nada negativa para el trabajo de conjunto que debemos realizar. En el Movimiento Peronista esto tiene su remedio, porque el Movimiento Peronista ha sido creado y conducido en forma de desarrollar sus propias autodefensas. En esto hay una tremenda similitud entre el organismo fisiológico y el organismo institucional; en el organismo fisiológico ocurre un fenómeno del cual debemos aprender.
Si el hombre no tuviera sus autodefensas, hace miles de años que hubiera desaparecido de la Tierra. Solamente son las autodefensas las que conservan la especie. No son ni los médicos ni la penicilina, desgraciadamente.
Ahora, ¿cómo se generan las autodefensas? El promotor de ellas es el microbio, germen patógeno que entra al organismo, que a su vez genera sus propios anticuerpos, de los que salen las vacunas, las inmunidades que crean las propias enfermedades. Esos microbios generan esos anticuerpos y son estos anticuerpos las autodefensas del organismo.
En lo institucional pasa lo mismo: cuando el Movimiento Justicialista fue creado, yo me persuadí de esta necesidad y de esta verdad, y dejé actuar al Movimiento con la mayor libertad posible. Cada uno hizo lo que quiso dentro de él. Claro que eso dio lugar a que aparecieran algunos de los que se denominan traidores en política o tránsfugas, como los llaman otros. Pero, ¿qué son los tránsfugas? o ¿qué son los traidores dentro del organismo institucional de la política? Y, son los microbios, son los gérmenes patógenos que entran en el organismo, y en tanto entran, generan las autodefensas que ya se han producido dentro del Movimiento. Es decir, el Movimiento se defiende de por sí, porque los movimientos o los partidos políticos o las organizaciones que no tienen sus autodefensas, desaparecen, como habría desaparecido el hombre si no tuviera las suyas. Por eso la conducción de un movimiento político ha de pensar en la necesidad de dar esa absoluta libertad.
Ahora hay que tener en cuenta que cuando aparece un hombre de nuestro Movimiento que lucha contra otro hombre de nuestro Movimiento, puede ser lo que dice Mao, “que se haya pasado al bando contrario”. Pero generalmente defiende un interés, no un ideal, porque el que defiende un ideal no puede tener controversias con otro que defiende el mismo ideal. Es que en la política además de los ideales juegan los intereses, desgraciadamente. Y hay horas distintas en la política: el 1955 fue la Hora de los Enanos; en 1971 es la Hora de los Logreros. Entonces naturalmente, son esos intereses los que han venido y siguen jugando.
Pero el peronista debe darse cuenta de que cualesquiera que sean sus intereses no deben estar por sobre el ideal que todos defendemos y por el cual todos debemos luchar, por eso el justicialismo creó un apotegma que dice que “para un peronista no puede ni debe haber nada mejor que otro peronista”. Entonces, ¡cómo es posible que un señor que está en la misma lucha esté luchando contra otro peronista, cuando tiene un enemigo contra quien naturalmente debe luchar!
El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro: quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo, es un compañero. Y quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor.
Claro, todo esto es consecuencia de poner en armonía la necesidad de crear las autodefensas dando absoluta libertad de acción a todo el que se desempeñe dentro del Movimiento. Esto tiene de favorable la creación de las autodefensas. Naturalmente que en la vida no todos los factores son favorables. Hay un factor desfavorable, y es en el que muchas veces se empeñan en lucha fracciones de nuestro Movimiento, en contra del objetivo común que perseguimos.
La conducción debe ejercer sobre todas las fuerzas —sin violencia— su acción persuasiva, que es lo que trato de hacer yo. Es decir, que el que conduce el conjunto debe ser una suerte de Padre Eterno que bendice urbi et orbe, de modo de influenciar a todos para que esa bendición los alcance en forma de encaminarlos hacia el objetivo y desviarlos de los objetivos sospechosos, que sostienen intereses parciales. Porque en política, sobre todo en el ambiente dirigente, es donde están todos los problemas; en la masa no hay ningún problema. Es que entre los dirigentes sucede que a menudo cada uno de ellos lleva un gallito bajo el brazo, y defiende sus intereses y los intereses de su gallito.
Esto es, indudablemente, en este momento perceptible. Pero debe ser corregido. Cuando hay dirigentes que no están en lo que están todos los demás dirigentes, hay que desconfiar de ellos. Esos andan en algo inconfesable, aunque den otras razones. Y eso nosotros lo hemos tenido en ...

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