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FUERZA 1: REFLEXIONAR. REFLEXIONA Y SUPERA LA SUPERFICIALIDAD
1. La estación de Bresson. ¿Por qué la autorreflexión se asemeja a un salto en el vacío?
Existe una foto espectacular de Henri Cartier Bresson tomada en 1932 titulada Place de l’Europe. Gare Saint Lazare, donde se ve a un hombre suspendido sobre un suelo completamente mojado. Su figura oscura como una sombra se refleja en el agua y se ve desdibujada porque está en movimiento. Cartier Bresson estaba obsesionado con captar lo que él llamaba el instante decisivo. Utilizando una cámara de fotos Laica portable, mientras que en aquellos tiempos el trípode era ley, se dedicaba a buscar momentos significativos y espontáneos, como en El beso, su obra más conocida. En la Gare Saint Lazare encontramos una imagen fantasmal de grandes contrastes en blanco y negro y una composición de plano compleja. Lo que nos interesa resaltar es que la reflexión del hombre en el suelo mojado da una perspectiva completamente diferente a la que tendríamos si no hubiera reflejo. El hombre es una copia de sí mismo en un abismo sin fondo que es en realidad el cielo reflejado. El otro yo está suspendido en lo que parece un salto, dejando una escalera detrás en el reflejo del cielo. La imagen transmite una gran incertidumbre, un salto al vacío, pero la determinación de ir adelante. Esta me parece una excelente imagen del pensamiento. La reflexión nos permite ser conscientes de nuestro camino, de nuestra evolución, y reducir la incertidumbre que nos rodea. Se necesita valentía para pensar y ser consecuente. Parece un salto en el vacío, pero no lo es, sino tan solo un reflejo. No hay identidad sin reflexión, como tampoco autorreflexión sin diferencia, para ir contracorriente en el río de las opiniones. Sin reflexión el ser humano es incapaz de saltar a un nivel superior.
2. La reflexión interior
Hay un pensamiento innato y espontáneo que todos los seres humanos utilizamos, pero desarrollar el pensamiento crítico, como pensamiento con método, requiere una actitud reflexiva y una voluntad de actuar.
«SI NO TIENES LA ACTITUD DE PENSAR, SOLO TE DEJAS LLEVAR POR LO QUE HAN PENSADO OTROS».
Todo el mundo piensa pero, más allá de esta obviedad, podemos afirmar que el pensamiento tiene una doble función: es una actitud individual y también una capacidad de la inteligencia humana. Como el dicho «el movimiento se demuestra andando», el pensamiento se practica pensando. Todo empieza por un primer paso, por la voluntad de pensar. Sin la actitud de pensar antes de actuar, la capacidad de pensar no sirve; ni siquiera se pone en funcionamiento. Hay que diseñar antes de fabricar, idear antes de hacer, probar antes de ofrecer o dudar antes de asumir. La actitud de pensar activa el pensamiento. El pensamiento es un acto de voluntad racional, una voluntad de poder en el sentido de querer hacer algo, de pasar de la potencia al acto, de hacer cosas. Si no haces nada, no piensas. Si no tienes la actitud de pensar, solo te dejas llevar por lo que han pensado otros. Y todo empieza por una pregunta.
Pensar exige un desdoblamiento de nosotros mismos. Es como si tuviéramos dos cerebros: uno que controla al otro, uno que actúa y otro que analiza lo que el otro hace, en tiempo real, mientras actuamos. El desdoblamiento es precisamente lo que crea la conciencia o, mejor dicho, la autoconciencia. Esta palabra deriva del griego autos, que quiere decir «por sí», como el automóvil, que se mueve por sí mismo. Autoconciencia significa que uno es consciente por sí mismo, no «en sí» mismo, como podría ser un animal. Este lo es porque se comunica con otros animales, pero no es autoconsciente porque su mente no se mira a sí misma. Sabe que existe y siente la pérdida de sus congéneres, pero no se analiza, no se proyecta en el tiempo ni en el espacio con su imaginación; permanece preso de su unicidad mental. El instinto no requiere autoconciencia. No puede preguntarse ¿por qué?
El desdoblamiento de la mente humana es lo que llamamos reflexión. Y la palabra reflexión procede de la metáfora visual del espejo. La reflexión en óptica ocurre cuando los rayos de luz que inciden en una superficie chocan en ella y regresan a la dirección de donde provienen. La etimología de la palabra deriva del latín: literalmente sería «doblar hacia atrás». La reflexión de la mente es como la reflexión de nosotros mismos ante un espejo. Pensar es en primer lugar reflexionar.
Cuando nos vemos ante un espejo nuestra mente se sorprende porque nos vemos al contrario de lo que esperamos. En realidad el espejo refleja fielmente nuestra imagen, pero nosotros esperamos vernos como vemos a otras personas delante de nosotros. Si llevo el reloj en la mano izquierda, espero verlo invertido en la derecha y no reflejado en la misma izquierda. Este efecto nos ayuda a ganar perspectiva y a ver las diferencias de manera más rápida y evidente. El espejo nos permite tener autoconciencia al reconocernos a nosotros mismos y también compararnos con nosotros mismos con facilidad.
Pensar es mirar. Es algo más que una metáfora recurrente. Pensar consiste en observarse, en ver donde otros no ven, en mirar alrededor y mirar al horizonte. Existen muchos lugares comunes donde la razón es como la luz que ve en la oscuri...