Lionel Asbo
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Lionel Asbo

El estado de Inglaterra

  1. 360 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Lionel Asbo

El estado de Inglaterra

Descripción del libro

Desmond Pepperdine es un adolescente que vive en un sórdido suburbio londinense al cuidado de su abuela; su madre ha muerto y nadie sabe a ciencia cierta quién es su padre. En la misma casa vive también su tío, Lionel Asbo, un delincuente de poca monta que ejerce de mentor e imparte a Desmond valiosas lecciones: desde instruirlo en las delicias del porno por Internet a explicarle cómo alimentar a sus dos pitbulls con una dieta a base de Tabasco.

Pero Desmond es un adolescente sensible, amante de la lectura, que aspira a enamorarse de una mujer cariñosa y real en lugar de fantasear con tías buenas en webs porno. El chico está decidido a dejar atrás esa barriada inmunda por medio de la educación, mientras que las aspiraciones de Lionel se limitan a pasar su vida entre trabajillos de matón y trapicheos con objetos robados, y periódicas estancias en la cárcel como consecuencia de estas actividades.

Durante una de sus estancias entre rejas, Lionel le pide a su sobrino que le rellene un boleto de la loto. El azar lanza sus dados y de la noche a la mañana el convicto se convierte en millonario. Esto, que podría resultar una noticia estupenda para la desestructurada familia, quizá no lo sea. Un lumpen convertido en repentino millonario es carnaza para los tabloides y un amante de los pitbulls no parece una persona con el equilibrio necesario para afrontar un cambio tan radical de vida. Y al final esa máxima que dice que el dinero no da la felicidad resulta ser brutalmente cierta.

Visceral, salvaje, provocadora, esta sátira sobre el desmoronamiento de la vieja Inglaterra en manos de hooligans y de tabloides tiene un fondo de crónica social al modo dickensiano, pero también conecta con el humor británico más transgresor, ese que provoca la carcajada arreando una bofetada en plena cara. El resultado es una mirada certera sobre realidades incómodas, una novela incisiva y descacharrante.

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Información

Año
2014
ISBN del libro electrónico
9788433943767

Tercera parte

¿Quién dejó entrar a los perros? Oh, ¿quién dejó entrar a los perros?
¿Quién dejó entrar a los perros? ¿Quién, quién?

2012: CILLA DAWN PEPPERDINE, NIÑA DE PECHO

1
–«Elizabeth Sheringham-Pepperdine». ¿Qué te parece...? Des, te llamará cuando te llame. No te sientas dolido. Está ocupado con sus chicas.
–Sí. Extraño, ¿no? Antes no le importaban. Ahora es una nueva cada noche.
–El Libertino de la Loto. El Lascivo de la Loto.
–El Don Juan de la Loto. El Mirror le ha llamado así. ¡Y hasta le ha llamado el Putón de la Loto!
–El Castigador de la Loto. Ah, pero ahora Lionel ha dado un paso hacia delante. Y ha encontrado el verdadero amor...
–Sabes que soy feminista y todo eso, Dawn –siguió Des–. Pero no va a funcionar. ¿Elizabeth Sheringham-Pepperdine? Son diez sílabas... Así que no.
–Ya. Y no haríamos más que posponer el problema, ¿no? Porque ¿y si luego se casa y los padres de su marido hicieron lo mismo?
–Eso es. Sería... Elizabeth Sheringham-Pepperdine-Avalon-Fitzwilliam. ¡Ocuparía la hoja de extremo a extremo!
–De acuerdo. Elizabeth Dawn Pepperdine. Sin guión. Sólo un segundo nombre de pila.
–Oooh... Me gusta. Espera. ¿Y si es un...? Un momento. «Desmond Dawn Pepperdine.» No me importaría. Me sentiría orgulloso. Sí. Bravo, Dawnie.
–Robert Dawn Pepperdine. Ninguna objeción.
–Georgia Dawn Pepperdine. Sybil. Maria. Thea. Me gusta Thea. Pero el tío Li la llamaría «Fea».
–Podremos soportarlo, estoy segura... Des, ve a verle y cuéntale la noticia. Y dile que necesitamos espacio. Para el bebé.
Des suspiró. Y hasta el apartamento, encaramado en lo alto de Avalon Tower, se esforzó por parecer estoico: la cocina ordenada, con su balcón; el cuarto de baño sin ventana; el dormitorio más pequeño de los dos... y el cubil de Lionel, espaciosísimo, aún atestado de artículos de contrabando (llevaba ya mucho tiempo sellado por una puerta nueva de contrachapado).
–Y admítelo –dijo Dawn–. Estás molesto. Estás triste. Lleva ya un mes libre y aún no te ha dicho ni una palabra.
–Sí. Algo me ha dicho. Me mandó una tarjeta con su cambio de dirección.
–Sí. El cambio de dirección. De Wormwood Scrubs a «Wormwood Scrubs».
–¿Sabes? Tendría que ir a verle. Y darle la noticia. Tendría que hacerlo. Ahora que ya se te nota.
–¡No se me nota! ¿Y por qué será, Des? Sigo sin sentirme embarazada. Ni siquiera cuando siento cómo se mueve el niño.
–La niña. ¿Cómo está tu padre?
Era verdad. El embarazo de Dawn era, hasta el momento, «asintomático». Y era Des quien tenía la piel seca y las migrañas; era él quien tenía ardores de estómago y cambios de humor; era él quien notaba una salivación excesiva, y la sensación, en todo momento, de ir apurando y apurando un montón de calderilla.
–Ve a verle. Venga, Des. Y háblale de lo de Grace. Es urgente.
–Lo de Grace. Sí. Iré a verle.
Sentada encima de la mesa, Goldie (ahora una gata refinada de tres años) tendió una pata delantera como para recibir un beso galante; luego se la besó ella misma, y se la lamió, y se dio la vuelta hacia el Daily Mirror.
–Extraño, ¿no, Dawnie? Otra vez vuelven a hablar y hablar de lo estúpido que es. Después de tres años de no parar de hablar de lo malo que era. Ahora vuelve a ser estúpido. ¿Por qué?
–Porque su nueva chica dice que es inteligente.
–¿Sí?
–Continuamente. Dice que se ha arreglado la cabeza mientras estaba en la cárcel. Dice que se ha leído un diccionario entero.
–¿Cuál?
–El Pocket Cassell’s. Pero aun así. Dice que es muy inteligente en secreto. Y los periódicos no se lo tragan. Por supuesto que no.
–Voy a llamarle por teléfono. Y le preguntaré si puedo ir a verle un sábado. Tengo curiosidad. Quiero saber cómo le va.
Recostado sobre almohadas de seda, Lionel Asbo estaba en la gran barcaza de una cama con cuatro columnas de cuatro toneladas, con la bandeja dorada del desayuno sobre los muslos, unos muslos muy parecidos a barriletes.
–Lucimiento fotográfico –dijo, y echó a un lado el teléfono–. ¡Joder! ¡«Threnody»!
–¿Qué?
–¡Lucimiento fotográfico!
–¿Cuándo? ¿Y para qué?
Desnuda a excepción de los zapatos negros de tacón alto, «Threnody» salió del cuarto de baño (tenían uno para cada uno), y avanzó por el silencio macizo de las alfombras.
–Es para una..., ejem, una semblanza en profundidad. –Lionel se rascó una magulladura de la coronilla–. Un suplemento de ocho páginas. La semblanza fotográfica de los sábados.
–No es una semblanza fotográfica. Es una sesión de fotos. ¿No venía a verte tu primo el sábado?
–Mi primo no. –Lionel alargó la mano para coger el grueso encendedor que había encima de la mesilla–. Mi sobrino. ¿Qué querrá...?
–Te daré tres posibilidades para que elijas. Dame, dame y dame. –«Threnody» se cepillaba el pelo con ruido–. Lección número uno. Verás: con la prensa, Lionel, tienes que emplear el arte de la manipulación. Tú llevas la batuta. No ellos. Tú. Un paso por delante. Como hace Danube. Ya sabes, ella...
–¡Ya vale de hablar de Danube! ¡Siempre estás hablando de Danube!
–Sí sí sí...
–Sí sí sí sí...
–Sí sí sí sí sí... Sesión de fotos ¿para quién? ¿Para qué periódico?
Lionel se lo dijo.
–Un suplemento de ocho páginas. Con un tratamiento fresco. Megan piensa que le vendrá de maravilla a mi imagen pública.
«Threnody» empezó a vestirse... La amplia ventana salediza hacía todo lo posible por prodigar una mirada benévola a los nuevos ocupantes del dormitorio; en aquel momento preciso contemplaba con una sonrisa cortés el tanga de satén y los ligueros estrellados de «Threnody», y la ceniza del puro de Lionel dentro del bol intacto de muesli y yogur...
–¿Sabes, «Threnody»? Por mí pueden escribir lo que se les antoje sobre Lionel Asbo. Me importa una mierda.
–Eso lo dices, Lionel. Pero sí te importa. Sigue, sigue, pero te importa.
–Es cuando se ponen... Cuando se ponen a..., cuando dan a entender que no estoy bien de la cabeza. Ya sabes, que soy corto de mollera –dijo, dándose unos golpecitos en otra concavidad del cuero cabelludo–. O que debo de ser tonto. Está bien, hablo mal, pero eso no significa que...
–Las cosas van a cambiar, Lionel. Vas a ganarte su reconocimiento. Te lo garantizo.
–Es cuando... ponen en duda mi inteligencia. Es eso lo que me pone hecho una furia. ¿Sabes? Cuando dan por sentado que soy un idiota.
–Yo haré que te respeten, Lionel. Confía en mí. Yo haré que te quieran.
2
El Paleto de la Loto, el Tontaina de la Rifa, el Garrulo de los Aciertos, el Gamberro de los Seis Números, el Psicópata de las Apuestas, el Panoli del Bingo, el Majareta de la Tómbola... Al Patán de la Loto le han llamado de todo.
Pero ¿tiene el Palurdo de Diston honduras ocultas? Su nueva diosa, la agresivamente ambiciosa «Threnody» (su nombre real es Sue Ryan, de veintinueve años), sostiene que es un Einstein, ¿y cómo vamos a dudar de «Threnody»? Es poetisa. ¡Y tiene todo el nivel básico de secundaria!
Nuestra nacionalmente famosa consultora sentimental Daphne visitó la casa solariega de Lionel el Majara, situada en Short Crendon, el un día somnoliento pueblo de Essex, para brindar consejo a ese ch*****llas plebeyo.
«De lo primero que te das cuenta en Wormwood Scrubs, la mansión gótica de treinta habitaciones de Lionel Asbo, es del pequeño piquete de lugareños que hacen guardia en las verjas de hierro forjado de la entrada; un puñado de gente normal: un tendero, un ama de casa, un jubilado...
»He llegado demasiado pronto para la entrevista, así que, mientras espero, charlaré con ellos sobre sus quejas, ¡que no son lo que podría pensarse tratándose de un patán de la loto! Nada de fiestas tempestuosas, nada de carreras de destrucción ni de quads trucados arrasando el campo. Es un poco más sutil que eso.
»Cierto. No puede decirse que Asbo sea un pilar de la comunidad. Que la residencia más importante del pueblecito, antes Crendon Court (donde otrora pasó una noche Enrique VIII), se llame hoy como la infame prisión de Acton..., duele.
»Lo mismo que la cerca de acero de diez metros de altura que ahora rodea los jardines de cuatrocientas hectáreas. Y, según se cuenta, los niños del pueblo están aterrorizados por los dos pitbulls feroces (Jek y Jak) a los que se saca diariamente de paseo, o de agresiva ronda de inspección, por el pueblo.
»¿Quién, en última instancia, acogería de buen grado la afluencia del populacho que sigue la estela de la fama y el dinero? Parásitos y depredadores, y fans obsesivos y personajes de esa laya.
»Los rumores del lugar, por cierto, dicen que Jek se refiere al doctor Jekyll y Mr. Hyde, mientras que Jak alude a Jack el Destripador. Pero esto suena quizá a demasiado erudito para un bobo del East End. Más verosímilmente, Jek y Jak serían versiones embrolladas de “Juke” y “Jyke”, los nombres que se había sacado del sombrero “Threnody” para los gemelos somalíes huérfanos que hacía ya mucho tiempo que la actual compañera de Asbo había dejado de apadrinar.
»Lo que a la postre se percibe es un sentimiento general de consternación y agravi...

Índice

  1. Portada
  2. NOTA DEL TRADUCTOR
  3. Primera parte
  4. Segunda parte
  5. Tercera parte
  6. Cuarta parte
  7. Notas
  8. Créditos