El capital intelectual
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El capital intelectual

Su importancia para el desarrollo de las PyMes

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El capital intelectual

Su importancia para el desarrollo de las PyMes

Descripción del libro

En este trabajo los autores presentan un desarrollo de la importancia que tiene conceptualmente la gestión del capital intelectual como un componente estratégico para la generación de conocimiento en las empresas, lo que les permite generar ventajas competitivas sostenibles que contribuirán a mejorar su competitividad. En ese desarrollo conceptual se muestran las diferentes corrientes de abordaje de la problemática, tanto desde el punto de vista estratégico como de la medición; para pasar posteriormente a describir los componentes de análisis del capital intelectual, como lo son el capital estructural, el capital humano y el capital relacional, explicando las variables que integran cada uno de ellos. Al finalizar se presentan los resultados de un diagnóstico efectuado a Pymes de la región en el que se muestran de modo detallado el grado de manejo que poseen las empresas indagadas en cuanto a cada uno de los factores componentes de este capital intelectual.

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Información

Año
2016
ISBN del libro electrónico
9789876991278
Categoría
Economía
Categoría
Microeconomía

Primera Parte

¿De dónde venimos? Planteo de diferentes corrientes

A lo largo de la historia de la administración, los diferentes estudiosos de las organizaciones han tratado de determinar cuáles son los principales factores que les permiten ser competitivas en entornos cada vez más turbulentos y para así poder continuar liderando sus respectivos mercados.
En un principio, los enfoques se encontraban focalizados solamente en aspectos técnicos, totalmente tangibles, como lo eran las estructuras y los procesos, con una visión simplificada de la realidad y considerando a estos aspectos de manera independiente del resto de los factores y con un enfoque de independencia de factores externos, es decir, con una visión mecanicista y desde la óptica de los sistemas cerrados.
Con posterioridad, ya en la década de los años 60 y 70, ante la fuerte irrupción en los mercados mundiales de las empresas japonesas, los autores se preocuparon por analizar las causas por las que algunas organizaciones lograban ser excelentes. Entre ellos se destacan Tom Peters y R. Waterman, quienes se ocuparon de determinar las causas por las que las empresas americanas lograban sostenerse en el ranking de las empresas de la Fortune 500 a lo largo del tiempo, buscando de ese modo encontrar características comunes a todas ellas, de manera de poder transferirlas a aquellas otras que no lo lograban.
Por otra parte, casi de manera simultánea, otro grupo de autores, entre ellos Willian Ouchi, se ocupó por determinar cuáles eran las estrategias utilizadas por las empresas japonesas de esa época para lograr el éxito en los mercados internacionales, arribando a resultados similares a los arrojados por el enfoque de la excelencia.
Más tarde, el reconocido Peter F. Drucker, en su obra La Sociedad Post Capitalista, remarca que los tradicionales factores de la producción (a saber, tierra, capital y trabajo), pasan a un segundo plano con el nacimiento de la sociedad del conocimiento, en la que los factores relevantes pasan a ser el conocimiento y la información. A partir de esto, se vuelve primordial el desarrollo del capital intelectual de las organizaciones como un elemento diferenciador que posibilita el desarrollo y la competitividad. Aquí comienzan a tomar relevancia los factores intangibles que generan los elementos diferenciales principales para sustentar las bases de la competitividad entre las empresas.
Ya en los años '80, Gary Hamel y C. Prahalad se dedicaron al análisis de los casos de pequeñas corporaciones que lograron competir con grandes conglomerados generando excelentes posiciones competitivas. Por último, podemos citar los estudios que fueron llevados adelante principalmente desde la Universidad de Harvard, en los cuales se analizan las estrategias utilizadas por empresas de países emergentes que lograron hacerse competitivas en países centrales, como en el caso de empresas mexicanas que se transformaron en empresas competitivas en EE.UU.
Lo desarrollado nos permite identificar la preocupación que han manifestado los estudiosos de los problemas organizacionales a los efectos de determinar cuáles pueden ser las claves para lograr estrategias que permitan a las empresas ser competitivas en los diferentes ambientes y establecer entre ellos los factores claves para el logro de los objetivos organizacionales.
Actualmente estamos transitando una época revolucionaria, producida por la explosión de las tecnologías de la información y de las telecomunicaciones, que asumen cada vez más una importancia radical en la configuración de la sociedad actual, lo cual queda evidenciado en la expresión que la define como “la sociedad de la información”.
Sin embargo, las múltiples tecnologías a las que estamos expuestos no son más que medios para transmitir contenidos y para gestionar eficazmente el conocimiento. Precisamente, este último aspecto cobra un valor fundamental en cuanto se constituye en una de las fuentes de las ventajas competitivas sostenibles de las organizaciones.
Según una afirmación del Director de Knowledge Management de IBM, la principal fuente de ventajas competitivas de una empresa reside fundamentalmente en sus conocimientos, o más concretamente, en lo que sabe, en cómo usa lo que sabe y en su capacidad de aprender cosas nuevas. De este modo, y en conexión con esta especial relevancia de la dimensión cognitiva, la sociedad actual también recibe el nombre de “sociedad del conocimiento”.
Ahora bien, en el marco de lo antes planteado surge el siguiente interrogante: ¿todos los conocimientos que posee una empresa son fuente de ventajas competitivas sostenibles? Pues, evidentemente, no. Solamente lo serán aquellos que contribuyan decisivamente a la generación de valor económico, es decir, aquellos conocimientos denominados esenciales. Y entonces, ¿cuáles son esos “conocimientos denominados esenciales”? En un sentido amplio de la expresión, no solo abarca los conocimientos propiamente dichos, sino también las habilidades, las experiencias, los valores, las actitudes, las estructuras, los procedimientos y la capacidad de reacción a entorno, o sea, las denominadas competencias nucleares o lo que en inglés se llama core competencies.
Además de generar valor económico para la organización, estas competencias pueden ser consideradas desde una perspectiva contable-financiera como activos intangibles, activos intelectuales o capital intelectual.
En un mundo hiper competitivo como el actual, caracterizado por un avance vertiginoso de las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, lo más valioso de las empresas ya no son los activos físicos o tangibles tales como la maquinaria, los edificios, las instalaciones, los stocks y los depósitos bancarios, sino los activos intangibles que tienen su origen en los conocimientos, las habilidades, los valores y las actitudes de las personas, las estructuras, los procedimientos y las relaciones que forman el núcleo estable de la empresa. A estos activos se los denomina capital intelectual y comprenden todos aquellos conocimientos tácitos o explícitos que generan valor económico para la empresa. Estos activos intangibles –como su nombre lo indica– no pueden tocarse, pero sí pueden ser identificados y clasificados adecuadamente.
El capital intelectual, el conocimiento, es una variable susceptible de gestionar, por lo que se torna la piedra angular del paradigma de empresa excelente o empresa triunfadora del siglo XXI.
Como ya lo afirmara Peter Drucker, se ha producido un cambio en los tradicionales factores de producción. La tierra, el capital y el trabajo han pasado a un segundo plano, cobrando importancia en esta sociedad del conocimiento justamente el capital intelectual. Es decir, las organizaciones y empresas que pretendan ser competitivas a futuro, no serán aquellas que poseen más factores tradicionales de producción, sino aquellas que se destaquen por sus capacidades intelectuales.
Al respecto, podemos decir que los cambios de los paradigmas han inducido en las sociedades a la utilización de nuevos conceptos que plantean “la innovación” y “el conocimiento” como desafíos para aquellas empresas que decidan mantenerse competitivas en los mercados.
Las empresas que deseen ser competitivas deberán tener en claro algunos objetivos, entre ellos:
. Comprender que el conocimiento es una dimensión clave de la economía actual, por lo que los agentes del sistema social deben aprender a dirigir y gestionar los intangibles con el mismo empeño con que administran recursos tangibles.
. Reconocer el protagonismo de las personas, los grupos, las comunidades y las organizaciones, rediseñando los procesos productivos y las estructuras organizacionales basándose en las fuentes de conocimiento que éstos poseen.
. Alinear estratégicamente los procesos de conocimiento con los procesos de negocios, integrando organizativamente tecnologías de la información y la comunicación, con el objeto de crear valor para la organización.
. Generar ámbitos de intercambio, diseminación y creación del conocimiento, asentados en la necesidad de recuperar valores y conductas tendientes a la lealtad, la responsabilidad, la ética y el compromiso social.

Revisión Bibliográfica

Siguiendo nuevamente a Peter Drucker, él menciona que el conocimiento organizativo se ha convertido en el “recurso” por excelencia, puesto que satisface los requisitos para ser considerado estratégico dado que:
1. No es comercializable, sino que es desarrollado y acumulado dentro de la empresa.
2. Posee fuerte carácter tácito y complejidad social.
3. Surge a partir de las habilidades y el aprendizaje organizativo.
4. Es inmóvil y está vinculado a la empresa.
5. Su desarrollo depende de los niveles de aprendizaje, inversión, stocks de activos y actividades de desarrollo previas.
Otros autores como Edvinson, Malone, Steward, William Millar, Johan Roos o Bueno Campos, entre otros, confluyen en que el capital intelectual se compone básicamente de tres elementos determinantes:
. Capital Humano.
. Capital Estructural.
. Capital Relacional.
Éstos se corresponden con las disímiles formas de crear ventajas sostenibles y de convertirse, al mismo tiempo, en líder del ramo.
El Euroforum del año 1998, se llegó a la conclusión de que el conocimiento organizativo se mide a través del capital intelectual de la compañía, al que se lo definió como “el conjunto de Activos Intangibles de una organización que, pese a no estar reflejado en los estados contables tradicionales, en la actualidad genera valor o tiene potencial de generarlo en el futuro”.
La importancia del capital intelectual reside en que es la suma sinérgica de todos los conocimientos que reúne una compañía, toda la experiencia acumulada en sus integrantes, todo lo que ha conseguido en términos de relaciones, procesos, descubrimientos, innovaciones, presencia en el mercado e influencia en la comunidad.
Por lo tanto, si se consideran relevantes estos componentes, los ejecutivos tienen la responsabilidad de expandir la inteligencia, fomentar la innovación y ejercer la integridad: tres competencias centrales del capital intelectual.
El conocimiento es un aspecto del capital intelectual, pero no es lo mismo que la inteligencia. El conocimiento es una síntesis de la información, mientras que la inteligencia es lo que hace falta para crear conocimien...

Índice

  1. Prólogo
  2. Introducción
  3. Metodología Del Trabajo De Campo
  4. Primera Parte
  5. Segunda Parte
  6. Conclusiones Y Recomendaciones
  7. Bibliografía