Capítulo 1
Una profecía cultural: El socialismo
Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.
MATEO 24:37
Al abrigo de la oscuridad, un hombre de mediana edad salió por la ventana de su apartamento del séptimo piso, y luego silenciosamente se deslizó por una cuerda veintitrés metros (setenta y cinco pies) hasta el suelo. Con una cizalla cortó la tobillera electrónica y saltó a un automóvil que lo esperaba. Esto no era parte de una película. Después de quince años de prisión por cargos falsos, Iván Simonovis escapaba de Venezuela.
Simonovis había sido una vez un héroe venezolano. Como miembro clave de un importante equipo SWAT, puso fin a una situación de rehenes de siete horas, todo ello capturado en la televisión nacional. Eso le dio el estatus de celebridad. Después de ser nombrado oficial de seguridad de Caracas, se dedicó a combatir el crimen y a eliminar la corrupción que había definido a la fuerza policial de la capital durante años.
Las cosas cambiaron cuando Simonovis entró en conflicto con Hugo Chávez, el presidente marxista de Venezuela y dictador incipiente. Chávez vio al oficial de seguridad condecorado como un rival en potencia y lo acusó de crímenes de lesa humanidad. Los cargos eran falsos, y el juicio fue una farsa. En un abrir y cerrar de ojos, Iván estaba tras las rejas sin esperanzas de indulto. Durante largos períodos, solo se le permitió ver la luz del sol diez minutos al día.
En 2014, se le concedió arresto domiciliario para que buscara tratamiento por diecinueve enfermedades crónicas, muchas de ellas provocadas por su encarcelamiento. Sabiendo que esta era su única oportunidad, organizó su atrevida fuga. Luego de salir a toda velocidad en un automóvil, pasó tres semanas evadiendo la seguridad en una persecución como si jugaran al gato y al ratón. Un viaje de catorce horas en un pequeño bote de pesca lo llevó a una isla del Caribe, desde donde voló a Estados Unidos.1
Iván podía recordar los tiempos en que Venezuela era la nación más rica de América del Sur. El ingreso per cápita de sus ciudadanos era mayor que el de China y el de Japón, y casi competía con el ingreso de los ciudadanos estadounidenses. La gente de la generación de Iván disfrutaba de la libertad religiosa, la libertad política, la dignidad personal y las oportunidades económicas.2
Sin embargo, cuando los precios del petróleo se desplomaron en la década de 1980, y luego otra vez en la década de 1990, la economía venezolana experimentó un descenso, que, en 1998, se convirtió en una caída en picada cuando el pueblo venezolano eligió a Chávez como su presidente. Una vez en el poder, Chávez implementó de forma implacable el compendio socialista formulado por la Unión Soviética, Cuba, China y otras naciones. Su primera tarea fue reescribir la constitución venezolana, garantizando a los ciudadanos los llamados derechos gratuitos de atención médica, educación universitaria y justicia social provistos por el gobierno. Cuando la Corte Suprema falló en contra de Chávez en varios asuntos importantes, él respondió llenando la corte con doce nuevos jueces, todos leales a él.
En 2006, el socialismo envolvió por completo al país cuando Chávez fue reelegido. Con el control total de los tribunales y la legislatura, rápidamente pasó a nacionalizar los medios de comunicación, y eliminar así las voces disidentes. Luego autorizó a las agencias gubernamentales a apoderarse de las riquezas y las propiedades privadas de los ciudadanos de Venezuela, todo en nombre de la «justicia» y la «igualdad». Chávez tomó el control de la industria petrolera de la nación y expulsó a los inversores extranjeros y su influencia. Nacionalizó las compañías eléctricas, las granjas, las minas, los bancos y las tiendas de comestibles. Su último paso fue eliminar los límites en los mandatos de los funcionarios electos, lo que le iba a permitir gobernar por el resto de su vida al estilo de Stalin en Rusia y Castro en Cuba.3
Sin embargo, ni siquiera Chávez pudo evadir el último enemigo. En 2013, murió de cáncer, pero su sucesor elegido personalmente, Nicolás Maduro, continuó implementando la agenda de Chávez, incluso fue más allá en algunas áreas para imponerle al pueblo venezolano una agenda marxista. En la actualidad, Venezuela está descendiendo a la anarquía, y un número récord de migrantes venezolanos están huyendo hacia el norte, tratando de llegar a la frontera con Estados Unidos.
El socialismo, la profecía y usted
Ahora bien, quizás se esté preguntando qué tiene que ver todo esto con usted. Si Venezuela ha demostrado que el socialismo es una mala idea, ¿por qué deberíamos preocuparnos?
Debería preocuparse porque las ideas y las políticas socialistas están invadiendo Estados Unidos. Habrá oído que se discuten bajo cuatro nombres diferentes: socialismo, comunismo, marxismo y marxismo cultural. Según mis estudios, parece que muchas personas consideran estos términos casi sinónimos. A medida que continúe leyendo el resto de este capítulo, estos cuatro nombres irán apareciendo, pero todos se refieren a la misma ideología invasora, una que parece engañar a la gente con una facilidad inusual.
Considere lo siguiente: durante su ascenso, Hugo Chávez tuvo muchos seguidores en Estados Unidos, incluyendo estrellas de Hollywood como Sean Penn, Michael Moore, Oliver Stone y Danny Glover. El socialismo parece tener un poder casi hipnótico sobre muchos pensadores y de ahí se extiende a la cultura común. Una encuesta del año 2020 mostró que el 40 % de los estadounidenses tenían una visión favorable del socialismo. Eso fue un aumento con respecto al año 2019, que había sido del 36 %.
Aún más aterrador, el 47 % de los mileniales y el 49 % de la generación Z veían el socialismo de manera favorable.4 De hecho, una encuesta de 2019 de Axios encontró que el 61 % de los estadounidenses entre 18 y 24 años tenían una reacción positiva al socialismo.5
Y luego está esto: en 2020, Bernie Sanders estuvo a punto de ganar la nominación del Partido Demócrata para la presidencia de Estados Unidos. Este es el mismo senador de Vermont que declaró: «Soy socialista y todo el mundo lo sabe».6
Además de Sanders, en las últimas elecciones se vio que un número récord de candidatos socialistas obtuvieron sus puestos como representantes tanto en las legislaturas estatales como en el Congreso. Entre ellos, cabe destacar a Alexandria Ocasio-Cortez, quien, en 2018, se convirtió en la congresista más joven de la historia.
Ocasio-Cortez es una miembro declarada de los Socialistas Democráticos de América, la organización socialista más grande de Estados Unidos. Dada su corta edad y su gran número de seguidores, muchos creen que algún día se postulará para la presidencia de Estados Unidos. Eso nos da que pensar teniendo en cuenta sus objetivos declarados de acabar con el capitalismo e implementar la misma agenda socialista que fracasó tan estrepitosamente en Venezuela.
He llegado a la convicción de que esta ideología representa un peligro verdadero y actual para la libertad y la prosperidad que ha definido a Estados Unidos y a otras naciones occidentales durante siglos. Mientras investigo para este libro, me viene a la mente un versículo: 2 Timoteo 3:1: «También debes saber esto: que en los postreros días [días de gran estrés y pesar] vendrán tiempos peligrosos [tiempos difíciles que serán intolerables]».
Jesús lo dijo de este modo: «Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre» (Mt 24:37-39).
¿Cómo eran esos «días de Noé»? Génesis 6:5 los describe así: «Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal».
La gente de los días de Noé ignoraba y ridiculizaba sus advertencias. Noé construyó el arca y predicó durante ciento veinte años, y ni un solo individuo fuera de su familia inmediata le creyó. Las personas eran tan indiferentes que no entendían lo que estaba pasando hasta que fue demasiado tarde.
La negligencia de la gente en los días de Noé se repetirá en los últimos días de la historia de nuestro mundo. Será un día muy parecido a los nuestros, un día en que las ideologías como el socialismo puedan colarse sin llamar mucho la atención.
Pregúntele a cualquiera que esté bajo un régimen comunista que seguramente estará de acuerdo: el socialismo es una hierba mala e invasora plantada por Karl Marx. A pesar de sus catastróficos fracasos, sigue extendiéndose por la tierra como la planta de kudzu. ¿Será esta la filosofía política dominante en la tierra cuando comience la tribulación? Sí, eso parece probable. El socialismo está hecho a medida para la aparición del anticristo. Crea condiciones globales que traen gran estrés y pesar, días difíciles que serán intolerables, y exige un sistema de gobierno único y mundial que, como dice la Escritura, se establecerá antes del fin de la historia.
Apocalipsis 13 describe al anticristo como una bestia con gran poder y autoridad: «. . . y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia [. . .]. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra . . .» (Ap 13:3, 7-8).
Satanás, que «engaña al mundo entero» (12:9) le dará poder a esta bestia o anticristo, y el falso profeta, que «engaña a los moradores de la tierra» (13:4) le brindará ayuda. El Señor nos advirtió contra este tipo de engaño: «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo» (Col 2:8).
¿Qué es el socialismo?
Entonces, ¿cómo deberíamos ver el socialismo hoy en día? ¿Cómo deberíamos definirlo? Preste atención a la definición ofrecida por el Partido Socialista Mundial de Estados Unidos: «El establecimiento de un sistema de sociedad basado en la propiedad común y el control democrático de los medios e instrumentos para producir y distribuir la riqueza por y para la sociedad en su conjunto [. . .]. A esto lo llamamos propiedad común, pero otros términos que consideramos sinónimos son comunismo y socialismo».7
Los socialistas creen que los medios de producción del mundo, incluyendo la infraestructura, las granjas, las fábricas, la energía, los recursos naturales, los medicamentos y más, deben estar bajo el control del «pueblo». En otras palabras, la sociedad en su conjunto debe poseer las materias primas y los sistemas que producen la riqueza. En un sistema de libre mercado, las empresas o los individuos suelen controlar estos materiales, pero en los países socialistas son propiedad del «pueblo».
Como no se puede tomar decisiones basadas en un concepto tan impreciso como el de «pueblo», entonces, bajo el socialismo, el gobierno se convierte en la única autoridad y en el único controlador de los medios de producción. Por desgracia, los gobiernos están controlados por personas específicas, a menudo el tipo de personas que buscan el poder y que son completamente corrompibles por la codicia, el egoísmo, la lujuria, la venganza, la violencia y el deseo abrumador de autoridad. Cuanto más poder fluye hacia el gobierno, más dictatoriales se vuelven los pocos que están en la cima.
Mientras escribía este capítulo, una cadena de noticias publicó una historia sobre una mujer china llamada Xi Van Fleet que había sobrevivido al brutal régimen comunista del dictador Mao Zedong. En un vehemente discurso ante una junta escolar en Virginia, habló sobre las similitudes entre lo que sucedió en China durante la Revolución Cultural China y lo que está sucediendo en Estados Unidos en estos momentos. Ella explicó: «Usan la misma ideología y la misma metodología, incluso el mismo vocabulario; y con el mismo objetivo. La ideología es el marxismo cultural, y nos dividieron en grupos como lo...