Conocerán la verdad
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Conocerán la verdad

Un manual para la fe cristiana

  1. 442 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Conocerán la verdad

Un manual para la fe cristiana

Descripción del libro

Muchos cristianos ya han comenzado a conocer a Dios y su verdad. Este manual nos ayudara a crecer en ese conocimiento liberador, ya que presenta los grandes temas de la Palabra de Dios y nos muestra como estos se complementan entre si.Cada capítulo examina un aspecto de la verdad bíblica, ofrece una lista de textos bíblicos pertinentes, propone preguntas para la reflexión y libros para la lectura adicional. Sugiere igualmente formas prácticas de aplicación que nos invitan a adorar al Dios vivo.Además de actualizar la bibliografía, esta edición revisada, responde al desarrollo reciente del pensamiento secular y cristiano. Esto garantiza que Conocerán la Verdad seguirá siendo una excelente introducción a la doctrina cristiana.

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Información

Año
2022
ISBN del libro electrónico
9786124252884
Conoceran-separadorParte
Parte 1
La autoridad suprema en materia de fe
Conoceran-capitulo
Capítulo 1
La autoridad
“Si la gente no conoce a Jesús, simplemente no tiene conocimiento de Dios y punto. No hay manera de experimentar paz con Dios si no es por medio de Jesús”.
“Lo siento, pero con todo respeto debo discrepar con usted. Jesús es el centro de todo, de hecho, pero Dios se ha revelado en muchas otras formas. Tengo una amiga que está metida en lo de la Nueva Era y ella dice que realmente siente que Dios está en ella”.
Ideas como éstas se discuten constantemente entre los cristianos hoy en día. Pero en el calor de tales debates podemos pasar por alto un desacuerdo más básico, es decir, la autoridad religiosa. ¿Apelaremos solamente a lo que sentimos personalmente, o a la experiencia que la gente afirma haber tenido? ¿Arrojarán alguna luz sobre este asunto los hallazgos de los estudiosos de religión comparativa o de los psicólogos de la religión? ¿Y qué de la enseñanza bíblica?
Preguntas semejantes podrían plantearse acerca de muchos de los temas que se debaten continuamente; la existencia de Dios, la reencarnación, el hablar en lenguas, la resurrección, el cristiano y el activismo político, pluralismo religioso, etc. La raíz de los diversos puntos de vista adoptados está determinada principalmente por una decisión previa, hecha consciente o inconscientemente, acerca del asiento de la autoridad religiosa. Plantear el asunto de la autoridad tal vez no resuelva los desacuerdos, pero puede clarificar los verdaderos puntos de diferencia y de esa manera evitar innecesarias malas interpretaciones.
Cualquier exposición de la doctrina cristiana básica debe comenzar en este punto. ¿Cómo decidimos cuál es la enseñanza cristiana correcta? ¿A qué podemos apelar para resolver diferencias y conflictos? ¿Cuál es nuestro criterio de verdad? Estas son las preguntas que deben llamar nuestra atención en primer lugar.
El significado de la autoridad
La autoridad es el derecho o el poder de exigir obediencia. Hay una crisis de autoridad generalizada en la sociedad contemporánea, donde la única autoridad aceptable para muchos es la que conscientemente se imponen a sí mismos.
Desde la perspectiva de la fe cristiana, Dios tiene todo el derecho y el poder de exigir obediencia porque es el Creador y el Señor de todos. “Sé lo que Dios piensa de esto, pero no siento ninguna obligación de adecuarme a ello” es un sentimiento que ningún verdadero cristiano comparte. Podrán desobedecer la voluntad de Dios, incluso deliberadamente, pero siempre en contra de su propio entendimiento de lo que le corresponde. Su posterior mala conciencia le será un testimonio de que la autoridad de Dios todavía funciona y sigue siendo reconocida. La autoridad reside en Dios.
Cuando el cristiano capta este principio fundamental, el asunto de la autoridad se convierte en el problema práctico de encontrar la voluntad y el pensamiento de Dios con respecto a cualquier asunto. Pero ¿cómo encontramos a Dios y descubrimos su voluntad y su pensamiento? Más exactamente, ¿ha provisto Él alguna fuente desde la cual podamos llegar a su verdad y ponernos bajo su autoridad?
La fuente de la autoridad
A través de los siglos, los cristianos han apelado a una variedad de voces como fuentes de autoridad decisiva.
Los credos
Estos resúmenes de la verdad cristiana se produjeron en los primeros siglos para afirmar la esencia de la fe en tiempos de confusión teológica. El credo apostólico1 es el más antiguo y conocido, por tanto, merece mucha autoridad. Efectivamente, proporciona una serie útil de puntos de apoyo sobre los que se pueden asentar exposiciones de la fe cristiana, pero no sirve como fuente ni regla final de la verdad cristiana. En primer lugar, es demasiado general. Tiene valor en cuanto a controlar puntos de vista extremos, pero no proporciona una declaración suficientemente completa de las doctrinas en cuestión. Segundo, su reclamo de autoridad descansa en algo anterior y más primitivo: las enseñanzas de Jesucristo y sus apóstoles.
Las confesiones históricas
Estas declaraciones de la fe cristiana pertenecen al período de la Reforma y años posteriores, por ej., los 39 Artículos (1571) y la Confesión de Westminster (1647). Son mucho más completas que los credos, pero tampoco sirven como autoridad suprema. Primero, se trata de declaraciones “parciales” que reflejan puntos de vista de una rama de la iglesia universal, y, en consecuencia, contienen elementos que no podrían exigir el apoyo de las otras ramas. Además, son también declaraciones “secundarias”. Una mirada superficial muestra que justifican deliberadamente sus afirmaciones apelando a la enseñanza bíblica.
El pensamiento de la iglesia
Según este enfoque, la presencia de Dios en la iglesia implica que su voluntad se puede descubrir consultando la tendencia principal de la opinión cristiana, “el pensamiento de la iglesia”. Aunque no debemos despreciar sin más las creencias y convicciones de nuestros hermanos cristianos, hay grandes dificultades en adoptar esto como nuestra norma fundamental. El “consenso cristiano” es sumamente difícil de concretar. ¿A quiénes escuchamos: a los teólogos, al clero, a las comisiones eclesiásticas, a la opinión laica común, o a qué? Además, si este “pensamiento” es nuestra autoridad fundamental, cualquier conflicto de opinión nos trae a un callejón sin salida, ya que detrás de eso no hay autoridad. Por otra parte, ¿qué hacemos con el hecho de que a lo largo de los siglos el “consenso” de opinión en la iglesia no ha sido invariablemente fiel a la [...] fe encomendada una vez por todas a los santos (Jud 3), ni consecuente con el consenso de otras épocas?2
La experiencia cristiana
Este enfoque comienza con la experiencia humana concreta acerca de Dios y trata de identificar las doctrinas expresadas mediante esa experiencia. Muchos teólogos influyentes del siglo xix siguieron este camino. Pero tiene dos grandes dificultades. En nuestra experiencia de Dios, a veces tenemos que distinguir entre la verdad objetiva acerca de Dios, y nuestras propias opiniones subjetivas, limitadas y torcidas. Esta dificultad depende del hecho de ser criaturas caídas con mentes caídas. También limita la verdad cristiana, quitándole todo lo que está más allá de nuestra experiencia inmediata, por ej., la doctrina de la Trinidad.
La razón cristiana
Este punto de vista afirma que la verdad cristiana consiste en lo que podemos demostrar acerca de Dios mediante el razonamiento lógico, y tiene sus seguidores desde el siglo iii. Pocos excluirían realmente las consideraciones racionales al formular la verdad cristiana; pero de todos modos no sirve como autoridad esencial. La percepción de la verdad de la humanidad caída, especialmente en la esfera moral y espiritual, está severamente limitada: la mente de la criatura no puede abarcar al Creador; y este enfoque nunca puede captar la vitalidad de la religión bíblica auténtica.
La “voz interior”
Algunos afirman que Dios habla directamente en las profundidades de la conciencia, y que esta “voz interior” es la fuente máxima de autoridad. Esta idea se halla bastante generalizada en la actualidad, y frecuentemente se interpreta como la influencia del Espíritu Santo. Desde luego, incluye un elemento de verdad: el Espíritu Santo cumple un papel fundamental en la comprensión cristiana de la autoridad, pero obra esencialmente por medio de las Escrituras. Cualquier afirmación específica sobre esta influencia debe tratarse con escepticismo instintivo si no hace referencia a la Palabra escrita de Dios o recibe confirmación por la experiencia del grupo o la iglesia. La sinceridad de muchos de los que hacen ese tipo de afirmaciones no debe ocultar el inmenso peligro del engaño de sí mismos en ese sentido. Los informes de muchos consejeros cristianos dan amplia evidencia de los repetidos naufragios espirituales en ese escollo.
La fuente suprema
Ninguna de las fuentes mencionadas es adecuada para señalarnos la voluntad de Dios y ser la fuente autoritativa de la verdad cristiana, pero cada una contribuye. Los credos, las confesiones y el “pensamiento de la iglesia” afirman nuestro lugar en la antigua y universal Iglesia de Jesucristo. Su testimonio ha de tenerse en cuenta. La experiencia cristiana nos recuerda que la doctrina nunca es puramente intelectual, mientras que la razón cristiana insiste en que expresemos la doctrina de acuerdo con nuestras formas humanas de comunicación. Sin embargo, la fuente primordial de autoridad es el trino Dios mismo, como se nos da a conocer a través de las palabras de la Biblia. Esto combina tres verdades.
1. Dios ha tomado la iniciativa. Aprendemos de Él y nos sometemos a su autoridad directa por su decisión de darse a conocer a sí mismo y a su voluntad. Este proceso se denomina “revelación”.
2. Dios mismo ha venido a nosotros en Jesucristo, el Dios-hombre. Como Palabra y Sabiduría eterna de Dios, Jesucristo es el mediador de todo nuestro conocimiento de Dios (cf. Jn 1.1s; 14.6–9; 1Co 1.30; Col 2.3; Ap 19.13).
3. Nuestro conocimiento de Dios viene por medio de la Biblia. Él ha determinado que se escribiera, y a través de ella nos habla hoy como habló a su gente cuando se expresaron originalmente esas palabras. Debemos recibir la Biblia como las palabras de Dios para nosotros y reverenciarla y obedecerla como tal. A medida que n...

Índice

  1. Cover
  2. Sinopsis
  3. Portada
  4. Créditos
  5. Prólogo
  6. Prólogo
  7. Prefacio a la primera edición en inglés
  8. Prefacio a la nueva edición
  9. Introducción
  10. Citas
  11. Bibliografía general
  12. Abreviaturas
  13. Parte 1: La autoridad suprema en materia de fe
  14. Parte 2 : La doctrina de Dios
  15. Parte 3: La humanidad y el pecado
  16. Parte 4: La persona y obra de Cristo
  17. Parte 5: La persona y obra del Espíritu Santo
  18. Parte 6: La iglesia
  19. Parte 7: Las últimas cosas
  20. Acerca del autor