LOS LIBROS DE LOS OTROS
... la mayor parte del tiempo de mi vida la he dedicado a los libros de los otros. Y me alegro de ello ...
(De una entrevista concedida a Marco d’Eramo,
Mondoperaio, n.° 32, junio de 1979)
1947
A FRANCO VENTURI – ROMA
26 de noviembre de 1947
Querido Venturi:
Me remuerde un poco la conciencia no haberte escrito nunca, pero a través de amigos comunes he tenido siempre noticias tuyas.
Aquí se vive en una atmósfera más tensa, pero con cierta euforia: se incendian sedes qualunquistas2 y neofascistas, Scelba se apoya abiertamente en los fascistas, hay grandes asambleas de los consejos de administración, la moral de la clase obrera es más alta, las clases medias pasan por un momento de gran incertidumbre, se habla muchísimo de guerra pero en el fondo nadie la cree inminente.
El viejo Einaudi3 trata de rebajar los precios pero no lo consigue: nuestro Einaudi4 saca libros a todo trapo, Pavese escribe una novela, Natalia5, también, Chichino6 corrige extasiado las pruebas del nuevo Gramsci y yo también he venido a integrar la gran familia, cumpliendo tareas publicitarias y de redacción7.
Quisiera saber muchas cosas de ti: cómo estás y cómo te encuentras, en primer lugar, y todo lo que quieras escribirme, tus impresiones y previsiones. Concretamente, quisiera pedirte esto: me dijo Ugolini8 que en la URSS existen varias corrientes literarias y artísticas y que hay vivas polémicas entre ellas. No supo decirme nada más: me habló vagamente de una escuela poética simbolista. ¿Podrías mandarme material sobre esta cuestión? Creo que interesaría mucho aquí, donde se piensa que en Rusia hay solo una estética de Estado, o mejor: solo se conocen las polémicas del «realismo socialista» contra otras corrientes, que por lo tanto se supone que existen pero nadie sabe nada de ellas.
A través de la Asociación Cultural Italo-Rusa estamos en relación con la Unión de Escritores Soviéticos, que ha pedido todas las últimas cosas italianas.
Escríbeme para todo lo que te parezca que pueda serte útil.
Te saludo con gran afecto. Tuyo.
A ELIO VITTORINI – MILÁN
12 de diciembre de 1947
Querido Vittorini:
Te mando una nota mía sobre Hemingway donde creo que se dice algo que no se había dicho hasta ahora. Cosas que habría que tratar con menos superficialidad, lo sé; hace mucho que quisiera escribir un largo ensayo que partiría del punto central de estas notas, donde se habla de Hemingway, Malraux y Koestler: pero sería más vasto, abarcaría también a Sartre, y quizá también a ti, remontaría más atrás, desde el momento en que empieza a plantearse el problema de la responsabilidad del hombre frente a la Historia, problema que es hoy realmente el nuestro. Y aclarar por este camino los términos «crisis», «decadencia» y «revolución» y llegar a enunciar una moral del compromiso, una libertad en la responsabilidad que me parecen la única moral, la única libertad posibles.
Pero son cosas que tengo que seguir masticando quién sabe cuánto tiempo más. Así como todavía necesito masticar mucho lo que quisiera decir si interviniese en tu Gran Polémica: definir bien todos estos términos: «decadencia», «vanguardia». Pero creo también que terminaría por estar más cerca de Balbo que de ti. Todos tenemos un móvil común, pero no nos rompamos los brazos y las piernas al saltar, consigamos piernas y brazos nuevos. El problema es hacer que nos crezcan otros nuevos, tal vez renunciando a los viejos, transformándolos. Pero tú quizá creas que puedes saltar con los viejos.
Has de tener varios cuentos míos. Trata de decirme lo que piensas aunque los hayas arrojado a la papelera.
Te saludo con afecto.
1950
A ELIO VITTORINI – MILÁN
2 de febrero de 1950
Querido Elio:
He leído a Pirelli. El primer cuento está bien y, sin más, a partir de él se puede decir que Pirelli tiene las cualidades para llegar a ser un escritor. A pesar de la inseguridad e inmadurez de lenguaje (que el autor puede remediar con un trabajo atento y sin prisas), a pesar de ciertos asomos marginales de trivialidad, es un cuento con una solidísima estructura fantástica. Me hubiera gustado encontrar por lo menos otro de su nivel, pero me parece que no lo hay. El tono kafkiano que en el primero no se percibía, en los otros es demasiado evidente. Además, por principio, los cuentos-sueño me parecen desechables. El único que podría salvarse es «Due tempi», pero a mi juicio no se salva ni ese. Sin embargo, si Pirelli sigue trabajando en la línea del primero, seguramente conseguirá algo que justifique el volumen. Por ahora me parece que lo único que se puede hacer es recomendar «L’altro elemento» a una revista.
Leeré a Sissa. Chao.
A ELIO VITTORINI – MILÁN
18 de febrero de 1950
Querido Vittorini:
Contesto a tu carta sobre Pirelli.
Supongo que habrás recibido el texto y el juicio de Natalia.
Mantengo mi opinión sobre los cuentos (cómo puede parecerte bueno «Assassinio nel palazzo di fronte» es algo que nunca entenderé) pero apruebo plenamente tu argumento sobre los pillos y sobre la narrativa alucinada. Tienes razón para enfadarte con mi condena de entrada de los cuentos-sueño, pero me pareció que hubiera sido muy largo ponerme a especificar: cuentos-sueño que no alcanzan una lógica de imágenes que haga las veces de etc. En cambio no estoy de acuerdo en la cuestión de la indulgencia. Tú reconoces que Pirelli no alcanza plenitud de invención (salvo en un cuento). Ahora bien, en una colección experimental habrá que ser todavía mucho más severo incluso con un realista, en cuanto a la invención poética. En una colección de lectura en general es diferente; un realista puede haber escrito un libro poéticamente débil pero buen documento periodístico, o un libro divertido o conmovedor, etc. En cambio en tu colección, si no es algo realizado notablemente como expresión, no funciona. Y lo mismo un surrealista. Si encuentras un libro surrealista más elaborado, del mismo Pirelli o de otros, aunque sea dificilísimo y soñadísimo, todos de acuerdo. Pero me gustaría que tuvieras con Pirelli la misma severidad que es justo que tengas con un realista.
Te he dado mi opinión y no sé qué más decirte. ¿Quieres mandar el manuscrito a Pavese? Leí tu carta al consejo editorial que si bien concuerda conmigo en los puntos esenciales, te da carta blanca porque cree que eres tú quien debe decidir.
Te saludo afectuosamente.
A GIOVANNI PIRELLI – MILÁN
6 de abril de 1950
Querido Pirelli:
Einaudi me ha pasado su carta. No sé qué le ha dicho Elio de nuestras opiniones. Es cierto que «L’altro elemento» es uno de los cuentos más bellos que he leído en los últimos años, y eso me basta para considerarlo un escritor, con un lugar preciso y de relieve en el cuadro de la última generación. Los otros cuentos no nos gustaron ni a Natalia Ginzburg ni a mí. Pero un cuento como «L’altro elemento» no se escribe por casualidad. Hemos discutido mucho con Elio, decididos a hacer de todo para que el libro pueda salir, aunque sea con dos cuentos solamente. A Elio le gusta mucho también «Assassinio nel palazzo di fronte», del que yo conservo un recuerdo confuso y no positivo. Después Elio me contó el de la máquina que mocha las manos, que me gustó muchísimo, y pensamos que si usted lo rehacía, el libro ya quedaba listo. Einaudi siguió la cosa con mucho interés y alentándonos a buscar la manera de que el libro apareciera. Le recomendamos a Vittorini que le dijese cuánto esperamos, y lo damos por seguro, algo muy bueno de usted. Vittorini nos había dicho que usted tiene la «fiebre de publicar» y temimos que se desalentara. Pero estábamos convencidos de que el libro, como quiera que fuese, terminaría por salir. Ahora recibimos su carta donde parece usted sobrentender una negativa. No es así. Yo pienso que el li...