Correspondencia (1940-1985)
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Correspondencia (1940-1985)

Italo Calvino, Carlos Gumpert

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Correspondencia (1940-1985)

Italo Calvino, Carlos Gumpert

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Un documento único para comprender la vida y la obra de Italo Calvino.«Italo Calvino (1923-1985) es uno de los autores más brillantes y originales del panorama literario europeo del siglo XX. Algunas de sus novelas, cuentos o ensayos son imprescindibles no sólo para comprender la Italia de su tiempo, sino sobre todo para saber qué gran salto hacia delante da con él la creación estrictamente literaria. Obras suyas, como las novelas de la trilogía Nuestros antepasados (Siruela, 2004), han sido de referencia para varias generaciones de lectores, por su gran fuerza fabuladora y por su fértil fantasía. Se comprenderá, por ello, la importancia que posee el epistolario que aquí se ofrece, una emocionada crónica en las cartas a su padre o a amigos de juventud, como Eugenio Scalfari, pero también a numerosos escritores. Basta ver la relación de los mismos –de Elsa Morante a Natalia Ginzburg, de Antonioni a Moravia, de Pasolini a Gadda– para saber que este volumen recoge hechos muy vivos del panorama literario italiano; pero también, por su significación social y política en otros casos, este epistolario es un rico friso de la cultura italiana de la segunda mitad del siglo XX. Agudeza y sentido común, ironía y precisión, fidelidad a la libertad siempre y compromiso con los grandes cambios de su tiempo, son otras características de estas cartas que revelan la crónica íntima de un gran escritor.»Antonio Colinas

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Información

Editorial
Siruela
Año
2012
ISBN
9788498419870
Edición
1
Categoría
Letteratura

Correspondencia (1940-1985)

1940

A Mario Calvino – San Remo
Garessio, 29 [de julio de 1940]
Queridos padres:
Recibí la carta de mamá. Aquí todo bien. Viaje incómodo en un autobús abarrotado y desvencijado. Estancia excelente. Hotel de gran lujo. Buenas habitaciones, buena cocina. Clientela vieja y enferma.
Garessio1 es un pueblo que se extiende junto a una carretera a lo largo de algo más de un kilómetro. Bosques de castaños muy hermosos en todos sus alrededores. Escasez de vistas. Arroyos y torrentes que desembocan en el Tanaro. Nos lo pasamos muy bien. Por la mañana, mientras los tíos toman las aguas2, nosotros nos dedicamos al ciclismo. Hay unas carreteras estupendas en llano y se va muy bien. Las bicicletas las alquilamos en el pueblo. Después de comer, tenis o ping-pong o petanca o bicicleta hasta las cuatro. A las cuatro, un paseo. Si vamos en carroza o en coche o si es un paseo breve, viene también la tía Anna; si no, vamos con el tío Efisio. Esta noche iremos en coche a la colina de San Bernardo.
¿Qué tal todo en San Remo? ¿Habéis tenido alarmas? Os esperamos este fin de semana. Dado que tenéis intención de traernos algo, a mí me harían falta un par de pantalones y algunos pares de medias.
He mandado postales a todos los conocidos y parientes.
Adiós saludos besos a todos
Italo
Ms.; en el AC. Sigue una carta de su hermano menor Floriano (apodado Flori) para la madre.

1941

A Eugenio Scalfari – Roma
Turín, 21 nov. del 41
Querido Eugenio3:
Hace ya más de un mes que recibí de nuestros comunes amigos el encargo de ocuparme de la correspondencia contigo. Los acontecimientos, la fatalidad, la natural repulsión que me inspira la comunicación epistolar han hecho que, no importándome un pimiento el deber que me imponían el destino y la amistad, pasara así por hombre olvidadizo y descortés. ¡No es así, amigo Eugenio!
A l’è pas pareil!, como dicen por aquí.
Hoy, en la calma nocturna de la fría pensión, a la débil luz de una lámpara, mientras fuera pasan crepitando los tranvías del gran Turín, mientras, en la otra habitación, mis compañeros de pensión, después de haberme desplumado alegremente, siguen jugando alegremente a las siete y media, yo cojo la pluma para ponerme en comunicación espiritual contigo, ¡viejo e inolvidable amigo! Mi cometido ha de ser el de ponerte al corriente de cuantos hechos importantes han ocurrido después de tu marcha. Pero mucho más grato sería para mí rememorar los tiempos ya idos: las noches de luna en el Imperatrice4, consumidas, más que en fáciles amores, en especulaciones filosóficas:... ¡la Nada!, ¿te acuerdas? Qué buenos tiempos... ¿Quién sabe por qué todo tiempo pasado nos parece más feliz que el presente?
Así pues, son pocos los acontecimientos dignos de mención que han ocurrido después de tu marcha: la inauguración del curso escolar en el Instituto Cassini tuvo lugar como de costumbre y sin pena ni gloria. «Nosotros» no dimos la nota. ¿Qué más nos daba ya? Nos llegó tu telegrama y al principio tus palabras «Afrossia Dionip Nicot» nos resultaron incomprensibles, tal y como le resultaron incomprensibles al ignaro empleado del telégrafo. Aprende a escribir más claro, por lo menos cuando escribas telegramas.
Ahora es mi penoso deber hablarte de la revista del GUF5: te lo contaré de la forma más sucinta que me sea posible, aunque en buena medida hubiera preferido callar. Así pues, la revista fue escenificada no te digo cómo y representada el 11 de noviembre en San Remo y el 15 en Imperia. El guión constaba de dos de las escenillas escritas cuando éramos nosotros los que queríamos montar la revista: Sócrates y Nerón, más un montón de cosas extra montadas por elementos ajenos al instituto, ajenos a lo universitario y ajenos a lo estudiantil. Entre los actores, además de todos los elementos que acabo de señalar, figuraban, de nuestra gloriosa clase: yo (Sócrates), Duilio (Nerón), Gianni (insuperable en los papeles femeninos), Kahnemann (Boccaccio), Dian, Donzella.
Mucha sangre marchita, mucho tiempo perdido durante casi un mes. [...]6 Resultado: en San Remo se limitaron a silbarnos, en Imperia nos tiraron tomates a la cara. La revista provocó un gran escándalo por su deslenguada inmoralidad: fue definida como una apología de la pederastia. Lo único de lo que podemos presumir en todo este molestísimo asunto es de nuestra formidable cara dura: hemos demostrado que el público nos trae solemnemente al fresco; a la población vociferante de Imperia le respondimos, señalando las rojas hortalizas con las que amablemente nos obsequiaban: «Nos gustarían más maduras». El regreso a Turín llegó para mí como una liberación; confío en que cuando vuelva a San Remo todo haya sido olvidado.
Estuvo en San Remo, los últimos días que yo me hallaba allí, el bueno de Godiasco: se marchará en diciembre, a hacer el servicio militar, a Aosta. Sigue siendo el de siempre, el gran Piero: serenatas a las más guapas del pueblo, amores con criadas y condesas.
Hablemos ahora de nuestra vida turinesa. Llevo seis días a orillas del padre Eridano7. Maiga y Roero, los politécnicos, llevaban ya diez días aquí. Roero está en Via 3 Gennaio número 3, en casa de los Ibanez, Maiga está en Via Bernardino Galliari, en el Hostal estudiantil.
Gianni está conmigo en Via dei Mille, 38, en casa de los Dalmasso.
Además de ellos, forman parte de la colonia de San Remo Donzella Riello la Natta Novelli. Dentro de unos días llegará también Paulò. Milio y Pasquale están empollando como unos desgraciados. Los demás nos tocamos las narices. Pero no nos divertimos. Será porque no estamos aún bien ambientados, será porque la vida en una pensión no es de las cosas más alegres y a menudo hace falta apretarse el cinturón. Siento vivísima la nostalgia por San Remo. No veo la hora de regresar. Aquí la única diversión es ir al cine. Por si fuera poco, los cines cuestan bastante más que en San Remo. Y hace frío y por la noche está muy oscuro y no puede uno dar una vuelta. Y en la universidad tengo que oír hablar de botánica cristalografía clorofila matemáticas zoología logaritmos fotosíntesis celular. Lo que menos entiendo, sin embargo, es por qué me he metido a estudiar agronomía.
Y por qué no veía la hora de marcharme de San Remo que ahora... basta, no lo pensemos más...
Desde que estamos aquí no hemos vuelto a ir a los billares: la única costumbre de San Remo que subsiste es el paseo antes de la comida y antes de la cena. Por via Roma y por piazza Castello en vez de por Via Vittorio y por el Imperatrice. ¿Qué tal se está de recién matriculado en Roma? Aquí, por ahora, nos vamos apañando bien, a diferencia de lo que se cuenta de otras universidades. Yo me he creado una pequeña fama como historiador de papiros.
Es inútil que te diga que de mi actividad literaria mejor ni hablar. Aquel Italo Calvino que aspiraba a convertirse en un célebre escritor, si no ha muerto, está desde luego profundamente dormido. Y el Italo Calvino antaño despierto haría mejor en ir a esconderse.
Querido Eugenio, estoy seguro de que no querrás vengarte de mi largo silencio. Escríbeme, y rápido, y una carta larga, que el recibir correo me es aquí de gran regocijo.
Me alejo cantando a pleno pulmón «Más tarde haré... más tarde haré que mueras...» (el canto se pierde en la niebla)
Italo
Via dei Mille, 38, en casa de los Dalmasso.
Ms.; propiedad del destinatario.
A Mario Calvino – San Remo
Turín, 29 de nov. de 1941
tel. 81256
Queridos padres:
Recibí el martes vuestra carta a través de Maiga. La botella me ha sorprendido mucho. La verdad, no era eso lo que yo quería decir y, pensándolo mejor, habría podido explicarme con mayor libertad, pero no pensaba en la posibilidad de un equívoco. En todo caso, gracias, y gracias también por el obsequio financiero.
Estos últimos dos días no me he encontrado demasiado bien. Nada grave, por suerte: algo de fiebre que me ha obligado a guardar cama jueves y viernes y de la que no sé deciros la causa: no estaba resfriado ni tenía molestias gastrointestinales. Ni siquiera el doctor, a quien ayer, para alivio de la conciencia, me aconsejaron que llamara, supo explicarme las razones, pero me dijo que no se trataba de nada grave. En efecto, hoy ya no tengo fiebre y estoy completamente restablecido. Naturalmente, sigo sin salir: me dicen que fuera empieza a hacer frío de verdad. Me mantendré resguardado.
He encargado los libros en Rosenberg; pasaré a recogerlos en cuanto pueda salir.
Le di recuerdos y la nota de papá a Goidanich, quien me recibió con mucha cordialidad. Se los devuelve y los agradece, dile a tu padre que se acuerde de que tiene amigos en Turín. A Carena le daré la nota el jueves cuando tenga clase con él. (Sus clases las tengo los jueves, viernes y sábados, por lo que esta semana no he podido asistir.) Ya mientras pasaba lista, Carena me preguntó si era el hijo del prof. C.
Antes del jueves había ido con regularidad a todas las clases, y el lunes –salvo complicaciones– retomaré el ritmo. A decir verdad, no es que entienda gran cosa, es más, me da la impresión de que explican cosas abstrusas y completamente inútiles y extrañas a la agronomía.
La facultad de Química ha alargado sus cursos de cuatro a cinco años. Lo mismo que, según se vocifera, hará Agronomía, en la que hay nada menos que 34 exámenes en cuatro años. En el fondo, la medida parecería razonable aunque fuera un asunto muy molesto.
Importante: cuando nos pusimos de acuerdo para la pensión, ¿no dijo la patrona que las setecientas liras de la renta incluían el lavado y el planchado? Ayer le oí hablar de la cuenta por el lavado. Me he informado con algunos compañeros de pensión y me he enterado de que no sólo [el] lavado sino incluso el plan...

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