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Ideas para la Universidad
Descripción del libro
La universidad es una institución que encarna ideas y fines con los que una sociedad se comprende a sí misma en tiempos y lugares distintos. Es una construcción social, histórica y política en la que cristalizan intereses y luchas humanas. Por eso, exige una revisión y aclaración permanentes de su sentido.
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Información
Categoría
EducationCategoría
Higher EducationSOBRE LA UNIVERSIDAD, LO PÚBLICO Y LA AUTONOMÍA
Fernando Atria
Universidad de Chile
Universidad de Chile

La discusión sobre educación superior tiene dos ejes: el primero es el de qué exige, en lo que se refiere a la organización institucional de la educación superior, la transformación de la educación de una mercancía en un derecho social. Esto mira fundamentalmente a la relación entre el estudiante y la institución respectiva. Cuestiones relevantes en este eje han sido la de los sistemas de admisión y especialmente la gratuidad. Esto no es casual, porque hay un sentido importante en el que la demanda de gratuidad, aunque no es todo lo que implica la educación como derecho social, es la que contiene, la que empuja a todas las demás1. Como este eje mira a la educación superior desde el punto de vista de su significación en tanto educación (la que ha de ser un derecho social, etc.), en principio, aquí la educación universitaria no se diferencia de las demás, por lo que la categoría relevante es la de “educación superior” (que incluye formas no universitarias de educación).
El segundo eje mira a la calidad específica de la institución universitaria, porque entiende que la universidad es una institución que tiene ciertas peculiaridades que deben ser cuidadas. Aquí lo central no es la relación entre la universidad y sus estudiantes, sino la universidad como comunidad de búsqueda y desarrollo del conocimiento, una comunidad en la que participan diversos “estamentos” (no hay muchos otros contextos en los que esta palabra, habitual para designar el orden medieval, siga teniendo vigencia), etc. Aquí cuestiones importantes son o han sido la del gobierno universitario, la universidad pública y la autonomía universitaria.
Es una lástima que la discusión sobre educación superior no haya sido consciente de la necesidad de discutir estos dos ejes por separado. En efecto, cada uno de ellos tiene problemas y lógicas diversas. La lógica de los derechos sociales es la universalidad, mientras la lógica de la universidad es diversidad y autonomía. Al confundir estas dos dimensiones del problema, la lógica de una de ellas redefine a la otra.
En este texto quiero discutir solamente la segunda dimensión; es decir, qué hay de especial en la universidad como comunidad y como institución. A mi juicio, la cuestión es interesante no solo porque se trata de entidades socialmente relevantes, sino también porque hoy la idea misma de “lo público” está en discusión. Y la universidad se diferencia de otras instituciones porque hay un sentido relevante en que puede decirse que ella es intrínsecamente pública, de modo que la expresión “universidad pública” es redundante. Esto, por cierto, no quiere decir que todas las instituciones que hoy se denominan o autodenominan “universidad” son públicas, como alegan los que antes denostaban la idea de lo público y que ahora defienden una comprensión de lo público que en los hechos implica que lo privado es público. Significa que la universidad requiere de un régimen adecuado para su naturaleza intrínsecamente pública. Cuál es ese régimen y por qué la idea misma de universidad tiene un componente intrínsecamente público es algo que podremos discutir después de haber clarificado qué quiere decir “público”.
Eso es lo que haremos en la segunda sección, después de haber explicado el estado actual de la discusión por referencia a la presentación en 2016 del proyecto de ley de educación superior, lo que será discutido en la primera sección. Luego, en la tercera, trataremos la noción de autonomía universitaria, que a pesar de ser el concepto central en esta discusión es sistemáticamente confundido.
La nueva legislación sobre educación superior: el fin del principio
El fin del principio
En mayo de 2018 se promulgaron la ley 21.091, de educación superior, y la ley 21.094, de universidades estatales. Ellas sin duda representan el cambio legislativo más considerable desde 1980 en el régimen de las universidades. Esto no es lo mismo que decir que ellas realizaron el prometido “cambio de paradigma” que estaba en el centro del programa de la Nueva Mayoría. En efecto, pese a que ellas modificaron considerablemente el régimen legal de las universidades, se trata todavía de un sistema de mercado.
Es decir, no se trata de una reforma “cosmética”. Con estas reformas avanza, aunque no se realiza todavía, la crítica a un sistema educacional de mercado. En este sentido, la nueva situación creada por estas leyes cambiará los términos de las discusiones futuras sobre educación superior.
Y es importante atender a esta dimensión, porque un cambio de paradigma no es solo un cambio de reglas, sino un cambio de la comprensión con la que algo opera por defecto. Y en esto es difícil negar que un cambio importante está en curso, pese a los resultados electorales de diciembre de 2017.
No se trata solo de la discusión sobre educación. Ha estado ocurriendo por ejemplo, a propósito de las isapres. En efecto, cientos de miles de veces durante la última década los tribunales han declarado que ellas no pueden alzar sus precios sin dar razones públicas de por qué esas alzas se justifican2. En el mercado cada agente fija los precios a su arbitrio, porque en el mercado lo que disciplina los precios es la competencia, no la ley. Pero las isapres solo pueden adecuar sus precios cuando las alzas son “justificadas”, o al menos eso han dicho los tribunales. Es decir, los tribunales aplican a las isapres el estándar propio del Estado, de un servicio público, que solo puede alzar las tasas que cobra cuando ha habido un efectivo incremento en sus costos. Es decir, se trata de un mercado que se interpreta como si se tratara de un derecho social.
Algo similar ocurrió con el protocolo sobre la ley de aborto en tres causales, después de la representación del mismo por la Contraloría en lo que se refería a los convenios con entidades privadas3. El gobierno aceptó el dictamen de la Contraloría y dictó un nuevo protocolo que contenía la idea fundamental que caracteriza a lo que puede llamarse el “régimen de lo público”: que el régimen al cual un proveedor privado ha de estar sujeto, cuando se trata de prestaciones a las que los ciudadanos que acceden tienen derecho, debe ser el mismo que el aplicable al Estado, en lo que se refiere a su relación con el ciudadano4.
En el caso de la educación superior, un movimiento similar es discernible en el hecho de que la discusión ha llevado incluso a quienes defienden el modelo de mercado a tratarlo de un modo distinto al que tratarían cualquier mercado. Así, por ejemplo, en un mercado es responsabilidad del comprador actuar con prudencia a la hora de endeudarse. Actuar con prudencia quiere decir tener presente lo que quiere, lo que vale eso que quiere, y su capacidad de pagar. Si alguien actúa sin prudencia y se endeuda en exceso, es su problema, porque es su culpa. El sobreendeudado no puede pretender que después de haber consumido los bienes o servicios por los cuales se endeudó, los demás tratemos el problema de su deuda como si fuera un problema político, un problema público. Pero la deuda estudiantil es entendida en lo público como un problema. Es un problema porque, aunque el sistema está organizado como si la educación fuera una mercancía, ella no puede ser tratada como tal.
Hoy incluso quienes defienden el sistema de mercado para la educación superior saben que ese sistema es indefendible, y formulan juicios críticos totalmente inconsistentes con sus posiciones generales. Un caso divertido es el del diario El Mercurio, que en un editorial reciente celebraba que conforme a algún ranking publicado por el Times Higher Education la educación superior chilena aparece en segundo lugar dentro de Latinoamérica, solo después de Brasil. En rigor, explicaba, “el resultado chileno es proporcionalmente mejor, ya que en el caso de Brasil solo el 12 por ciento de sus universidades aparece en el ranking, mientras que, para nuestro país, las seleccionadas representan el 19 por ciento del total de universidades existentes”5. Pero insólitamente, y a continuación, el editorialista admitía que “no cabe duda de que el sistema chileno requiere cambios”. Uno podría preguntarse qué hace que de un sistema que nos ha llevado a estar en el primer lugar de Latinoamérica pueda decirse que “sin duda” requiere cambios. El Mercurio continuaba, dando tres razones:
Ha tenido una regulación insuficiente, particularmente en materia de aseguramiento de la calidad. Asimismo, los desembolsos que las familias y los jóvenes tienen que hacer durante su vida estudiantil son, en muchos casos, desproporcionados. Adicionalmente, en algunas circunstancias los aranceles cobrados no guardan proporción con los reales aportes que significa el paso por la educación superior6.
Desde el punto de vista del funcionamiento del mercado, todas estas razones son absurdas, enteramente insostenibles (es curioso tener que reprocharle esto a El Mercurio), y el propio Mercurio las rechazaría totalmente en cualquier otro caso: ¿cómo es que los mercados necesitan regulación para asegurar la calidad? En realidad, cada consumidor verá qué compra y recibirá la calidad por la que pague. Del mismo modo, en la medida en que se trate de un mercado carece totalmente de sentido decir que contratos libremente celebrados entre estudiantes (o sus familias) y universidades, en los que no ha habido ni engaño ni coacció...
Índice
- Portada
- Portadilla
- Créditos
- Índice
- Prólogo
- El carácter jurídico de la universidad como tensión entre la razón y lo excepcional
- Sobre la universidad, lo público y la autonomía
- La autonomía universitaria y los proyectos intelectuales determinados
- Una lectura ética de la universidad contemporánea:la universidad como comunidad de investigación
- Filosofía en la universidad
- La fundación de la UC: una respuesta educacional >a la secularización
- Los orígenes y desarrollo de la reforma en la Universidad Católica de Chile (1967-1973)
- La universidades católicas en perspectiva teológica
- Autoras y autores