Hechizos mágicos para desterrar villanos

Prevención de abuso sexual en la primera infancia

Elena Laguarda Ruiz, Karina Flores, Valeria Le Duc

• Editorial: Gratia
• Año: 2021
• ISBN del libro electrónico: 9788418520952
• Edición: 1
• Categoría: Education
• Categoría: Education Counseling

En los últimos cinco años, la violencia contra la infancia se ha incrementado de manera vertiginosa. No debemos ni podemos acostumbrarnos a estas cifras tan elevadas. Detrás de cada número de la estadística de abuso sexual infantil se encuentra un niño o una niña que necesita ayuda.

Somos una sociedad a la que todavía le cuesta trabajo abordar el tema de sexualidad con la infancia y, sin embargo, tenemos la exigencia inmediata de redoblar esfuerzos para evitar que sufran agresiones sexuales. Necesitamos aprender a hacerlo.

Abordar este tema es una oportunidad para fortalecer nuestra relación con los menores bajo nuestro cuidado, a la par que les ayudamos a desarrollar habilidades para prevenir distintos tipos de abuso. Podemos plantear el tema desde la vivencia cotidiana y de manera lúdica, con juegos, cuentos y mensajes positivos, así como crear nuevas narrativas para que nadie se convierta en víctima o en potencial abusador en el futuro.

Este libro es una apuesta para generar un diálogo asertivo y desterrar a los villanos que asechan a la infancia.

PEPE GRILLO

REGLAS FAMILIARES Y CONSECUENCIAS

Todas las familias son diferentes,¿Hay una mejor que la otra?Sí, la míaRespuesta de niña de 6 años de edad

De algo podemos estar seguros: la familia está cambiando y encontramos una gran diversidad de ellas. Una investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicada en el libro ¡Qué familia! La familia en México en el siglo XXI, arroja datos interesantes al respecto, como el hecho de que, si bien para los mexicanos el ideal de familia sigue siendo mamá, papá e hijos, la realidad que se vive se está transformando. De hecho, dos de cada diez familias encuestadas refirieron vivir con “una madre soltera”, sin presencia de un padre. En México, el embarazo en la adolescencia llega a alcanzar hasta un 20% de los nacimientos del país, cuestión que nos permite inferir que muchos niños tienen madres adolescentes, con los retos que esto conlleva. También es interesante ver cómo se ha incrementado el número de personas que prefiere vivir en unión libre, cerca de un 23% de las parejas. Asimismo, ha crecido el número de divorcios, a pesar de que han disminuido los matrimonios; el 18% de las parejas que contrajeron matrimonio en los últimos años están divorciadas, esto ha incrementado el número de familias reconstituidas, es decir, que se establecen a partir de que una pareja vive junta con los hijos de uno de ellos o de ambos. Cabe también mencionar que un 3% de la población de la encuesta refirió haber crecido en situación de orfandad y existe un número significativo de familias que lo son por adopción, sin contar aquellas que, si bien no son oficialmente adoptivas, viven con familiares cercanos por no contar con padres biológicos. Encontramos también familias extensas que viven juntas y abuelos que se hacen cargo de los menores para que los padres puedan ganarse el sustento. Un porcentaje de familias está conformado por parejas del mismo sexo, y cabe resaltar que, en la encuesta realizada por la UNAM, el 25% de la población consideró inaceptable este tipo de unión.

Tal como lo dice Carlos Welti Chanes —responsable de esta investigación y autor del libro— “En el análisis de la familia es un lugar común decir que se encuentra en crisis, pero la realidad es que las familias están cambiando, y en este proceso surgen problemas que toda organización tiene que enfrentar, adaptarse a dichos cambios económicos y sociales es lo más importante, para que se cumpla la razón de ser familia”.

Lo cierto es que, independientemente de esta transformación social, la familia sigue siendo el pilar de lo que somos como sociedad, pues es en ella que aprendemos a amar. No importa cómo esté conformada, mientras sea un espacio seguro, en donde los niños se sientan amados, aceptados y respetados, se genera la posibilidad de que se conviertan en adultos seguros de sí mismos y capaces de enfrentar al mundo. La diversidad familiar nos permite ejercer la tolerancia, comprender que, si bien las diferencias son grandes, ninguna familia es mejor que otra, que todas las reglas y las costumbres son válidas mientras permitan el desarrollo de los que viven en ella. Para que esto ocurra son necesarias las primeras, y hay un mínimo de estas que son comunes en todas las familias.

También es el primer círculo social en el que nos desarrollamos. Gracias a sus reglas aprendemos qué es el respeto, cómo debemos relacionarnos con otros, sobre los límites y la justicia. Pueden ser tanto implícitas como explícitas. Las implícitas son las que no se hablan, pero se viven. Por ejemplo, el hecho de que en casa se pueda comer en la cama; que si se llora y patalea se logra lo que se quiere obtener; que entre la familia existe el respeto o que podemos hablar de nuestros sentimientos y llegar a acuerdos o, por el contrario, que nos podemos insultar y pegar para defendernos. Es decir, reglas que, aunque no se hablan, el menor las vive y va haciéndolas suyas, como la forma de comportarse imitando lo que observa a su alrededor y haciendo aquello que se le permite.

Las reglas explícitas son las que se verbalizan. En la escuela, por ejemplo, se explican y se practican continuamente. Muchas veces están dibujadas y escritas por todo el salón: levantar la mano para hablar, recoger el material después de usarlo, apagar la luz al salir, no gritar, no correr en las escaleras, no pegar, entre otras. De esta forma, los niños saben claramente qué se espera de ellos. En casa no acostumbramos a verbalizarlas de manera clara y, mucho menos, a dibujarlas, sino que damos por sentado que los niños las saben y deben actuar en consecuencia cuando no siempre es así.

Entre más claro le quede al menor cómoqueremos que se comporte, mayor oportunidadtendrá de cumplir con esa expectativa.

Las reglas en casa son las que brindan estructura y un patrón de comportamiento en el mundo social. Cada vez es más frecuente encontrar a niños que desafían a la autoridad. En los talleres de sexualidad, al trabajar con niños de cuatro años de edad, me tocó escuchar una vez a una pequeña que decía: “¿reglas en mi casa? No hay, en mi casa mando yo”. En otro taller, un niño de cinco años rompía continuamente las normas y me retaba: “no quiero compartir. ¿Y?, ¿Qué me vas a hacer? Tú no mandas”. Este desafío suele ser común en adolescentes, pero no en niños de preescolar, para quienes la autoridad es una figura muy significativa y de respeto. Al platicar con la mamá de este pequeño, me di cuenta de que, no solo se le dificultaba poner límites, sino que era ella la que seguía las reglas implícitas del menor: “Se pone tan mal cuando se enoja que prefiero llevar la fiesta en paz y hago lo que él quiere”.

Pareciera que cada vez nos cuesta más trabajo establecer disciplina, como me decía la mamá de un pequeño: “no quiero castigarlo y que sufra lo que yo sufrí con mis papás, quiero que sea feliz”, como si la disciplina implicara injusticia, castigo o enojo. Tenemos que cambiar nuestra visión.

La disciplina no es un castigo. Por el contrario, es una guía que le permite al niño saber qué se espera de él acorde a su edad y su capacidad. Es importante tener esto en cuenta, porque a veces les exigimos a los pequeños comportamientos que están lejos de sus capacidades cognitivas o de desarrollo. Recuerdo a una mamá que se frustraba continuamente por la incapacidad de su hija de tender bien su cama y bolear los zapatos correctamente, cuando ella solo tenía cuatro años de edad y hacía su mejor esfuerzo por cumplir con lo que mamá pedía. Las demandas excesivas dejan en el niño una sensación de confusión y desesperanza porque asume que nunca será capaz de satisfacer al adulto. Esto lo priva de la motivación emocional necesaria para aprender de los errores y ser mejor cada vez.

Por lo mismo, es fundamental brindarle atención positiva y frases de reconocimiento cuando logre lo que se espera de él: “gracias por tender tu cama”, “muy bien, recogiste tus juguetes”, “sacaste solito tu uniforme, ya estás grande, estoy orgullosa de ti”, “gracias por ayudarme a poner la mesa, me encanta contar contigo”. La sensación de éxito que tiene el niño al tener logros y la recompensa de ser reconocido por nosotros lo ayuda a ir conformando la auto disciplina. También irá internalizando nuestras reglas y expectativas como propias. Lo más importante, hará suyos los valores que van implícitos con lo que esperamos de él: respeto por su persona y los demás, responsabilidad, autonomía, entre muchos otros. Siempre pesará más ser el hecho de reconocido de una manera positiva que las recompensas materiales. Con ello conformará su plataforma moral.

Por supuesto que no siempre es fácil, pues las reglas y las expectativas entran en conflicto con los deseos del niño, y es de esperar que surjan los sentimientos de protesta y la rabia. En esos momentos, puede resultar difícil mantener la calma y la firmeza, pero debemos resistir la tentación de responder con enojo o ceder ante las protestas y el berrinche. Si somos capaces de distinguir entre nuestras propias emociones y las del niño, podremos contenerlo y ayudarlo a nombrar y reflexionar sobre lo que siente, al tiempo de explicarle por qué es importante cumplir con lo que le pedimos. Puede ser un arte mantenerse firmes y consecuentes con las demandas y las expectativas, al tiempo que somos empáticos y cercanos. En la medida en la que nosotros mostremos auto control, él también lo hará.

Las reglas son indispensables en la vida de los niños, ya que les permiten desarrollar relaciones adecuadas con los demás. También son el pilar de la prevención del abuso pues enseñan al menor qué se vale y qué no para poder identificar cuando se ha roto una de las reglas importantes y pedir ayuda.

Esto a veces va en contra de lo que estamos acostumbrados a hacer como sociedad por la educación que recibimos. Es decir, tendemos a dar todo el poder a los adultos en la relación con los menores. Cuántas veces hemos escuchado o incluso dicho: “a los adultos se les obedece siempre”, “haz lo que tu tío te diga”, “tu abuelo manda”, “haces lo que te dicen sin chistar”. Incluso hay quienes dan permiso al adulto para castigar físicamente a su hijo cuando lo deja bajo su cuidado: “te lo dejo con todo y pompas, por si no te obedece”. Así, el niño está subordinado a lo que establece el adulto, para bien o para mal. No le damos siquiera la oportunidad de preguntarse cómo se siente con lo que se le está solicitando ni de cuestionarse aquello que se le pide hacer, mucho menos de pensar en la posibilidad de desobedecer para ponerse a salvo cuando está en peligro. Para eso sirven las reglas, equilibran la balanza, pues hay normas que nunca será válido romper ni por parte de un niño, ni por un el adulto. Conocer las reglas le permitirá buscar ayuda cuando identifique que una de ellas se rompió.

Las reglas que son primordiales para la prevención del abuso son:

•De Seguridad

•De Responsabilidad

•De Convivencia

Mensajes:

•Una familia está formada por dos o más personas que se quieren y se cuidan entre si, aunque no vivan en la misma casa.

•Todas las familias son diferentes, pero igualmente valiosas.

•Cada familia tiene sus propias reglas y costumbres.

•Hay reglas que todas las familias tienen en común como las de seguridad, responsabilidad y convivencia.

REGLAS DE SEGURIDAD

Se refieren a todas aquellas acciones que podemos realizar para no ponernos en riesgo y cuidar nuestra integridad física y emocional. A veces tendemos a educar brindando mensajes que dan la sensación de que el mundo es un lugar caótico y peligroso en el que el niño puede hacer poco o nada para ponerse a salvo. Le decimos cosas como: “hay gente mala que te puede robar”, “te vas a cortar”, “si te caes, te matas”. Debemos dejar este tipo de mensajes atrás y explicarle las reglas de seguridad que le brindarán confianza y le generarán la sensación de que tiene la posibilidad de cuidar de sí y ponerse a salvo. Hay que poner atención a las acciones que ejerza el pequeño, más que a las circunstancias que no puede controlar, así no se vivirá como víctima de la situación, sino como protagonista de sus propias decisiones. Es decir, no culpará a la comida por el dolor de panza que tiene, sino que asumirá que él mismo eligió comer demasiados dulces. De esta manera, le enseñamos a asumir las consecuencias de sus actos. Estas reglas se dividen en dos campos fundamentales: Cuidado de su integridad física y cuidado de su mente.

CUIDADO DE SU INTEGRIDAD FÍSICA

Se refiere a todas aquellas acciones que realizamos para evitar situaciones que puedan dañarnos físicamente o para ponernos a salvo si estamos en riesgo. En los talleres, los niños me han dado una gran variedad de ejemplos sobre estas reglas, como: “ponerme el cinturón de seguridad”, “no correr por las escaleras si acaban de trapear”, “que me acompañe mi papá cuando nado en la alberca”, “alejarme de la estufa si están cocinando”, “pedirle ayuda a mi mamá para poner el agua caliente de la regadera”, “no asomarme a las ventanas”, “tomar de la mano a papá cuando cruzo la calle”, entre muchas otras.

Lo importante es hacer énfasis en estas acciones y dejar a un lado mensajes que generen miedo o paranoia ya que, lejos de invitarlos a la acción, los paraliza. Por ejemplo, he encontrado con frecuencia que los adultos les dicen frases como: “no puedes soltar mi mano cuando estamos en la calle porque hay muchas personas malas que te secuestran, luego te ponen a pedir limosna y nunca vuelves a casa”. A veces, tenemos la idea errónea de que si introducimos el miedo en nuestro discurso, los niños se cuidarán más pero esto no es así. Como lo decía un pequeño: “mejor no sales de tu casa ni con tus papás, no vaya a ser que nos secuestren a todos”. Es mejor enviar mensajes como: “en la calle puede haber mucha gente, por eso la regla es que me tomes de la mano todo el tiempo para estar a tu lado y cuidarte”. Generar confianza en el hecho de que, si sigue las reglas y se cuida, todo estará bien, en vez de hacerle creer que debe desconfiar de todo el mundo pues fácilmente puede salir lastimado.

CUIDADO DE SU MENTE

Este aspecto se refiere a su integridad, e incluye el cuidar aquello que permitimos entrar en nuestras mentes, sobre todo a través de imágenes que pueden hacernos daño.

Hoy es importante agregar, dentro de las reglas, aquellas que ayuden a que los niños construyan una relación adecuada con los medios de comunicación y la tecnología. Tenemos que tener especial cuidado con las imágenes, pues estas entran directo al cerebro, sin ningún tipo de filtro. Si bien el niño, desde edades tempranas, puede diferenciar entre la realidad y aquello que ve a través de una pantalla, su cerebro no. Esto nos sucede también a los adultos: el cerebro reaccion...

Índice

• CUBIERTA
• CRÉDITOS
• PORTADA
• DEDICATORIA
• TABLA DE CONTENIDO
• AGRADECIMIENTOS
• EL POR QUÉ DE ESTE LIBRO
• ÉRASE UNA VEZ… EL ABUSO SEXUAL, EN BUSCA DE UNA DEFINICIÓN
• EN LAS FAUCES DEL LOBO. SITUACIÓN DEL ABUSO SEXUAL EN MÉXICO
• ¿LOBO ESTÁS AHÍ? QUIEN ES EL ABUSADOR SEXUAL
• ¿Y ESOS COLMILLOS TAN GRANDES? ESTRATEGIAS DEL ABUSADOR
• EN LA MIRA DEL LOBO. LA PRIMERA INFANCIA, UN BLANCO FÁCIL
• LA MORDIDA DEL LOBO. INDICADORES PARA DETECTAR EL ABUSO SEXUAL
• SALVAR A CAPERUCITA. PRIMEROS PASOS HACIA LA RECUPERACIÓN
• SEGUIR LAS MIGAJAS POR EL BOSQUE ¿SE PUEDE HACER PREVENCIÓN?
• LA CANASTA DE LA ABUELA. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN
• PEPE GRILLO. REGLAS FAMILIARES Y CONSECUENCIAS
• HADA MADRINA. ADULTO CONFIABLE
• BIBIDI BABIDI BU. IDENTIFICAR LOS SENTIMIENTOS PARA CONVERTIRLOS EN PALABRAS
• LAS MANZANAS ENVENENADAS. CHANTAJE, SOBORNO Y AMENAZA
• TU LUGAR MÁGICO. ESPACIO PERSONAL
• LA TORRE DE MERLÍN. ZONA SEGURA
• EL RELOJ DEL CONEJO. TODO A SU TIEMPO
• EL CANTO DE LAS SIRENAS. EL SECRETO
• ENFRENTAR AL DRAGÓN. DECIR NO
• SALIR DE LA JAULA. DEFENDERSE
• DESMENTIR A PINOCHO. LAS MENTIRAS
• PRINCESAS Y SÚPER HÉROES. UNA SOCIEDAD DE VÍCTIMAS Y VERDUGOS
• HADAS Y DUENDES. INSTITUCIONES A LAS CUALES PODEMOS RECURRIR
• COLORÍN COLORADO. LIBROS RECOMENDADOS PARA LEER CON LOS NIÑOS
• SOBRE LA AUTORA