Rompiendo el silencio
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Rompiendo el silencio

La libertad en las letras de rock-pop argentino (1982-1989)

  1. 200 páginas
  2. Spanish
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Rompiendo el silencio

La libertad en las letras de rock-pop argentino (1982-1989)

Descripción del libro

Durante los años 1982 y 1989, la convivencia política, cultural y cotidiana de la Argentina estuvo musicalizada por letras de rock argentino. En tiempos de transición a la democracia y posdictadura, la libertad se convirtió en un tópico central, significativo y movedizo: las bandas y solistas ampliaron los límites de comprensión, potenciaron los goces colectivos y revalorizaron las prácticas de la juventud a escala latinoamericana.

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Información

CAPÍTULO 1
Cultura rock: género y escena

A más de cincuenta años de su nacimiento, la cultura rock continúa siendo una práctica social que integra expresiones y modos de concebir los acontecimientos de la vida social. El rock, en sí mismo, es un campo de contradicciones, aciertos y desacuerdos que postula un estado de incomodidad y de reconfiguración identitaria dentro de la industria cultural. Y, por si faltara algo más, es una cultura que plantea una tensión constante con las reglas del sistema y se constituye a partir de la crítica y el desafío. Su voluntad es rebelde y su intensidad patenta reacciones y emociones, aunque también se nutre de tácticas y estrategias.
En términos de Philippe Paraire (1992: 10), el rock es un fenómeno que contiene, interpela y considera a la juventud como sujeto social, a pesar de la disparidad de lugares que atraviesa y de los géneros musicales o cualidades que la conforman: “No se puede examinar de otra manera que, como una cultura con derecho propio, compuesta de actitudes, recorrida por temas, amplificada por soportes y caracterizada por temas que definen escuelas y estilos”.
La cultura rock instituye, desde sus discursos y prácticas, una sucesión de representaciones sociales (ideológicas) sobre la creación musical y la vida de las juventudes en sociedad. Es una expresión que supera al género musical e incorpora efectos de comercialización e industrialización a partir de negociaciones y luchas en el territorio cultural.
Las letras de rock cumplen un papel primordial de enlace en la relación entre comunicación y cultura, puesto que activan el diálogo, el debate y la interacción entre las juventudes y las distintas etapas generacionales de la sociedad (Pujol, 2005, 2007). El mensaje producido y construido estratégicamente sobre la base de la letra de rock articula significados, prácticas y modos de decir de la actividad rockera, en principio, y de los procedimientos sociales, en segunda instancia.
Las canciones se potencian y se erigen como fenómenos culturales que forman parte de la realidad en la que surgen al mismo tiempo que la constituyen. El estudio concreto las ubica como piezas discursivas posibles de ser analizadas en pos de detectar las huellas subjetivas y las intencionalidades que la integran. Las líricas se desempeñan como canales expresivos que enuncian experiencias y representan malestares, problemáticas humanas y propios quehaceres de una sociedad en crisis y en reconfiguración democrática. La comunicación establecida en su narrativa constituye un desafío de pensamiento y contribuye a la consolidación de valores, aspectos democráticos y abordajes identitarios: las letras concentran un sentido esencial de compartimiento, intercambio y puesta en debate con el oyente-espectador-lector.

Un período efervescente

El rock argentino es un fenómeno complejo que representa todo un compendio de experiencias que exceden lo meramente musical y lírico. Es una práctica contracultural de identificación juvenil que se muestra rebelde, se entiende contestataria, y que sienta sus bases en la provocación y en la transgresión. Desde ese lugar, se opone a las formas culturales convencionales (estilos de vida, vínculos sociales o tradiciones) y propone su particular mirada sobre hechos y costumbres de la sociedad en general.
El período 1982-1989 expone el carácter masivo del rock local e incluye un replanteo del pop como objeto dominante de esa cultura juvenil y transgeneracional. En este sentido, la efervescencia pop del rock argentino obtuvo una repercusión sin antecedentes y reafirmó el lugar del pop en un contexto de “transición” y recuperación democrática.
En este contexto, la juventud se ocupó de redefinir los debates acerca de la libertad, y el rock argentino acompañó esas cosmovisiones en clave democrática. Tanto las perspectivas relacionadas con la recuperada democracia como la memoria en relación con las atrocidades cometidas por la dictadura militar incidieron en los enfoques propuestos: la democracia contenía aires de libertad y el régimen se contemplaba como una amenaza y una sombra difícil de esquivar.
Si bien el término “democracia” nace en la antigua Grecia, su contenido es resignificado según los contextos y se comporta como un significante en disputa y con sentidos diversos. En términos de Ernesto Laclau (2005: 22), la definición de la democracia resulta volátil, y aunque se considere que no tiene un contenido inscripto específico en el seno de una formación discursiva, “todo depende del sistema de articulaciones diferenciales y equivalenciales dentro del cual está situado”. Además, como señala Juan Carlos Portantiero (1997: 14), la democracia no es un lugar ni un punto en el espacio al cual se debe llegar; es, más bien, “el espacio en donde deben dirimirse los conflictos sociales”.
En consecuencia, los procesos de “transición democrática” que vivieron el sur de Europa en la década de 1970 y América Latina en la de 1980 son resultados que por comodidad expresiva llamamos de “transición”, pero que, en realidad, “en sí mismos cobijan varias transiciones” (Portantiero, 1997: 14). Justamente, lo transicional actuaba y direccionaba el proceso de la democracia desde un proceso complejo, abierto a las alternativas y también condicionado por ciertas continuidades prácticas y vivenciales.
El pensamiento de los años 80 habilitó un tiempo de reconfiguración de la percepción del Estado y de la sociedad civil. La conformación de una sociedad democrática planteaba perspectivas favorables en las que la ciudadanía se apreciaba libre y proponía una situación autónoma de oposición: se constituía un enfrentamiento contra el Estado (que aún se encontraba vinculado con los atropellos, las amenazas y las violaciones más íntimas), las corporaciones y las posturas diversas de represión y control.
La esperanza democrática de los 80 abordó un ideal de plena realización de la libertad, o de las libertades. En este aspecto, la temática de la libertad fue uno de los más conversados y discutidos en los ámbitos sociales durante esos años. La democracia “participativa” entonces era pensada según las intervenciones en los asuntos públicos. La democracia “representativa”, en tanto, buscaba salvaguardar las prácticas de la vida:
La idea de “transición”, entonces, era una idea interesante en los ochenta, dado que la tarea que teníamos por delante era la de recorrer un camino al final del cual, como resultado, estaba esa utopía de la libertad realizada a la que llamábamos “democracia”. La idea de democracia de los años ochenta estaba asociada a la noción de la libertad y aquella utopía democrática era una utopía de las libertades. (Rinesi, 2013: 31)
La definición del concepto de libertad incorpora complejidades y debates al momento de arribar definiciones y acepciones determinadas. Como punto de partida, es posible aclarar que la libertad es una fuente garantizada y permanente para el desarrollo existencial de los sujetos en sociedad. Es decir, constituye la posibilidad de construir las relaciones sociales y de estabilizar los cimientos de las estructuras de convivencia en la humanidad.
La conceptualización de la libertad tiene una historicidad que atraviesa pensamientos distintivos, desde la lógica griega hasta las disposiciones teóricas de la Revolución francesa y las manifestaciones liberales del siglo XX. Por tanto, la libertad en la historia contemporánea representa una esfera de actividad humana, amparada por la ley y la seguridad jurídica, en cuanto comprende que existe una idea emancipatoria de la nación, el Estado y la ciudadanía.

Rock en transición

El panorama del rock argentino dejó entrever un momento de eclecticismo que trajo consigo diversas corrientes heterogéneas, como la llamada “trova rosarina” (relacionada con cierta perspectiva utópica en clave democrática), las vanguardias del punk, metal o reggae que tuvieron como denominador común el borde de la cultura hasta finales de la década de 1980 y, por supuesto, la explosión de bandas new wave o directamente pop (vinculadas con la cultura rock underground que prosperaba al margen de la dictadura).
En el rock local, los nuevos conceptos estéticos y estilísticos fueron incorporándose hasta copar las zonas más fértiles de la cultura. Las letras funcionaron como ejemplos de una retórica que proporcionaba palabras y sentidos específicos de un sentir de época. Asimismo, el ambiente rockero masivo se constituyó como una música bailable y, en variadas ocasiones, profundizó un lirismo de enunciación irónica y paródica.
Antes del conflicto en Malvinas, el rock argentino logró amplificarse en los márgenes de la cultura oficial y provocó “la gran renovación del rock, gente que empezó a escuchar música new wave, ska, punk […] Fue la gran renovación del rock y la gran pérdida de la inocencia” (Del Mazo, 2006: 41-42).
A partir de 1981, el rock local se destacó por generar espacios suburbanos que incluyeron estéticas diversas de creación artística en tiempos dictatoriales. Distintos estilos y discursos líricos rupturistas se relacionaron directamente con la irrupción del género punk (coronado durante 1976-1978) y el denominado postpunk (célebre durante 1979-1983). Este estallido cultural generó un cimbronazo en los estamentos periféricos del rock argentino y produjo, además, una fractura en la tonalidad monocorde, discursiva y sonora.
Las estrategias enunciativas de las canciones se vincularon con formas alegóricas, irónicas y sarcásticas. En paralelo con esta situación controvertida, se vivenció un retorno al underground (por fuera de los carriles que la industria delimitó entre 1967-1981) y se forjó un territorio suburbano que acuñó a una gran parte del rock masivo de la democracia.
Esa corriente de la era predemocrática se conformó como una usina cultural que planteó de una manera distinta el consumo del rock. Los músicos no mostraban intenciones de rendirle tributo al pasado y pretendían integrarse a la cultura de masas, con las ventajas y los problemas del caso. De esta manera, salieron a la luz bandas con nuevos valores que en poco tiempo fueron partícipes elementales de la historia del rock argentino: Virus, Soda Stereo, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sumo, GIT, Zas, Los Twist y Los Abuelos de la Nada (segunda formación), entre otros.
Sobre este punto, Pablo Alabarces, Daniel Salerno, Malvina Silba y Carolina Spataro (2008: 39) remarcan que el rock argentino planteó un juego de fuerzas que incluyó una gesta antirrepresiva en los recitales (cada vez más masivos) e impidió, mínimamente, que se desentramara la “desideologización flagrante” impuesta por el proceso: “Los públicos […] no podían articular otro discurso que el «se va a acabar, la dictadura militar». Nuevamente, se trataba de un énfasis ético antes que político stricto sensu, pero en esa vaguedad se revelaba eficaz e interpelador”.
En tanto, para los periodistas Darío Quintana y Eduardo de la Puente (1996: 126), el ingreso de un nuevo público posibilitó una apertura en cuanto a temática y tratamiento de las líricas, y también generó un drástico cambio de actitud en la estrategia de enunciación: “Política, guerra, desaparecidos, droga, homosexualidad son ítems tomados con gravedad en determinadas ocasiones, con humor y desenfado en otras, evidenciando un notable contraste con el silencio reinante en la mayor parte del período anterior”.
Las y los artistas, en su gran mayoría, provocaban un discurso de tono más dispar o suavizado que se encontraba conmovido por la perspectiva política alfonsinista y se sostenía en una perspectiva a favor de la reflexión sobre los derechos humanos (separado del ideal revolucionario-político de la década de 1970). La postura ganaba complejidad en teorías que apuntaban hacia un final de las ideologías o, en gran medida, hacia una suspensión de conflictos que simulaba afinidades sociales.
El rock argentino, haciéndose eco del contexto de destape o del desprejuicio generalizado en torno a los tabúes luego del horror y el silenciamiento forzoso, incorporó temáticas que no habían predominado en su repertorio y se encargó de reivindicar la dimensión física y erótica de la vida. La tematización del placer se colocó en el tapete y se enlazó con un compromiso liberal en la vida que significaba un camino hacia la transformación.
La postura sexual y erótica emergió de los discursos a partir de una particular conceptualización de la libertad, entronizada desde el cuerpo y, también, las nuevas representaciones de los géneros. Así, se profundizó una relación entre rock, deseo y placer que inscribió una línea divisoria entre la opresión y la liberación.

Entre la autenticidad y la decisión comercial

Las perspectivas que abordaron una ética comercial e industrial durante la década de 1980 se situaron en vínculo directo con la pretendida ética no comercial, subterránea y marginal del rock argentino de la década de 1970. Pablo Alabarces (2008: 41), en esta ocasión, sostiene que el eje comercial-no comercial es, más allá de los contextos, el núcleo sustancial por excelencia en el rock: venderse o no venderse, transar o no transar con el mercado se aprecia como un mito de resistencia en la cultura rock argentina, por ello, “ciertos sonidos, ciertas ecualizaciones” dejaron “de ser juzgadas estéticamente para ser condenadas éticamente”.
Al respecto, para Eduardo Berti (1994: 86) la década evidenció la división de aguas presente en el rock argentino. Por un lado, estaban quienes rescataban una postura opositora hacia el sistema y, por otro, quienes desdeñaban perspectivas históricas o negaban dicotomías supuestamente superadas (derecha-izquierda y oposición de clases, generación y sexo), en provecho de lo indiferenciado y aleatorio. Asimismo, este escenario expuso otra distinción entre quienes repelían la industria cultural del rock (reivindicando la producción independiente) y quienes pretendían aprovechar de la mejor manera la apertura del mercado discográfico y/o mediático (Correa, 2002: 47).
En la década de 1980, la divulgación masiva y la alta rotación de canciones rockeras puso en crisis la noción de movimiento que tenía el rock argentino desde 1967 (año de edición de “La balsa” de Los Gatos). Y, a partir de entonces, sobresalieron las diferencias estéticas, estilísticas y políticas de los artistas y de sus líricas.
De este modo, el concepto de la libertad cobró importancia por su divergencia y su notoriedad en vínculo directo con la conceptualización de subcultura. El término de subcultura, en este caso, se alejó de la idea de comunidad o movimiento homogéneo y propuso disputas y marcos de discusión. La idea de comunidad (contemplada hegemónicamente durante 1967-1980) se complejizó a raíz de la propia contradicción planteada por el rock en relación con el sistema o lo político.
La crisis de la noción de movimiento se desarrolló a partir de la finalización de la guerra de Malvinas y fragmentó los estilos y los modos de abordar lirismos. Así, se multiplicaron las interpelaciones sociales y políticas dirigidas a las juventudes urbanas y aparecieron representaciones de un proceso de reconstrucción democrática.
Igualmente, tras la reaparición de los partidos políticos, la organización de los movimientos de derechos humanos y/o sindicatos, el rock local comenzó a compartir su rol de sostén de la identidad joven. Por este motivo, se embarcó en un proceso de transformación de construcción de sentido y modificó el manto protector de las variantes estilísticas: la mínima cohesión estética del movimiento generó mayor diversidad de narrativas y apreciaciones juveniles.

Letras de rock: un universo de discurso

Las letras de las canciones de rock se encuentran inmersas en un escenario social que es relatado, descripto y sentido en todo nivel. Contienen regularidades de la vida en sociedad en general y se encuentran atravesadas por tramas y relatos de un contexto cultural e histórico particular. De esta manera, activan repertorios propios del diálogo social y configuran un discurso que, de modo categórico y ambiguo, refiere a aspectos decibles y no decibles en un estado particular de discusión de épica. Su carácter, de hecho, consiste en compartir significados y formar unidades sociales que tienen en común valores, aspectos de convivencia, actuación y modos de vida.
Particularmente, la letra de rock argentino posee un discurso de expresión artístico-cultural que rescata identidades o ciclos que manifiestan (y proponen) posturas políticas e ideológicas. Así, propone una poética de tensión que se traba en lucha con expresiones del contexto y narrativas que integran nociones de resistencia, habilidades cuestionadoras y/o adaptaciones que se vinculan con reconfiguraciones sociales. Estos componentes discursivos nutren las complejidades de las diferentes generaciones y sus imaginarios. Por tanto, las líricas funcionan como cantos de amor y de sexo (llamado a la revuelta), diatribas encendidas, eslóganes militantes, introspecciones, ensoñaciones románticas, exploraciones del mundo interior, ironías y/o subversiones (Chastagner, 2013: 74).
Asimismo, también presentan una situación literaria que expone aspectos heterogéneos que refieren a su función ética y poética en torno a la sociedad de masas. Así se caracterizan manifestaciones de carácter literario que vehiculizan aspectos éticos, intereses, idearios, usos y/o enunciaciones que dominan en contextos determinados. Estos discursos, de tenor poético, alegórico o narrativo, manifiestan imágenes, metáforas, contrariedades, recreaciones de palabras, entendimientos e incoherencias/paradojas que trazan un marco, sumamente importante, de época.
Teniendo en cuenta este planteamiento, el libro estudia las letras a fin de comprender su dimensión como espacio de interacción social, diálogo, postulación y construcción discursi...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Índice
  5. Dedicatoria
  6. Introducción
  7. Capítulo 1. Cultura rock: género y escena
  8. Capítulo 2. El ocaso de la dictadura: una libertad incipiente
  9. Capítulo 3. Una estrategia de defensa
  10. Capítulo 4. Una libertad en cotidianidad
  11. Capítulo 5. Libertad, aislamiento y resignación
  12. Capítulo 6. No hay conclusión
  13. Bibliografía
  14. Créditos