Capítulo 1
La autoridad
Tengo un trabajo secular, soy profesor de lengua extranjera en una escuela pública en el estado de Texas, en Estados Unidos.
Como parte del equipo que utilizo para trabajar, me fue asignada una computadora portátil personal, una laptop. Hay muchas computadoras en la escuela y cada persona, lo mismo maestros que alumnos, tiene nombre de usuario y contraseña para acceder al servidor y trabajar en ellas. Sin embargo, si algún alumno u otro profesor de la escuela utiliza la computadora que me fue asignada, él o ella puede trabajar en lo que sea, pero no podrá cambiar ninguno de los parámetros establecidos en la configuración de la computadora, excepto la persona a cargo del departamento de tecnología de la escuela, o un servidor. Esto es, nadie más tiene autoridad para cambiar estas especificaciones.
Definición:
Con origen en el vocablo latino auctorĭtas, el concepto de autoridad hace referencia a una potestad que logra alguien, a un líder legítimo y a alguien que obtiene poderes o facultades sobre un grupo de personas. Por lo general, permite nombrar a quienes gobiernan un país o región y tienen, por imposición o voluntad popular, voz de mando. He aquí un ejemplo: “Las autoridades han decretado la clausura de la empresa acusada de contaminar el medio ambiente”.
Lo anterior nos ayuda a definir que hay una persona designada, o un grupo pequeño de personas quienes están a cargo de los cambios, las estrategias, la toma de decisiones y los movimientos que se han de llevar a cabo en cierto contexto. Pedirle a alguien más que haga algo que solo le corresponde al líder o a quien este designe, es faltar al principio de autoridad. En casos como la milicia, una falta de este tipo está prohibida y es severamente tratada.
La autoridad es un asunto que se trata a diferentes niveles. Las naciones tienen a un líder, y este líder designa, o la constitución de ese país lo hace, a quienes estarán a cargo de ejercer la autoridad y dar dirección a los diferentes departamentos, ministerios, secretarías o cualquiera que sea el nombre que se le dé a la dependencia de gobierno a su cargo. Si hay organización y división política en el país, llámese estados, departamentos, provincias, etc., estos tendrán también a un gobernador, quien ejercerá la autoridad a ese nivel, también con diferentes dependencias. Vendrán después los municipios o ciudades, siguiendo el mismo orden.
En un nivel diferente se encuentran las compañías, lo mismo que las instituciones, las organizaciones, etcétera.
Es normal que en una institución u organización se encuentre, plenamente identificado y especificado, un organigrama. Se da ese nombre a un diagrama que describe los puestos y los nombres de las personas al frente de cada departamento, en cada nivel. Esto ayuda a definir lo que se conoce como cadena de mando, que es un orden a seguir vital para el correcto funcionamiento de la empresa.
La familia, la célula principal de la organización que Dios ideó para el establecimiento y fundamento de la sociedad, también debe seguir un orden específico. Es estrictamente necesario delinear las funciones de cada uno de los miembros de la familia y, principalmente, quién toma las decisiones sobre cada uno de los asuntos importantes. En un capítulo más adelante en este libro se da una explicación de lo que Dios ha decidido y ordena en cuanto a la autoridad en el matrimonio y la familia.
Cuando el orden se rompe en una organización, la estructura completa se tambalea. Un organismo no puede funcionar si no hay orden en su funcionamiento. Este orden debe ser preestablecido y, en muchos casos, será prudente que haya un órgano encargado de restablecer el orden cuando este se pierda, y una persona encargada de dirigir dicho órgano, con plena autoridad.
La iglesia es también un organismo. Esto significa que la iglesia deberá también contar con un organigrama que detalle quién está al frente de cada ministerio, dejando claro que la cabeza de toda la estructura es el Señor Jesucristo, y que sus decisiones son inapelables.
En cada uno de los aspectos de nuestra vida en sociedad, lo mismo que de manera individual, es necesaria la toma de decisiones, pero esta debe ser llevada a cabo por la persona indicada. Dicha persona puede necesitar de la opinión experta de otros asesores suyos, pero al final, será su función tomar la decisión definitiva, y será también su responsabilidad.
Mientras escribo este libro me acabo de enterar de un suceso horrible en el estado de Florida, en los Estados Unidos, donde ha ocurrido una balacera en una escuela preparatoria, con resultado de 17 muertes y quince personas hospitalizadas, varias de ellas en estado crítico hasta el momento. Al hacerse público este asunto, todos los ojos voltearon a ver a las personas al frente de cada departamento u oficina de gobierno, quienes a su vez voltearon a ver a sus superiores. Es importante que quien está al frente de cada institución relevante en esta materia tome las decisiones pertinentes y lleve a cabo las acciones necesarias, no solo para dar solución a la crisis que enfrenta, sino también para prevenir que esto se repita. Precisamente para eso están en puestos de autoridad.
Una autoridad bien delineada y ejercida da como resultado el funcionamiento correcto y satisfactorio del organismo en cuestión. Cuando quien está al frente no ejerce su autoridad, ya sea que no esté preparado o capacitado para ejercerla, o que se haga de manera ineficaz, invariablemente da lugar a un funcionamiento inadecuado de sus órganos y, al final, a muy malos resultados en cualquiera que sea su trabajo. Por otro lado, un elemento que desobedece o no respeta la autoridad de un superior pone en peligro el correcto funcionamiento de las diferentes secciones de la organización. Existen muchos ejemplos, a lo largo de la historia, que muestran los resultados acarreados por la desobediencia a la autoridad, la insubordinación, el motín, etc.
Creo que debo aclarar algo muy importante en este momento: La desobediencia a la autoridad tiene sus orígenes en el reino espiritual. La Biblia dice que Satanás, uno de los ángeles de rango más elevado en la creación, en algún momento, después de su creación, se rebeló contra Dios. Hay dos pasajes en la Biblia que parecen abordar esta cuestión: Isaías 14, 12-15 y Ezequiel 28, 12-19.
Los profetas en los pasajes mencionados hacen un discurso dirigido a los reyes de Babilonia y de Tiro, pero es claro que hacen referencia a este ser espiritual. El pecado de Satanás fue envidiar la posición del Señor y querer hacerse igual a Dios. Él declara que desea, de hecho, poner un trono para él por encima de las estrellas de Dios. Él deseaba para él la posición de Dios y convenció a la tercera parte de los ángeles creados por Dios de unirse a él en el primer intento de golpe de Estado de que se tenga conocimiento. El resultado ya lo conocemos: un intento fallido que tiene como resultado la expulsión de Satanás y sus seguidores del Reino de Dios.
Esa es la naturaleza de Satanás. Ese fue su pecado original, convenció a un número mayúsculo de ángeles de seguirlo y sigue convenciendo a muchas personas de imitarlo. Cuando una persona, cristiano o no, toma acción para destituir de manera ilegal a un líder de un puesto legítimamente obtenido, especialmente en el cuerpo de la Iglesia cristiana, me queda claro que está siguiendo instrucciones, aunque él no lo sepa ni lo haga de manera voluntaria, de espíritus inmundos. Esa es su naturaleza.
Los aludidos podrán decir que existen razones de peso para exigir que el líder en cuestión sea destituido de su puesto, y esas razones pueden ser válidas y suficientes, llámese falta de preparación o habilidades para llevar a cabo su trabajo, el no ejercer su autoridad, etc., pero aun cuando así fuera, no debemos olvidar que la Biblia establece que los líderes, las autoridades en la Tierra son en realidad impuestas por Dios, y Él desea ver en nosotros a personas responsables, leales, respetuosas de la autoridad, conocedoras y obedientes de la Palabra, que oran por sus superiores y autoridades. Mi responsabilidad, pues, será orar por la persona situada en esa posición de autoridad pidiendo sabiduría divina para él y, si pienso que no está cumpliendo con su trabajo por falta de preparación o habilidad, ofrecer mi ayuda en lo posible. Aun en los casos extremos de total incompetencia, negligencia o mala fe, donde pudiera haber muy malas consecuencias por las situaciones mencionadas, existe un proceso legal a seguir. Ante todo, la Biblia nos manda a someternos a las autoridades.
En conclusión, la autoridad es un privilegio concedido a una persona o grupo pequeño de personas, mismo que les habilita para tomar decisiones que dirigen el rumbo que determinada organización ha de tomar. Esta autoridad lo mismo representa un privilegio que una responsabilidad, y no ha de tomarse de manera ligera, pues, en ocasiones, puede representar la diferencia entre la vida y la muerte.
En la iglesia cristiana, la sujeción a la autoridad de los líderes de la misma es muestra de disciplina, respeto a las decisiones tomadas por Dios y a las personas designadas por Él para estar al frente y, principalmente, nuestra mejor adoración al Rey.
Los discípulos
Aquel grupo de hombres se acercaba a la aldea. Se les veía cansados, tal vez con hambre por las horas que llevaban en el camino. Habían estado en diferentes ciudades o pueblos, en grupos pequeños, pero llegada la fecha, iban de regreso al lugar de donde habían salido.
Cada uno de ellos tenía historias diferentes que contar, resultados sorprendentes al predicar la Palabra, vidas entregadas a Dios creyendo en el nombre de su hijo Jesús, personas que habían visto sanar de forma repentina, a la sola orden dada por ellos. Incluso demonios no presentaban batalla, al darse cuenta de quiénes eran y quién los había enviado.
Una vez que estuvieron todos delante de su Señor, el entusiasmo era evidente, a pesar del cansancio. La sonrisa afable del Maestro al recibirlos era la mejor bienvenida que podían esperar.
“¡Maestro, hasta los demonios se nos sujetaban en tu nombre!” —decían—.
La mirada de Jesús denotaba satisfacción con los resultados de la primera generación de predicadores que enviaría al mundo... en su nombre.
Capítulo 2
El principio de autoridad en la Biblia
“En el principio creó Dios los cielos y la Tierra, y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la f...